Leon Trostky y la Cuarta Internacional
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Índice del artículo

 

Lenin y Trotsky en 1917

La política revolucionaria es una ciencia. El estudio de las revoluciones pasadas es la manera de preparar la del futuro. La teoría no es optativa, sino una guía vital para la acción. Cuando antes de la Primera Guerra Mundial Trotsky defendió la posibilidad de una revolución proletaria en Rusia antes que en Europa Occidental, nadie le tomó en serio. Sólo en octubre de 1917 se demostró la superioridad del método marxista aplicado por Trotsky. Al inicio de la Revolución de Febrero, Lenin estaba en Suiza y Trotsky en Nueva York. Aunque muy alejados de la revolución y entre sí, ambos llegaron a las mismas conclusiones. Los artículos de Trotsky en Novy Mir y las Cartas desde lejos de Lenin son prácticamente idénticos en las cuestiones fundamentales relativas a la revolución: la actitud hacia el campesinado, la burguesía liberal, el gobierno provisional y la revolución mundial.

A pesar de todos los intentos de los estalinistas de falsificar la realidad levantando una muralla china entre Lenin y Trotsky, los hechos hablan por sí mismos: en el momento decisivo de la revolución, trotskismo y leninismo eran una misma cosa. Tanto para Lenin como para Trotsky, 1917 fue el punto de inflexión que convirtió en irrelevantes las antiguas polémicas entre ambos. Por esa razón, Lenin nunca se refirió a ellas después de 1917. De hecho, en su último discurso al Partido Comunista Ruso (el famoso Testa-mento de Lenin, oculto durante décadas por los estalinistas), advertía de que no se debía utilizar contra Trotsky su pasado no bolchevique. Esas fueron las últimas palabras de Lenin respecto a Trotsky y su relación con el Partido Bolchevique antes de 1917.

Con la única excepción de Lenin, los dirigentes bolcheviques no comprendían la situación, y los acontecimientos les superaban. Es una ley histórica que en una situación revolucionaria el partido y sobre todo su dirección sufren la intensa presión de los enemigos de clase, de la "opinión pública" burguesa e incluso de los prejuicios de las masas obreras. Ninguno de los dirigentes bolcheviques en Petrogrado fue capaz de resistir esas presiones, ninguno planteó que la revolución únicamente podía llegar hasta el final con la toma del poder por parte del proletariado. Todos habían abandonado la perspectiva de clase, adoptando simplemente una vulgar postura democrática. Stalin era partidario de apoyar "críticamente" al Gobierno Provisional y de unirse a los mencheviques. Kámenev, Rikov, Molotov, etc. compartían su postura.

Sólo tras la llegada de Lenin el Partido Bolchevique cambió de postura, después de una lucha interna alrededor de las Tesis de Abril, publicadas en Pravda con su única firma. Nadie estaba dispuesto a que le identificaran con esa postura. No comprendían el método de Lenin y hacían un fetiche de las consignas de 1905. El "crimen" de Trotsky fue prever los acontecimientos. En 1917, los propios acontecimientos demostraron la corrección de la teoría de la revolución permanente.

Desde entonces nada separó políticamente a Lenin y Trotsky. Todas las diferencias del pasado dejaron de existir. Cuando Trotsky regresó a Petrogrado en mayo de 1917, Lenin y Zinóviev asistieron a la ceremonia de bienvenida organizada por el Comité Interdistrito. En aquella reunión, Trotsky manifestó que la unidad de bolcheviques y mencheviques ya no significaba nada. Sólo aquellos que habían roto con el socialpatriotismo podían unirse bajo la bandera de una nueva Internacional. En realidad, desde su llegada, Trotsky habló y actuó al lado de los bolcheviques. El bolchevique Raskólnikov lo recordaría como sigue:

"León Davidovich, Trotsky, en esos momentos formalmente no era militante de nuestro partido, pero en la práctica desde el primer día de su llegada de América trabajó constantemente dentro de él. En cualquier caso inmediatamente después de su primer discurso en el Sóviet todos le consideramos uno de los dirigentes de nuestro partido" (Proletarskaya Revolutsia, p. 71. 1923).

