Europa
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La crisis del coronavirus ha echado por tierra el aclamado “boom” portugués, basado principalmente en la ahora paralizada industria turística, y ha expuesto la fragilidad de esta atrasada economía europea. Los trabajadores portugueses deben seguir el ejemplo de sus hermanos y hermanas en Italia y España, los cuales se han enfrontado a los intentos de la patronal de hacerles escoger entre salud y paga con huelgas y lucha de clases.

Nota: la situación en Portugal ha cambiado rápidamente desde que este artículo fue escrito. Los casos confirmados de COVID-19 se han casi triplicado desde el pasado fin de semana y el país ha sufrida las primeras muertes. El presidente está a punto de declarar un estado de emergencia que incluirá medidas represivas como prohibir huelgas. Publicaremos una actualización próximamente.

El pasado fin de semana, el centro histórico de Lisboa, habitualmente repleto de tuk-tuks, tours peatonales y de turistas buscando lugares para sacarse selfies, estuvo envuelto de un extraño silencio. La eterna cola para el tranvía 28 que con frecuencia serpentea desde una de las calles principales de la ciudad no se pudo ver. Los pocos turistas que quedaban caminaban cautelosamente por las calles – muchos de ellos llevando máscaras – hacia las pocas atracciones turísticas que no han sido cerradas hasta por lo menos el 3 de abril.

En artículos a lo largo de los dos últimos años predijimos que la recuperación económica portuguesa – descrita de forma optimista como “boom” por ciertas publicaciones burguesas – podía transformarse en su opuesto ante el más mínimo golpe en cualquier sitio de Europa. También explicamos, que basando esta recuperación económica mayormente en una expansión de la industria turística, la clase dominante portuguesa se estaba exponiendo a una todavía mayor y espectacular caída. Esta predicción se está cumpliendo ahora de forma contundente, a medida que la pandemia del coronavirus vuelca a Europa a la recesión hacia la que ya se dirigía.

Desplome del turismo

El turismo es el sector que primero y más obviamente ha mostrado los síntomas de los daños económicos en Portugal, a medida que el virus fuerza a millones de personas de las principales economías europeas a cancelar viajes hacia la península ibérica. A pesar de que el número de casos confirmados en Portugal estaba todavía bastante por debajo de 100, la asociación hotelera algarvesa AHETA dijo que el 60% de los 411 hoteles de la región ya habían sufrido cancelaciones. Con el número de casos creciendo rápidamente en todo el continente, incluido Portugal, y con la vecina España ahora en estado de emergencia, el número de visitantes para la próxima temporada de primavera como mínimo, está abocada al desplome completo. TAP, la aerolínea nacional, canceló alrededor de 3.500 vuelos a principio de esta semana y está a punto de cancelar varios miles más.

En una lista (realizada por el Consejo Mundial del Viaje y el Turismo) de países con más riesgo de caída del número de turistas debido al coronavirus, Portugal se posiciona cuarto a nivel mundial y segundo a nivel europeo (detrás de Grecia). La industria turística supone un 19% del PIB nacional y emplea a más de uno por cada cinco trabajadores portugueses. Esto no incluye a los trabajadores del sector servicios en industrias como el transporte, en la que una gran proporción de su trabajo consiste en servir a turistas.

El efecto dominó del colapso del turismo será enorme, incluso sin tomar en cuenta el impacto de las medidas de emergencia que se van aplicando por parte del gobierno portugués para prevenir la expansión del virus. Centenares de miles de personas no serán empleadas temporalmente en trabajos turísticos estacionales de los cuales depende sus sustento. Mientras tanto, la inmensa cantidad de trabajadores de la hostelería con trabajos precarios, de corto plazo o falsos autónomos bajo el programa de “recibos verdes” se enfrentarán al desempleo como perspectiva inmediata y certera. Propietarios de pequeños negocios y pisos del centro que se subieron al tren de AirBnB verán sus cuentas en rojo en un momento del año en que el que habitualmente el número de visitantes empieza a subir.

