Arte y cultura
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El Carnaval de Cádiz ha vuelto a su fecha tradicional para ofrecernos un nuevo despliegue de música y puesta en escena y una radiografía del estado de ánimo de la clase trabajadora gaditana y andaluza. Un Carnaval de nuevo atravesado por los eventos de la política local y general y en el que hemos visto ataques directos contra la fiesta por parte de la derecha y de la patronal hostelera de Cádiz.

Como siempre desde que empezamos a cubrir el Carnaval de Cádiz en Lucha de Clases, en este artículo vamos a hacer un recorrido somero por los aspectos más relevantes a nivel social, político y estético del concurso y de la calle. Para profundizar más y estar al tanto de las novedades, volvemos a recomendar los canales de YouTube de Onda Cádiz, Código Carnaval y Pinguman94.

El Carnaval en febrero

El Carnaval no se celebra en febrero por casualidad. Estas fechas tienen su origen en la antigüedad clásica y proceden incluso de más atrás en el tiempo. La fiesta pagana fue asumida por la Iglesia Católica, como tantos otros elementos del calendario festivo civil y religioso de la antigua Roma, y desde la Edad Media ha sido una válvula de escape para la población sometida de campesinos y siervos, y más tarde obreros y empleados, que disfrutaban de unos días de tolerancia, en los que se invertían los roles sociales y se toleraba la crítica a los poderosos, antes de la severa cuaresma.

La pandemia rompió este ciclo histórico del Carnaval, impidiendo su celebración en 2021 y obligando a cambiar sus fechas en 2022. Esto en Cádiz motivó un gran malestar por las fechas elegidas, como comentamos en nuestra crónica del Carnaval del año pasado. Pero con la vuelta a la fecha tradicional tanto el concurso del Falla como la fiesta en sí han recuperado su pulso y su masividad, para bien y para mal.

El Carnaval, como la ciudad de Cádiz, sufre los efectos de la crisis industrial y la dependencia del turismo. El Sábado de Carnaval se ha convertido en un macrobotellón en el que el disfrute de las coplas y la tradición gaditana quedan opacadas por la afluencia masiva del turismo de fin de semana, promovido por una burguesía local parásita y explotadora. Pero el resto de la semana de Carnaval, hasta el Domingo de Piñata1, las agrupaciones callejeras han conseguido tomar la calle y hacerse oír, devolviendo a la fiesta su valor estético, social y político; y algunas letras de estas agrupaciones han generado una escandalosa y autoritaria respuesta por parte de esta burguesía local que más adelante comentaremos.

Con el concurso ya iniciado, el músico y autor de coros Julio Pardo falleció repentinamente a los 67 años. La carrera de Pardo en el Carnaval se ha desarrollado de forma casi ininterrumpida en los últimos cuarenta y cinco años, desde que en 1978 sacara el coro Los Aspirinos, formado por estudiantes de la Facultad de Medicina2. Julio Pardo ha sido el representante del estilo más clásico de coro gaditano, que aúna una gran calidad formal con una tendencia muy conservadora en los tipos y en las letras, escritas por el abogado Antonio Rivas3. Esta tendencia conservadora del coro de Julio Pardo fue muy criticada por los autores más progresistas, como Juan Carlos Aragón, y de hecho en los últimos años muchos letristas de coros (como Fernández Romero y Rodríguez Martínez4 o el propio García Argüez “Chapa”5) se han desmarcado llevando unas letras más avanzadas y con más contenido de clase. Sin embargo, pese a todo, el coro de Julio Pardo sigue siendo el molde y la medida de los demás coros en lo formal, y su trayectoria, con diecisiete primeros premios, marca un hito difícilmente superable en la modalidad.

El concurso

Otro efecto de la vuelta del Carnaval a su fecha es el retorno al concurso de numerosas agrupaciones que no participaron el año pasado, en su mayoría de fuera de Cádiz y la Bahía, lo que ha supuesto un sensible aumento del número de agrupaciones inscritas (sin llegar todavía a las cifras de 2020) y que el concurso haya recuperado la fase de cuartos de final. Esto, aunque pueda haber repercutido negativamente en la calidad media del concurso (sobre todo en la fase de preliminares), sí nos ha permitido escuchar más letras y ver un desarrollo más completo de los repertorios y de las puestas en escena de las agrupaciones, que en su mayoría han vuelto a exhibir una gran calidad.

