Análisis Político
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La sentencia del caso Gürtel ha sido la guinda que ha coronado el pastel de la absoluta bancarrota política y moral del PP y de su gobierno. El PP ha sido condenado como organización criminal que se ha lucrado con el dinero del Estado y de empresarios a cambio de contrataciones públicas; con el enriquecimiento, de paso, de cientos de sus cargos públicos y dirigentes nacionales, regionales y locales. Ahora, el PSOE de Sánchez ha decidido presentar una moción de censura que tiene muchas posibilidades de salir adelante y de hacer caer al odiado gobierno de Rajoy. 

Por su parte, Ciudadanos (C’s)–principal sostén del gobierno del PP hasta la fecha– se ha apresurado a desmarcarse convenientemente de Rajoy y, frente a la moción de censura del PSOE, demanda ahora elecciones anticipadas.

Que ambos partidos se hayan dado cuenta ahora, tras esta sentencia de la Audiencia Nacional, de la imposibilidad moral y política de mantener más tiempo al PP en el gobierno, entra dentro de la hipocresía parlamentaria y de sus intereses de aparato, en un contexto de creciente contestación social. 

Los motivos del PSOE

El aparato del PSOE, en manos del sector de Pedro Sánchez, ha visto cómo se ido erosionando el incremento de apoyo en las encuestas que tuvo el partido tras la elección de Sánchez como secretario general del PSOE hace ahora un año. Este declive se aceleró tras mimetizarse con la derecha española en la cuestión catalana y a la vista de la inutilidad de su oposición parlamentaria. C`s le ha superado en todas las encuestas de opinión, Unidos Podemos sigue manteniendo una sólida base de apoyo a la izquierda del PSOE, e incluso algunas encuestas (como la de Metroscopia para El País) lo ubicaban hace un par de semanas por delante de aquél, coincidiendo con la reactivación de la movilización social de los últimos meses. La inacción del partido en las actuales circunstancias lo condenaba a un declive aún mayor, cuando en el horizonte se avizoran las elecciones regionales y municipales del próximo año. 

Al final, parece que la cúpula del partido ha desafiado su miedo al chantaje de ser acusados de apoyarse en los independentistas catalanes para hacer triunfar su moción de censura. Para acallar estas críticas, Sánchez, en rueda de prensa, ha reclamado el apoyo de “los 350 parlamentarios” sin condiciones previas, y ha afirmado su compromiso de “defender la Constitución y la integridad territorial” del Estado, aparte de reprochar al PP que la presidenta del Congreso, Ana Pastor, fue elegida con votos de los independentistas catalanes, y a Ciudadanos que  votó los presupuestos del PP junto con los nacionalistas vascos.

La pretensión de Sánchez es permanecer todo lo que pueda en el gobierno, hacer algunas concesiones que le granjeen popularidad y apoyo, para situarse como primer partido en las encuestas, y sólo después convocar elecciones para asegurarse la victoria y negociar un gobierno en minoría, equilibrándose entre Ciudadanos y Unidos Podemos.

En principio, salvo personajes de la extrema derecha del PSOE sin apoyos en la base, como José Bono, ningún dirigente ni personalidad relevante del partido ha mostrado en público su desaprobación a la moción de censura. Todos los que se han expresado, lo han hecho a favor. El secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos ha afirmado que está recibiendo cientos de adhesiones de apoyo de agrupaciones del partido y de militantes de base. Sin duda, la derecha del partido, en torno a Susana Díaz, preferiría un entendimiento con Ciudadanos y mantener en pie el “bloque constitucionalista” con la criminalización del independentismo catalán y la marginación de Unidos Podemos. Pero el “susanismo” aún no se ha repuesto de la dura derrota de hace un año, y debe mascullar sus maldiciones a Sánchez por los rincones a la espera de tiempos mejores.

Los intereses de Ciudadanos

Ciudadanos, por su parte, no tenía prisas en desembarazarse del PP. Según las encuestas, reales o fabricadas, ha estado subiendo lenta, pero persistentemente, a costa fundamentalmente del PP.  Está claro desde hace meses que el sector decisivo de la burguesía española ha apostado por el partido naranja como recambio del PP, pero necesitaba todavía un tiempo para consolidar su influencia y sus raíces sociales, aún frágiles.  Para Ciudadanos y el Ibex35 es una mala noticia un probable triunfo de esta moción de censura que lleve a un gobierno interino del PSOE por un tiempo indeterminado. Hacer presidente a Sánchez, aunque sea por unos meses, fortalecerá a este último y al maltrecho PSOE, que se adjudicaría el mérito de haber arrojado al PP del poder, bloqueando el crecimiento de C’s por su lado izquierdo, que quedaría sin garantías de emerger como el partido más votado en unas eventuales próximas elecciones. Es por eso que vemos ahora a C’s defender con tenacidad el adelanto inmediato de las elecciones. Pretende con ello amarrar el primer lugar que le vaticinaban las encuestas hasta ahora, y obligar así al PP o al PSOE a que le apoyen en un gobierno en minoría, como principal partido del “bloque constitucionalista”. De lo que se trata, para ellos, es de preservar lo fundamental de la política económica, social y represiva del PP, que responde a los intereses de los banqueros y grandes empresarios del Ibex35.

