Internacional
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La pelota ya está rodando en Qatar y aunque Gianni Infantino, presidente de la FIFA, nos llame a “centrarse solo en el fútbol” lo cierto es que llegamos al Mundial en el marco de una inmensa crisis política, económica y social para la clase trabajadora en Argentina y el mundo.

La verdad es que la crisis del capitalismo sigue causando estragos en la economía mundial y los burgueses no tienen otro medio para resolverla que hacernos pagar el precio de la crisis.

Por su parte, la burguesía desde sus medios de comunicación como ya es costumbre, intentará utilizar la Copa del mundo no solo para generar un sentimiento chauvinista, sino como un distractor de la lucha de clases, ya que es notoria y clara la atracción que un evento de estas características genera en una parte significativa de los trabajadores y trabajadoras. Es innegable que miles de luchadores, luchadoras y trabajadores en el mundo también tienen entre sus preocupaciones y disfrutes los tacos y las gambetas de Messi, Dani Olmo o Kylian Mbappé. En este marco el fútbol suele señalarse por algunos “intelectuales” como el opio de los pueblos.

También vimos, previo al comienzo de la Copa, boicots y protestas en algunas canchas del mundo debido al régimen bárbaro en el golfo pérsico que oficia como organizador.

Pero ni el fútbol es el opio de los pueblos, ni la Copa del mundo en sí misma es el problema.

¿Entonces, dónde radica el problema realmente?

Fútbol o capitalismo

La clase obrera para defenderse de sus patrones necesita de la máxima unidad entre todos los compañeros de trabajo, lo que fomenta una mentalidad solidaria, colectiva y antiindividualista. Son las propias condiciones de trabajo las que refuerzan esta mentalidad. Todo proceso productivo necesita, para funcionar, la interrelación de todos los trabajadores de la fábrica. Cada uno de ellos es un eslabón necesario del proceso de producción. Esa interdependencia mutua en el proceso de trabajo es en última instancia la misma que se necesita para formar un equipo de futbol con pretensiones de vencer.

Es por esto que en sus orígenes el surgimiento de un deporte de alta participación colectiva, atrajo rápidamente a la clase obrera que comenzó a apropiarse de un juego que originalmente era de los hijos de la burguesía inglesa.

En Argentina, con la expansión del ferrocarril y protagonistas salidos de los propios obreros ferroviarios, comenzaron a organizarse los primeros equipos y ligas amateurs. Esto explica los nombres de equipos de fútbol que tienen un origen ligado a lo ferroviario como Ferro Carril Oeste, Talleres, Central Córdoba, Instituto, entre otros.

Desde la creación de los primeros clubes sociales y deportivos fundados a fines del siglo XIX y principios de siglo XX por anarquistas y socialistas, el fútbol y el movimiento obrero han sido inseparables.

Si bien rápidamente la clase dominante intento a través del fútbol transmitir la idea de la colaboración de clases y la competencia capitalista, la clase trabajadora supo a su manera apropiarse de este deporte para afianzar lazos de clase entre la propia clase obrera.

Hoy, a pesar de los tiempos de hiper profesionalismo capitalista que mueven un negocio de miles de millones de dólares en derechos televisivos o publicidad, el fútbol entre la clase trabajadora sigue siendo un punto de encuentro que puede convertir a la pelota en una instancia de organización contra la patronal y la burocracia. Recientemente el Sindicato Único de Trabajadores del Neumático Argentino (Sutna) y el sindicato de neumáticos brasileño (Sintrabor) organizaron un encuentro deportivo de integración obrera internacional que buscara seguir fortaleciendo los lazos entre los trabajadores del Gremio del Neumático en forma internacional a través del fútbol con jugadores salidos de las fábricas del neumático.

Así mismo vemos como cada fin de semana las plazas y canchas de nuestros barrios se llenan de trabajadores jugando al fútbol. La vida de la clase obrera dentro de la fábrica es dura, el picado en el barrio, donde la pelota no se mancha y se tejen lazos de solidaridad y compañerismo, reconforta, alegra.

El Fútbol no es contrarrevolucionario. El problema central es el capitalismo, que tanto en momentos de bonanza como de crisis lleva en sus entrañas la corrupción. El problema principal no es solamente la mafia del deporte internacional que lleva encima el hedor putrefacto de la burguesía que tiene secuestrado al fútbol, al cual representa a su imagen y semejanza. Sino que son las relaciones de producción capitalistas donde radica lo determinante del problema, es la propiedad privada de los medios de producción.

