Brasil
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La liberación de Lula es una derrota para la Operación Lava Jato, la investigación criminal que pretendía sanear las podridas instituciones estatales brasileñas ante los ojos de las masas. Por lo tanto, su liberación es un avance positivo para la lucha de la clase obrera. Esquerda Marxista (la sección brasileña de la CMI) ha estado luchando contra el Lava Jato desde el principio y denunciamos la condena y el encarcelamiento de José Dirceu y Lula, quienes fueron sentenciados sin pruebas en un juicio político que forma parte de ataques a mayor escala contra las libertades democráticas, repetidamente infligidas por el poder judicial.

La decisión del Supremo Tribunal Federal (STF), por 6 votos a favor y 5 en contra, que declaró inconstitucional el encarcelamiento tras la condena en segunda instancia/tribunal apelativo, fue una decisión política adoptada por la mayoría del Tribunal Supremo -que condujo a la liberación de Lula-. Esta decisión (que de hecho declara que el STF ha estado actuando desde 2016 en contra de la misma Constitución que se supone debe defender) se produce en medio de una situación política en la que las explosiones revolucionarias se suceden una tras otra y rodean a Brasil, y en la que Bolsonaro se hunde aún más en una crisis política, económica y social. La burguesía sabe que los vientos revolucionarios de Ecuador, Chile, Líbano, Irak, Argelia, Sudán, etc., pueden llegar a Brasil en cualquier momento.

La clase dominante está dividida en torno al Lava Jato, que sigue cometiendo abusos e ilegalidades, pisoteando descaradamente los propios principios democrático-burgueses. Las principales facciones burguesas, tanto dentro como fuera del poder judicial, que antes apoyaban a Sergio Moro (ex juez federal, actualmente Ministro de Justicia) y su operación, ahora condenan sus métodos. Esto culminó en agosto cuando el STF anuló una condena dictada por Moro.

El fraude legal y electoral involucrado en la condena y encarcelamiento de Lula se hizo cada vez más evidente. Los propios fiscales del Lava Jato recomendaron trasladarlo a las llamadas condiciones semiabiertas (una prisión de trabajo donde se puede reducir la pena trabajando en colonias agrícolas o industriales).

El riesgo político de mantener a Lula en la cárcel, con el riesgo de una explosión social en contra del gobierno, fue el factor determinante en la decisión mayoritaria de los reaccionarios jueces del STF. Obviamente, no tiene nada que ver con el respeto a la Constitución o la "democracia". Las leyes bajo el capitalismo están hechas para que la burguesía pueda gobernar, defender la propiedad privada y mantener el control social sobre los explotados. Las "interpretaciones" de las leyes hechas por el STF expresan posiciones políticas. En este caso, liberar a Lula es una forma de liberar presión y ganar espacio para tratar de controlar a las masas en el caso de un tumulto social.

 

El papel de Lula y José Dirceu

Lula está dispuesto a ser la quinta rueda de las destartaladas instituciones burguesas. El mismo día que salió de la cárcel (8/11), declaró que: "El lado podrido del sistema de justicia, el lado podrido del Ministerio Público, el lado podrido de la Policía Federal y el lado podrido del Departamento de Ingresos Federales, trabajaron para tratar de criminalizar a la izquierda, criminalizar al PT [Partido de los Trabajadores], criminalizar a Lula". Como si estas instituciones reaccionarias tuvieran un lado bueno. Incluso después de 580 días de prisión tras un fraude que todas las instituciones del Estado apoyaron, como el reformista que es, sigue moviéndose a la derecha.

Y en una verdadera burla al pueblo brasileño, que es atacado a diario, agregó: "Dejo este lugar sin odio, a los 74 años mi corazón sólo tiene espacio para el amor, porque el amor ganará en este país", y también "no tengo queja con nadie", tratando de tranquilizar a la burguesía. Pero Bolsonaro y sus seguidores no pueden ser golpeados "con amor", sólo la lucha de clases y la movilización revolucionaria de las masas pueden y deben barrer a estos reaccionarios. Y no con el objetivo de vivir en "paz y amor" con la burguesía, sino de allanar el camino para una revolución socialista que arrancará el poder económico de las manos de los capitalistas y destruirá sus fuerzas de represión.

Al día siguiente, en el Sindicato de Metalúrgicos de São Bernardo do Campo, en São Paulo, Lula repitió que no tiene odio ni quejas, y luego comenzó a trabajar abiertamente contra el sentimiento que está creciendo entre las masas por la lucha contra Bolsonaro:

"Hay gente que dice que es necesario derribar a Bolsonaro. Hay gente que habla de juicio político. Mira, este ciudadano fue elegido. Democráticamente, aceptamos el resultado de las elecciones. Este tipo tiene un mandato de cuatro años".

En un momento en que la lucha por Fora Bolsonaro provoca una crisis y división en la dirección del PSOL (Partido Socialismo y Libertad), cuando esta consigna es coreada por los manifestantes en la marcha del 5 de noviembre en São Paulo, obligando al PT, al PSOL y al PCdoB (Partido Comunista de Brasil) a maniobrar y a adaptarse a la misma, Lula sale de la cárcel y se dedica a pelear para bloquear el derrocamiento de Bolsonaro. La política de Lula, Zé Dirceu y de todos los que se unieron a la "Defensa de la Democracia" es señalar las elecciones de 2020 y 2022 como la única salida. Lula trata de ser, una vez más, una alternativa para la burguesía al ser una fuerza estabilizadora de la situación política, para que los negocios puedan continuar como de costumbre.

