África Subsahariana
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La situación en Burkina Faso se ha venido desarrollando a toda velocidad desde que la revolución estalló el jueves 30 de octubre. No sólo derrocaron las masas revolucionarias a Blaise Compaoré, sino también a su sucesor elegido a dedo, el general Honoré Traoré, sólo unas horas más tarde. Desde entonces el régimen se ha venido tambaleando. Mientras tanto, las élites militares, algunos elementos reaccionarios de la oposición y las principales potencias imperialistas han estado forcejeando para tratar de llegar a un acuerdo que apacigüe a las masas y restaure la normalidad burguesa.

El derrocamiento de Blaise Compaoré

Por la tarde del día 30 de octubre, después de que las masas prendiesen fuego a los edificios del parlamento y los políticos huyesen despavoridos, quedaba claro que a Blaise Compaoré se le estaba acabando el tiempo. Desesperadamente trató de aferrarse al poder entregándole la gestión cotidiana del gobierno al general Honoré Traoré y poniéndose a sí mismo como jefe del gobierno de “transición”.

Su primera medida fue la introducción de un toque de queda. Pero las masas comprendían el engaño y desafiaron tanto al toque de queda como al estado de emergencia. Esa misma noche, las masas llenaron la Plaza de la Revolución, (antiguamente la Plaza de la Nación y rebautizada por las masas revolucionarias). Era obvio que el día viernes 1 de noviembre iba a ser decisivo. Grandes movilizaciones partieron de nuevo con determinación por las avenidas desembocando en la Plaza de la Revolución, frente al palacio presidencial.

Estas repetidas movilizaciones masivas fueron cruciales. Todavía la noche del jueves Compaoré estaba decidido a mantenerse en el poder. Sin embargo, la presión de la calle era insoportable. Seguidamente, el gobierno trató de salvarse amputando una de sus extremidades agangrenadas. El palacio presidencial anunció que un pronto se haría un comunicado. Blaise Compaoré apareció acto y seguido en la televisión anunciando su dimisión: “Para preservar los logros democráticos, así como la paz social, declaro un vacío en el poder que permita la transición a unas elecciones libres y justas en un plazo máximo de 90 días”, dijo. Más tarde, informes anunciaban que Compaoré se hallaba en un convoy de 30 vehículos viajando hacia la frontera de Ghana. Más tarde se supo que el antiguo presidente se encuentra en Yamoussoukro, en Costa de Marfil.

El teniente coronel Isaac Zida, el comandante de la guardia presidencial de élite anunció la dimisión de Compaoré en la Plaza de la Revolución. Mientras las noticias sobre la caída de Blaise Compaoré empezaban a circular, las calles de Ouagadougou estallaron de alegría. Un tremendo rugido venía de la Plaza de la Revolución. Increíbles escenas de euforia se desarrollaban en las calles polvorientas. La gente cantaba y bailaba. Algunos jóvenes corrían por las calles, otros lloraban de felicidad. El odiado Blaise Compaoré, el asesino de Thomas Sankara y el único dirigente que la mayoría de la población ha conocido nunca, se había ido, derrocado por las masas. Un manifestante afirmó: “Blaise Compaoré se ha ido, ha escapado y estamos muy alegres. No me salen las palabras de lo contento que estoy. Mis hijos ahora conocerán a otro presidente.”

Escenas de este tipo siempre se dan en las primeras etapas de cualquier revolución, cuando las masas han logrado su primera victoria. Todas las emociones reprimidas en la sociedad de clase se liberan en un estallido colectivo de alegría. Poco después, la experiencia enseña a las masas que a pesar de haber logrado una gran victoria, la pútrida clase dirigente sigue ahí y se ven forzados a volver al sendero de la revolución. Lo extraordinario de los acontecimientos del viernes es lo rápido que se comprendió esto.

En lo que sólo se puede describir como una montaña rusa emocional, el ambiente volvió a caldearse y se extendió la indignación conforme las masas se dieron cuenta de lo que realmente había ocurrido: aunque Compaoré se había marchado, le había dado las riendas a Traoré, otro odiado personaje muy cercano al presidente derrocado. Los ánimos se enfriaron y la atmósfera se lleno de rabia mientras los revolucionarios se prepararon para pararle los pies a Traoré.

