Análisis Político
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El domingo 19 de junio se celebrarán elecciones en Andalucía, la comunidad autónoma más poblada del Estado y la tercera en aportación a la riqueza del país, y también la que registra las mayores tasas de desempleo y pobreza. La izquierda y la derecha se juegan mucho en estas elecciones que podrían marcar un nuevo rumbo inmediato al futuro político del Estado español.

En pocas semanas tendrán lugar las elecciones al Parlamento Andaluz en un contexto político especialmente marcado por la división de las izquierdas alternativas al PSOE. Como marxistas implicados en la lucha política contra la reacción representada por el bloque de la derecha (PP, C’s y VOX), no somos insensibles a esta situación, a pesar de conceder un valor relativo a las citas electorales que, en el marco de una democracia burguesa, cuentan con innumerables mecanismos para distorsionar la representación del peso político de las fuerzas en contienda.

Moreno Bonilla: un desastre para la clase obrera andaluza

Aunque el panorama político ha sufrido cambios significativos desde las últimas elecciones, si algo ha permanecido invariable es, como no podía ser de otra forma, la política de ataque continuo de la derecha a las condiciones de vida de millones de andaluces. La campaña de publicidad a la que el Presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, está entregado se estrella de bruces con los datos objetivos. La horrible situación de desempleo que sufre crónicamente Andalucía no se ha visto sustancialmente aliviada, pese al fuerte repunte económico del último año, pasando el número de desempleados de 843.000 en enero de 2019 a 776.000 ahora, apenas 67.000 parados menos. Esto, y los bajos salarios, mantienen en la penuria a más de 969.000 trabajadores (prácticamente un 20% de la fuerza laboral según datos de la EPA). El informe Foessa, elaborado por Cáritas, para nada sospechosa de ser una organización revolucionaria, da datos demoledores: de los 8,47 millones de andaluces: hay 2,2 millones en la exclusión social, de los cuales la mitad se encuentra en “exclusión severa”. Esto representa un incremento del 36% en relación al año anterior a la entrada de este comercial de la derecha, que pretende dotarse de una imagen de cercanía y de no haber roto ningún plato, mediante un medido distanciamiento del PP estatal, especialmente durante su última crisis interna. Moreno Bonilla y Vox se han cuidado mucho de no provocar a las masas en Andalucía con las “subidas de tono” habituales de la derecha y la extrema derecha en otras partes del Estado, como Madrid, Murcia y otras.

Basta la siguiente cifra para resumir por sí sola la situación objetiva: casi medio millón de hogares no tienen ingresos suficientes para acceder a medicamentos o tratamientos médicos por problemas económicos. A pesar de que el 20% del empleo de la débil economía andaluza está ligado al sector público, la brecha salarial entre hombres y mujeres, lejos de cerrarse, se consolida y aumenta por encima del 21%.

Por otro lado, en relación a la inmigración, destaca el hecho de que el 72% de los hogares con personas migrantes al frente se encuentran en exclusión social. Son esos inmigrantes a los que VOX y el PP odian visceralmente. Los odian tanto como aman los beneficios que dejan su explotación, en condiciones de esclavitud en los campos y en otros empleos donde se paga por debajo del nivel de subsistencia de las condiciones sociales normales.

El derrumbe de los servicios públicos

Podríamos dedicar varios artículos a publicar cifras que indican lo que se esconde detrás de la política del gobierno de la derecha en Andalucía, pero lo que a nadie se le escapa es el deterioro de los pilares fundamentales de las conquistas sociales, que son la sanidad y la educación públicas, sectores especialmente atractivos en los que los saqueadores privados, con prácticamente todo garantizado, centran su empeño con ayuda del gobierno autonómico.