De nuevo, como en 2022, Antonio Martínez Ares y Ángel Gago han sido los reyes del concurso. La comparsa de Martínez Ares, La Ciudad Invisible, es la continuación de la anterior Los Sumisos; esta vez, aquellos carnavaleros represaliados por la dictadura se fugaban de la cárcel para refugiarse en el subsuelo de Cádiz. La comparsa ha vuelto a brillar en música, letra y voces, con las incorporaciones de Ramoni y de Jesús Rueda “Cateto”, y ha vuelto a ganar el primer premio por delante de la también excelente Los Esclavos, de Miguel Ángel García Argüez “Chapa” y Raúl Cabrera6. Por su parte, el cuarteto de Ángel Gago, Escuela taller de gladiadores El Pópulo, ha competido contra sí mismo desde semifinales, ya que ninguno de los demás cuartetos consiguió superar la fase de cuartos, en una decisión del jurado acorde con el estado calamitoso de la modalidad. Pese a todo, Gago y su cuarteto han vuelto a estar a un gran nivel, generando buena parte de los momentos más divertidos del concurso y dejando una nueva muestra de la mejor tradición del cuarteto clásico de Cádiz.

El concurso también ha refrendado la tendencia que señaló el del año pasado en cuanto a la aparición y consolidación de nuevos autores y grupos, así como a la cada vez mayor incorporación de mujeres como autoras o componentes. Las grandes revelaciones del concurso han sido precisamente dos comparsas de nueva creación: Cádiz de mi alma, con autoría de Manolo Cornejo, que ha conseguido llegar hasta la gran final, y La tía de la tiza, un gran alegato en favor de la educación pública con un grupo formado mayoritariamente por mujeres y con la autoría de José María Barranco “El Lacio” y del gran Canijo de Carmona. Otra comparsa que ha dado un paso adelante en este concurso ha sido El Cantón Independiente (Que vivan las mujeres de Cádiz)7, dirigida por Palmira Santander y escrita por Manolo Cornejo y Manolín Santander8.

Junto a estas agrupaciones, se ha consolidado un pelotón autores y grupos con un nivel excelente que han disputado y van a disputar el acceso a la gran final, en la que este año ha repetido la comparsa de Sergi Guillén “Tomate” y Antonio Pérez “Piru” El embrujo de Cádiz. Pero si el nivel de calidad se ha mantenido en comparsas, en chirigotas ha aumentado de forma considerable y la competición en la modalidad ha sido aún mayor.

Revitalización de la chirigota

Comentábamos en 2022, tras un mal año de chirigotas en el Falla, y con la desconexión entre el teatro y la calle que se dio en ese año atípico, que para que la chirigota del teatro volviera a sorprender y a tener gracia tenía que mirar hacia atrás, hacia los clásicos del concurso, y también hacia adelante, a las chirigotas callejeras, a la mujer trabajadora y a la juventud. En el COAC 2023 esto se ha cumplido en buena medida. La modalidad ha vuelto a ser atractiva para el público y hemos vuelto a reír con ganas gracias a muchas letras de estas chirigotas, a lo que han ayudado tanto la audacia y la calidad de los autores como el cambio de criterio del jurado.

Antonio Álvarez “Bizcocho”, el gran perjudicado el año pasado por el sesgo conservador del jurado, ha conseguido por fin acceder a la final con Los mi alma, una chirigota excelente desde todos los puntos de vista, con una gran puesta en escena, gran música y su ya clásico humor negro. El desagravio al Bizcocho ha sido facilitado por la tendencia general de la modalidad de acercarse a la calle y reivindicar el humor más gamberro y atrevido. Y la agrupación que representa de forma más clara esta tendencia es precisamente la ganadora de la modalidad, Amoescuchá (Chirigota callejera) de Jesús Manuel Selma “Melli” y José Antonio García Molina y con la dirección de Antonia Molina Morales. Su repertorio aúna la crítica social y la conciencia de clase con el humor más gamberro, satirón e irreverente.

