Arte y cultura
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Los madrileños, residentes y turistas que pasaban por la Puerta del Sol de Madrid el pasado 26 de mayo tal vez se sorprendieron al ver que cientos de personas se concentraban junto al metro en esa jornada electoral. Cientos de personas, muchas de ellas ataviadas con pelucas y portando guitarras y varas de peregrino, que cantaban unas “canciones” desconocidas para el gran público en Madrid, pero con un sonido extrañamente familiar. Una celebración que terminó con el canto de Cumpleaños Feliz y vítores a la ciudad de Cádiz y a un nombre: Juan Carlos Aragón.

Éste de Madrid no fue ni el primero ni el último de los homenajes que miles de gaditanos, de andaluces y de aficionados al Carnaval han tributado a Juan Carlos Aragón Becerra, profesor de filosofía, escritor y autor de coplas del Carnaval de Cádiz, que falleció el pasado 17 de mayo a los cincuenta y un años, poco antes de llegar a cumplir los cincuenta y dos el mismo 26 de mayo. Desde que se conoció la noticia de su muerte han sido innumerables las muestras de conmoción y de afecto y reconocimiento al gran autor, empezando por el también carnavalero alcalde de Cádiz, todos los partidos (salvo Vox), las instituciones locales y regionales, todo el mundo del Carnaval… Las condolencias llegaron incluso desde Uruguay. Y, sobre todo, mensajes en las redes sociales y en las calles de Cádiz de cientos de miles de aficionados, el Pueblo al que Juan Carlos Aragón dirigía sus letras, y en especial la juventud de la que siempre se nutrió.

Para entender la magnitud del duelo hay que entender la magnitud de la persona que se va y de lo que ésta representa. Es necesario conocer y comprender la inmensa dimensión de Juan Carlos Aragón como autor, defensor y símbolo, él mismo, del Carnaval de Cádiz, así como el profundo significado que tiene esta fiesta para los gaditanos.

No es una fiesta más ni una feria de tantas

Es un modo de estar de la gente de Cádiz[1]

El carnaval en Cádiz es mucho más que los días de tolerancia que la religión católica concedía antes de la cuaresma. En Cádiz, desde muy antiguo, junto a los bailes y las fiestas se desarrolló una tradición de coplas satíricas y poéticas, compuestas e interpretadas por la gente del pueblo. De 1821 data la primera agrupación conocida, Cuadrilla de Gallegos, y del periodo entre 1888 (cuando se establece el Concurso de Agrupaciones) y principios del siglo XX, los primeros autores conocidos, entre los que destaca sin duda Antonio Rodríguez Martínez “El Tío de la Tiza”.[2]

Como bien explica el propio Juan Carlos Aragón en su impresionante Credo de Los Peregrinos[3], esta creatividad popular y esta libertad de expresión molestaban profundamente a las autoridades civiles, militares y eclesiásticas, que se esforzaron durante siglos por limitar y, en último término, prohibir la celebración del Carnaval y sus coplas. El Carnaval se celebró bajo el asedio napoleónico y durante el reinado de Fernando VII el Felón, soportó la admonición eclesiástica y las prohibiciones civiles, las coplas sufrieron censura previa y los carnavaleros censura social… Finalmente, el golpe de estado fascista logró la prohibición del Carnaval y descargó la venganza sobre los carnavaleros. La murga El Frailazo y sus Tragabuches, que en el Carnaval de 1932 lanzó sus coplas contra la Iglesia e ironizó con la quema de conventos, fue fusilada por completo en 1937. A la guerra le siguió un largo periodo de prohibición en el cual la tradición del Carnaval pervivió en la memoria de los aficionados, que en general eran los vencidos en la guerra, y sobrevivió en la clandestinidad, en las tabernas y las reboticas antiguas.

El desastre humano que provocó la explosión de un polvorín de la armada en 1947[4] hizo que el régimen, para compensar de algún modo a la ciudad, abriera un tanto la mano y restableciera el concurso de agrupaciones; eso sí, con censura previa y fuera de fechas de Carnaval, en verano, inventándose las llamadas Fiestas Típicas Gaditanas. Este carnaval adulterado, en el que se ocultaba expresamente la palabra Carnaval, sirvió al menos para preservar la tradición de las coplas y para que esta evolucionara musicalmente. Fue en el periodo de las Fiestas Típicas, en 1960, cuando nació la modalidad de comparsas, de la mano de Paco Alba. Este obrero de Astilleros revolucionó las coplas de Carnaval, con un enorme talento musical y literario que terminó por desbordar el formato de la chirigota tradicional para dar lugar a la creación de la comparsa, la modalidad que hoy es la gran atracción del Concurso y en la que, años más tarde, Juan Carlos Aragón dejaría buena parte de lo mejor de sí.