En sanidad, la cantidad de dinero público dedicado a favorecer el negocio privado ha crecido en el último año un 43%, destinado casi en exclusiva a las tareas más rentables, es decir, las pruebas diagnósticas. De casi el millón de pacientes derivados a la privada, ¡sólo 20 casos! fueron por Covid. Según datos de CCOO, el Servicio Andaluz de Salud (SAS) ha pasado de invertir en la sanidad privada 463 millones de euros en 2021 a subir esa cifra hasta los 662 millones para 2022. El argumento de que faltan sanitarios para la pública es la mayor muestra de cinismo de la derecha, pues detrás se esconde el diferencial salarial y de estabilidad respecto a otras comunidades del Estado, que lleva a la emigración de miles de sanitarios, particularmente profesionales de la enfermería. 8.000 trabajadores de este sector, contratados para afrontar el COVID, fueron despedidos tras pasar los momentos más graves de la pandemia. Esta situación se refleja en los colapsos de los centros de salud de los barrios obreros y en un incremento del 82% de los días en espera para intervenciones quirúrgicas con plazos garantizados.

En educación el panorama es idéntico. La masificación de 30 a 35 alumnos por aula en el bachillerato sigue siendo la norma y se cierran 2000 unidades en la pública mientras se engorda la cantidad que la Junta paga a entidades privadas en forma de conciertos. No han dudado en despedir a los docentes contratados con los 400 millones recibidos por los fondos Covid mientras ingresan 35 millones de euros y 700 docentes en la privada. En paralelo, Vox propuso, y el PP aceptó de buen grado, la idea de bonificar fiscalmente la educación privada con 150 € por alumno. En este sentido, como no puede ser de otra forma, Vox muestra su único programa para Andalucía: privatizar todo y desviar masivamente los fondos públicos hacia negocios privados.

La emergencia de VOX se explica no por su programa chillón de circo mediático, sino por presentarse como una alternativa radical de derechas, que acusa al PP de ser demasiado tibio en sus ataques, poniendo el acento en la idea de que el atraso y retrocesos que se padecen se deben a un supuesto período de políticas de izquierdas anterior que hay que desmontar.

Las políticas que abrieron el paso a la derecha

Mientras que el gobierno del PP, a pesar de la imagen sibilina que trata de presentar, ha dado muestras suficientes de ser el gobierno enemigo de los trabajadores y la juventud, el PSOE lamentablemente no puede levantar mucho la voz. Este partido en Andalucía fue el artífice político en la consolidación de esta tierra como una región subsidiaria. Fueron de hecho los gobiernos de las últimas décadas los que se destacaron por arrinconar toda idea de industrializar Andalucía. Pusieron también de relieve su incapacidad de poner en valor la capacidad productiva de las grandes extensiones de tierras ociosas, mientras se condenó a la miseria económica a decenas de miles de jornaleros sin tierra y sin trabajo. Pero también fueron en el terreno de la privatización de los servicios públicos los auténticos pioneros, siendo las políticas del PP continuadoras del periodo anterior liderado por Chavez, Griñán y Susana Díaz.

El deterioro progresivo, los escándalos de corrupción masiva en el Gobierno andaluz y en los altos cargos de la Administración, junto al desprestigio personal de Susana Díaz que había perdido las primarias en el PSOE frente a Pedro Sánchez con un discurso a su derecha, fue lo que llevó al desencanto de millones de trabajadores andaluces quienes, no obstante, a la vez, siguen sintiendo un rechazo visceral a la idea de que los servidores de los señoritos andaluces sean quienes se sienten en el Palacio de San Telmo.

Lamentablemente, el PP sigue manteniéndose a la cabeza de las encuestas, a pesar de las atrocidades enumeradas anteriormente, apoyándose en el hastío generado por la corrupción y el continuo deterioro social y económico sufrido por la clase trabajadora durante los gobiernos del PSOE. Además, hay que añadir que la oposición política al gobierno de las derechas en Andalucía ha brillado por su ausencia, tanto por parte del PSOE como de Adelante Andalucía / Unidas Podemos antes de su ruptura. No ha trascendido en la gente común ninguna iniciativa de su parte para exponer las falacias del gobierno de la Junta ni, mucho menos, para organizar la movilización en las calles.