Otro dirigente derrocado

Los informes de los medios de comunicación describían los sucesos como una “pugna por el poder” entre Traoré y Zida. El general Traoré, como jefe de las fuerzas armadas, emitió un comunicado anunciando: “En línea con la constitución y dado el vacío de poder, asumiré el poder desde hoy como jefe del Estado”.

Sin embargo, en su discurso por la radio temprano la mañana del sábado, Zida anunció que había tomado el poder. “Asumo desde hoy la responsabilidad como jefe del gobierno de transición y como jefe de Estado”, afirmó. Para darle el toque definitivo, los medios informaron de que “fuertes tiroteos” fueron escuchados cerca del palacio presidencial poco antes del discurso de Zida. Todos estos medios presentaron la situación como una pugna entre el jefe de las fuerzas armadas, Traoré y el comandante de la guardia presidencial, Zida, que concluyó con el triunfo de éste último.

Pero lo que no dijeron los medios es lo que estaba pasando en la calle mientras se libraba esta supuesta “pugna por el poder”. Tras la euforia inicial que vino tras la caída de Compaoré, los ánimos en la plaza central de Ouagadougou cambiaron drásticamente. Se habla de masas de jóvenes movilizándose y dirigiéndose al cuartel general del ejército y al palacio presidencial. Tras lo acontecido el día anterior, cuando el parlamento fue tomado y prendido, los capitostes del ejército tenían que actuar rápido. Fue entonces cuando Traoré fue reemplazado por Zida. En sus prisas por presentar lo ocurrido como una lucha interna en el ejército, los medios brevemente mencionaron que la subsiguiente declaración publicada por las jerarquías militares tras los acontecimientos llevaba la firma del jefe del estado mayor conjunto, ¡Traoré! En lo que respecta al supuesto tiroteo, si es que realmente tuvo lugar, no hay evidencia de que tuviese ninguna importancia en absoluto. Todas las indicaciones apuntan a que fue un incidente aislado. Seamos claros: el general Traoré no fue expulsado en una pugna entre oficiales del ejército. ¡Fue echado por las masas horas después de que se librasen de Compaoré!

Las masas se vuelven contra el ejército

Si los generales pensaban que con sus maniobras podrían apaciguar la situación sobre el terreno, estaban muy equivocados, ha ocurrido lo contrario. Tras el aviso de la toma del poder de Zida, la rabia popular inmediatamente cayó sobre los cabecillas del ejército. El sábado en las calles de Ouagadougou, los manifestantes expresaron su indignación tras haber derrocado a Compaoré para que acto y seguido les sea impuesto otro líder militar. Reuters recoge los comentarios de uno de los manifestantes: “Es ridículo. Se trata de remplazar a Blaise por otro Blaise. La guardia presidencial abrió fuego sobre la muchedumbre. Si pudimos librarnos de Blaise, entonces él (Zida) no nos podrá parar. ¡Se va a ir también!”

La coalición de partidos de oposición y de grupos de la sociedad civil que sobre el papel dirige la revolución se reunió el sábado por la noche y emitió un comunicado en el que tachaban la toma del poder por parte del ejército como una confiscación de la victoria del pueblo. “El triunfo del alzamiento popular, y por consiguiente la gestión de la transición, pertenece al pueblo y no puede de ningún modo ser confiscada por el ejército. Nuestra ronda de consultas reafirmó que esta transición debe ser democrática y de carácter civil”, decía su declaración. También anunciaron una manifestación en la Plaza de la Revolución para el domingo por la mañana.

Al mismo tiempo, también el sábado, Zida se esforzaba al máximo por “ganarse el cariño de la gente”. Apareció en televisión diciendo: esto no es un golpe de Estado sino un alzamiento popular, saludo a los mártires caídos en la lucha y me inclino ante los sacrificios hechos por nuestra gente.” Su problema era que nadie le creía. Esto fue demostrado el domingo, cuando decenas de miles de personas de nuevo llenaron las calles para protestar contra los intentos del ejército de arrebatarles su revolución. Las masas se posicionaban vehementemente contra las acciones de los militares. La BBC citó a un hombre diciendo: “esta mañana salimos a la calle porque hasta ahora la situación no estaba clara. Todavía no tenemos un dirigente claro para nuestro país. No queremos que el ejército siga en el poder, sobre todo las fuerzas especiales presidenciales”.

