Hace 25 años, el 10 de abril de 1998, se firmó el Acuerdo de Viernes Santo (GFA, por sus siglas en inglés). Se anunció nada menos que como el comienzo de una nueva época para el norte de Irlanda. El pacto, firmado por los gobiernos británico e irlandés, junto con sus arquitectos estadounidenses, embriagó de "éxito" a sus signatarios. ¡Se había hecho 'historia'!

El 53º Congreso de la CGT, realizado a fines de marzo, marcó un punto de inflexión en la historia de esta confederación sindical. Los 942 delegados se polarizaron entre una izquierda y una derecha, que se enfrentaron durante cuatro días. Sobre todo, la izquierda parecía más fuerte y ofensiva que nunca, aunque la derecha logró mantener el control de la dirección y colocar a una de las suyas, Sophie Binet, como secretaria general.

La hipocresía y el doble rasero no podrían ser más evidentes cuando la Corte Penal Internacional (CPI) emitió una orden de detención contra Putin en el vigésimo aniversario del comienzo de la invasión imperialista de Estados Unidos en Irak.

El martes (28 de marzo) se llevó a cabo otro día de acción para oponerse al podrido régimen de Macron, que la semana pasada forzó un aumento de la edad de jubilación en Francia. La lucha sigue siendo fuerte, evidenciada por los millones de personas que salieron a las calles.

La utilización por el gobierno del 49.3 el 16 de marzo marcó un punto de inflexión en el desarrollo de la lucha contra la reforma de las pensiones. Esta aprobación por la fuerza por parte de la Asamblea Nacional fue visto, con razón, como un insulto y una provocación más -e incluso intolerable- por gran parte de la población.

Desde el comienzo del año, ha habido más huelgas en Alemania que durante mucho tiempo. Primero los trabajadores postales, luego los trabajadores del sector público, y ahora los trabajadores ferroviarios han tomado medidas. Las razones de esto son obvias: la crisis económica, el aumento masivo de los precios y las pérdidas en los salarios reales de los últimos años.

El jueves 16 de marzo, por undécima vez en 10 meses, la primera ministra Élisabeth Borne invocó el artículo 49.3 de la Constitución francesa para forzar la odiada reforma de las pensiones de Macron sin una votación parlamentaria. Esto, sin embargo, no pasó desapercibido. En las horas posteriores al anuncio de la Primer Ministra, miles de personas se concentraron en la Plaza de la Concordia de París para denunciar la maniobra.