Aún así, no podemos dejar de entender que un buen sector de las clases populares sentirá una especie de obligación de votar al PSOE, como forma de frenar a la derecha. No obstante, tampoco podemos dejar de denunciar que los últimos gobiernos demostraron que la dirección del PSOE fue un pilar fundamental para remachar la situación de Andalucía, en el marco del Régimen del 78, donde el papel de esta tierra no es otro que la de proveer de servicios, mal pagados a los trabajadores, tanto en el sector público como en el privado (particularmente en el negocio de la hostelería y el turismo).

Estas elecciones dejarán entrever también la verdadera situación de los apoyos del PSOE a nivel estatal, lastrado por la negativa a abordar con medidas de fondo cuestiones tan fundamentales como es el mercado laboral, la cuestión de la vivienda, la ley mordaza, la política migratoria o el alineamiento internacional referente al Sahara y la guerra de Ucrania. Como hemos explicado, a pesar de toda la propaganda en torno a la Reforma Laboral, la verdad es recalcitrante y no se puede esconder la realidad de precariedad y bajos salarios bajo cambios nominales en relación a la contratación indefinida. Todo esto pesará en el resultado que el PSOE termine obteniendo. No pesará tanto el perfil bajo del candidato Juan Espadas (ex-alcalde de Sevilla), como las limitaciones políticas demostradas por el PSOE en el Gobierno central.

Alternativa a la izquierda del PSOE

Con el panorama descrito anteriormente hubiera sido fácil pensar que, con las organizaciones a la izquierda con las manos limpias de corruptelas y con un programa prácticamente idéntico, tendríamos en el frente electoral un bloque alternativo unido, pero lamentablemente la realidad es la contraria.

Dejemos al margen los últimos acontecimientos patéticos en relación a la conformación de la candidatura “Por Andalucía”,en la que confluyen IU, Podemos y otras fuerzas menores. Por un lado tenemos esta coalición, que es la apuesta de Unidas Podemos en estas elecciones, encabezada por Inmaculada Nieto, que no ha sido elegida por ningún proceso de participación activa de los militantes de la coalición electoral, sino que es fruto de un “acuerdo” por arriba. Por el otro, tenemos Adelante Andalucía con Teresa Rodríguez al frente, que es la organización impulsada por Anticapitalistas tras el abandono de su apuesta por Podemos Andalucía, donde hasta enero de 2020 detentaron la dirección andaluza.

La situación es hija de un pleito anterior entre las direcciones de Anticapitalistas y Unidas Podemos, que terminó con el arrinconamiento de los partidarios de Teresa Rodríguez en el Parlamento andaluz, con sucias maniobras que llegaron a contar con el aplauso y concurso activo del bloque de la derecha. Por otro lado, a falta de mejores argumentos políticos, y para no centrar la argumentación en la revancha por la expulsión del Grupo Parlamentario y sus consecuencias, Adelante justifica su participación independiente en base a una apuesta de marcado sesgo andalucista, apuntalado por otras formaciones insignificantes de carácter nacionalista (Primavera Andaluza, Izquierda Andalucista y Defender Andalucía).

Lo llamativo es que ambas formaciones hablan de la misma problemática de Andalucía (atraso secular, paro, inmatriculaciones de la Iglesia, desmantelamiento de lo público, etc) y dan las mismas soluciones, sin percibirse ninguna diferencia de calado en sus propuestas, más bien son las ausencias en éstas las que definen su alcance. Ninguna de ellas van más allá de una llamada abstracta al cambio del modelo productivo. Hay coincidencia, que apoyamos, respecto a la defensa en lo concreto de los servicios públicos, los inmigrantes, los derechos de las mujeres, el medio ambiente y de las políticas de “protección” y “cuidados a los trabajadores”. Por lo tanto, es incomprensible para el común del electorado de izquierdas la división en el frente electoral, que sólo traerá pérdidas en la representación de los votos que se obtengan.

