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Los resultados de las elecciones a la Convención Constituyente en Chile durante el fin de semana representan un terremoto político, con un fuerte rechazo de todos los partidos establecidos, lo que puede entenderse como la expresión política (distorsionada) de la insurrección de 2019.

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Los resultados dejan resaltar al menos tres cosas importantes. Primero, la derrota de la derecha con 37 convencionales, que con el 20% de los votos obtiene el 23% de los escaños. Con esto no alcanzan la capacidad de veto que ansiaban obtener, dado por el quórum necesario de ⅔ en la Convención Constitucional. Segundo, la irrupción de los independientes que ganan 48 escaños, que corresponde al 31% del total de 155 convencionales.

En particular, destacan los resultados de la Lista del Pueblo, una lista de independientes de izquierda que se presentan como representantes del levantamiento de octubre del 2019, obtienen 27 convencionales, superando a la ex-Concertación. Y por último, la alta abstención electoral. Sólo 42% del padrón fue a votar, comparado al 51% que votó para el plebiscito de octubre pasado.

La lista Apruebo Dignidad que agrupa a partidos del Frente Amplio y el Partido Comunista, más FRVS (Federación Regionalista Verde Social), obtuvo 28 convencionales de conjunto, un significativo 18% de los escaños. Esto los ubica como el principal bloque de la oposición y la izquierda partidista.

Los partidos de la ex-Concertación salen muy malogrados, con 25 convencionales, 16% del total. Al igual que la derecha, han reconocido su derrota, señalando la agonía de los partidos de la transición. Así, se dificulta el afán de la centro-izquierda por influir programáticamente con sus candidatos en la primaria de la oposición .

La primera mayoría nacional en constituyentes la obtuvo el abogado laboralista Daniel Stingo, independiente con cupo en lista de RD. Como muestra de la irrupción de independientes representantes del levantamiento, la “tía Pikachu”, ícono pop de las manifestaciones de Plaza Dignidad, ganó en el distrito 12.

En los 17 escaños reservados de pueblos originarios, llama la atención que ganaron mujeres mapuche de gran notoriedad, como la machi Francisca Linconao.

Además de las elecciones constituyentes, en la doble jornada electoral del fin de semana, se eligieron gobernadores, alcaldes y concejales.

Ha sido notable la victoria de Rodrigo Mundaca como gobernador de la Región de Valparaíso. Un dirigente social de larga trayectoria en la lucha por el agua desde la provincia de Petorca, y vocero de MODATIMA (Movimiento de Defensa del Agua, la Tierra y el Medio Ambiente). Ganó en primera vuelta con el 44% de los votos, en la lista del Frente Amplio.

También destaca la reelección de Jorge Scharp a la alcaldía del puerto de Valparaíso, con una mayoría del 55%. En 2016 Sharp ganó como miembro del Frente Amplio, pero luego del acuerdo de noviembre del 2019, se alejó de esta colectividad. Esta vez corría como independiente sin el apoyo del FA, y luego de una administración polémica en que redujo el déficit municipal pero también vió conflictos con empleados y acusaciones de un grupo de concejales por irregularidades.

En la vecina ciudad de Viña del Mar, la candidata de Revolución Democrática (RD), Macarena Ripamonti, ganó en la comuna que estuvo 16 años gobernada por la UDI.

En la capital, en una elección estrecha, luego de 24 años de alcaldes de derecha la comuna de Ñuñoa va tener una alcaldesa de RD, Emilia Ríos. Significativo fue también el triunfo de RD en la comuna de Maipú y la salida de la “independiente” UDI, Cathy Barriga.

Por su parte, Gabriel Boric, diputado de Convergencia Social, y fundador del Frente Amplio, obtuvo las firmas para inscribir su candidatura presidencial.

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Los comunistas doblaron sus alcaldías a 6. Lo más sorprendente fue la victoria de Irací Hassler en la emblemática comuna de Santiago Centro, luego de una desastrosa administración de Felipe Alessandri (Renovación Nacional), donde se vio la violenta represión a los estudiantes secundarios que a su vez conduce al estallido social. En Recoleta, se reelige cómodamente Daniel Jadue, consolidando su camino como candidato presidencial del Partido Comunista e incluso podría imponerse en una primaria de la izquierda.

Algunos comentaristas, creen ver un voto de castigo o abstención de su base electoral que determinó la derrota de la derecha. Sobre todo, es la figura de Piñera quien concentra todas las miradas y el descontento en su sector. La proyección política y electoral de la derecha depende de su capacidad para desmarcarse del presidente, cuyo principal anhelo al principio de su mandato era asegurar la continuidad de la derecha en el gobierno. Incapaz de sostener su reelección municipal, la candidata presidencial Evelyn Matthei (UDI) se bajó de la competencia. Por su parte, Joaquín Lavín logra colocar a Daniela Peñaloza como su sucesora en la comuna de Las Condes. Esto afirma la autoridad del candidato UDI en su sector para convocar el apoyo del conjunto de la derecha.