Cuando el coronavirus llegue a su pico en Portugal, el hundimiento masivo de la industria del turismo arrastrará en poco tiempo al resto de la economía con él. Incluso cuando lo peor de la pandemia haya terminado en Europa, debido en gran parte a su exceso de dependencia en el turismo, la clase dominante portuguesa no será capaz de reconstruirse rápidamente. Durante los periodos de crisis económica, cuando los mercados se contraen y la demanda desaparece debido a la volatilización del crédito barato a medida que las contradicciones del capitalismo salen a la luz, el turismo – un elemento relativamente superfluo y prescindible en la economía global – es uno de los primeros sectores en verse afectados. Y a medida que la economía salga de la crisis, el turismo es de los últimos sectores en recuperarse. Esto será especialmente cierto en el caso de la actual crisis, que dejará a millones de personas reacias a viajar durante un largo período.

Cuando el barniz reluciente del “boom” turístico se desvanezca, la verdadera fragilidad de la economía portuguesa – todavía una de las más atrasadas de Europa – será terriblemente expuesta. Una realidad completamente nueva se presentará ante la clase trabajadora portuguesa, la cual ha experimentado una relativa tranquilidad durante los últimos 5 años a pesar de la precariedad generalizada y precios de vivienda galopantes. Esta nueva realidad incrementará esas dificultades hasta otro nivel, conduciendo a un episodio de lucha de clases a escala masiva.

El gobierno portugués trata – aunque fracasa – de aprender de Italia y España

En el futuro inmediato, el gobierno del Partido Socialista está haciendo cuanto puede para evitar – o por lo menos retrasar – que las situaciones catastróficas que se están desarrollando en Italia y España lleguen a Portugal. A diferencia de los gobiernos de los mayores países de la Europa Occidental, que más que nada son culpables del exceso de confianza más criminal, el gobierno portugués empezó a implementar varias medidas preventivas a nivel nacional cuando el número de casos confirmados era todavía bajo.

Con solo unos pocos casos confirmados, se prohibió la asistencia a grandes eventos deportivos, antes de que fueran completamente cancelados. Durante los últimos 10 días, museos, galerías de arte y otros espacios públicos permanecieron cerrados, las grandes aglomeraciones fueron desalentadas y prohibidas, las universidades y escuelas superiores cerradas, a las que siguieron las escuelas y bibliotecas, además de aplicar restricciones sobre otros servicios públicos. A partir del lunes 16 de marzo se prohibirá viajar a y desde España durante al menos dos semanas.

Por supuesto, los puestos de trabajo – en los que cientos, si no miles de personas pasan la mayor parte del tiempo aglomerados en espacios cerrados, mal ventilados – son una historia diferente. Sí, a la gente se le “alienta” a trabajar desde casa. De hecho, se ha aplicado una ley que permite que, si puedes trabajar desde casa y decides hacerlo, tu empleador no puede negarse.

Pero, ¿qué significa eso exactamente para los trabajadores de la planta de montaje de Autoeuropa en Almanda? ¿O para los trabajadores textiles del Alentejo? ¿O para los guías turísticos, los conductores de tuk-tuks y Uber, los repartidores dando falsos “recibos verdes” a sus agencias? ¿O para los limpiadores de pisos AirBnB y personal de hoteles? ¿O los cientos de miles de trabajadores de centros de atención telefónica que no están autorizados a entrar botellas de agua etiquetadas en sus puestos de trabajo y son controlados por identificación, ya ni hablemos de trabajar desde donde quieran sin ser supervisados? ¿Pueden trabajar desde casa si lo deciden?

En un país en el que no existen bajas pagadas y una sola falta “injustificada” por enfermedad puede ser motivo de despido, muchos trabajadores están siendo intimidados para que utilicen sus días de vacaciones para aislarse mientras no haya carga de trabajo. El gobierno también ha propuesto un régimen de remuneración que da a los trabajadores un subsidio de hasta 905€ por mes a aquellos que se auto-aíslen: dos tercios de su salario medio. También habrá una mísera cuantía para padres a cargo de niños mientras las escuelas estén cerradas. Solo los trabajadores auto-confinados que perciben 952,24€ - bastante por encima del salario medio en Portugal – recibirán por lo menos el salario mínimo neto durante el aislamiento.