Como marxistas rechazamos todos los argumentos esgrimidos para justificar esta lamentable situación, pues ninguno se basa en un argumento político de fondo, que pudiera entender la base electoral que conscientemente busca un cambio profundo de Andalucía. Incluso los matices de énfasis en el aspecto soberanista podrían respetarse durante la campaña, dejando a cada participante, como es inevitable que ocurra, poner más interés en un aspecto o en otro del programa. Igualmente, el argumento de la independencia orgánica dentro de la coalición podía haberse consensuado. Podrían haber logrado una lista común y luego distribuirse en grupos parlamentarios diferentes en el parlamento regional, de manera que Adelante Andalucía no quedara atada a ningún acuerdo de gobierno posterior con el PSOE si se diera el caso. Lo cierto es que nadie tomó ninguna iniciativa seria en esta línea, ni se emplazó a la base de las organizaciones a resolver estas cuestiones, que se han demostrado imposibles de abordar por parte de los máximos responsables. La única traba para esto fueron las rencillas enconadas en las distintas direcciones, que son ajenas por completo a la base social a la que convocan y representan.

Serán los resultados, finalmente, los que muestren la verdadera situación creada por este escenario, aclarando también el impacto que para Unidas Podemos/ Por Andalucía tenga su implicación en el gobierno central con el PSOE y sus políticas de medias tintas, y donde ha tenido que realizar esfuerzos enormes para desvincularse de episodios tan nefastos como la aprobación del envío de armas a Ucrania como parte del bloque de la OTAN (apoyado por Yolanda Díaz y Alberto Garzón y rechazado explícitamente por Podemos), o el envío de tanquetas para reprimir el levantamiento obrero en Cádiz de finales de año. También veremos el alcance que logra Adelante Andalucía con su apuesta netamente andalucista, dejando en un segundo plano los aspectos de clase. Aparte del hecho de que en Andalucía no existe una conciencia nacionalista ni remotamente comparable a la que existe en Cataluña, Euskadi o Galicia, la realidad es que los ardientes problemas sociales y de atraso de Andalucía no pueden resolverse plenamente en el restringido marco regional; requieren una lucha unida de toda la clase obrera y los explotados del Estado contra sus mismos enemigos de clase, que están tanto en Madrid como en la misma Andalucía.

De todas maneras, nos parece evidente que, para el grueso de los votantes de la base social a la izquierda del PSOE, las diferencias de matiz (“independencia del control de Madrid”, etc.) pasarán inadvertidas. Esperamos al menos que la campaña de ambas candidaturas no caiga en el error de dirigir sus cañones sobre el rival en lo que es, objetivamente, el mismo bloque electoral.

Enarbolar un programa de transformaciones profundas

En los programas de ambas candidaturas hay propuestas positivas pero algo abstractas. Así, resalta como algo especialmente llamativo la ausencia de explicación de en qué consiste el manido “cambio de modelo productivo” que proponen. Asimismo, no encontramos rastro en los mensajes que se esgrimen sobre la reforma agraria, de la cual se podría derivar el abordaje de problemas para cientos de miles de jornaleros en paro y pequeños agricultores arruinados a manos de las grandes distribuidoras, mientras las mismas familias de siempre detentan el 50% de la tierra y son receptoras del 90% de las ayudas de la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea. Por Andalucía y Adelante Andalucía deberían plantear claramente que la solución  no puede más que pasar por la expropiación de los latifundios sin indemnización y por su gestión directa por parte de los trabajadores del campo. Esta es la única manera en que sus propuestas sobre “un nuevo modelo de reforma agraria” y “soberanía alimentaria” puedan concretarse realmente.

Pese a las limitaciones que hemos marcado, esta campaña electoral es una excelente oportunidad para que los compañeros y compañeras de ambas candidaturas presenten propuestas que realmente pueden avanzar en la solución de los problemas de nuestra clase. Por ejemplo, hay empresas que están despidiendo trabajadores, teniendo beneficios. Así tenemos el ejemplo de Zumosol, en Palma del Río (Córdoba), cuyos trabajadores acumulan más de 100 días de encierro tras 8 meses sin cobrar. Adelante y Por Andalucía  deberían plantear la expropiación sin indemnización de esta planta y ponerla a producir para el interés social de toda esa comarca.

