Europa
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La victoria de la derecha en las últimas elecciones, a pesar de haber sido ampliamente anunciada por todas las encuestas, ha causado desconcierto y consternación en los círculos de izquierda, así como en cierto número de trabajadores y jóvenes, preocupados por lo que pueda hacer el próximo gobierno dirigido por Giorgia Meloni. Sin embargo, es inútil lamentarse. Al contrario, se debe mantener la sangre fría, analizar seriamente las causas del resultado electoral y, sobre todo, definir una perspectiva clara de lo que será el escenario político después de las elecciones.

Récord de abstención

En primer lugar, debemos considerar el éxito de Giorgia Meloni en las justas proporciones. Seguramente el resultado más sensacional de las elecciones no es el 26% de Fratelli d’Italia1, sino el nivel sin precedentes de abstención. En comparación con las elecciones de 2018, la participación cayó un 9 %, es decir otros 4,5 millones de personas no fueron a votar. En total, el 36,1% del censo de posible votantes, más de 16,5 millones de personas, no votaron. Estos datos revelan la distancia abismal que existe entre una enorme capa de la población y el sistema político-institucional en su conjunto. Nadie puede analizar los datos electorales sin tener en cuenta esta realidad.

De hecho, si consideramos no solo a los que votaron, sino también las abstenciones, resulta que solo uno de cada seis italianos votó por Fratelli d’Italia. Un resultado notable, pero que está lejos de revelar un consenso mayoritario en la sociedad, alrededor de Meloni. Del mismo modo, si analizamos no los porcentajes, sino los votos absolutos, descubrimos que la coalición de derecha en su conjunto no ha aumentado su número de votos desde las elecciones de hace cinco años. En el 2018 el centroderecha obtuvo unos 12 millones 150 mil votos, mientras en el 2022 se lleva casi 12 millones 300 mil. Un aumento de menos de 150.000 votos ciertamente no puede llamarse un "giro a la derecha de la sociedad". La coalición de derecha vio aumentar su porcentaje del 37 % en 2018 al 43 % actual solo porque el porcentaje de votantes fue menor, pero la cantidad total de votos que obtuvo es esencialmente la misma. Se debe hablar de que la derecha ha mantenido su nivel de apoyo, ciertamente no de una oleada abrumadora.

Un balance despiadado del gobierno de Draghi

Habiendo aclarado esta premisa necesaria, dentro de la coalición de centro-derecha ha habido un cambio significativo en los votos a favor de Fratelli d’Italia. Algunos estudios sobre flujos electorales afirman que Meloni ha atraído a su partido casi el 40% del electorado de la Liga. Fratelli d’Italia, por lo tanto, da un salto impresionante, ¡pasando de menos de 1,5 millones de votos en 2018 a 7,3 millones! ¿Cómo se explica este éxito? La respuesta es menos complicada de lo que parece: FdI simplemente se ha beneficiado del hecho de que era la única fuerza sustancial en la oposición al gobierno de Draghi. El inicio del ascenso de Giorgia Meloni se puede fechar con certeza en febrero de 2021, cuando la Liga decid entrar en el gobierno de unidad nacional presidido por Draghi, mientras que Fratelli d’Italia se mantuvo al margen. Desde entonces, Salvini ha sufrido una constante hemorragia de apoyos, mientras que Meloni empezaba a ascender en las encuestas.

Desde este punto de vista, las elecciones del 25 de septiembre representan un juicio muy severo contra el "gobierno de los mejores". Durante meses, los periódicos y las televisiones han presentado a Draghi como el mejor presidente del consejo posible e imaginable. Cuando renunció este verano, una ráfaga de peticiones de la "sociedad civil" comenzó a rogarle que permaneciera en su puesto. Realmente parecía que "el país" no quería a nadie más que a Draghi.

En cambio, la votación reveló una realidad muy diferente. Todos los partidos que más han apoyado al gobierno de unidad nacional han sido castigados de alguna forma. A Di Maio2, que provocó una escisión para seguir como ministro de exteriores, le ha ido tan mal que incluso ha perdido su puesto de diputado. Calenda3, que ha basado toda su campaña electoral en el regreso de Draghi, ha sacado menos votos que Forza Italia y ha descubierto con tristeza que no es el "tercer polo", sino el cuarto. Las únicas áreas donde los candidatos de Calenda obtienen una puntuación alta son los centros de las grandes ciudades, donde residen las personas con mayores ingresos y la mayor concentración de población con un título universitario.

