Mujer y Socialismo
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El debate sobre la prostitución no es algo nuevo dentro del movimiento feminista. Sin embargo, en los meses previos al 8M hemos asistido a un incremento de la polémica en torno a este tema dentro de las asambleas de organización de la Huelga Feminista, que ha llegado a enfrentamientos entre las denominadas abolicionistas y regulacionistas, incluso entre abolicionistas y prostitutas.

Los marxistas estamos en contra de legalizar la prostitución. Nos oponemos a los postulados liberales que defienden la “libertad” de la mujer para mercantilizar su cuerpo. No existe tal libertad. Más del 80% de las mujeres que ejercen la prostitución lo hacen obligadas por traficantes de personas y proxenetas. Y salvo una ínfima cantidad de mujeres, las que no son víctimas de la trata, ejercen la prostitución bajo condiciones de desesperación, lo que implica que la elección no es libre ni mucho menos.

Todas las mujeres obreras están bajo la opresión capitalista. Pero la prostitución es un caso particular de explotación, de los más extremos. No podemos caer en la trampa liberal de considerarlo un trabajo. El trabajo asalariado, aun con explotación, otorga a la mujer mayor independencia económica, nos permite exhibir y desarrollar nuestra destreza física e intelectual, contribuye a desarrollar las fuerzas productivas y a crear las bases sobre las que se apoyará la organización económica que tomará el socialismo. La prostitución, en cambio, es esclavitud depravada que refleja no el futuro de liberación sino la barbarie más degradante.

Entonces, ¿somos abolicionistas? Para abolir algo, debe ser “legal”. Pero la prostitución no está legalizada en el Estado Español. Más bien tendríamos que hablar de erradicar la prostitución. Sin embargo, vivimos bajo un sistema donde incluso en un país desarrollado como el nuestro, miles de personas viven en condiciones miserables. En un sistema donde todo es susceptible de comprarse y venderse, donde el dinero está por encima de todo, tratar de erradicar la prostitución es una utopía.

Mientras no tengamos garantizadas unas condiciones de vida dignas, mientras no vivamos en una sociedad con plenos derechos laborales y dignos, en la que no exista riesgo de perder tu casa o que te corten la luz, mientras no tengamos asegurada una alimentación suficiente o la asistencia médica; las leyes no podrán acabar con la prostitución. Porque, bajo el sistema capitalista y patriarcal, siempre habrá hombres que se crean con el derecho a disponer de una mujer cuando lo desee y siempre habrá mujeres que no tengan otra salida que la prostitución para sobrevivir.

Podemos estar de acuerdo con la creación de leyes que persigan a proxenetas y que multen a los puteros, pero sabemos que esto no va a acabar con la prostitución. Por eso decimos que no se trata de querer abolir la prostitución sino de crear las condiciones materiales para que las mujeres no tengan que recurrir a ese tipo de esclavitud. Y dentro del capitalismo estas condiciones no se pueden dar.

¿Cómo tratar a las prostitutas en espacios feministas y de mujeres en lucha?

Es inevitable que en estos espacios podamos coincidir con defensoras de la legalización de la prostitución o incluso con mujeres prostitutas. Pero en ningún caso debemos de enfrentarnos a ellas de forma violenta como se está haciendo en estos meses. Rechazamos las acusaciones contra las prostitutas. Debemos defender nuestras ideas de forma firme, con datos, teniendo siempre en cuenta que sufren la explotación más cruel a la que se puede someter a una mujer. Y es, por ello, natural que sientan la necesidad organizarse entre ellas, pero debemos explicar que su lucha debe ir ligada a la lucha de la clase obrera en su conjunto.

En nuestro programa defendemos la erradicación de la prostitución, la consecución de empleo garantizado y la necesidad de un subsidio de desempleo equivalente al Salario Mínimo Interprofesional para toda persona desempleada, y la asistencia sanitaria pública y gratuita. Todas estas medidas debemos defenderlas para toda mujer en situación de prostitución activa, no por ser prostitutas, sino porque son derechos humanos básicos, independientemente de la condición particular que la opresión capitalista coloca a cada persona.

De lo que se trata es de asegurar una vida digna a todas las personas, sin que tengan que recurrir a la prostitución para salir adelante. Por ello, la clase trabajadora en su conjunto, debe luchar unida por la construcción de una sociedad en el que las personas tengamos garantizadas unas condiciones de vida donde no haya explotación de ningún tipo y seamos libres de verdad.

Por una sociedad socialista.

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