El intento fallido de organizar una Superliga europea elitista, encabezado por el oligarca español Florentino Pérez, es el último episodio de la crisis en la que está inmersa el mundo del fútbol por la cada vez mayor especulación en torno a este deporte de masas y a su pérdida de rentabilidad agravada por la pandemia. Hemos asistido a un choque entre intereses económicos, pero también a una rebelión de las aficiones de los clubes ingleses que demuestra que el fútbol sigue siendo mucho más que un negocio.