El domingo 15 de mayo en Buffalo, Nueva York, se vivieron escenas de horror cuando un terrorista supremacista blanco abrió fuego en un supermercado, asesinando a diez personas e hiriendo a otras tres. Casi todos los muertos eran negros, ya que el tirador había apuntado intencionadamente a una tienda de comestibles con una clientela mayoritariamente negra. Se trata de una tragedia total y de un ataque a toda la clase trabajadora.

Otra bomba sin precedentes ha sacudido el ya polarizado mundo de la política estadounidense y la lucha de clases. Según la filtración de un borrador interno escrito por el juez del Tribunal Supremo, Samuel Alito, una mayoría de ese cuerpo reaccionario estaría a favor de derogar la histórica sentencia de 1973 que otorgaba el derecho al aborto, con el famoso caso de ‘Roe contra Wade’.

El llamado convoy de la libertad ha copado los titulares de las últimas semanas y bloqueado el centro de la ciudad de Ottawa, alrededor de Parliament Hill, la sede del parlamento canadiense, durante una semana. A esto le ha seguido el bloqueo de cientos de camioneros, opuestos a la obligación de vacunarse contra el Covid-19, en diversos puntos de la frontera con EEUU.

Una ola de sindicalización en los Estados Unidos está entusiasmando e inspirando a los trabajadores de EEUU y todo el mundo. El primer almacén de Amazon en Staten Island, Nueva York, ahora está representado por el sindicato independiente Sindicato Obrero de Amazon, Amazon Labor Union (ALO). Ahora vemos el mismo proceso de sindicalización en decenas de cafeterías de Starbucks y su inicio en tiendas de Apple, entre otros establecimientos.

Treinta años han pasado desde la publicación de El Final de la Historia y el Último Hombre. Regodeándose tras el colapso de la URSS, el politólogo estadounidense Francis Fukuyama hizo una afirmación asombrosa. La humanidad había alcanzado “el final de la historia como tal: es decir, el punto final de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la democracia liberal occidental como forma final de gobierno humano”.

Amazon, el segundo mayor empleador de Estados Unidos, y bastión de la resistencia antisindical de la patronal, ha recibido un duro golpe. El centro de distribución JFK8 en Staten Island, Nueva York, se ha convertido en la primera instalación de Amazon en Estados Unidos en estar oficialmente sindicalizada, tras una elección interna donde la mayoría de los trabajadores votaron a favor de establecer el Sindicato de Trabajadores de Amazon.

En los últimos días, una ola de fuertes tornados en EE. UU. ha acabando con la vida de numerosos trabajadores en sus lugares de trabajo, debido a la negativa de los empresarios a tomar las medidas mínimas para mantener seguros a los empleados. Tragedias como estas equivalen a asesinatos corporativos. Exponen la insensibilidad inherente al capitalismo, que sacrifica diariamente la vida de los trabajadores al altar de las ganancias.