Mujer y Socialismo
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En los últimos años hemos sido testigos de un aumento colosal de las luchas de las mujeres, siendo las movilizaciones en defensa de la igualdad de género las que más personas han movilizado en los últimos años. Cada 8 de Marzo, día de la mujer trabajadora, cientos de miles de personas, la mayoría mujeres, salen a la calle contra la desigualdad que hoy en día continúa sufriendo la mujer.

La mujer y el trabajo productivo

Marx y Engels señalaron, desde el primer momento, que una de las condiciones básicas para la emancipación de la mujer era su incorporación al trabajo productivo, lo que le aportaría su independencia económica y la liberaría de las “tareas del hogar”. Sin embargo, la consecución de ambos objetivos es imposible de alcanzar dentro del capitalismo. De ahí que la lucha por la completa emancipación de la mujer trabajadora forma parte de la lucha por la revolución socialista, y ambas deben ser resultado de la lucha unida y común de los trabajadores y las trabajadoras.

El logro de la independencia económica por parte de la mujer, además, tiene la función de terminar con la subyugación moral de la mujer frente a su pareja. También tiene el efecto de ampliar su participación en la vida social, de elevar su estatura moral exhibiendo su destreza física e intelectual en un trabajo productivo, acceder a mayores posibilidades de cultura y de conocimiento de la realidad que la rodea, y sacudirse el yugo de los prejuicios religiosos que tradicionalmente afectaron a la mujer en mayor medida que al hombre. Por lo tanto, sólo a través de esta liberación de la esclavitud doméstica puede sentir la mujer trabajadora la necesidad de demandar para sí iguales derechos sociales y políticos que tienen el resto de los trabajadores. Por todo ello, la incorporación de millones de mujeres al mercado laboral fortalece objetivamente la fuerza de la clase obrera en todos los aspectos.

¿Un salario para las “amas de casa”?

De lo anterior se deriva el rechazo de los marxistas a la reivindicación de un salario para las “amas de casa”, porque lejos de constituir un elemento de progreso social, ayudaría a consolidar y justificar la esclavitud doméstica de estas mujeres y su marginación de la vida social. Nuestra demanda debe ser un trabajo digno para todos, hombres y mujeres, con un salario que les permita vivir a cada uno de manera independiente. En cualquier caso, demandamos un subsidio por desempleo para todas las personas desempleadas, pero este subsidio nunca debería ir ligado a la realización o no de las tareas domésticas.

En este tema, vemos una diferencia de clase. Mientras que las familias acomodadas pueden verse liberadas de las “tareas del hogar” pagando a mujeres de la clase obrera para que se encarguen de estas labores, una familia obrera no puede hacerlo, o en el caso que pueda hacerlo parcial o temporalmente, debe destinar una parte del limitado ingreso familiar para afrontarlo, a costa de empeorar sus condiciones de vida.

La mujer de clase media acomodada, si bien puede padecer, como el conjunto de las mujeres, los prejuicios y comportamientos machistas que prevalecen en la sociedad capitalista, desde el punto de vista de su independencia económica y social ha conseguido prácticamente todos sus objetivos. El único campo de disputa de estas mujeres con los hombres “de su clase” es alcanzar sus mismas condiciones y puestos de privilegio en las empresas, la política y el aparato del Estado, para participar plenamente del botín que le permita acceder a mayores cuotas de bienestar y reconocimiento social con la opresión del conjunto de la clase obrera.

Las mujeres de la clase obrera, en los países capitalistas desarrollados, si bien han conseguido avances sustanciales con respecto a 100 años atrás, siguen constituyendo una capa especialmente oprimida dentro de la clase obrera y siguen soportando sobre sí los mayores rigores de las injusticias del sistema. Por eso, hoy más que nunca, las demandas y reivindicaciones por la emancipación de la mujer coinciden con las demandas y reivindicaciones de la mujer trabajadora.

Socializar las tareas domésticas

Los marxistas defendemos la socialización de las tareas domésticas y familiares. La sociedad en su conjunto debe liberar a la familia obrera de las tareas asfixiantes y enajenantes de la manutención, del acceso a una vivienda digna, de la limpieza del hogar, y de las mil y una preocupaciones que conlleva el cuidado y la crianza de los hijos y de los familiares dependientes; y que impiden a los padres y madres participar plenamente de la vida y de los frutos del trabajo social.