El fin de la dictadura franquista fue también el final de las fiestas típicas gaditanas, que recibieron un entierro carnavalero en 1977[5]. El Carnaval volvió a ser Carnaval, volvió a febrero y se acabó la censura previa en el concurso de agrupaciones. Desde entonces, como en el Carnaval de antes de la Guerra, las coplas del Carnaval de Cádiz son un termómetro del estado de ánimo y el nivel de conciencia de la clase trabajadora, ya que es esta clase trabajadora la que, en su mayoría, hace las coplas, las que se cantan en el Concurso y las que se cantan en la calle. Todos los avatares de la historia de Cádiz, de Andalucía y del Estado, están en las coplas del Carnaval, desde los grandes acontecimientos hasta las más nimias anécdotas; y en estas coplas, los autores plasman su instinto de clase, sus deseos de transformación social, pero también el peso de la ideología dominante, el atraso y las vacilaciones de su nivel de conciencia, sus momentos de auge y de bajamar.[6]

Llegados a este punto, es necesario detenerse un momento en la mecánica del Carnaval de Cádiz. La fiesta tiene dos partes diferentes pero interconectadas: el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas (COAC), que tiene lugar en el Gran Teatro Falla antes del Carnaval propiamente dicho y finaliza el viernes anterior al Sábado de Carnaval, y el Carnaval de la calle, que arranca ese mismo sábado. El COAC se basa en una codificación estricta de las agrupaciones y las coplas, heredada del Carnaval antiguo pero también en buena medida del periodo de las Fiestas Típicas, mientras que en el Carnaval callejero las agrupaciones exhiben mucha más libertad creativa y mucha variedad en el número de componentes, instrumentación, etc. Así mismo, en paralelo al COAC, se celebra en el Teatro de Títeres de la Tía Norica el concurso de romanceros, una evolución de los antiguos romances de ciego que en Cádiz está llena de humor y crítica social.[7]

No vamos a explicar aquí todas las características de las agrupaciones de Carnaval y las diferencias entre ellas, hay abundante bibliografía y recursos en internet a este respecto. Nos referiremos simplemente a algunos datos que nos acercarán un poco más a la dimensión estética, social y política del Carnaval gaditano.

Esto no es Eurovisión, esta es la voz de mi pueblo[8]

En Cádiz, el Carnaval es una cosa muy seria. Es la fiesta mayor de la ciudad y una actividad de masas con una enorme importancia social y económica. Sin incluir empresas y profesionales imprescindibles para la fiesta como los artesanos escenógrafos, sastres, maquilladoras y el propio personal del Gran Teatro Falla, en el COAC 2019 participaron en torno a 1.600 personas, repartidas en cien agrupaciones procedentes de Cádiz y los municipios de la Bahía, lo que representa el 1,4% de la población total de Cádiz y el 0,4% de la del área metropolitana[9]. Y sin contar tampoco las agrupaciones procedentes de otras zonas como el Campo de Gibraltar, Huelva, Sevilla e incluso de fuera de Andalucía (incluyendo agrupaciones de  emigrantes andaluces en Madrid y Barcelona). Y esto sólo en el Concurso; en el Carnaval callejero participan decenas de agrupaciones más, desde romanceros de una sola persona a coros de más de cuarenta miembros, que reúnen a varios cientos más. En pocos lugares del mundo encontraremos una proporción tan grande de gente ligada a una actividad artística y social a este nivel.

Sin duda la modalidad más conocida fuera de Cádiz, para muchos la agrupación carnavalera por excelencia, es la chirigota; la modalidad reina del Concurso hasta que ha sido desplazada por la cada vez más evolucionada comparsa. La chirigota se fue desarrollando desde principios del siglo XX, a partir de las antiguas murgas[10], y ha sido el motor de una enorme tradición carnavalera con epicentro en el barrio de La Viña. Esta tradición evolucionó enormemente a lo largo del periodo de las Fiestas Típicas y del Carnaval “de la democracia”. Junto a la chirigota tradicional viñera, se han desarrollado chirigotas cada vez más teatrales, en el que el tipo no es solamente el disfraz, sino que también proporciona el concepto de la agrupación, convirtiéndola en una experiencia estética total, algo que también se aplica en buena medida a la comparsa.

La chirigota es la modalidad de la gracia, del humor por antonomasia, tanto el que surge de la vida cotidiana como la crítica social y política desde la ironía y el sarcasmo; aunque también admite, en los pasodobles, un enfoque serio o lírico de la crítica y el homenaje. Los autores y los componentes han sido siempre en su mayoría trabajadores manuales, con un porcentaje muy alto de trabajadores de Astilleros y otras industrias de Cádiz y la Bahía, por lo que ha sido tradicionalmente la modalidad en la que se expresa de una forma más pura y directa cuál es el estado de ánimo y de conciencia de estas capas de la clase.