Enrico Letta, que hizo suya la "agenda Draghi", ha conseguido hundir al PD por debajo del umbral del 20% y ha tenido que despedirse de su puesto de secretario. El Partido Democrático ha obtenido el peor resultado de su historia: es verdad que en 2018 obtuvo un porcentaje aún menor (18,7%) con una mayor participación electoral, pero en términos de votos absolutos ha perdido más de 800 mil votos respecto a hace cinco años . El centro-izquierda es la tercera fuerza política del Sur, detrás de la derecha y el 5 Estrellas. Pero no le ha ido bien ni siquiera en las antiguas regiones rojas, como Emilia y Toscana, donde el número de circunscripciones electorales en las que logra ganar es cada vez más reducido. Suponiendo que todavía podamos hablar de regiones rojas: en Umbría, la coalición del PD ha perdido con casi veinte puntos de diferencia.

Ciertamente Salvini ha pagado la factura más alta por apoyar a Draghi. La Liga, que en las elecciones europeas de 2019 arrasó al recoger más de 9 millones de votos y superar el 34%, hoy se desploma por debajo de los 2,5 millones de votos, deteniéndose en el 8,7%, y por un pelo consigue no ser superada por Berlusconi. Incluso en lo que eran los bastiones tradicionales de la Liga del Norte, la Liga es superada por Meloni: en Lombardía, Véneto y Piamonte obtiene la mitad de los votos de Fratelli d’Italia y en Friuli Venezia-Giulia ¡incluso un tercio!

A raíz de este descalabro, Salvini se puede olvidar de volver a ser ministro del Interior y ahora ve cuestionado su liderazgo incluso dentro de la Liga, donde se prepara una dura batalla con Zaia, Maroni y muchos otros dispuestos a pedirle su cabeza.

El resultado de Conte

Por el contrario, todas las fuerzas más alejadas del gobierno de Draghi obtuvieron buenos resultados en las elecciones. No sólo Fratelli d’Italia, que estaba en la oposición. Incluso los 5 Estrellas, señalados por todos como los culpables de la caída de Draghi, obtuvieron en cambio un resultado por encima de las expectativas, alcanzando el 15%. El mayor apoyo para Conte proviene principalmente del Sur: 25% en Basilicata, 27% en Puglia, 29% en Calabria, entre 25 y 30% en Sicilia. El M5S es incluso el primer partido en la circunscripción de Campania 1, superando el 41%, y gana en todas las circunscripciones dónde se votaba con el sistema mayoritario en Nápoles.

Es claro que estos resultados también necesitan ser contextualizados y su alcance no debe ser exagerado. No olvidemos que los 5 Estrellas fueron los grandes triunfadores de las elecciones hace cinco años, cuando se llevaron el 32% con 10,7 millones de votos, mientras que hoy celebran que aún tienen 4,3 millones. En 2018, el M5S había generado una expectativa masiva por un cambio radical, pero desde entonces no ha cumplido las expectativas, participando en tres gobiernos diferentes con tres mayorías diferentes, votando de todo, aliándose con cualquiera y sufriendo una división tras otra. Antes del verano, el Movimiento parecía al borde de la extinción. Si logró revitalizarse es porque Giuseppe Conte, haciendo gala de un cierto olfato para su propia supervivencia política, posicionó al M5S más claramente a la izquierda, concentrando la campaña electoral en consignas como la defensa del rédito de ciudadanía, el salario mínimo y la lucha contra las desigualdades sociales. La escisión de Di Maio y la ruptura con el PD (o más bien, la intransigencia de Letta al rechazar una alianza con Conte) facilitaron este giro a la izquierda.

No es casualidad que las estadísticas confirmen que Conte obtiene los porcentajes más altos en las zonas más pobres, en los suburbios, donde la renta media es más baja y el paro más alto. El M5S también recibe muchos votos entre los jóvenes: de hecho es el partido más votado entre los votantes de 18 a 34 años. Es evidente que algunos jóvenes y trabajadores aún utilizan las 5 estrellas como una herramienta para defender sus intereses en las urnas, pero está muy lejos de ser un instrumento adecuado. El partido de Conte puede haberse barnizado de izquierda, pero por debajo sigue siendo el viejo M5S de toda la vida con su horizonte que no va más allá de la actividad parlamentaria, su falta de estructura interna y su populismo interclasista que sustituye la lucha de clases por los derechos de los trabajadores, por las dádivas estatales.

La situación de la izquierda

Si la operación de reubicación de Conte ha tenido éxito es sobre todo porque ha podido aprovechar el vacío situado a su izquierda. Unión Popular, a la que propusimos votar con apoyo crítico, no se acerca ni siquiera al objetivo del 3%, sufriendo de las mismas limitaciones que tantas otras mini-coaliciones de izquierda del pasado: listas que nacen y mueren sólo en función de las citas electorales, grupos dirigentes desmoralizados por mil derrotas, falta de un mínimo vínculo con la clase obrera, pesimismo generalizado, etc.