Es más, así como la prestación por baja médica a largo plazo, la mayor parte de este subsidio vendrá de parte del contribuyente portugués a través de la seguridad social. Los empleadores solo cubrirán el 30% de esta remuneración y, a cambio de este generoso sacrificio, recibirán una exención de la TSU – una aportación que pagan las empresas y que es destinado al fondo de la seguridad social.

Así, los trabajadores portugueses perderán de tres maneras: se les descontará un tercio de su salario si escogen la salud y seguridad de sus familias antes que arriesgarse a coger el virus en el trabajo, en la mayoría de los casos eligiendo auténtica pobreza sobre una enfermedad potencialmente mortal; aquellos forzados a seguir trabajando pagarán los salarios de sus compañeros a través de la tarifa plana regresiva de la tasa de la seguridad social; y todos los trabajadores deberán cargar más tarde con la deuda adicional derivada de la exención tributaria a los patrones por sus mínimos problemas.

Mientras tanto, el ridículo presidente Marcelo escenificó una muestra de su confinamiento voluntario ante los periodistas tras dar negativo en el test de coronavirus la semana pasada. Dijo ante los medios que quería dar “buen ejemplo” ante la nación. Hubiera estado bien clarificar que, cuando tu trabajo consiste en posar ante las cámaras e intervenir ocasionalmente en el parlamento para evitar una confrontación con los intereses del capital, es algo más fácil trabajar desde casa que para aquellos que tenemos trabajos verdaderos.

También vale hay que señalar que, mientras que los espacios menos provechosos bajo propiedad o subvencionados por el estado han sido o están a punto de ser cerrados, varios de los principales centros públicos de Portugal – donde varios miles de personas respiran el mismo aire al mismo tiempo – siguen abiertos, y lo seguirán en el futuro inmediato. Por ejemplo, en Lisboa se encuentran varios de los mayores centros comerciales de Europa. Huelga decir que dichas catedrales del capitalismo no han sido cerradas y que serán de los últimos espacios públicos en cerrar en caso de confinamiento.

Las medidas tomadas por el gobierno no han sido claramente suficientes para prevenir la expansión del virus, en la medida que el número de casos confirmados se ha más que doblado el pasado fin de semana hasta 245. Con un número de infectados sospechados de miles, el SNS (Sistema Sanitario Portugués) – el cual ha sido reducido al máximo en los últimos 8 años – se convertirá en el foco de la situación en las próximas semanas.

“¡La vida antes que el beneficio!”

La Confederación General de los Trabajadores Portugueses (CGTP) se ha manifestado contra el vergonzoso paquete de ayudas que el gobierno ha acordado con la patronal respecto a los trabajadores que se queden en casa durante la pandemia. Sin embargo, a pesar de que están en lo cierto en sus críticas, no proponen ninguna alternativa excepto que el 70% de la prestación  provenga del presupuesto del estado y no del fondo de la seguridad social – ¡como si ese fuera el único problema del paquete de medidas! La principal federación sindical portuguesa debería liderar el llamamiento hacia una huelga masiva si la salud y seguridad de los trabajadores y sus familias no se antepone a los beneficios de los grandes negocios.

En su lugar, la voz combativa queda relegada a pequeños sindicatos independientes como el Sindicato de Trabajadores de Call Centers (STCC) y activistas individuales, quienes levantan la consigna de “¡la vida antes que el beneficio!”. Están llamando correctamente al cierre de los Call Centers hasta que se implanten medidas de seguridad o se proporcionen los medios para realizar el trabajo en aislamiento. Desde domingo por la noche, el STCC ha convocado una huelga de 12 días de todos los Call Centers a partir del 24 de marzo, para forzar la cuarentena de todos los trabajadores no-esenciales sin pérdida de sueldo. Independientemente de la inacción del CGTP, algo común en los 5 años previos de gobierno del Partido Socialista, la situación en Portugal alcanzará un punto crítico en el que los trabajadores empezarán a tomar los asuntos en sus manos a gran escala.