Como queda dicho, la comparsa es una evolución de la chirigota que pierde en humor pero gana en complejidad musical y peso literario. Es sin duda la modalidad más intelectualizada del Carnaval, dominada por trabajadores cualificados, licenciados universitarios, profesores, músicos profesionales… El autor de comparsas no solamente refleja las opiniones y el estado de ánimo de la clase, sino que es además un creador de opinión. La otra gran modalidad en lo musical, el coro, está dominado por elementos de la clase media y la aristocracia obrera, muchas veces ligados a las cofradías de Semana Santa, y tal vez por eso sus letras suelen ser las más conservadoras (y a veces retrógradas) del Carnaval. En cambio, un buen autor de comparsas verbaliza en sus letras las más profundas aspiraciones de los trabajadores, retrata la sociedad y las historias cotidianas con un prisma único y personal, y propone al público verdaderos retos políticos y poéticos. La potencia de las letras y la cada vez mayor riqueza musical han convertido a la comparsa en la modalidad reina del COAC y en la más comprometida políticamente, así como en un espectáculo reclamado en toda Andalucía y más allá, con lo que también es la modalidad que más dinero genera. Por todo esto es también la modalidad en la que los egos son más incontrolables, las rencillas más amargas y más difícil es mantener un grupo estable.

Por último, opacada por el peso, incluso numérico, de las otras tres, tenemos a la modalidad más humilde y a la vez más difícil del Concurso: el cuarteto. Esta es una agrupación más teatral que musical, aunque en sus actuaciones en el COAC debe incluir dos cuplés y puede incluir también un popurrí. En esta modalidad, el humor empieza por su misma denominación, ya que un cuarteto puede tener de tres a cinco miembros. Es sin duda la modalidad más comprometida sobre el escenario, ya que hay que mantener la atención del público solamente con la palabra y la acción teatral, en un diálogo que debe mantener un ritmo preciso y encadenar remates humorísticos bien hilados. Estos diálogos pueden ser rimados, al estilo de cuarteto clásico que hoy en día abandera Ángel Gago, o con una estructura más libre e incluso con momentos más cercanos a la comedia actual, como hace el cuarteto de Manuel Morera. Tal vez por la exigencia que tiene, es el cuarteto la modalidad que menos agrupaciones presenta en el COAC, aunque la tradición del cuarteto no es menos rica que la chirigota y ha dado nombres imprescindibles para la historia del Carnaval como José Peña Herrera “El Peña”, Juan Villar “El Masa” y muchos otros.

Salvo en cuartetos, Juan Carlos Aragón ha participado en todas las modalidades del Carnaval. Su carrera se ha desarrollado de forma ininterrumpida durante los últimos veinticinco años, en los que cada año ha llevado al Falla (salvo en 2014, por razones que veremos más adelante) una agrupación de su autoría exclusiva, y en cinco ocasiones dos (chirigota y comparsa), amén de numerosas colaboraciones. Pero más allá del dato puramente cuantitativo, que ya es apabullante de por sí, Juan Carlos Aragón ha sido el gran agitador del Carnaval, el gran provocador y revulsivo en muchas ocasiones, y su obra supone el mayor salto de calidad en las letras del Carnaval desde los tiempos de Paco Alba.

Si caminito del Falla

el corazón te palpita…[11]

Dejando de lado sus primeros pasos en el Carnaval en los 80, podemos dividir la obra de Juan Carlos Aragón en los siguientes periodos:

- Periodo inicial, o de irrupción (1994-2003): Juan Carlos Aragón empieza a desarrollar su lenguaje propio, que abarca tanto el humor cáustico y provocador como la crítica social afilada y el vuelo poético. Es el periodo de sus grandes chirigotas y en el que entra en la modalidad de comparsas de la mano de un grupo ya consolidado, el dirigido por Ángel Subiela[12]. Las agrupaciones más destacadas de este periodo son las chirigotas Kadi City y Los Yesterday y la comparsa Los Ángeles Caídos.

- Periodo medio, o de búsqueda (2004-2014): Es un periodo de gran actividad y de enormes dificultades para Juan Carlos Aragón. Es la época de los continuos cambios de formación en su comparsa que, unidos a las exigencias laborales, los problemas personales de Aragón y su mala relación con el Concurso (que finalmente condujo a su retirada del COAC en 2014), dificultaron el desempeño de la comparsa en el Falla. Aun así, es una etapa en la que Aragón madura su lenguaje poético y en la que edita sus primeros libros[13]. Las agrupaciones más destacadas de este periodo son las comparsas Araka la Kana, La Banda del Capitán Veneno y La Serenissima.