El comentario sobre la guardia presidencial es significativo. Una análisis detallado de los acontecimientos muestra que, desde que estalla la revolución, ha sido este regimiento de élite el que ha sido usado casi exclusivamente por el ejército mientras que las tropas normales se mantenían apartadas. Esto es importante si se tiene en cuenta la historia del país. Burkina Faso tiene toda una historia de soldados y oficiales de bajo rango poniéndose del lado de las masas. Thomas Sankara es el ejemplo más prominente de esto. Por lo tanto, los jefes del ejército han sido cautos a la hora de mantenerlos alejados de la refriega. Si se atreven a usar a las tropas contra el pueblo, se arriesgan a dividir el ejército sobre líneas de clase.

La situación era todavía de gran tensión. Llevando banderas y pancartas, los que se presentaron en la plaza denunciaron las acciones del ejército. Miles de manifestantes exigían que el ejército abandonase el poder, cantando consignas como “los soldados nos han robado la revolución”, “¡Fuera Zida!”, “Zida es Judas”. Desafortunadamente, las concentraciones y marchas del domingo no fueron tan masivas como las del jueves y el viernes debido a las acciones de la oposición y sus dirigentes. Cuando había ya más de mil personas dentro de la Plaza de la Revolución, las guardias presidenciales aparecieron y empezaron a disparar al aire y a rodear la manifestación con vehículos, desahuciando la plaza y luego rodeándola de barricadas.

Lo que ha de entenderse es que la oposición consiste de muchos grupos y facciones, cada uno con sus propias aspiraciones. El ala más radical que ha encabezado el movimiento revolucionario ha sido Le Balai Citoyen (la escoba ciudadana), centrada en el rapero Smokey y el músico de reggae Sams’k Le Jah. La referencia a la escoba nos retrotrae al régimen revolucionario de Thomas Sanakara que lanzó campañas de limpieza vecinal de los barrios. Hoy se usa como un símbolo que expresa la limpieza de toda la podredumbre y suciedad que se acumuló tras el asesinato de Sankara.

Sin embargo, también hay elementos reaccionarios en el movimiento de oposición, organizado alrededor del Movimiento Popular por el Progreso (MPP). Esta es la gente del partido de Blaise Compaoré y sus aliados cercanos, con los que se acabó enfrentando sobre el artículo 37 de la constitución, concerniente al cambio de los límites presidenciales y que desató la revolución.

Las limitaciones de los dirigentes de la oposición se hicieron evidentes a lo largo del fin de semana. El sábado, cuando Zida anunció que iba a tomar el poder, la oposición no trabajó hacia la creación de comités de acción, ni convocaron grandes movilizaciones inmediatamente. ¡En vez de eso aconsejaron a la gente que barrieran las calles!

Los dirigentes del Balai Citoyen, que jugaron un papel crucial al movilizar a los jóvenes en la acción revolucionaria contra el antiguo régimen, también revelaron las limitaciones de su organización. En una rueda de prensa declararon su apoyo a Zida, argumentando que quién tomaría el poder si no el ejército en el periodo de transición. Claramente, su campaña tenía un único objetivo en claro: deshacerse de Compaoré, pero no tenían ninguna idea de qué habría que poner en su lugar y cómo hacerlo.

La convocatoria de grandes manifestaciones llegó por fin el sábado por la tarde. Esto ya era muy tarde, pero habiendo convocado las protestas, uno de los dirigentes de la oposición dio un discurso radical al día siguiente contra los generales pero acabó su intervención pidiendo a las masas que se dispersasen pacíficamente. Fue tras esto, con la plaza vaciándose, cuando la guardia presidencial tuvo la oportunidad de cerrar la plaza y rodearla de barricadas.

