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Algunas corrientes feministas argumentan la idea de que la noción de prostitución debe ser abandonada y reemplazada por la de “trabajo sexual”. Es decir, la prostitución sería equiparable a cualquier otra forma de trabajo y debería ser reconocida como tal. Según la activista feminista Morgane Merteuil (entre otras), la prostitución sería incluso una herramienta en la lucha contra el capitalismo y para la emancipación de las mujeres.

En diciembre de 2006 se aprobó la ley de la Dependencia. Una medida que si bien supuso un paso adelante para la situación de cientos de miles de personas dependientes en todo el Estado Español, después de 14 años vemos como en la práctica esta medida social no sólo no satisface completamente las necesidades de los dependientes sino que enmascara una forma de esclavitud para la mujer.

Al calor del auge del movimiento feminista y de las luchas contra la opresión de la mujer, sectores de la izquierda y del propio movimiento feminista han vuelto a rescatar la idea del “salario para el ama de casa” y a calificar el trabajo doméstico realizado por el ama de casa como un trabajo “no remunerado” que se ahorran los capitalistas ¿Cuál es la posición del marxismo sobre esto?

El capitalismo se encuentra actualmente en una de sus crisis más profundas. La decadencia de este sistema no solo se revela por todo el mundo, sino también en diferentes ámbitos de la sociedad. La situación de la mujer es precisamente un reflejo de la estructura de este sistema irracionalmente estratificado.

Para poder luchar con éxito contra la opresión de las mujeres, necesitamos una teoría coherente capaz de proporcionarnos un análisis válido y una estrategia y táctica concretas. Sin esto, existe el peligro de que la lucha se limite a un alivio superficial de los síntomas.

El debate sobre la prostitución no es algo nuevo dentro del movimiento feminista. Sin embargo, en los meses previos al 8M hemos asistido a un incremento de la polémica en torno a este tema dentro de las asambleas de organización de la Huelga Feminista, que ha llegado a enfrentamientos entre las denominadas abolicionistas y regulacionistas, incluso entre abolicionistas y prostitutas.