La lucha entre una existencia segura y civilizada para la mayoría de la sociedad y los beneficios de una minoría se ve ampliada bajo las actuales condiciones extremas de la pandemia del coronavirus. Ahora mismo, los gobiernos de todos los países afectados por esta crisis están teniendo que tomar una decisión: minimizar la pérdida de vidas humanas a costa de un gran coste para los mercados, o minimizar los costes para la economía de mercado sacrificando vidas humanas. En Portugal, como en otros países, a pesar de las medidas preventivas tomadas, el gobierno se está inclinando hacia la segunda opción, defendiendo los intereses de la clase dominante.

Así como miles de millones alrededor del mundo sufrirán de una manera u otra en las siguientes semanas y meses, a la clase capitalista no le importa lo más mínimo las vidas humanas en el camino hacia sus beneficios. Todo político y patrón responsable de esto, que no provea medidas para la seguridad sanitaria y financiera de todos los trabajadores y familias, tendrá las manos manchadas por la sangre de miles. La clase trabajadora nunca olvidará esto.

Por otro lado, el sábado a las 10,00 p.m., barrios tradicionalmente obreros de Lisboa rompieron en aplausos espontáneos a favor de los trabajadores sanitarios luchando en primera linea contra el coronavirus. Este acto reflejó el espíritu comunal compartido entre ventanas y manzanas de edificios a lo largo de ciudades italianas en los últimos días, que a su vez armonizó con los videos solidarios grabados por miles de ciudadanos chinos ordinarios y que compartieron en redes sociales.  En duro contraste con el avaricioso cinismo de los grandes negocios y de sus títeres parlamentarios, es este sentido instintivo de camaradería que representa a la clase que heredará el mundo.

Pedimos:

  • Garantizar socialmente los salarios plenos de aquellos que requieran aislarse y/o cuidar de sus hijos, cubierto íntegramente por las compañías; sin recorte de puestos de trabajo.
  • Medidas adecuadas de prevención de salud en todos los ámbitos sociales, espacios públicos, escuelas, guarderías, etc, independientemente del efecto sobre los beneficios de las empresas.
  • Subsidio pleno equivalente a un sueldo digno para todos aquellos que pierdan su empleo de forma temporal, financiado al 100% por impuestos sobre las grandes empresas hoteleras y especuladores inmobiliarios, expropiándolos si se niegan a pagar. Mantenimiento de todos los contratos turísticos temporales de este año, incluidos los falsos “recibos verdes”.
  • Requisa de ciertos hoteles, centros turísticos privados y hospitales públicos para su uso público para reforzar el SNS, particularmente para la creación de centros de análisis y tratamientos en cada barrio, contratando a aquellos que se encuentren desempleados para trabajar en esos centros. Financiándolo con la expropiación de los beneficios de esos hospitales y de las grandes cadenas hoteleras sin compensación.
  • Retirada de todos los recargos del SNS impuestos por el memorándum con la UE, reapertura de hospitales y centros de salud donde sea posible. Financiación adicional para escuelas de medicina obtenida de la expropiación de los beneficios de universidades privadas.
  • Proveer con máscaras, equipos sanitarios y medicamentos, cubierto por los patrones y expropiación de las grandes empresas farmacéuticas.
  • La CGTP y los otros sindicatos no deben resignarse a criticar la inactividad del gobierno o la priorización de los intereses de la patronal. Deben organizar la forma de ejercer sus demandas – huelgas masivas, siguiendo el ejemplo italiano.
  • La situación demuestra cuán valiosos son los trabajadores. Sin nosotros, los patrones no son nada. La protección de los trabajadores y sus familias debe estar en el centro de cualquier plan para afrontar esta crisis – pero el gobierno del Partido Socialista, del lado de la patronal, y los mismos patrones, no cederán a esto por bondad de su corazón. Debemos lograrlo nosotros mismos.

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