Esto provocó la furia de las masas. La BBC entrevistó a un manifestante normal que estaba visiblemente molesto ante la actitud de los partidos de la oposición y que resumió los ánimos de las masas con una excelente reflexión sobre la conciencia revolucionaria:

“Estoy muy enfadado con los partidos de la oposición. Anoche nos pidieron que saliésemos a manifestarnos esta mañana a las ocho. Tengo cosas que hacer, ¿sabéis? Tengo una familia que alimentar, tengo cinco hijos. Pero aún así salía a la calle, pero no tenían nada que decir. Tuve que volver a casa y tratar de recibir noticias, así que sencillamente podrían haber ido a hablar a una radio cualquiera.

En todas las familias hay problemas, pero cuando se complican las cosas, queremos ver algo de iniciativa por parte de los cabezas de familia. Pero, ¿dónde están? Incluso aun estando amenazados, incluso aun teniendo problemas, deberían estar ahí con nosotros en la Plaza de la Revolución. Una lucha política es una pugna por cambiar la correlación de fuerzas. Si el ejército sabe que tienen tropas, los partidos políticos saben que tienen militantes. Así que deberían haber estado aquí a nuestro lado y deberíamos habernos manifestado juntos hacia el palacio presidencial, y de ese modo Zida habría sabido que esta es gente apoyada por la oposición. Pero si los dirigentes de la oposición se quedan en casa, si nadie sabe donde están, ¿cómo van a manejarse en la lucha por el poder?

Hoy estamos indignados con ellos, porque son los que se lo han puesto fácil al ejército. Pero nosotros, el pueblo, no seremos acallados.”

Un tercer líder a punto de caer

Mientras las masas eran hostigadas por soldados armados, Zida se reunía en privado con el resto de capitostes del ejército, elementos reaccionarios de la oposición y diplomáticos de otros países africanos, así como con las potencias imperialistas, EEUU y Francia. Presentes estaban el dirigente de la oposición Zephirin Diabr (un traidor desde el primer momento), el antiguo ministro Ablasse Ouedraogo, el antiguo vicepresidente Roch Marc Kaboré y Benewende Sankara. Tras la ronda de contactos, un portavoz del ejército anunció que un gobierno provisional se formaría sobre la base de un “amplio consenso” de todas las fuerzas políticas. Estaba claro que este “amplio consenso” implicaba la intromisión de todos ellos en un intento desesperado por evitar que el poder caiga en manos de las masas revolucionarias.

El lunes 3 de noviembre quedó claro que el resultado era fruto de esas charlas privadas. Zida anunció a la misma reunión con diplomáticos que le daría poderes ejecutivos al “gobierno de transición”. “Vamos a movernos muy rápido, pero con cuidado de no cometer ningún error que pueda dañar a nuestro país.No estamos aquí para usurpar el poder y apoltronarnos para gestionar el país, sino para salvar a la nación de esa situación”, dijo. Añadió que el nuevo jefe de Estado, probablemente un civil burgués, sería “elegido” tras consultar a diversos grupos. Un gobierno civil de “transición” se implantaría.

¡Si esto realmente ocurre, significaría que las masas han derrocado a cuatro presidentes en tan sólo cuatro días!

Hipocresía imperialista

La hipocresía de los poderes imperialistas no conoce límites. El imperialismo francés y americano, confabulando con la débil y patética Unión Africana (UA) y las Naciones Unidas, han estado pidiendo constantemente que el ejército abandone el poder y se lo de a alguna “autoridad civil”. El Departamento de Estado de EEUU el sábado condenó la toma del poder por parte del ejército de Burkina Faso, e instó a que se transfiriese el poder inmediatamente a las autoridades civiles. Washington dice que podría congelar su colaboración militar si juzga que un golpe de Estado ha tenido lugar.