La moción de censura debe triunfar

Desde nuestro punto de vista, el triunfo de esta moción de censura tendría un efecto muy positivo en todos los aspectos. Empalma con la fase ascendente que vemos en la protesta social y con el hartazgo hacia el gobierno reaccionario de la derecha. Y lógicamente está levantando expectativas muy amplias, y hasta entusiasmo, en millones de familias obreras en la esperanza que un nuevo gobierno “progresista” traiga cambios reales a sus vidas.Sobre todo, el triunfo de una moción de censura contra el odiado gobierno de Rajoy con los votos de los independentistas catalanes, contrarrestará ante la opinión pública la mala imagen que el régimen propaga contra los derechos democrático-nacionales de Catalunya, y haría más difícil la utilización reaccionaria de la cuestión catalana para mantener apartadas las preocupaciones sociales.

Correctamente, Unidos Podemos ha anunciado su apoyo a la moción de censura; lo mismo que Compromís, los independentistas de Esquerra Republicana de Catalunya, Bildu, o el diputado polivalente de Nueva Canaria, Pedro Quevedo. Aunque los diputados del PDeCat no han dado un apoyo explícito, es improbable que se opongan. Así, la moción de censura contaría ya hoy con 167 votos confirmados, que se elevarían probablemente a 175 con los 8 del PDeCat. Así la clave es el voto del PNV, que tiene 5 diputados.

El PNV ha condicionado su apoyo a la moción de censura a la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, acordados con PP y Ciudadanos, que se votarían a finales de junio tras su trámite en el Senado. Vemos aquí el carácter rapaz e interesado de la burguesía vasca, que siempre ha utilizado el sentimiento nacional para sus propios intereses. Pero incluso aquí, el PNV se juega un descrédito importante en Euskadi si con sus votos malogra la expulsión del PP en el gobierno. Es probable que el PP, en un acto de desesperación máxima, amenace al PNV con deshacer el acuerdo de presupuestos en lo referente a Euskadi, o incluso vote en contra o se abstenga en la votación final, si finalmente el PNV se decanta por apoyar la moción de censura del PSOE. De cualquier modo, la experiencia avala que el PSOE no tendría problemas en dar satisfacción a los reclamos económicos del PNV, cualquiera que sean, a fin de asegurarse su apoyo a la moción de censura, sea en el actual proyecto de presupuestos o en unos nuevos.

Por qué el régimen del 78 exige elecciones anticipadas inmediatas

Sin duda, la expulsión del gobierno del PP sería recibida con tremendo entusiasmo y alivio en la clase trabajadora, la juventud, y particularmente en Euskadi y en Catalunya donde PP y Ciudadanos han utilizado de la manera más venenosa la cuestión nacional para imponer su agenda reaccionaria, represiva y antisocial en todo el Estado. Daría paso a un alud de movilizaciones y reivindicaciones largamente esperadas en todos los frentes: jubilados, salarios, empleo, vivienda, y particularmente en lo referido a la derogación de la legislación represiva aprobada por el PP. En Euskadi habría una presión imposible de esquivar a favor del acercamiento de los presos de ETA, al igual que en Catalunya para aliviar la represión y levantar intervención de la autonomía catalana con el artículo 155 de la Constitución, para lo cual el PSOE encontraría un oído receptivo en ERC y en un sector del PDeCat.

En la medida que PP y Ciudadanos estarían en la oposición en un eventual gobierno interino del PSOE en minoría, ambos estarían obligados a competir entre sí en su histeria nacionalista y patriotera española, hasta llevarla a niveles grotescos, reprochando al PSOE su “alianza con Podemos y los independentistas”. Esto marcaría de nuevo, como en décadas anteriores, el carácter reaccionario, derechista, franquista y de clase del nacionalismo español y de su bandera, que tan trabajosamente habían tratado de difuminar meses atrás –con éxito limitado– a raíz del movimiento hacia la independencia desarrollado en el “otoño catalán”.

Todo esto sería un torpedo en la línea de flotación de la política que está promoviendo el sector decisivo de la burguesía y del régimen español, a quien le interesa mantener abierto el conflicto en Catalunya para su idea de un “frente nacional” contra el independentismo que ate al PSOE al carro del régimen y asegurar un gobierno que ampare lo esencial de la política económica y represiva de los últimos años.

