Análisis Político
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Estamos asistiendo a un ensayo de movilización de masas lanzado por la derecha del PP y Vox y jaleado desde sus medios afines para dotar de una base de masas a su pretensión de tumbar el Estado de Alarma y las medidas sociales derivadas del mismo, y reabrir completamente la economía de la Comunidad de Madrid.

“Cosas extrañas suceden en esta ciudad de Tebas”. Eurípides, Las Bacantes.

Desde el 14 de mayo estamos presenciando un ensayo de movilización de masas lanzado por la derecha del PP y Vox y jaleado desde sus medios afines. La movilización empezó en el célebre “Barrio de Salamanca”, uno de los distritos más privilegiados de Madrid, y en estos últimos días se ha extendido a otros distritos de Madrid y a otras ciudades ante la pasividad del aparato del Estado.

Basándose en el odio cerval de la burguesía y la pequeña burguesía radicalizadas contra el gobierno de coalición, y contra Unidos Podemos en particular, y en toda suerte de teorías conspirativas sobre la gestión de la pandemia, la derecha y las patronales más afectadas por el parón económico buscan dotar de una base de masas a su pretensión de tumbar el Estado de Alarma y las medidas sociales derivadas del mismo, y reabrir completamente la economía de la Comunidad de Madrid. Los datos que señalan lo temerario de esta pretensión y los efectos potencialmente catastróficos para la salud pública que tendría la vuelta inmediata a la normalidad, son sistemáticamente ignorados o discutidos por los promotores de tan singular algarada.

La movilización empezó en el célebre “Barrio de Salamanca”, uno de los distritos más privilegiados de Madrid, habitado por empresarios y rentistas de toda laya, y en estos últimos días se ha extendido a otros distritos de clase media de Madrid, como Chamberí, y a otras ciudades como Valencia, Zaragoza o Sevilla, ante la pasividad del aparato del Estado. La relativa extensión del movimiento no puede ocultar su escasa profundidad: es una protesta de empresarios, rentistas y aspirantes a los que unen sus intereses de clase y su odio a la izquierda y a la clase obrera. El modo en que se está desarrollando esta movilización muestra muy a las claras el carácter bárbaro, atrasado y egoísta de esta burguesía y pequeña burguesía reaccionarias, tomando la calle sin respetar las mínimas medidas de seguridad que requiere la situación de pandemia, haciendo ostentación de su riqueza y de su incorregible mal gusto estético, y dejando imágenes dignas de las obras maestras de Berlanga, como el señor que golpeaba una señal de tráfico con un palo de golf o el que arengaba a las masas desde un descapotable conducido por un chofer de librea.

La derecha ha conseguido convencer a este sector de su base social de que si Madrid sigue en la fase 0 de la desescalada es por un castigo del gobierno, al que por alguna oscura razón le interesa hundir la economía de la capital. Bien es cierto que no necesitan esforzarse mucho para convencer a los vecinos del distrito Salamanca, sobre todo a los de su zona más céntrica y cercana a La Castellana. Las zonas de Goya, Serrano y Núñez de Balboa (el escenario de la protesta de estos días) son el hábitat de estos sectores medios de la burguesía española, rabiosamente reaccionarios, incultos y estrechos de miras, llenos de odio contra la clase trabajadora. Salamanca es el escaparate del lujo y la ostentación, pero también de la decadencia cultural y moral y, en muchos casos económica. De la riqueza pero también del quiero y no puedo de los rentistas y la nobleza venida a menos. No son los sectores decisivos de la burguesía, que viven en otras zonas de Madrid, Barcelona o Bilbao, los que están impulsando esta movilización, sino los escalones medios y bajos de la misma: los empresarios de la hostelería y de los sectores turístico e inmobiliario, que ven peligrar su futuro por las medidas de restricción de la movilidad que impone el Estado de alarma.

La debilidad y escasa penetración de este movimiento se ha podido ver, ayer mismo, en su fracaso a la hora de tratar de extenderse a más zonas de Madrid. En la calle Segovia, una zona de voto mayoritariamente progresista, las caceroladas de la derecha han sido contestadas al estilo 15M, con música de John Lennon. Pero donde más se ha podido apreciar la debilidad de la derecha ha sido en el distrito obrero de Vallecas, donde un piquete de unos diez ultraderechistas fue inmediatamente rodeado y expulsado por los vecinos, pese a los esfuerzos de la Policía Nacional por proteger a los reaccionarios en su provocación insensata. No sólo en Vallecas la clase trabajadora están contestando de forma espontánea a la provocación de la ultraderecha. La gente ha podido apreciar en la práctica cuan diferente es la actitud de la Policía cuando cientos de personas infringen las normas de distancia social en el barrio de Salamanca de cuando unas pocas personas lo hacen en el barrio de los Pajaritos de Sevilla, y cuán diferente es la actuación frente a esta movilización de la derecha de si esta hubiera sido una movilización de trabajadores.

En efecto, la clase trabajadora ha identificado esta movilización de la derecha como una amenaza reaccionaria, un ataque contra la salud pública y un choque de intereses de clase. La derecha pugnando por reactivar toda la economía caiga quien caiga, rabiosamente opuestos a cualquier medida política en beneficio de los trabajadores y empujando a sus militantes a la calle de forma temeraria, frente a los trabajadores interesados en mantener las medidas de control sanitario y en llevar más allá las medidas sociales del gobierno, que hasta ahora han sido realmente tímidas. Los reaccionarios privilegiados que claman contra lo que llaman “paguita” para los parados, mientras ellos viven de rentas, contratos y chiringuitos pagados con dinero público, intentan pescar en el río revuelto de la incertidumbre económica, pero su tufo franquista por ahora les impide ir más allá de los límites de su núcleo duro.

En la izquierda hacemos bien en cachondearnos de estos reaccionarios ridículos, a los que bautizamos Cayetanos en honor de una canción del grupo Carolina Durante. Tenemos todo el derecho a hacerlo, pero no podemos quedarnos ahí. La crisis económica es de una profundidad nunca vista desde la gran depresión, y si la izquierda no es capaz de ofrecer una alternativa sólida de transformación social, la pequeña burguesía arruinada virará hacia la reacción. Lo de estos días es un ensayo, chusco y ridículo, pero un ensayo al fin y al cabo para una movilización general de la derecha en contra de las medidas sociales de este gobierno, por tímidas que estas sean. A esta movilización sólo se puede oponer otra movilización, mayor y más profunda, del conjunto de la clase trabajadora y la juventud. La impresionante manifestación de duelo que ha tenido lugar en Córdoba por la partida de Julio Anguita muestra el inmenso potencial que existe para una contraofensiva, así como lo muestran las respuestas espontáneas a las provocaciones de estos días. Hay que movilizar todo ese potencial para hacer morder el polvo a la reacción. No hay otro camino.

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