La Unión Africana tomó la misma posición. “El presidente de la comisión de la Unión Africana… enfatiza el deber y la obligación de las fuerzas de defensa y seguridad de ponerse al servicio de las autoridades civiles, que deberían de encabezar la transición”, dijo en un comunicado. El hecho de que la débil, servil y anodina UA tome la misma posición que Washington no es ninguna sorpresa. Al fin y al cabo, son sólo los sirvientes locales de los jefes imperialistas. Cuando los imperialistas les dicen que boten, responden ¿cómo de alto? Esta es la misma UA que apoyó el criminal bombardeo de Libia en 2011 que trajo la miseria al pueblo libio. 72 civiles libios fueron asesinados por los “misiles inteligentes” de la OTAN, un tercio de ellos niños, tras afirmar que el objetivo era proteger a los civiles de Gadafi. Respaldaron a salvajes señores de la guerra libios como el Consejo Nacional de Transición (CNT) que, de acuerdo con la ONU, tiene arrestadas a 8.000 personas sin someterlas a juicio, han masacrado a 30.000 libios negros en el pueblo de Tawergha y de manera cotidiana torturan y llevan a cabo una limpieza étnica de la cual la UA y los gobiernos africanos con presencia en el consejo de seguridad de la ONU, que apoyó los bombardeos, son responsables. La UA la conforman asimismo gobiernos despóticos que ahora de repente defienden “la democracia”.

El imperialismo americano ha apoyado a todos los gobiernos podridos y despóticos que han existido, incluyendo el de Burkina Faso. De hecho, de acuerdo con el portavoz del mando africano, el coronel Zida ha recibido entrenamiento antiterrorista especial en por lo menos dos ocasiones.

Estos intentos por los imperialistas y sus esbirros en la UA son interesados. Ven que el ejército en Burkina Faso es demasiado débil para resistir el avance de la revolución. Ahora están tratando desesperadamente de forjar algún tipo de alianza que involucre una retirada nominal del ejército del gobierno y que alguna autoridad “civil” tome el poder, en un intento claro de apaciguar a las masas. En otras palabras, planean una contrarrevolución con rostro democrático.

Lecciones

Una de las lecciones de la revolución burkinesa ha sido su increíble movilidad. Los revolucionarios han estado moviéndose para arriba y para abajo por las calles, desde el palacio presidencial a la Plaza de la Revolución y de edificio en edificio. Esta es una gran lección para los revolucionarios de todo el mundo. Una revolución nunca es estática. Aunque la Plaza de la Revolución es el epicentro de la revolución, no se limitó a quedarse ahí. Es más, una vez las masas revolucionarias alcanzaron su destino, no tuvieron miedo de ir más allá. No sólo se manifestaron frente a un edificio. Se movieron activamente y expulsaron a todos los políticos burgueses y elementos reaccionarios. Esta es la razón del extraordinario éxito que tuvieron en tan sólo cinco días.

El lunes 3 de noviembre las calles de Ouagadougou estaban relativamente tranquilas, aunque se palpaba la tensión en el aire. Esto es el resultado directo de las acciones de los dirigentes de la oposición que no tardaron en alcanzar un pacto con el régimen. Parece que los militares, miembros de la oposición y las potencias imperialistas han pactado para que el ejército le de el poder a algún cuerpo civil que lleve al país a las elecciones.

Las masas revolucionarias de Burkina Faso han logrado milagros en menos de una semana. Pero está claro que están limitados por la falta de una dirección revolucionaria. Esta es la confirmación de lo que los marxistas llevan diciendo desde hace tiempo: una dirección revolucionaria ha de construirse pacientemente antes de que estallen los acontecimientos.

Tenemos que ver qué sucede ahora. Pero si la clase dominante piensa que este pacto miserable satisfará a las masas, está profundamente equivocada. La gente sabe lo que está ocurriendo. También están aprendiendo sobre la naturaleza de sus dirigentes a través de la dura experiencia. Por otra parte, tienen mucha seguridad en sí mismos, habiendo derrocado a tres presidentes en cuatro días. Por ahora observan los acontecimientos desarrollarse con mucho interés y están sacando conclusiones de los últimos cinco días. Ninguno de los problemas básicos ha sido resuelto. Muy pronto, posiblemente en cuestión de días, volverán a salir a la calle otra vez con renovado entusiasmo.

4 de noviembre, 2014

 

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