-Periodo final, o de madurez (2015-2019): En este periodo final, el de su retorno al Falla, Juan Carlos Aragón construye un grupo estable para su comparsa con el que encuentra por fin su sonido. Aragón compagina la comparsa con nuevos libros, conferencias y una columna semanal en la web deportiva El Desmarque. Es su etapa de mayor madurez e inspiración, en la que escribe coplas que se convertirán en verdaderos himnos y manifiestos, y en la que finalmente vuelve a la provocación de sus chirigotas de los 90. De este periodo extraordinariamente fértil hay que destacar las comparsas Los Millonarios, Los Peregrinos y Los Mafiosos y su última chirigota, Er Chele Vara.

Bien es verdad que sus primeras comparsas y chirigotas de los 80, tanto en juveniles como en adultos, no llamaron especialmente la atención; él mismo decía que eran los primeros balbuceos de un adolescente sin tradición familiar carnavalera y que sonaban rematadamente mal. Por eso Juan Carlos Aragón decidió aparcar la afición y centrarse en sus estudios de Filosofía en la Universidad de Sevilla. A su vuelta, ya como profesor interino, no tenía las credenciales necesarias para formar un grupo propio, por lo que decide entrar a formar parte de un coro en el que coincidirá con algunos de los futuros componentes de sus chirigotas, entre los que destaca Joaquín Revuelta, licenciado en Filología y que fue director y cómplice necesario en el sonido y el concepto de las primeras chirigotas de Juan Carlos Aragón en los 90.

Precisamente de su mala experiencia con los coros surgió su primer gran éxito en el Falla: la chirigota Un peasso coro (1994). En esta encontramos ya la característica definitoria de las chirigotas de Juan Carlos Aragón, y su gran aportación a la modalidad: el humor agresivo, gamberro, desafiante de una juventud que creció en medio del desencanto de la Transición, la reconversión industrial y la plaga de la heroína. Y éste humor, este estilo vacilón, conectó inmediatamente con la siguiente generación, la que hacía botellón y fumaba porros en la Plaza Mina (y en otras plazas de Andalucía), la que veía cómo les hurtaban el futuro en su tierra y se tenían que ir, por ejemplo, a Castellón, y que buscaba referentes e inspiración entre los cascotes del Muro de Berlín[14].

Esta línea cáustica y vacilona fue la que seguirían todas sus chirigotas hasta Vota P.I.CH.A. en 2002 y la que recuperó con su última chirigota, Er Chele Vara, en 2019. A partir de Las Ruinas Romanas de Cádiz (1998), el humor corrosivo empieza a convivir con un mayor vuelo poético en las letras de los pasodobles. Aunque no fue una chirigota con la que Aragón quedara especialmente satisfecho, ni tampoco tan brillante como las anteriores Kadi City, Los Guiris y Los Tintos de Verano, Las Ruinas Romanas es una agrupación muy importante en la trayectoria de Juan Carlos Aragón por dos motivos. El primero es la ya mencionada evolución en las letras, que ya empiezan a pedir, al decir de muchos aficionados, un mayor desarrollo que sólo se podía conseguir en la modalidad de comparsas. Y el segundo es la entrada en el grupo del carismático tenor Javi Bohórquez, que desde entonces será un punto de apoyo esencial en casi toda la carrera posterior de Juan Carlos Aragón, tanto en chirigotas como después en comparsas. El equilibrio perfecto entre acidez y poesía lo encuentra Juan Carlos Aragón con Los Yesterday (1999) su mayor éxito en chirigotas y su agrupación más recordada.

De esta primera gran etapa de Juan Carlos Aragón, la de sus chirigotas de los 90, viene también su mala relación con la “burocracia” del Carnaval, a la que él llamaba “La Mafia del Carnaval”. En efecto, el COAC arrastra un componente conservador desde la época de las Fiestas Típicas, y éste fue a más en los veinte años que gobernó el PP en Cádiz. Conscientes de este sesgo conservador del jurado, muchos autores han practicado la autocensura o el acomodamiento a los criterios dominantes para no quedar fuera de los premios[15]. Juan Carlos Aragón combatió esta tendencia desde sus comienzos, y con especial ahínco en sus últimos años. Sin duda es por esto por lo que su palmarés resulta tan magro a primera vista[16] y por lo que Juan Carlos Aragón ha sido uno de los mayores coleccionistas de cajonazos [17]de la historia del Carnaval. Las pocas veces que ha ganado ha sido porque la calidad formal de sus letras y de su agrupación se ha impuesto de manera rotunda sobre cualquier otra consideración.

