Educación - Movimiento Estudiantil
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Recientemente, en varios campus universitarios del Estado español, hemos recibido ataques por parte de la burocracia universitaria. Este no es un acontecimiento casual ni aislado del contexto socioeconómico de crisis del capitalismo y emergencia de las organizaciones juveniles revolucionarias.

Son ya siete años los que lleva la Corriente Marxista Internacional impulsando los Círculos Marxistas Universitarios en las principales universidades del Estado (Universidad Complutense de Madrid (UCM), Universidad de Barcelona, de Málaga (UMA), de Granada, del País Vasco, Pablo de Olavide (UPO) de Sevilla, etc.) y, si bien es cierto que nunca ha habido un trato amable hacia nosotros, sí que se nota un salto cualitativo en la tensión de la burocracia y la agresividad con la que trata de bloquear la actividad política de los universitarios.

El principal ataque contra nuestra actividad está siendo la negación de espacio físico para celebrar nuestras charlas debates, así como la negativa a la posibilidad de poner mesas informativas en el campus universitario. En la UCM, en más de una decena de ocasiones nos han mandado al personal de seguridad del campus para ordenarnos desmontar la mesa. Para la segunda charla-debate que organizamos en septiembre, pidieron al compañero (alumno) que solicitó el aula, que les mandara incluso el cartel con el que íbamos a publicitar el debate. Cuando leyeron el título, “El capitalismo daña la salud mental”, nos dijeron que no podíamos debatir sobre eso en la universidad.

También en la UPO, de Sevilla, y la UMA, nos han puesto todo tipo de trabas para concedernos aula por el mismo motivo. En el caso de Málaga fue tan escandalosamente descarado como que a la compañera que la solicitó, en el correo de respuesta le dijeron textualmente: “Siempre hemos facilitado un lugar para los encuentros que nos habéis propuesto. El problema es que el año pasado recibimos una llamada al orden por incumplir las normas: no podemos ceder gratuitamente el espacio para actividades de carácter político”. Pero esto contradice dos de los derechos fundamentales que incluso la Constitución del 78 recoge: el derecho de reunión y el derecho de expresión.

También en la UCM, los compañeros de la asociación Physis, de la Facultad de Filosofía, convocaron una concentración contra la represión policial, al grito de “fuera policía de la universidad”. Valeria, la portavoz de la asociación en la concentración, denunció en su discurso “la pérdida de control de un espacio que, como estudiantes, nos pertenece”, así como la criminalización de la juventud, como hemos visto durante la pandemia, y seguimos viendo en la actualidad.

En definitiva, estamos ante un ataque político contra las organizaciones de la juventud revolucionaria por parte de la burocracia universitaria, que no es más que el policía académico e intelectual de la burguesía española.

Igualmente, así como las puertas giratorias entre la burguesía y las organizaciones políticas son una prueba de la corrupción y el servilismo de estas últimas, por extensión, las puertas giratorias entre la burocracia política y la universitaria son la prueba del servilismo de esta última con el poder económico. Un caso muy sonado fue el de Adelaida de la Calle, precisamente, rectora de la UMA. Esta mujer fue clave para facilitar la campaña mediática contra Íñigo Errejón, por haber recibido una beca de la UMA, precisamente cuando la burocracia política se desvivía por cortar el ascenso de Podemos en 2014-15. Susana Díaz premió a Adelaida de la Calle nombrándola consejera de educación del Gobierno andaluz.

Como bien hacen los compañeros de Physis, la única manera de defendernos frente a este ataque es mediante la movilización estudiantil. El sistema capitalista necesita para subsistir a jóvenes con alto nivel de formación y cualificación. Por eso las grandes movilizaciones estudiantiles tienen tanto impacto en el desarrollo de los acontecimientos revolucionarios. Somos los futuros obreros que sostendrán el andamiaje del capitalismo. Pero estas pequeñas protestas deben adquirir una mayor dimensión, por lo que necesitamos juntar esfuerzos entre las numerosas asociaciones y organizaciones juveniles que luchamos contra el capitalismo, en un frente único de la juventud y la clase trabajadora. Se puede percibir en la mayoría de jóvenes con espíritu revolucionario la comprensión de la necesidad de esa unidad de acción. Como decía Trotski, ¡marchemos separados, golpeemos juntos!

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