Qatar o capitalismo

Vivimos en un momento en que el capitalismo, por sus propias características inmanentes, está corrompido y podrido hasta la médula. Por lo tanto, bastaron un par de millones de dólares para torcer el brazo de los jefes del fútbol y llevar el mundial a Qatar. Como tantas otras veces la sede de la Copa se vende al mejor postor. El mismísimo Julio Grondona, titiritero del fútbol argentino y sudamericano, se embolsó 10 millones de dólares por favorecer la candidatura de Qatar 2022, antes de fallecer en el año 2014. Y como un hilo conductor hoy vemos a Mauricio Macri, emblema de la corrupción empresarial y política, como ejecutivo de la Fundación FIFA.

Los capitalistas occidentales rápidos de reflejos aprovecharon el escenario del mundial para utilizarlo como arma en la guerra comercial y militar que atraviesa el mundo. Entonces, escuchamos un coro ensordecedor e hipócrita que “denuncia” las violaciones a los derechos humanos en Qatar. Pero acaso, ¿no cometieron las potencias imperialistas crímenes más bárbaros de los que se señalan a Qatar en sus innumerables intervenciones armadas en Ucrania, Siria, Irak, Afganistán, Palestina, Yemen, etc.? ¿Sería más loable moralmente un mundial celebrado en EE.UU., Inglaterra o Francia? ¿Acaso no hubo abusos laborales, trabajadores muertos en la construcción de estadios en los mundiales de Brasil o Rusia? ¿Es acaso una novedad que la pelota de la FIFA esta manchada con sangre obrera? ¿No es lo habitual que, a través de la sangre, el sudor y las vidas de miles de trabajadores las élites disfrutan de las enormes ganancias de la Copa del Mundo? ¿Son respetados los derechos de las mujeres y la comunidad LGTBIQ+ en Alemania, Hungría o China? ¿No fue el mundial de EE.UU, Korea-Japon o Sudáfrica el espacio para el blanqueo del dinero sucio, producto de la explotación, la trata y la mugre capitalista?

De manera similar, el imperialismo occidental se mostró complaciente con la Italia de Mussolini y la dictadura militar argentina organizaran la Copa del Mundo en 1934 y 1978, respectivamente.

Vemos en todo su esplendor la moral burguesa.

Es la podrida configuración del capitalismo la que se refleja en todos los niveles del fútbol se juegue donde se juegue el Mundial. Es el capitalismo el que está manchado de sangre y sobornos.

Fútbol y revolución

Millones de trabajadores y trabajadoras en todo el mundo verán la Copa y disfrutarán la propia expresión artística y cultural que significa el fútbol ejecutado en su máxima expresión. Pero la hipocresía, la corrupción y la explotación del capitalismo es una mancha que no se puede ignorar.

Para limpiar al fútbol hay que romper con el sistema que se encarga de corromperlo. Por eso, una de las tareas de la revolución debe ser liberarlo de sus secuestradores: la clase capitalista.

Empresarios banqueros y terratenientes no son otra cosa que cleptócratas hambrientos de ganancias a costa de mercantilizar todo. Así es como funciona este sistema.

Solo cuando alcancemos el más alto grado de democracia, tras derrocar a la burguesía, el fútbol se expresará de manera más humana al ser desmercantilizado. Es la revolución socialista la única solución a este mundo en crisis que todo lo sacrifica en el altar de las ganancias.

Debemos retomar los mejores ejemplos que el propio fútbol nos supo dar. No ese fútbol que genera estrellas futbolísticas millonarias y reaccionarias, sino aquellos ejemplos de lucha como la formación del equipo de obreras ferroviarias Dick Kerr Ladies que recaudaban fondos para las luchas mineras en 1914 en Inglaterra, la primera e histórica huelga del fútbol en abril de 1931, la organización de la huelga más larga del fútbol argentino en abril de 1948 llevada adelante por reivindicaciones básicas, la historia del obrero de las minas de carbón Raymond Kopa ex Real Madrid que en el Mayo del ‘68 logró unir a los futbolistas con las mismas reivindicaciones de estudiantes y trabajadores o incluso procesos como el de la Democracia Corinthiana que enfrento a la dictadura brasileña en 1982 bajo la lógica del control obrero. La figura de Sócrates y sus compañeros eran algo bien lejano al papel de “Ídolo” que intenta imponer el capitalismo al inculcar a la clase trabajadora la falsa idea de que puede tocar el éxito y la gloria, que no podrán alcanzar como oprimidos y explotados, en la figura de un héroe deportivo millonario.

Gritemos los goles de Argentina, gritemos las gambetas de Messi, juntémonos entre trabajadores y trabajadoras, abracémonos para festejar un pase filtrado, si así lo deseamos, pero con la claridad que debemos organizarnos para tirar abajo al capitalismo y sus gobiernos. Lo que necesitamos es una revolución que ponga fin a este sistema que todo lo corrompe. La planificación socialista de nuestros recursos es el camino hacia adelante en este nuevo Mundial que llega en el marco de un ajuste brutal en nuestras condiciones de vida.

¡Que viva el Fútbol!

¡Que muera el capitalismo!

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