Movimiento Obrero
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El presidente de la patronal vasca Confebask, Miguel Angel Lujúa respondió a la amenaza de convocatoria de la huelga general del 30 de Mayo diciendo que “las estrategias de conflicto y terca cerrazón están ancladas aun en los tiempos de Engels como las que desgraciadamente seguimos viendo en algunos ámbitos sindicales” advirtiendo de que esa cultura del enfrentamiento surge de “una idea tan antigua como obsoleta: la lucha de clases”.

La crisis económica está afectando mas tardíamente pero de forma muy intensa a la economía vasca. Sirva como ejemplo la producción de acero que ha descendido a la mitad desde el inicio de la crisis.

El impacto de la crisis está destruyendo empleo a gran escala y según los análisis de coyuntura del sindicato ELA han supuesto la destrucción de 72.000 empleos en Euskadi y Navarra en 2012, siendo el peor año desde el inicio de la crisis. Esta destrucción de empleo está siendo muy superior a lo que disminuye la riqueza producida (P.I.B.), lo que supone que la productividad por persona está aumentando considerablemente. Si añadimos a esto los recortes de los salarios, congelados en los últimos años, ó la reducción salarial permitida por la última reforma laboral, nos podemos hacer idea de los beneficios que están obteniendo algunos empresarios en medio de la crisis.

Según los datos del servicio público de empleo, en el País Vasco y Navarra hay 100.000 personas inscritas que no reciben ningún tipo de prestación. Eso supone que no la reciben el 44,6% de los parados inscritos, y de los que la reciben sólo el 34,5% recibe una contributiva, es decir, una prestación que tenga que ver con su último salario.

La patronal está llevando a cabo una auténtica “lucha de clases a su favor”, exprimiendo a los trabajadores afectados por la crisis, utilizando la contra-reforma laboral, lo que provoca en la clase asalariada la voluntad de no retroceder en salarios, derechos y condiciones de trabajo. Esta resistencia a aceptar los planes de la patronal es incomprensible y molesta para ellos, eso sí, nada de elevar los impuestos sobre los beneficios empresariales, lo que pondría en peligro a los “benefactores de la sociedad” que son los empresarios y que en demostración de su generosa colaboración con el bien público declaran de media a Hacienda, según las últimas cifras hechas públicas, 10.400 euros al año menos que las rentas de sus asalariados.

El jefe de la patronal vasca acusa a los sindicatos de obsoletos, antiguos, transmitiendo la idea de que la resistencia social es algo inútil. Que los tiempos no son los de Marx y Engels, que ahora ya no hay clases, ni intereses enfrentados y por lo tanto no existe la lucha de clases. Negar el concepto de clase social ha sido uno de los objetivos perseguidos durante décadas por el poderoso aparato de propaganda del capital. Se trata de dividir a la clase obrera para poder vencerla mas fácilmente, todos somos clase media, todos estamos en definitiva “en el mismo barco”. Sin embargo la realidad es muy distinta. La sociedad actual es muy amarga para los trabajadores y sus familias que ven cómo sus salarios decrecen, los empleos se volatilizan para siempre, los derechos laborales y sociales se limitan drásticamente. Los jóvenes se encuentran ante un muro insuperable para vivir una vida independiente. Mal que les pese a los representantes de la patronal, la crisis y las políticas de su gobierno, nos están retrotrayendo a los trabajadores a las condiciones de trabajo del siglo XIX.

El empobrecimiento y la ruina generalizada de la inmensa mayoría de la población para enriquecimiento obsceno de una ínfima minoría, que estos personajes representan con todas sus características de robo, explotación laboral, elusión fiscal, exigencias de reducción del gasto social para trasvasarlo a sus empresas, es una realidad incontestable. La consecución de este objetivo a través de la represión de los que se resisten nos lleva a hacer un paralelismo con la época donde Marx y Engels estudiaban el capitalismo y proponían el socialismo y la lucha de clases para superar la miseria generalizada de los trabajadores.

No, la lucha de clases no es antigua ni obsoleta, ha permitido durante un breve período arrancar a las clases poseedoras derechos que hacen la vida digna de vivirse, pensiones, sanidad pública, prestación de desempleo, salarios más o menos suficientes, educación pública y derechos democráticos. Todos ellos están recortados y amenazados de convertirse de derechos públicos en negocios privados. La paciencia de los trabajadores se está agotando, muchos no pueden soportar más, el malestar se expresa en protestas y manifestaciones innumerables por todos los sectores y toda la geografía.

Así como Marx y Engels hicieron el llamamiento “Trabajadores del mundo, uníos”, así la clase obrera en Euskadi, en España, en Europa, más educada y numerosa que nunca, con un programa socialista, cuestionando un sistema inhumano, podrá, adecuando sus organizaciones, refundándolas o construyendo unas nuevas, luchar como entonces de forma unitaria para conseguir un mundo a la medida de la mayoría de los trabajadores y sus familias.

 

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