El capitalismo es incapaz de ofrecer una existencia decente y digna a los trabajadores y a los pobres, pero proporciona un lujo inimaginable a la élite. Mientras miles de millones luchan por encontrar lo suficiente para comer, los multimillonarios cenan como la realeza. Las necesidades de la vida son cada vez más inalcanzables, pero los gobiernos capitalistas invierten miles de millones en instrumentos de muerte. Citando a Marx, ésta es la economía del manicomio.

El coste de la energía se ha disparado. A los representantes de la clase dominante europea les preocupa mucho que esto pueda conducir a la desindustrialización, al desempleo y a una respuesta contundente de la clase trabajadora. Se habla de un nuevo invierno del descontento.

La crisis de Ucrania ha creado una tormenta inflacionaria perfecta. La guerra, las sanciones occidentales a Rusia, la pandemia, el proteccionismo y el cambio climático están deshaciendo décadas de bajos precios de las materias primas en una crisis que no hace más que profundizarse.

Ante el descontrol de la inflación, los bancos centrales están subiendo las tasas de interés, provocando una recesión. La clase dominante está cada vez más dividida, a medida que se profundiza la crisis del capitalismo. Solo la revolución socialista puede proporcionar una salida a este callejón sin salida.

En 2020, los bancos centrales respondieron al estallido de la crisis invirtiendo alrededor de 10 billones de dólares de dinero impreso en la economía ¿De qué manera mesurada y responsable reaccionaron los mercados ante una inyección de efectivo tan inaudita? ¡Participando en una orgía de especulaciones sin precedentes en la historia del capitalismo!

A principios de este mes, un colapso de la magnitud de las mayores caídas de la historia reciente sacudió los mercados. La bolsa de valores Nasdaq cayó casi un 30% en una semana, y la capitalización del mercado de las criptomonedas cayó simultáneamente un 50%. Cientos de miles de millones de dólares se esfumaron en solo siete días. Desde entonces, no ha habido recuperación.

En todo el mundo, las empresas se están enfrentando a una grave escasez de trabajadores, provocando un estancamiento de la producción y una ruptura de las cadenas de suministro. El mercado capitalista significa anarquía y crisis. Solo la planificación socialista puede ofrecer un camino a seguir.