Otros autores, como los clásicos Juan Manuel Braza “Sheriff” y José Antonio Vera Luque, también han acompañado esta tendencia (que en el caso de Vera Luque es su propio estilo), aunque no han llegado a la final. La chirigota de Manolín Santander y Carlitos Pérez Los Viñanos ha mantenido su calidad y su estilo clásico de la Viña, y la chirigota de Fermín y Antoñito9 ha vuelto al concurso con un nuevo despliegue de puesta en escena con To me pasa a mí (Los desgraciaítos). Entre las semifinalistas hay que destacar también a los sevillanos La Chirigota del Barranco, con un excelente popurrí y letras cargadas de crítica social, y en especial a la chirigota de Santoña (Cantabria) Fariña de mis ojos. Esta última ha sido la gran sorpresa del concurso, en el que no era la primera vez que participaban pero en el que este año han dado un gran salto de calidad10.

Por supuesto, los fallos del jurado siempre crean controversia; en años anteriores las polémicas se creaban casi exclusivamente en torno a los fallos y los premios en la modalidad de comparsas, pero este año ha sido la modalidad de chirigotas la que ha acaparado los comentarios. Pero, aunque casi todo el mundo hubiera preferido a tal agrupación en lugar de tal otra en la final, la tendencia general que presenta la modalidad, refrendada por los fallos, es positiva; aunque todavía se puede profundizar fijándose más y mejor en la calle, que sigue exhibiendo más variedad de temas y más gracia y atrevimiento, y dando cabida a más autores jóvenes (el primer premio a Melli y Molina es un buen paso en esa dirección) y a chirigotas de mujeres como las de la calle.

Las coplas y la reacción de la derecha y la patronal

El Carnaval, en el Falla y en la calle, ha vuelto a poner sobre la mesa qué es lo que le preocupa a la clase obrera y la juventud gaditana y cuál es su estado de ánimo. La cercanía de las elecciones municipales ha estado muy presente en las letras, de las que se desprende una unánime decepción con el alcalde saliente José María González “Kichi”, a la vez que una gran crítica y desconfianza hacia la derecha y el resto de candidaturas locales. Buena parte de los palos han ido para el inverosímil candidato independiente Ismael Beiro, un individuo que se hizo famoso por ganar la primera edición española de Gran Hermano allá por el año 2000. Martínez Ares fue especialmente contundente contra Beiro en su pasodoble de preliminares, en el que señaló a los sectores empresariales que están impulsando su candidatura.

Las coplas han expresado la misma decepción con el gobierno central, impotente ante la inflación y el deterioro de las condiciones de vida de la clase obrera. Pero por supuesto el Carnaval ha demostrado la misma desconfianza y la misma combatividad contra la derecha y, entre otras cosas, la privatización de la sanidad pública. Ambas cuestiones las aborda especialmente bien Germán Rendón con su comparsa Los trampucheros, una de las agrupaciones con más contenido político y de clase del concurso. Otro ejemplo, en clave de humor, es la callejera Chirigota de Casapuerta, en la que participa el Chapa, que este año se ha hecho llamar Los Cocos y en su tipo representa todas las obsesiones de la derecha española y su prensa lacaya: el independentismo catalán, Venezuela, la izquierda personalizada en Kichi, el independentismo vasco y la inmigración musulmana.

Por supuesto, el Carnaval no ha dejado de denunciar la violencia machista. En enero un asesino machista acabó con la vida de una mujer del Carnaval, la autora de romanceros Eva Haza. En su homenaje, la comparsa La tía de la tiza y el coro Los Negros sacaron dos letras excelentes, a las que hay que añadir el tremendo pasodoble de Martínez Ares que expresa el miedo que siente el padre de una niña ante esta situación. También la reacción misógina y homófoba que alienta la extrema derecha tuvo su cabida en un pasodoble de El embrujo de Cádiz y en otro de Los del Veredicto del Sheriff.

La salud mental también ha sido el tema de varias letras muy celebradas en el concurso, como la de la chirigota To me pasa a mí (Los desgraciaítos) y la comparsa El embrujo de Cádiz. La familia real, tanto la española como la inglesa (una sola multinacional del regio sablazo) han merecido también chanzas en los cuplés y críticas feroces en los pasodobles. Los colores de la república han estado presentes en el tipo de Las Musas y de El Cantón Independiente, y tuvieron protagonismo en el pasodoble de Amoescuchá sobre la exhumación de Queipo de Llano.