Rotunda en todos los aspectos fue sin duda la entrada de Juan Carlos Aragón en la modalidad de comparsas. Era una consecuencia lógica de la mayor profundidad que iban adquiriendo sus letras, y la oportunidad se presentó tras la ruptura del grupo de Ángel Subiela con Antonio Martínez Ares, el otro gran autor de comparsas de las últimas décadas. Años después, Aragón reconoció que aquella circunstancia lo embarcó en una guerra que no era suya, haciendo suyo el resquemor del grupo hacia su antiguo autor[18]. De nuevo, las rencillas en la comparsa son amargas. A pesar de todo, la colaboración entre Aragón y Subiela dio a luz dos extraordinarias comparsas, Los Condenaos en 2001 y Los Ángeles Caídos en 2002.

Tras la ruptura con Subiela, empieza el periodo de búsqueda de Juan Carlos Aragón. En 2004 recupera a buena parte de su vieja chirigota para sacar una muy buena comparsa, 1800: Los Inmortales, tras la que vendrá una década de cambios de formación, problemas de funcionamiento y rencillas internas en el seno de una comparsa inestable. En aquellos años Aragón lidiaba con los problemas que provoca el ser profesor interino, lo que, unido a problemas de salud[19], hizo que no pudiera apenas prestar atención a los ensayos de la comparsa, lo que terminaba generando un desajuste entre las intenciones del autor y el resultado final, para desesperación de Juan Carlos.

Aun así, en esta etapa la calidad y profundidad de las letras de Juan Carlos Aragón se abren paso a través de las dificultades. Esta época aparentemente oscura, en la que empeoran aún más sus relaciones con el Concurso, con la prensa y con un sector del público, no está exenta de joyas y de triunfos para Aragón. El primero y más resonante es el primer premio que consigue con la comparsa Araka la Kana en 2007. Esta agrupación aparece tras un nuevo cambio de formación (al que incluso alude de forma jocosa en la presentación) y el tipo viene de un hecho poco conocido pero esencial en la historia del Carnaval: la de la murga La Gaditana[20], una agrupación de Cádiz que, en 1906, viajó a Montevideo y cuyo impacto en la ciudad fue el origen de la Murga uruguaya, cuyo mayor exponente es aquella a la que Aragón homenajea y de la que toma el nombre, Araca la Cana.

De su siguiente comparsa, La Banda del Capitán Veneno, Juan Carlos Aragón tomó el apodo que le acompañó el resto de su vida. Esta agrupación fue notable, cómo no, por sus letras; y también porque, después de ocho años sin hacerlo, Juan Carlos Aragón volvió a cantar en el Falla. A esta comparsa siguieron nuevos cambios de grupo y años de incomprensión, cajonazos, críticas y sinsabores a los que Aragón respondió, a su estilo, con otra de sus mejores comparsas. En sus propias palabras, “si dicen que no entienden mis letras, ahora no las van a entender de verdad”. Para ello sacó en 2012 una comparsa que cantaba en “medio italiano” macarrónico: La Serenissima. La provocación vino acompañada por un grupo muy cohesionado esta vez y que interpretó de manera sobresaliente el reto que planteaba Aragón unido a una música excelente[21].

El desastre organizativo de Catastrophic Magic Band  en 2013, y las críticas y ataques que recibió por ello, llevó las malas relaciones de Juan Carlos Aragón con el COAC a un punto de ruptura. Después del Carnaval 2013 Aragón decidió, a instancias del propio grupo, no participar en la siguiente edición del Concurso y montar una comparsa para girar por Andalucía junto a la de los hermanos Márquez Mateos “Los Carapapas”. Nace así Los Ladrones, la comparsa que sentará las bases del siguiente periodo en la obra de Juan Carlos Aragón; entraron nuevos componentes jóvenes y totalmente comprometidos con las ideas del autor, acompañados del veterano José Ramón de Castro “Ramoni”[22], una estrella del Carnaval que en la comparsa de Juan Carlos aceptó jugar un papel aparentemente secundario pero de gran importancia y que éste ha cumplido con calidad y oficio.

Las críticas que recibió por su salida del COAC y el convencimiento de tener algo grande entre manos con su nuevo grupo, fueron la gasolina para el retorno al Falla de Juan Carlos Aragón en 2015 con Los Millonarios. Fue el comienzo de su última y más gloriosa etapa. Tras nuevos ajustes en el grupo, Aragón encontró por fin el sonido que buscaba; una comparsa que sonaba fresca, equilibrada, sin la presencia excesiva que suelen tener los octavillas[23] en otras agrupaciones (o en las anteriores de Juan Carlos). También logró Aragón controlar todo el proceso creativo, desde la composición a los arreglos, el tipo o la escenografía. Juan Carlos Aragón vivía una etapa de mayor estabilidad en su vida personal y por fin contaba con un grupo totalmente comprometido con sus ideas estéticas y políticas.