De la misma manera que en las sociedades capitalistas se han instituido sistemas colectivos más o menos eficientes (públicos o privados) de transporte, educación, sanidad, electrificación y energía, alumbrado, recogida de basuras, etc.; es preciso que la sociedad cree condiciones materiales para absorber en su seno las tareas domésticas. Así, deberían establecerse guarderías y jardines de infantes suficientes y bien dotados, en cada centro de trabajo y barrio, a cargo de las empresas y administraciones públicas; así como centros de ocio y culturales municipales para niños y adolescentes en los barrios. También deberían establecerse lavanderías públicas en cada calle; y comedores públicos en cada centro de trabajo, barrio, escuela y universidad, donde se ofrecería una comida sana y variada. Y todo ello a precio de coste. Esto no puede ser competencia del sector privado, que sólo busca el lucro a costa de esquilmar los bolsillos de las familias trabajadoras, y que nos expone a servicios deficientes. Debe ser una competencia de los ayuntamientos, comunidades autónomas y del Estado central.

Por supuesto, los gobiernos actuales y los grandes empresarios no quieren ni oír hablar de esto, rechazan claramente que sus beneficios y el dinero público se destinen a estas “menudencias”, porque para ellos es un despilfarro, no les generan ganancias. Por eso, la derecha y los grandes empresarios son los más interesados en mantener esclavizadas a la mujer en las “tareas del hogar”, sean trabajadoras o “amas de casa”.

También hay una razón política y social que refuerza el interés de la clase dominante en mantener el trabajo doméstico de la mujer trabajadora. Necesitan cargar sobre la unidad familiar toda la presión del sistema: alimentación, limpieza, cuidado de los hijos, cuidado de los mayores, entre otras; como una manera de levantar obstáculos poderosos que dificulten la lucha, la organización, la participación política y vecinal y el desarrollo cultural de las familias obreras.

Nuestro programa

Por todo ello, los marxistas, en contraposición con la reivindicación de la creación de prestaciones contributivas para las mujeres que desarrollan “trabajo doméstico y de cuidados” en sus hogares, promovida por el movimiento feminista; defendemos que, para conseguir la emancipación de la mujer, es necesario demandar:

  • La incorporación general del “ama de casa” al trabajo productivo fuera del hogar. No al salario al “ama de casa”, el cual supondría la perpetuación de la esclavitud doméstica.
  • Subsidio de desempleo equivalente al Salario Mínimo Interprofesional (SMI) para toda mujer desempleada, el cual nunca estaría ligado a la realización de tareas domésticas.
  • Guarderías públicas gratuitas en cada centro de trabajo con 50 o más trabajadores y en cada barrio, para bebés y niños desde los 0 a los 6 años. Las guarderías en cada barrio, en cantidad por habitantes, deberían ser evaluadas por los especialistas, AMPAS, pedagogos progresistas, etc.
  • Centros culturales y de ocio municipales en cada barrio para niños y adolescentes atendidos por profesionales capacitados y psicopedagogos
  • Comedores en todo centro de trabajo a partir de 50 trabajadores. Comedores públicos para los hijos de los trabajadores en escuelas y universidades, así como en cada barrio, con comidas y menús de calidad a precio de coste.
  • Lavanderías públicas de calidad en cada calle, a precio de coste.
  • Por un Plan de Dependencia público y gratuito a domicilio, con profesionales asalariados capacitados, que atiendan integralmente todas las necesidades: cuidados de ancianos, enfermos crónicos, personas con discapacidad motora o psíquica, y niños menores de 13 años.
  • Empresa pública de limpieza a domicilio, con profesional asalariado capacitado, como servicio gratuito semanal para familias monoparentales con hijos o personas discapacitadas a su cargo.

Como ya hemos explicado, la incorporación de la mujer al trabajo productivo fuera de casa es un elemento imprescindible para su emancipación. Sólo con estas reivindicaciones podremos evitar que la mujer quede perpetuada en las tareas que ya asume mayoritariamente y continúe relegada a una posición de inferioridad con respecto al hombre.

 

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