Precisamente este tema es el primero que generó una reacción de la derecha contra un autor, en este caso Martínez Ares. La Ciudad Invisible lanzó en cuartos de final un excelente pasodoble sobre la exhumación del carnicero Queipo en el que, entre otras cosas, denunciaba a la hermandad de la Macarena por haber mantenido durante tantos años los restos del genocida en la basílica, sin moverse hasta que la Ley de Memoria Democrática los obligó a sacarlo. Inmediatamente, la prensa burguesa de Sevilla, apoyándose en sectores cofrades, se lanzó a una cacería contra el autor que tuvo eco incluso en los programas de actualidad de Canal Sur11.

Pero si hay un tema que ha dominado las letras del concurso y de la calle ha sido el de la dependencia del turismo y la hostelería y sus consecuencias para la clase obrera gaditana. El vaciamiento del casco antiguo y la proliferación de pisos turísticos son una cuestión existencial para Cádiz y para el Carnaval, y las condiciones a las que se enfrentan los trabajadores de la hostelería y es, junto con el metal, el capítulo en el que la lucha de clases se expresa con más virulencia en la Bahía. Por eso no es extraño que este tema no sólo haya generado letras de los principales autores, entre ellos por supuesto Martínez Ares y Vera Luque, sino también tipos y repertorios enteros como los de las chirigotas del concurso Hotel y resort Cádi, aquí tiene usted su casa, que representa a los trabajadores explotados del turismo, y Los jefes de Cádiz, que representa a los empresarios explotadores.

Pero ha sido en la calle donde la crítica a la hostelería ha ido más lejos y donde ha habido un enfrentamiento directo con la patronal. La chirigota del Airon12, una de las atracciones de la calle y una de las agrupaciones con más calidad de todo el Carnaval, ha sacado este año el tipo de Los llorones, empresarios hosteleros que lloran a las instituciones exigiendo ayudas mientras explotan de la forma más miserable a sus trabajadores. Precisamente las letras de esta chirigota, cuya combatividad se expresa a través de la más fina ironía, provocaron la airada reacción de un portavoz de la patronal hostelera gaditana, que se encaró con la agrupación exigiendo “respeto para los hosteleros” mientras, como denuncian testigos presenciales, su séquito se dedicaba a provocar de la forma más baja a los componentes de la agrupación. Este comportamiento mafioso pronto corrió como la pólvora en las redes sociales, obligando incluso al conservador Diario de Cádiz a hacer una mención del suceso y a posicionarse a favor de la chirigota; y, por supuesto, no tardó en llegar la respuesta solidaria de otras chirigotas callejeras como la Comparsa callejera vuestra Andalucía13 o la chirigota del Perchero14 De medieval en peor.

 

 

Estos sucesos, estas reacciones violentas de la derecha y la patronal, demuestran una vez más que el Carnaval es una fiesta que molesta a los poderosos precisamente por ser la fiesta en la que la clase trabajadora se desquita y los denuncia. Estos ataques están impulsados por el mismo espíritu reaccionario que animó a la dictadura franquista a prohibir el Carnaval y a fusilar y encarcelar a carnavaleros. Más allá de que el Carnaval no sea homogéneo, como no lo es la clase trabajadora, de que pueda haber autores que se dejen llevar por la comodidad o por los prejuicios del sentido común dominante15, el carácter rebelde y de clase del Carnaval gaditano siempre será una molestia y una afrenta para los explotadores y sus marionetas.

El futuro del Carnaval

Se ha comentado mucho en los medios que, de las chirigotas que han llegado a la final, sólo una (Los Viñanos) era de Cádiz. Podemos interpretar Cádiz como Cádiz capital o, más restrictivamente todavía, como Cádiz-Cádiz; es decir, el casco antiguo (de las Puertas de Tierra para dentro). Pero la división entre Cádiz capital y su entorno inmediato de la Bahía no se corresponde del todo con la realidad demográfica y cultural de la zona a día de hoy.