La etapa de 2015 a 2019 es, por tanto, la de las obras más redondas de Juan Carlos Aragón, y este nivel se tradujo en premios; dos primeros (2015 y 2018) y otras dos finales, y sin hacer ninguna concesión estética ni política. Además de su comparsa anual, en estos años Juan Carlos Aragón editó un nuevo poemario, Los últimos versos del Capitán Veneno (2015) y una novela, El pasodoble interminable (2017), además de realizar numerosas charlas y conferencias, como su interesante ciclo de charlas-recital 20 pasodobles de amor y una presentación desesperada.

En esta plenitud, Juan Carlos Aragón se decidió a volver a su antiguo estilo de chirigota, de la mano de su viejo socio Joaquín Revuelta, para soltar lo que tenía dentro de una forma que sólo podía soltar con la chirigota. En Er Chele Vara Aragón volcó su descontento con la nueva política, su hartazgo con el localismo gaditano y sus expresiones más conservadoras, como la Semana Santa, y una vez más su distancia con “La Mafia del Carnaval”. El sonoro cajonazo de Er Chele Vara fue la culminación perfecta de una carrera que sacudió el Carnaval como ninguna otra, con temáticas y enfoques que pocos autores habían planteado antes, y desde luego no cómo Juan Carlos Aragón lo hacía.

Todas las revoluciones son palabra y obra de la juventud[24]

La condición docente de Juan Carlos Aragón, y su propia visión política, le han permitido mantener el contacto con las generaciones más jóvenes y comprender sus angustias y sus aspiraciones para plasmarlas en sus letras. La abrumadora presencia de jóvenes en todos los actos de homenaje que ha habido tras su muerte da una idea de la conexión que Juan Carlos Aragón ha tenido con la juventud en estos veinticinco años. La juventud ha sido la destinataria de muchas de sus mejores coplas, y esta lo recompensó erigiéndolo como su autor de referencia[25]. Y en la juventud del Carnaval encontró también Juan Carlos la calidad y la disciplina necesarias para formar el grupo con el que se coronó en su última etapa, un grupo lleno de componentes nacidos entre los 80 y los 90 acompañados por la veteranía y el oficio de Javi Bohórquez y del enorme Ramoni.

La idea de la revolución es una constante en las letras de Juan Carlos Aragón. Por supuesto, nunca definió en qué consistía dicha revolución, y hacía bien; a nadie le apetece escuchar pasodobles hablando de soviets, planes quinquenales y monopolio del comercio exterior. La revolución de las letras de Juan Carlos Aragón es el deseo, consciente o inconsciente, articulado o no, de cambiar el mundo de base, de poner fin a todas las formas de opresión, que anida en lo hondo de la conciencia de la clase obrera y, en especial, de la juventud. La revolución en Juan Carlos Aragón también está en los tipos; no sólo en sus evidentes homenajes a la Revolución cubana de La Guayabera o Er Chele Vara: los tipos de Los Condenaos o 1800, Los Inmortales, nos remiten al primer tercio del siglo XIX, una época revolucionaria que cinceló la personalidad de Cádiz y su Carnaval, cuando la ciudad fue punta de lanza de la lucha contra la invasión napoleónica primero y contra el absolutismo de Fernando VII después.

Este anhelo de revolución es inseparable de la crítica al adocenamiento y la cortedad de miras de la izquierda oficial. Por supuesto, el PSOE siempre estuvo en el centro de su diana, pero no faltaron tampoco las críticas y los llamamientos a la izquierda alternativa. Sensible como siempre al estado de ánimo de las masas, Juan Carlos Aragón saludó con entusiasmo la aparición de Podemos, para cuatro años después criticar con su sarcasmo más punzante su deriva de adaptación al régimen.