Con relación a las controversias pasadas, señaló: "Los ecos de las antiguas discrepancias en el período previo a la guerra habían desaparecido totalmente. No existían diferencias entre la táctica de Lenin y Trotsky. Esa fusión, que ya se observaba durante la guerra, se demostró totalmente desde el momento en que Trotsky regresó a Rusia. A partir de su primer discurso público, todos nosotros, antiguos leninistas, le considerábamos uno de los nuestros" (Ibíd., p. 150).

Si Trotsky no ingresó inmediatamente en el Partido Bolchevique no fue por las antiguas discrepancias, sino porque quería que también entrase el Comité Interdistrito, que agrupaba aproximadamente a 4.000 trabajadores de Petrogrado y a muchas figuras prominentes de la izquierda, como Uritsky, Joffe, Lunacharsky, Riazanov, Volodarsky y otros que posteriormente jugaron un importante papel en la dirección bolchevique. Como Trotsky explicó en su testimonio ante la Comisión Dewey:

"Trabajaba junto al Partido Bolchevique. Existía un grupo en Petrogrado que programáticamente defendía lo mismo que el Partido Bolchevique, pero organizativamente era independiente. Consulté a Lenin si sería mejor que yo entrara al Partido Bolchevique inmediatamente o con esa organización obrera de tres mil o cuatro mil militantes revolucionarios" (The case of Leon Trotsky, p. 21).

El Congreso de los Sóviets de toda Rusia celebrado a principios de junio todavía estuvo dominado por los mencheviques y socialrevolucionarios. El historiador E. H. Carr, refiriéndose a Trotsky y al Comité Interdistrito, hace la siguiente observación: "Trotsky y Lunacharsky estaban entre los diez delegados de los ‘socialdemócratas unidos' que apoyaron unánimemente a los bolcheviques durante las tres semanas que duró el congreso" (E. H. Carr, La revolución bolchevique (1927-1923), vol. 1, p. 106. Alianza Universidad).

Para acelerar la entrada del Comité Interdistrito al partido, a la que se oponían algunos miembros de la dirección, Trotsky escribió en Pravda la siguiente declaración: "En mi opinión, actualmente [julio], no hay diferencias ni de principios ni tácticas entre el Interdistrito y las organizaciones bolcheviques. Por consiguiente no existen motivos que justifiquen la existencia separada de ambas organizaciones".(El subrayado es nuestro).

En mayo de 1917, incluso antes de su adhesión formal al Partido Bolchevique, Lenin propuso a Trotsky como jefe de redacción de Pravda y de paso recordó la excelente calidad del Russkaya Gazzeta (el periódico que Trotsky dirigía y que en 1905 se transformaría en el Nachalo). Este hecho fue recogido en 1923 en Krasnaya Letopis (La Crónica Roja) nº3. Aunque la propuesta no fue aceptada por el comité de redacción de Pravda, demuestra la actitud de Lenin hacia Trotsky en ese momento. Estaba tan ansioso de que Trotsky y sus colaboradores se unieran a los bolcheviques que estaba dispuesto a ofrecerles sin condiciones puestos de dirección en el Partido.

Cuando el Comité Interdistrito se fusionó con el Partido Bolchevique, para considerar los años de militancia en el partido se tuvo en cuanta la fecha de entrada al Comité Interdistrito, lo que significó admitir que no existían diferencias importantes entre ambos grupos. Una nota en las obras de Lenin publicadas en Rusia después de la revolución dice lo siguiente: "Sobre la cuestión de la guerra, el Comité Interdistrito sostenía una postura internacionalista y sus tácticas estaban cercanas a los bolcheviques" (Collected Works, vol. 14, p. 448).