También habría que plantear propuestas concretas y reales en materia de vivienda, tales como la expropiación de viviendas vacías de bancos, inmobiliarias y particulares (a partir de 3 propiedades), municipalización de todo el suelo urbano y un plan anual de construcción de viviendas de protección oficial con objetivos concretos.

Como decíamos anteriormente, VOX aparece como la derecha “sin complejos”, mostrando abiertamente toda la retahíla reaccionaria, sin temor a ser denostados por una parte de los medios liberales. Esta actitud es la que les permite recoger y agrupar la parte más atrasada políticamente de Andalucía, el ejército de pequeños y medianos explotadores del campo y la ciudad, junto al puñado de empresarios que esperan hacer suculentos negocios con la presión privatizadora y con el ataque despiadado a las condiciones laborales.

Pero son justamente los vacíos programáticos en la izquierda, su resistencia a proponer alternativas radicales progresistas, lo que deja a la ultraderecha el campo libre para presentarse demagógicamente como única alternativa radical ante los sectores más desclasados. Sólo la conciencia de clase preexistente en Andalucía servirá de barrera de contención a estos elementos reaccionarios.

No obstante, reconocemos que en la base de Adelante y Unidas Podemos/ Por Andalucía hay compañeros que concuerdan con las líneas de clase aquí expresadas, a los que consideramos hermanos en la lucha por la emancipación de nuestra clase. Encontramos compañeros con las mismas ideas en una formación electoral y otra, sin prácticamente diferencias. Seguramente, habrá votantes que darán un apoyo a Adelante Andalucía como un castigo por la izquierda a la participación de UP en el gobierno central, y otros que no viendo diferencias de fondo entre las candidaturas preferirán agrupar el voto en la candidatura de “Por Andalucía” como la manera más útil de frenar a la derecha. Por esta razón, nuestro llamamiento es a centrar el apoyo en el voto en estas dos alternativas a la izquierda del PSOE, pues no existen elementos de juicio que permitan establecer a priori cuál de ellas será más útil para determinar el resultado de la izquierda.

Una reflexión final

Aunque estas elecciones no resolverán ninguno de los problemas fundamentales de Andalucía, sí entendemos que es importante que el bloque de las izquierdas que convoca al electorado que busca una alternativa política a la situación, obtenga el mejor resultado posible, a pesar de darse unas circunstancias desfavorables creadas por la incapacidad de las direcciones de la izquierda a la hora de presentar un frente único con unos acuerdos de mínimos.

Ni Marx, ni Engels concedieron jamás un valor absoluto a las elecciones en los regímenes democrático burgueses. Como se decía al principio, existen innumerables mecanismos tramposos que impiden que el verdadero sentir del pueblo trabajador obtenga una representación acorde a su número y sus intereses objetivos. A pesar de ello, llamamos enfáticamente a luchar contra la tentación de la abstención, que sólo envalentonará a las derechas acelerando aún más los retrocesos en las condiciones de vida. Es necesario, a pesar de todas las dificultades, cerrar el paso a los reaccionarios saqueadores que están instalados en San Telmo.

Los resultados serán una foto estática en un día concreto, que contendrá un balance global de todas las contradicciones a nivel social y político que existen justo en esta coyuntura. En cualquier caso, será la lucha de clases viva en las calles, las movilizaciones y las huelgas, que sin duda entroncarán con las profundas tradiciones proletarias que anidan en los barrios obreros y en los pueblos andaluces, las que señalarán en un corto plazo de tiempo la salida de una situación que objetivamente está llevando a la clase obrera y a la juventud a un callejón sin salida. Esta perspectiva, y la confianza en la fuerza de la clase trabajadora, que trasciende al cretinismo parlamentario instalado en buena parte de la izquierda, es la que debe inspirar a cualquier dirección que se considere comprometida con la transformación social. Cualquier otra artimaña basada en campañas amables y simpáticas de marketing electoral y parlamentario será una receta para aplazar las tareas que debemos encarar urgentemente, y que pasan por la organización de los sectores combativos y la agitación de un programa de transformaciones profundas que los trabajadores y la juventud hagan suyas.

 

Imagen de portada: enandaluz.es

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