Por supuesto, los dardos más venenosos del Capitán Veneno fueron siempre para los enemigos de clase y sus manijeros. La burguesía, la derecha en todas sus formas, la judicatura, la policía y las fuerzas armadas, la prensa… Todas salían muy perjudicadas de las coplas de Juan Carlos Aragón, y especialmente mal parada salió siempre la monarquía:

Y otra gran antagonista retratada fue siempre la Iglesia Católica, como enemiga del Carnaval y por su papel político y económico, pero no sólo…

Dios es sólo una inmensa palabra vacía

que la gente ha llenado con lo que quería[26]

La religión ha sido otra de las constantes en la obra de Juan Carlos Aragón, sin duda un tema muy poco explorado en el Carnaval hasta su llegada[27]. El Carnaval ha tenido siempre mucho de rito pagano, de retorno temporal a la antigüedad clásica de la que procede. En ese tiempo el Carnaval puede incluso resucitar a un miembro del panteón griego, a Momo, dios de las burlas y la ironía. Pero Momo finalmente es quemado el último día del Carnaval, tras lo cual el pueblo vuelve a la obediencia cristiana. La poesía de Juan Carlos Aragón refleja y refuerza la ruptura con ese ciclo de buena parte de la sociedad gaditana y universal: Dios no existe, la Iglesia no gestiona nuestra vida y el Carnaval es una fiesta del pueblo. La profesión de ateísmo y amor al Carnaval de Juan Carlos Aragón es una profesión de profundo humanismo.

Dentro de la tradición del Carnaval, como dentro de la poesía, está lo que Aragón llama la “visión positiva del mal”, que incluye la visión romántica del Diablo, del Gran Antagonista, como un símbolo de libertad[28]. En Los Ángeles Caídos y Los Príncipes, Juan Carlos Aragón da dos vueltas de tuerca sobre este concepto, no sólo tomando a Lucifer como el antagonista de un dios autoritario, sino negando a Dios y convirtiendo al Demonio en la metáfora del ser humano. El resultado poético de esta idea se puede apreciar en toda su dimensión en el popurrí de Los Ángeles Caídos, una de las cumbres poéticas de Juan Carlos Aragón.

Con la “religiosidad popular”, la de la Semana Santa y la Virgen de la estampa, Juan Carlos Aragón tiene una relación ambivalente. En muchas coplas la rechaza, lanzando sus dardos sobre todo contra las cofradías y contra el Rocío, y en otras la acepta con una parte ineludible de la identidad de Cádiz y de Andalucía. Realmente, ese sentido ritual de la vida impregna buena parte de la poesía andaluza; y de éste extrajo Aragón en su última etapa, en su defensa del Carnaval, un recurso poético imbatible: la sacralización de la Fiesta, la visión del Carnaval como una religión profana y humanista. Esta idea tomó forma en el pasodoble Igual que en una mezquita de Los Millonarios[29] y después fue la idea central de Los Peregrinos, culminando en ese gran Credo que ahora es un himno del Carnaval.

Yo soy de los andaluces

Que al traje de luces el caballo y la copla

Le tienen puesta la cruz

Porque es el símbolo andaluz de la derrota[30]

La condición de Andalucía, su situación de cara a España y Europa, la forma particular en que la lucha de clases se expresa en esta tierra… Las coplas de Juan Carlos Aragón sobre Andalucía son otra muestra de su carácter combativo y también de la impaciencia propia de los sectores avanzados de la izquierda ante la rutina de las masas y su alienación. El Otoño Rojigualdo de 2017 y la victoria de las derechas en las últimas elecciones autonómicas aumentaron más todavía la combatividad de Aragón[31], sacándole coplas en las que la esperanza se abre paso entre la desesperación.

Y el amor, la familia, la amistad, la mala vida, la muerte… Casi no hay aspecto en la vida de un ser humano que no esté en una letra de Juan Carlos Aragón. Un trovador enmarcado siempre en una tradición popular y rebelde a la que supo enriquecer con sus aportes poéticos y filosóficos y, sobre todo, con su arduo e incansable trabajo. Esa filosofía de vida, ese orgullo carnavalero, los plasmó en este pasodoble de Los Peregrinos que no llegó a estrenarse en el Falla y que hoy, interpretado por los componentes de su comparsa Manolín Santander y Adrián López “Waxi”, suena testimonial.

El Carnaval está hoy ante un enorme reto. Partiendo de que va a ser imposible llenar el hueco que ha dejado Juan Carlos Aragón en, al menos, una generación, sí es posible para los que quedan abordar algunas de las tareas que él señalaba como urgentes. La primera es sin duda la regeneración del Concurso, el fin de la “Mafia”, de las tendencias conservadoras y de la autocensura y el “concursismo” de muchos autores. La segunda, íntimamente ligada a la primera, es una mayor implicación del Ayuntamiento en esta revitalización del Carnaval y en que el Concurso refleje fielmente lo que es el Carnaval. La lucha por la declaración del Carnaval como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, la construcción del Museo del Carnaval, un verdadero reconocimiento de la importancia de la Fiesta en la historia de Cádiz y de Andalucía… Todo eso queda por hacer.

