Cuestión nacional
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Tras el embate del pueblo catalán contra el régimen del 78 para ejercer su derecho a la autodeterminación, la dirección del movimiento independentista, que continúa estando encabezada por ERC y Junts, busca desviar la lucha por cauces seguros. Su principal preocupación reside en preservar sus estrechos intereses como políticos pequeñoburgueses y defender el capitalismo.

El abandono de la vía unilateral por la vía del “diálogo” se debe a varias razones. En primer lugar, la dirección fue forzada por las masas en la calle a ir mucho más allá de lo que querían, a desafiar al régimen y su sagrada unidad nacional. En segundo lugar, tras fracasar en el apogeo del movimiento por su falta de valentía y programa, parte de la dirección ha sufrido en su propia carne la sed de venganza y represión del régimen del 78, quien continúa buscando hacer un ejemplo de estos dirigentes ante el pueblo. Además de estos factores, hay que mencionar también un cierto cansancio y frustración, incluso apatía, que se ha instaurado en una capa del movimiento independentista después de luchar y sacrificar tanto para tan poco. Nuevamente, como en muchos otros episodios históricos, se demuestra la vital importancia de una dirección a la altura de la situación histórica. En este sentido, la CUP está pagando sus errores tácticos y estratégicos ya que ante la traición cada vez más evidente no es capaz de luchar por hacerse con la dirección.

Este es el contexto en el que la dirección independentista encuentra un punto de apoyo en el gobierno del PSOE y UP, quien está dispuesto a “dialogar” para encauzar la situación y volver a una situación más estable. Por parte del gobierno, el reflujo del movimiento le es favorable para posicionarse como “demócrata” y responsable mediante el diálogo y la “sensatez”, tanto de cara a sus bases como ante la burguesía más perspicaz. Con esta estrategia busca también reforzar el apoyo de ERC al gobierno como moneda de cambio, un apoyo de vital importancia para la estabilidad del gobierno.

Este proceso de acercamiento entre la actual dirección independentista y el gobierno se cristaliza en la ya famosa mesa de diálogo. Para facilitar tal acercamiento y buscar asegurar un buen comienzo a este nuevo periodo, Sánchez indultó a los máximos dirigentes catalanes que estaban en la prisión a principios de año. La burguesía más inteligente, expresada a través de su vocero el País, apoyó esta medida, ratificando la táctica del gobierno.

Debemos ser claros: esta mesa de diálogo sólo busca desviar al movimiento, dilatarlo en el tiempo y rasgar algunas concesiones al régimen del 78 en forma de más autonomía para Cataluña, algo más de inversiones y presupuesto, etc. La primera reunión con el nuevo gobierno catalán, el pasado 15 de septiembre, mostró por un lado que “las posiciones están muy alejadas” ¡Pero claro que están alejadas! Los dirigentes independentistas piden la amnistía y acordar un referéndum, mientras que el gobierno, leal al régimen del 78, defiende “bajo la ley” la inquebrantable unidad de España. Sin embargo, sobre la base de que están de acuerdo en mantener una negociación sin plazos y que “la mesa de diálogo es el mejor camino”, además de jugar la carta de la dilación política, un arma clásica de los políticos burgueses, las dos partes deben concretar las concesiones para Cataluña para que la dirección independentista pueda justificar su capitulación.

En otras palabras, la mesa de diálogo es una confirmación más del carácter profundamente reaccionario del régimen del 78, que hace de la opresión nacional de Cataluña (y del País Vasco y Galicia) uno de sus pilares. Por mucho que se venda la mesa como “diálogo” y como un gesto “democrático”, la realidad es que el derecho a la autodeterminación del pueblo catalán está siendo nuevamente pisoteado. Que Unidas Podemos esté en el gobierno no cambia esto, aún y el esfuerzo en posar como demócratas comprometidos con el pueblo. Son lo hechos los que hablan más que las palabras, y ante la cuestión nacional UP se ha comprometido con el régimen del 78. Pero no es demasiado tarde: para romper con su giro a la derecha, en esta cuestión como en otras, UP debería salir del gobierno y ponerse a la cabeza de la oposición, agitando un programa por la autodeterminación de las naciones oprimidas y también social, exigiendo la nacionalización de las eléctricas, la derogación de la reforma laboral, la regulación de los alquileres, etc. Un programa de estas características conectaría con una importante parte de la población, sobre todo de la clase obrera y la juventud, que busca una salida a la crisis capitalista mundial.

 

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