De los casi cincuenta mil habitantes que ha perdido la ciudad de Cádiz en los últimos cuarenta años16, la mayoría han recalado en otros municipios de la Bahía, en un proceso análogo al de otras áreas metropolitanas en las que la ciudad central pierde población en favor de los municipios limítrofes; un proceso en el que influyen los precios de la vivienda y la demanda de fuerza de trabajo y que no tiene visos de revertirse, independientemente del gobierno que haya en Cádiz, en Sevilla y en Madrid.

Con la población desplazada de Cádiz al resto de la Bahía, se ha desplazado también buena parte de la tradición chirigotera, del talento y del conocimiento de los códigos carnavalescos, alimentando el ambiente carnavalero de unos municipios en los que éste ya existía aunque con menos intensidad que en la capital17. El resultado de todo esto es que, hoy en día, ya no hay diferencia sustancial entre las agrupaciones de Cádiz y de la Bahía en cuanto a calidad y a sabor gaditano.

A medida que se vaya agudizando la lucha de clases en el próximo periodo, la combatividad de las letras del Carnaval irá a más, y con ella los ataques contra la fiesta por parte de las patronales y sus lacayos de la derecha y de la prensa. No nos cabe duda de que autores, componentes y aficionados reaccionarán como un solo puño ante cualquier intento de censura o de recorte de la fiesta por parte de un hipotético Ayuntamiento de derechas y contra cualquier señalamiento desde fuera. El Carnaval es la fiesta sagrada de la clase obrera, un espacio de creatividad y de libertad que hay que preservar y defender mientras exista la sociedad de clases.

Por fortuna, el futuro de la fiesta está asegurado, no sólo por la nueva hornada de autores que están llamando a la puerta en los últimos años, sino también por la hermosa cantera de niños y niñas que están aprendiendo los códigos carnavalescos y el valor que tiene esta fiesta para los gaditanos. De esta cantera estamos seguros que saldrán nuevos autores y grupos que continuarán con la tradición al servicio del Carnaval y de la clase obrera en los convulsos y apasionantes tiempos que están por venir.

 

1Este año además con una prórroga hasta el Día de Andalucía.

2Curiosamente, la Facultad de Medicina de la UCA se haya en la Plaza Fragela, justo al lado del Gran Teatro Falla.

3Esto no impidió a Julio Pardo trabajar con un icono de la izquierda andaluza como Carlos Cano, al que acompañó con su coro en Habaneras de Cádiz y en varias presentaciones en vivo de La murga de los currelantes.

4Este año el coro Los Negros, cuarto premio.

5Este año el coro Al-Andalus, semifinalista.

6Ningún autor de comparsas ha ganado el primer premio dos años seguidos desde que el mismo Martínez Ares lo consiguiera en 1993 y 1994, con sus comparsas Los Miserables y La Ventolera.

7El año pasado La Predicadora, quedó en preliminares.

8A estos grupos hay que añadir otros que se quedaron en cuartos, Las del Tacatá, El veneno del rincón y Las Musas de Marta Ortiz (el año pasado finalistas con We can do Carnaval), y otra que no pasó de preliminares, La Guasona, con una joven autora, Alba Fernández Neva, que esperamos que dé mucho que hablar en el futuro.

10Santoña es una localidad con una gran tradición propia de carnaval en la línea de los del norte de España, en la que ha ido calando el estilo de copla gaditana, y los miembros de esta chirigota se han ganado el respeto del público gaditano con su calidad, su humildad y su sentido del humor.

11La cadena autonómica emite el COAC desde la fase de semifinales, llama la atención que un programa de la casa se sume al linchamiento de Martínez Ares y por extensión de la fiesta a la que dicen apoyar.

15Un ejemplo de esto es el comparsista Jonathan Pérez “Jona”, cuyo repertorio, de gran calidad en lo musical, expresa los prejuicios de la pequeña burguesía hacia la lucha de clases y la confusión de sectores intelectuales que pierden pie en la realidad.

17De hecho, hasta 1982 existió un concurso separado para las agrupaciones del resto de la provincia de Cádiz, que finalmente fue suprimido para dar lugar al COAC como lo conocemos hoy. La tradición carnavalera previa a la metropolización de la Bahía era especialmente intensa en El Puerto de Santa María, con una buena tradición de comparsas canalizada a través de la peña Los Majaras.

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