Y la tarea más importante, y que va más allá del Carnaval y de todos nosotros, es hacer esa revolución que Juan Carlos Aragón pedía a versos. Su poesía ha sido, es y será una gran inspiración para ello, para la juventud de hoy y la que vendrá, para hacer que la vida merezca la pena ser vivida.

 

[1] Comparsa Los Millonarios, 2015

[2] https://www.codigocarnaval.com/historia-los-duros-antiguos/

[3] Se trata de la última cuarteta (segmento) del popurrí de la comparsa Los Peregrinos, de 2017, que se ha convertido en el himno oficioso del Carnaval de Cádiz, sobre todo desde que la comparsa de Juan Carlos Aragón la interpretó ante su féretro a la salida de la capilla ardiente.

[4] http://www.laexplosiondecadiz.es/

[5] https://carnaval.lavozdigital.es/reportaje/tellez/las-tradicionales-fiestas-tipicas-gaditanas-nunca-mueren/

[6] Cierto es que las coplas con contenido machista, homófobo o reaccionario en general son cada vez menos, y las pocas que se presentan son cada vez peor recibidas por el público del teatro y de la calle.

[7] Para profundizar en el COAC y seguir sus ediciones, recomendamos la web Código Carnaval. Para asomarse al Carnaval callejero y a los romanceros, recomendamos los canales de YouTube Carnaval Geographic, Elmangla de Cádiz y Simplemente Cádiz entre decenas de canales más.

[8] Comparsa La Gaditanissima, 2019

[9] Estimación propia a partir de los datos de inscripción en el COAC 2019 https://www.codigocarnaval.com/coac-2019/nombres-agrupaciones-2019/

[10] Vease La Gaditana, El Frailazo y sus Tragabuches y otras agrupaciones del Carnaval anterior a la Guerra Civil.

[11] Comparsa La Banda del Capitán Veneno, 2008

[12] https://www.codigocarnaval.com/articulos/angel-subiela-lider-innato/

[13] El Carnaval sin apellidos (ensayo), 2009; La risa que me escondes (poesía), 2010; El Carnaval sin nombre (ensayo), 2012

[14] Escribí algo…, Ana López Segovia (autora de Carnaval), La Voz del Sur.

[15] Premios que, por otra parte, sólo permiten cubrir parte de la inversión que supone poner una agrupación en escena: el resto debe cubrirse con las actuaciones contratadas fuera del Carnaval y, en menor medida, con la venta de libretos, discos y merchandising.

[16] Cinco primeros premios en veinticinco años, uno en chirigotas (Los Yesterday) y cuatro en comparsas (Los Ángeles Caídos, Araka la Kana, Los Millonarios y Los Mafiosos).

[17] Se dice que una agrupación es un cajonazo cuando gusta mucho al público pero el jurado la deja fuera de la Final. Grandes cajonazos de Juan Carlos Aragón fueron, entre otros, la chirigota Kadi City de 1997 o la comparsa Las Noches de Bohemia de 2010. De hecho, Juan Carlos Aragón coronó su trayectoria con el sonoro cajonazo de Er Chele Vara.

[18] Charla en San Juan del Puerto (Huelva), 30 de enero de 2015.

[19] Causados por lo que él llamaba “la mala vida”, y de los que dejó constancia en varios pasodobles de esta época.

[20] https://carnaval.lavozdigital.es/opinion/la-opinion-de-diario/la-gaditana-que-se-quedo/

[21] En la que destacaban el pasodoble y, sobre todo, la última cuarteta del popurrí, una verdadera obra de arte.

[22] https://www.codigocarnaval.com/articulos/ramoni/

[23] Son las voces más agudas y que suelen tener más protagonismo, por lo que también suelen ser los componentes que tienden más al egocentrismo.

[24] Comparsa Los Príncipes, 2011

[25] El Carnaval útil, tu Carnaval, Sara Lauper, El Tercer Puente.

[26] Comparsa Las noches de Bohemia, 2010

[27] Podemos hallar precedentes en El Frailón y sus Tragabuches y también en el gran pasodoble de Antonio Martínez Ares Ha dicho el Santo Padre, de su comparsa Los Miserables (1993). Aun así, aunque estas atacan al clero, no cuestionan las creencias ni el dogma como después lo hizo Juan Carlos Aragón.

[28] Véanse, por ejemplo, las Letanías de Satán, de Charles Baudelaire.

[29] Ver nota 1.

[30] Comparsa La Serenissima, 2012

[31] Su último artículo publicado (que no redactado), fue para pedir la reelección de Kichi como alcalde de Cádiz https://eldesmarque.com/cadiz/la-torre-de-preferencia/164972-el-disputado-voto-del-senor-kichi

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