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Independientemente de sus intenciones, las acciones de Gorbachov facilitaron la destrucción de los vestigios finales de la Revolución Rusa, que fueron repartidos y consumidos por una camarilla de ladrones y mafiosos, que gobiernan Rusia hasta el día de hoy. Este artículo explica los acontecimientos que rodearon la caída de la URSS y el papel de Gorbachov en esta calamidad histórica para la clase obrera rusa y mundial.

Este mes marca el 30 aniversario del colapso de la Unión Soviética. Mientras el Estado obrero deformado más poderoso estaba colapsando en el caos los supuestos dirigentes comunistas saqueaban el Estado y sus activos, animados por los imperialistas de Occidente. El capitalismo asomó su fea cabeza y los trabajadores de la Unión Soviética tuvieron que pagar el precio.

Se cumplen 30 años de la caída del Muro de Berlín y del inicio de los acontecimientos que condujeron a la desaparición, en los meses y años subsiguientes, de los regímenes estalinistas en la Europa del Este y la ex-Unión Soviética. La burguesía está utilizando esta efemérides para tratar de desacreditar una vez más el socialismo y el marxismo, y oculta que lo que cayó en realidad fue una caricatura burocrática y totalitaria que nada tuvo que ver con el socialismo y el comunismo genuinos. Lo que es inocultable, treinta años después, es la podredumbre del capitalismo a escala planetaria y cómo las masas trabajadoras en todo el mundo vuelven a buscar en el socialismo y el marxismo la manera de transformar la realidad que les rodea. Para conmemorar este evento, reproducimos un artículo de Alan Woods escrito hace 10 años, al cumplirse 20 años de la caída del Muro de Berlín, que mantiene toda su actualidad. 

El pasado 22 de junio se conmemoró el 80 aniversario de la Operación Barbarroja, la invasión alemana de la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial. Esta catástrofe sangrienta, que se cobró la vida de casi cinco millones de soldados soviéticos e implicó la conquista de amplios territorios soviéticos por parte de los nazis, fue facilitada por el sabotaje de Stalin y de la burocracia. El pueblo soviético tuvo que pagar por la decapitación del Ejército Rojo durante las infames purgas y la terrible gestión del esfuerzo de guerra. El pueblo cambió las tornas con sus esfuerzos heroicos y sus sacrificios, pese a sus dirigentes.

Reproducimos aquí una carta que escribió Harry Whyte (miembro del Partido Comunista británico) a Stalin en mayo de 1934, en la cual planteó la pregunta: ‘‘¿Puede ser considerado un homosexual alguien digno de ser miembro del Partido Comunista?’’. En la primera página de la carta, encontrada en archivos soviéticos, está una nota escrita por Stalin que dice: ‘’Archivar. Un idiota y un degenerado. J Stalin.’’

La existencia de la Unión Soviética (la URSS, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) dominó la escena política mundial durante la mayor parte del pasado siglo XX. Eso no fue una casualidad. La URSS surgió del mayor acontecimiento político habido en la historia humana, la Revolución Rusa de 1917. Por primera vez, las clases oprimidas se levantaban y conseguían establecer un régimen social que se proponía terminar con la explotación y la opresión sobre las bases del Socialismo Científico, no sólo en la URSS sino en todo el mundo.

JfsddBkEl 23 de octubre se cumplió el 60º aniversario del comienzo de la Revolución Húngara de 1956. Este movimiento de las masas húngaras, en el que la clase obrera jugó el papel principal, significó la culminación del creciente descontento que evidenciaba Europa del Este en aquella época. Fue una auténtica rebelión contra la burocracia estalinista, en la que los trabajadores crearon sus propios organismos de poder obrero, y fue aplastada sangrientamente por los tanques soviéticos. Durante décadas se ha pretendido falsamente presentar este revolución en occidente como anticomunista, cuando precisamente el movimiento húngaro lo que reivindicaba era la necesidad del socialismo y el final del régimen burocrático estalinista. Para recordar este magno acontecimiento publicamos un artículo escrito por Julianna Grant hace 10 años, coincidiendo con el 50º aniversario de la revolución húngara.