Lo importante, es la posibilidad de que la mayoría de los independientes, sumados a los constituyentes del bloque de izquierda, puedan hacer valer su peso en la Convención para asegurar su ⅔ y colocar una agenda de transformaciones profundas del sistema. Sin embargo, no es posible cambiar la lógica de la dominación del capital, desde una vía institucional.

Desde la rebelión de octubre y durante la pandemia, han sido el paro portuario, junto con los cacerolazos, protestas y enfrentamientos callejeros en poblaciones de Santiago y regiones, los que han expresado una acción política independiente de los partidos del régimen. Esto hace solo semanas forzó una derrota política del gobierno en el Tribunal Constitucional frente al proyecto del tercer retiro. Se vivieron los momentos más tensos desde el estallido social, con una amenaza real de un segundo levantamiento generalizado.

Los temas que se discutan en el órgano constituyente estarán fuertemente mediados por este repertorio de movilizaciones que las masas se han mostrado capaces de desplegar. Por otra parte, la Lista del Pueblo ha expresado que realizarán “asambleas del pueblo”, para vincular el trabajo de sus constituyentes con las decisiones tomadas en organizaciones de base en los distritos. En este sentido, puede ser clave como esto se articula con organizaciones territoriales, cabildos, asambleas, ollas comunes, etc. que desde octubre de 2019 tienen el potencial de ser órganos de un verdadero poder de la clase trabajadora organizada territorialmente.

Además es evidente una cierta desconfianza hacia el proceso constituyente. El 42% de participación lo indica. Por ejemplo, en el plebiscito de octubre 2020, la comuna obrera y popular de La Pintana tuvo el mayor aumento de participación electoral a nivel nacional y arrasó con el Apruebo. Esta vez la participación apenas llega al 14%. Recordemos además que durante las protestas por el tercer retiro de las pensiones, la misma comuna de La Pintana, vio a sus habitantes volcarse en gran número a las calles. Es que las principales demandas de la rebelión de octubre, eran por pensiones, salud, educación y desigualdad. La pandemia sólo agravó cada una de estas problemáticas. La constituyente es apoyada en la medida de que las masas la entienden como un vehículo para mejorar sus condiciones de vida, y cambiar realmente el sistema económico más allá de las formalidades constitucionalistas. A muchos no les quedaba claro que votar a unos constituyentes que van a sesionar durante un año fuera a significar un cambio en sus condiciones concretas.

Si bien la derecha no alcanza el ⅓ para el poder de veto, en conjunto con otros partidos de los 30 años, de la ex-Concertación, sí podrían defender los intereses de los empresarios en materias clave. Y en todo caso, tampoco es evidente que la totalidad de los independientes vayan a alinearse en todos los temas. Muchos provienen de diversos movimientos sociales y tendencias políticas que no convergen necesariamente en una agenda común. En este sentido, sigue siendo dominante en la situación política del país, la falta de una dirección revolucionaria que pueda orientar la energía de las masas para derrotar definitivamente los pilares ideológicos y económicos del sistema capitalista, y elaborar un programa político claro que ponga el poder realmente en manos de la clase trabajadora y las comunidades organizadas.

El fantasma de “Chilezuela”, y otras campañas de desinformación para confundir, jugarán un rol y profundizará la polarización de las ideas políticas en la sociedad. Pero esto ya no puede tener la misma potencia que antes. Todo el mundo está viendo el levantamiento y paro nacional de Colombia, que ha sufrido una represión brutal con decenas de muertos y cientos de desaparecidos. Pero sobretodo, la clase trabajadora colombiana ha provocado una derrota parcial del gobierno que tuvo que retroceder en su reforma tributaria. Esto en el bastión del imperialismo en sudamérica, con gigantes implicancias para toda la región. Desde las protestas en Puerto Rico, pasando por Ecuador, luego Chile y Colombia, los movimientos de masas se observan y recogen lecciones, en una muestra del internacionalismo que las hermana.

Estos resultados electorales, son un capítulo más en un proceso de radicalización política de masas, que buscan una salida a la crisis capitalista por fuera de los partidos tradicionales que dominaron las últimas décadas. Existe una crisis de régimen abierta, sin un nuevo referente político claro que llene el vacío. La carrera presidencial anuncia un futuro gobierno que sea cual sea el resultado, va estar en la posición incómoda de un régimen presidencial muy descompuesto y en conflicto con el congreso. La convención constitucional va provocar más fricciones entre las instituciones, para una presidencia que se espera debe conducir el proceso constituyente, manejar la situación económica post-pandemia y afrontar el desplome del sistema privatizado de pensiones. El plebiscito de salida que someta a votación popular la nueva constitución será en 2022. Si con suerte salimos de la pandemia, desconfinados y con una situación económica deteriorada, el camino por delante estará lleno de accidentes y nuevas erupciones a nivel nacional y regional.

Necesitamos construir una corriente marxista de la clase obrera y la juventud, que conecte la experiencia de la rebelión de octubre, con la revolución latinoamericana, para acabar de raíz con el capitalismo y la herencia de las dictaduras.

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