Es por todo ello que tanto C’s como los principales medios de comunicación del régimen, como El País, están exigiendo elecciones anticipadas inmediatas. Quieren asegurar un parlamento con Ciudadanos como partido mayoritario y así tratar de evitar concesiones de un eventual gobierno del PSOE que alimenten las expectativas de las familias obreras en un cambio social, lo que reforzaría a la izquierda en su conjunto en unas elecciones, pasados unos meses, que podrían hacerse coincidir incluso con las elecciones regionales y locales del año que viene.

El Parlamento no basta: La caída del PP se juega en la calle ¡Por un mes de junio de luchas!

Contra lo que pudiera parecer, para forzar el triunfo de la moción de censura y asegurar la expulsión del gobierno de Rajoy, el centro de batalla principal no debe situarse en los salones ni en la tribuna del Congreso, sino en el pavimento de las calles. La iniciativa debe partir nuevamente de la movilización social, con más intensidad que nunca.

Los nacionalistas burgueses del PNV van a estar jugando al avestruz hasta el último minuto, como lo hicieron con los Presupuestos del PP. La prensa burguesa de todo el espectro, desde el “liberal” El País hasta el vocero de las cloacas del Estado, el OKDiario de Eduardo Inda, lanzarán una campaña venenosa de intoxicación y calumnias contra una moción de censura que conduzca a la formación de un gobierno PSOE con apoyo de Unidos Podemos y de los independentistas catalanes. Por el contrario, agitarán incansablemente a favor de unas elecciones anticipadas inmediatas y promocionarán todo lo que puedan a Ciudadanos.

Los jubilados, las mujeres y la juventud combativa, y sobre todo la clase obrera, que está en pleno proceso de auge en luchas por los convenios, los salarios, y contra la precariedad, deben lanzarse resueltamente este mes de junio a la lucha con toda la fuerza posible, ayudando a crear un ambiente social a favor de un cambio radical en la sociedad, contrarrestando la campaña infame de la derecha y de sus medios contra la moción de censura. 

Hay que llenar las calles de Euskadi, de Catalunya, de Madrid, Sevilla y Asturias con todas las demandas sociales que están sobre la mesa, vinculándolas a la necesidad de la caída del gobierno del PP. En este punto, los dirigentes de UGT y CCOO tienen la máxima responsabilidad en lo que se refiere a potenciar y concentrar los reclamos de los trabajadores en movilizaciones lo más extensas y masivas posibles.Unidos Podemos ante un gobierno PSOE

La llegada al poder de un gobierno del PSOE por sí misma no significaría un cambio sustancial de política. Recordemos que el PSOE ha apoyado sin fisuras el gobierno del PP en temas clave como la represión de los derechos democráticos de Catalunya, la modificación del artículo 135 de la Constitución que blinda las políticas de austeridad, etc. En realidad, un gobierno del PSOE –más allá de concesiones menores– podría llegar al poder con los votos de la izquierda y los nacionalistas para después apoyarse en la derecha y Cs para llevar adelante algunas de sus políticas. Por eso, aunque echar al PP del gobierno sería un paso adelante, la clave de lo que se pueda arrancar a un gobierno del PSOE depende ante todo de la movilización en la calle. 

Lo importante es que Unidos Podemos puede explotar hábilmente a su favor la contradicción entre las expectativas que podría crear un gobierno PSOE y la frustración que podría derivarse de la política que aplique efectivamente, para así señalar la inconsistencia y miedo a los poderosos de los dirigentes socialistas.

En este proceso, Unidos Podemos puede emerger como el luchador más comprometido contra la derecha y dar un avance sustancial en su apoyo social. Para ello debe adoptar una posición valiente con un programa audaz que combine demandas sociales y democráticas radicales y socialistas: debe exigir viviendas asequibles para todos con alquileres sociales, y plantear la expropiación de las viviendas vacías o destinadas a la especulación de los fondos buitre y de los  bancos; un aumento general de los salarios, el fin de la precariedad laboral, la reversión de todos los recortes sociales de los últimos 10 años, la gratuidad de la Universidad y la nacionalización de las palancas fundamentales de la economía bajo el control y la gestión democráticas de los trabajadores. En el terreno de los derechos democráticos debe exigir la derogación de toda la legislación reaccionaria del PP, desde la Ley Mordaza hasta las reformas reaccionarias del Código Penal (delitos de odio, de ofensa al sentimiento religioso, de exaltación del terrorismo, etc.), la liberación de todos los presos políticos y la vuelta sin cargos de los exiliados, rescatar el derecho de autodeterminación para Catalunya, Euskadi y Galicia; plantear la completa separación de la Iglesia del Estado; y, sobre todo una defensa enérgica de la República con un llamamiento a terminar con el opresivo y reaccionario régimen capitalista del 78.

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