José Dirceu también fue puesto en libertad. Ese mismo día, junto con Lula, declaró que "ahora nuestra tarea es volver y retomar el gobierno de Brasil" y añadió: "para hacer esto necesitamos dejar claro que somos petistas [miembros del PT], izquierdistas y socialistas". El arquitecto del reaccionario y burgués "Programa Democrático y Popular", el hombre detrás de la política de alianzas con la burguesía -como Temer, Collor, Sarney y Renan Calheiros, entre otros "progresistas"- y estratega detrás de la destrucción del PT como partido socialista, sabe que, para ganar las elecciones, para conectar con las aspiraciones del pueblo, la retórica del PT tiene que aparecer más a la izquierda. Al igual que en la segunda vuelta de 2014, cuando la retórica izquierdista en la campaña fue seguida por un gobierno para los capitalistas. Entiende lo que está sucediendo en el mundo y ve la creciente polarización social, por lo que sabe que necesita adaptarse.

 

Nuestra lucha

Mientras continúa nuestra lucha por enterrar al gobierno de Bolsonaro, también lo hacemos contra la política de Lula y del PT. Nombraron gobiernos pro-capitalistas, sumisos a los intereses del imperialismo, no respondieron a las demandas populares, llevaron a cabo la contrarreforma de las pensiones, apoyaron los ataques a las libertades democráticas (como la Ley de Registro Limpio y la Ley Antiterrorista), no contrarrestaron el juicio del Mensalão (que sentenció sin pruebas a los propios líderes del PT) y apoyaron al Lava Jato antes de que se convirtieran en objetivos de la operación. Formaron una alianza con la burguesía y adoptaron políticas y métodos de gobierno burgueses y corruptos. El resultado fue la desmoralización de los miembros del PT y la desorganización de la clase obrera. La esperanza inspirada en algunas personas por la aparente reorientación hacia la izquierda del PT, o de Lula, es pura ilusión. No creen en la capacidad revolucionaria del proletariado y defienden el podrido sistema capitalista.

El gobierno de Bolsonaro/Guedes/Moro continúa con sus ataques contra los trabajadores y la juventud. El intento de cambiar la Constitución para permitir el arresto tras la condena en segunda instancia y la amenaza de usar la Ley de Seguridad Nacional de la dictadura militar (que Lula no revocó durante sus 13 años en el gobierno), estableciendo en la ley la libertad de la policía para asesinar con impunidad (Ley Moro contra el Crimen) - estas y otras posiciones muestran qué tipo de régimen le gustaría formar a este gobierno ultraliberal. Después de la reforma de las pensiones, entregarán el petróleo, intentarán privatizarlo todo, hacer nuevas contrarreformas para servir al capital financiero, destruir la estabilidad y reducir los salarios de los empleados públicos.

Los jóvenes y los trabajadores no tienen ninguna razón para doblegarse al juego electoral burgués. Al gobierno nunca se le dio el mandato para destruir conquistas y derechos, ni para liquidar las libertades democráticas. Bolsonaro puede y debe ser derrocado antes de que termine su mandato, y en esta lucha el movimiento debe construir las fuerzas para la formación de un verdadero gobierno obrero.

 

La responsabilidad de PSOL y las consecuencias de su política

El PSOL debe estar a la cabeza de este movimiento, totalmente independiente del PT, con un programa verdaderamente de izquierda, socialista y revolucionario. Sin embargo, la mayoría de sus dirigentes han dado pasos en la dirección opuesta y están buscando formar alianzas electorales con el PT y el PCdoB, así como con partidos burgueses como el PDT, el PSB, la Rede, el PV, etc. En consecuencia, Freixo y Boulos se pararon junto a Lula en en São Bernardo do Campo, apoyando el discurso del líder del PT. Freixo ya ha anunciado la coalición del PSOL con el PT y el PV y, posiblemente, con Rede y PCdoB, para las elecciones de Río de Janeiro en 2020. La justificación de esto es la unidad de todos los que están en contra de Bolsonaro.

Defendemos la unidad de la clase obrera y sus organizaciones con el objetivo de derrocar a Bolsonaro, detener las contrarreformas y luchar por nuestras reivindicaciones. Este es el Frente Único. Esto no tiene nada que ver con la formación de coaliciones electorales con los que gobiernan para los capitalistas y traicionan a los trabajadores, o coaliciones electorales con partidos burgueses.

Para Esquerda Marxista está claro: si el PSOL quiere construirse como una alternativa al PT y ayudar en la reorganización de la clase obrera, tiene que presentar sus propios candidatos en todos los municipios y rechazar las alianzas con los partidos del establishment (ver la carta abierta a los miembros del PSOL).

La burguesía teme con razón que la ola revolucionaria que sacude al mundo llegue a Brasil. La situación nacional es explosiva, a pesar del freno aplicado por los propios dirigentes del movimiento obrero. Estos dirigentes, entre ellos Lula, y su política de conciliación serán reemplazados por las masas en movimiento. La lucha de clases es la fuerza motriz de la historia y mucho más fuerte que cualquier aparato de partido.

Invitamos a todos los jóvenes y trabajadores que están de acuerdo con la necesidad de derrocar a Bolsonaro y barrer al capitalismo a unirse a nosotros para construir el instrumento que necesitamos para nuestra futura victoria.

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