La única fuerza de izquierda que alcanzó el quórum es la Sinistra Italiana4 (que presentaba una lista común con los Verdes) y esto ciertamente podría darle espacio político. El problema es que Fratoianni5 está atado de pies y manos al PD, partido que fue el pilar fundamental del gobierno de Draghi, que ha dresarrollado la política más belicista sobre Ucrania y ha buscado por todos los medios la alianza de Calenda; el acuerdo alcanzado saltó por la decisión de este último, ciertamente no a causa de Letta. De poco sirve tener candidaturas como las de Ilaria Cucchi y Aboubakar Soumahoro6; si uno acaba actuando como elemento decorativo de “izquierda” de la política pro-patronal y pro-imperialista del PD. Por no hablar de la presencia dentro de la misma coalición de centro-izquierda de los radicales de Bonino, los más acérrimos partidarios de la Confindustria7 y de la OTAN, que merecidamente se quedaron por debajo del 3%.

De las urnas a las plazas

La coalición de centro-derecha ha obtenido una sólida mayoría tanto en la Cámara como en el Senado. No solo eso, sino que Meloni también tiene la ventaja de una clara preeminencia sobre sus dos aliados, ya que ella sola ha sumado muchos más votos que Liga y Forza Italia juntas. Ahora ya no podrá disfrutar de una cómoda posición en la oposición, sino que tendrá que encabezar el gobierno y no tendrá coartadas. Y aquí es donde comenzarán los problemas para ella. El nuevo gobierno de derecha tendrá que gestionar la inflación que sigue al alza, una guerra que se agrava cada vez más, una crisis energética devastadora para el tejido industrial italiano...

Durante la campaña electoral, Meloni hizo todo lo posible para presentarse como responsable y digna de confianza ante los ojos de la clase dominante. Elaboró un programa económico plenamente confindustrial, obtuvo el beneplácito de la conferencia de Cernobbio8 y se ha opuesto a aumentar el déficit presupuestario... Su victoria ciertamente no conmocionó ni a los gobiernos europeos, ni a los mercados internacionales. Aunque sea una advenediza que no guste en los exclusivos salones europeos, lo importante para ellos es que defenderá las políticas que la burguesía necesita, es decir, presentará a la clase obrera la factura de la inflación, la guerra, la crisis del gas, etc.

Al mismo tiempo, es seguro que Meloni no podrá abandonar del todo esa parafernalia de posiciones abiertamente reaccionarias, xenófobas e intolerantes sobre "Dios, la patria y la familia" que le han permitido arrebatar votos a Salvini y llegar al Palacio Chigi9 y en torno al cual construyó su partido. Aunque hoy Meloni intenta atraer a políticos burgueses más respetables como Marcello Pera y Giulio Tremonti, el resto de Fratelli d’Italia sigue igual que antes. Inevitablemente, se llevarán a cabo una serie de ataques contra los migrantes, las personas LGBT, el derecho al aborto, etc.

 

 

Esta combinación de políticas confindustriales y provocaciones reaccionarias, en un contexto de veloz crecimiento de los precios y de crisis económica, será una mezcla explosiva, que provocará una ola de movilizaciones de protesta en la sociedad. Los jóvenes serán los primeros en reaccionar y salir a la calle, como lo hicieron en 2018-2019 cuando Salvini era ministro del Interior. Incluso el principal sindicato, la CGIL, que ya no podrá limitarse a sentarse en sus "mesas" con el ministro de trabajo Orlando, se movilizará contra el nuevo gobierno de derecha. Entraremos en una nueva fase de la lucha de clases en Italia.

 

Es respecto a esta perspectiva que debemos medirnos y prepararnos. Ciertamente no podemos emprender la lucha contra Meloni con el objetivo de volver a la unidad nacional que dirigía Draghi o volver a apoyar al PD. Precisamente por eso debemos dedicarnos de inmediato a construir una fuerza revolucionaria capaz de llevar a cabo una política obrera independiente en las luchas del mañana.

1Hermanos de Italia, que es la primera frase del himno nacional italiano (NdT)

2Ex dirigente del M5S y ministro de exteriores en funciones (NdT)

3Secretario general del partido Azione (NdT)

4 Izquierda Italiana (NdT)

5Secretario general de Sinistra Italiana (NdT)

6 Figuras conocidas por ser la primera la hermana de un chico torturado y que que murió a manos del los carabineros y el segundo un activista sindical africano que defiende a los braceros emigrantes (NdT)

7La CEOE italiana (NdT)

8 Un encuentro anual de grandes empresarios y figuras políticas organizado cada año por un importante estudio de asesores fiscales (NdT)

9Sede del gobierno (NdT)

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