Después de las Jornadas de Julio, la reacción tomó la iniciativa durante un tiempo. En los días más difíciles, el partido estaba en la clandestinidad, Lenin y Zinóviev se vieron obligados a pasar a Finlandia, Kámenev estaba en la cárcel y los bolcheviques sufrían una campaña de calumnias acusándolos de ser agentes alemanes. Trotsky salió públicamente en su defensa y se identificó con sus posturas. En esos tiempos difíciles y peligrosos, Trotsky escribió una carta al Gobierno Provisional, que por su valor la reproducimos íntegramente porque sirve para arrojar luz sobre las relaciones de Trotsky con los bolcheviques en 1917. La carta está fechada el 23 de julio:

"Ciudadanos ministros:

He tenido conocimiento de que se ha publicado una orden, en relación con los acontecimientos de los pasados 16 y 17 de julio, decretando el arresto de Lenin, Zinóviev y Kámenev, pero no el mío, por lo que desearía solicitar su atención para los puntos siguientes:

1) Coincido con las principales tesis de Lenin, Zinóviev y Kámenev, y las he defendido en el periódicoVperiod y en mis discursos públicos.

2) Mi postura hacia los acontecimientos del 16 y 17 de julio ha sido idéntica a la mantenida por ellos.

a) Tanto Kámenev y Zinóviev como yo conocimos por primera vez los planes propuestos por el regimiento de ametralladoras y otros más en el mitin conjunto de los Burós de los Comités Ejecutivos el 16 de julio. Actuamos inmediatamente para detener a los soldados. Zinóviev y Kámenev poniéndose en contacto con los bolcheviques y yo, con la organización "interdistritos", a la que pertenezco.

b) Cuando, a pesar de nuestros esfuerzos, la manifestación se realizó, mis camaradas bolcheviques y yo pronunciamos numerosos discursos a favor de la principal exigencia de la multitud: "todo el poder a los sóviets", pero a la vez exhortamos a los manifestantes, tanto a los soldados como a los civiles, a regresar a sus casas y cuarteles en forma pacífica y ordenada.

c) En una conferencia celebrada en el Palacio de Táurida, muy avanzada la noche del 16 al 17 de julio, entre los bolcheviques y la organización interdistritos, apoyé la posición, hecha por Kámenev, de que se debía hacer todo lo posible para evitar una nueva manifestación el 17 de julio. Sin embargo, cuando a través de los agitadores que llegaban de los distintos distritos supimos que los regimientos y los obreros ya habían decidido la salida y que era imposible detener a la multitud hasta que se hubiera resuelto la crisis gubernamental, todos los allí presentes estuvimos de acuerdo en que lo mejor que podíamos hacer era dirigir la manifestación de forma pacífica y pedir a las masas que dejaran sus fusiles en casa.

d) A lo largo del 17 de julio, día que pasé en el Palacio Táurida, tanto yo como los camaradas bolcheviques exhortamos más de una vez a la multitud para que actuase según esta línea.

3) El hecho de que yo no esté conectado a Pravda y no sea miembro del Partido Bolchevique no se debe a diferencias políticas, sino a ciertas circunstancias de la historia de nuestro partido que han perdido ahora toda importancia.

4) El intento de los diarios de dar la impresión de que yo he declarado ‘no tener nada que ver' con los bolcheviques tiene tanto de verdad como el informe según el cual he pedido a las autoridades protección de la ‘violencia del populacho', o como el resto de los falsos rumores extendidos por la misma prensa.

5) Por todo lo que he declarado, resulta evidente que no me pueden excluir lógicamente de la orden de arresto que han lanzado contra Lenin, Kámenev y Zinóviev. Tampoco puede haber ninguna duda en sus mentes de que soy un enemigo del Gobierno Provisional tan irreconciliable como los camaradas anteriormente nombrados. Dejándome al margen, únicamente se consigue subrayar el propósito contrarrevolucionario que está tras el ataque a Lenin, Zinóviev y Kámenev" (León Trotsky, La era de la revolución permanente, pp. 98-99. Editorial Akal. Madrid, 1976. El subrayado es nuestro).

En ese período, Trotsky expresó su acuerdo con la posición de los bolcheviques en docenas de ocasiones y llegó a ser encarcelado a consecuencia de ello.

 

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