La pelota ya está rodando en Qatar y aunque Gianni Infantino, presidente de la FIFA, nos llame a “centrarse solo en el fútbol” lo cierto es que llegamos al Mundial en el marco de una inmensa crisis política, económica y social para la clase trabajadora en Argentina y el mundo.

Apenas un mes después del pomposo 20º Congreso del Partido del PCCh, la ira desde abajo está saliendo a la superficie. La semana pasada, la megafábrica de Foxconn en Zhengzhou, Henan, fue testigo de una confrontación violenta entre los trabajadores y la policía por el robo de salarios por parte de la gerencia, y en los últimos dos días, se han registrado protestas grandes y violentas en muchas ciudades importantes, dirigidas contra las medidas de confinamiento draconianas del régimen, que se han convertido en un foco de descontento generalizado. Como hemos predicho durante mucho tiempo, la profunda crisis del capitalismo chino está comenzando a impulsar a las masas a la acción.

A más de dos meses del inicio del levantamiento revolucionario de la juventud iraní, tras un reflujo bajo una fuerte represión, se produjo una nueva ronda de protestas entre el 16 y el 19 de noviembre, que evidencian el látigo de la contrarrevolución impulsando al movimiento. Para lograr la victoria final, debe haber una participación masiva y organizada de la clase obrera.

Nouriel Roubini es un economista burgués interesante y poco ortodoxo. Su fama se debe principalmente a que predijo correctamente la crisis financiera de 2008, una hazaña que no le hizo gracia a la mayoría de los demás economistas, que no predijeron absolutamente nada.

Cuando el ministro de Defensa ruso apareció en los medios de comunicación estatales para informar de que había ordenado la retirada de la orilla occidental del río Dnipro, incluida la ciudad de Jersón, situada en la orilla oriental, la noticia fue inmediatamente aclamada por los medios de comunicación occidentales como una gran victoria para el ejército ucraniano.

Grandes cantidades de armas han sido vertidas a Ucrania desde Occidente tras la invasión rusa en febrero. Incluso de antemano, la OTAN y Estados Unidos proporcionaron al ejército ucraniano una cantidad considerable de armas y entrenamiento.