La Revolución Colonial
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En 1975, el pueblo vietnamita consiguió una victoria histórica, expulsando a las fuerzas armadas de EEUU y liberando el sur. Después de 28 años de guerra – que costaron dos millones de vidas vietnamitas, la defoliación de un 10% del total del área terrestre, y la destrucción de la mayoría de la industria y el transporte- el país estaba finalmente reunificado, y los capitalistas y terratenientes completamente abolidos.

Mediante estos heroicos sacrificios, los trabajadores y campesinos vietnamitas pagaron el precio de la derrota de la revolución de 1945, cuando tuvieron el poder a su alcance. ¿Por qué se perdió esta oportunidad en 1945? ¿Cuáles son las lecciones de esta derrota para la lucha obrera hoy?

Vietnam era una colonia francesa desde mediados del Siglo XIX, explotada por los monopolios franceses por sus materias primas y mano de obra barata. Bajo dominio francés, el analfabetismo se encumbraba a un 80 por ciento. Mientras los 6000 – 7000 terratenientes locales y los colonialistas poseían vastas áreas de la mejor tierra, la mitad de una mayoría campesina carecía de ésta, y el resto poseía sólo pequeños loteos.

Algunas compañías como la Michelin operaban plantaciones de caucho utilizando principalmente mano de obra forzada. Los trabajadores eran conocidos como “fertilizadores de árboles de caucho” porque los cuerpos de quienes morían trabajando en condiciones inhumanas eran sepultados en las plantaciones.

El desarrollo industrial estaba retrasado por el dominio colonial. Pero una pequeña clase obrera se desarrollaba en las industrias, las minas y el transporte. A pesar de una severa represión, los trabajadores y campesinos comenzaron a involucrarse en la lucha contra las duras condiciones impuestas sobre ellos – y por la liberación nacional. Fue dentro de este movimiento que el Partido Comunista de Indochina fue formado en 1930 bajo el liderazgo de Ho Chi Minh. Si bien este partido tenía profundas raíces locales y un considerable apoyo de las masas, fue críticamente influenciado por los desarrollos en la Unión Soviética, donde muchos de sus líderes habían sido entrenados, y hacia la cual se miraba en búsqueda de guía y apoyo. La Internacional Comunista, a la cual pertenecía el PC Vietnamita, nació tras la revolución rusa como un instrumento para extender la lucha obrera por democracia y socialismo en el mundo.

Sin embargo, en los años ’20, una burocracia privilegiada usurpó el poder político a la clase obrera en Rusia. Mientras esta burocracia se sostenía en – y desarrollaba- una economía nacionalizada y planificada para la Unión Soviética, su privilegio dependía de una supresión total de la democracia obrera. Transformó cada vez más a la Internacional Comunista en un instrumento para sus propios intereses. Para los años ’30, la IC era una fuerza conscientemente contrarrevolucionaria, con la burocracia estalinista aterrorizada del efecto que un establecimiento de un estado obrero democrático en cualquier lugar del mundo pudiera tener en los trabajadores dentro de la Unión Soviética.

La revolución rusa había sido una prueba viviente del hecho que, incluso en un país económicamente retrasado como la Rusia zarista, la liberación del campesinado de los terratenientes y la conquista de la democracia dependía de la toma del poder por la clase obrera. Este fue el supuesto sobre el cual Lenin, Trotsky y el partido Bolchevique lideraron a la clase obrera en la Revolución de Octubre de 1917.

Como Trotsky había explicado, la clase capitalista en países subdesarrollados era demasiado débil como para jugar un papel progresista. Contra las masas, estaba atada a las fuerzas del imperialismo y los terratenientes. Enfrentada a un movimiento de masas de trabajadores y campesinos, inevitablemente apoyaría al sector de la reacción por temor a perder sus privilegios.

Sin embargo, y reflejando los intereses de la burocracia, la Internacional Comunista bajo Stalin argumentaba que, en los países subdesarrollados era necesaria una “revolución en dos etapas”. Primero, suponía una alianza con los “capitalistas progresistas” para alcanzar la independencia nacional y los derechos democráticos sobre una base capitalista. Sólo “después” se pondría en la agenda la lucha por el poder obrero y el socialismo.

Esta fue la misma incorrecta posición que había sido levantada por los Mencheviques antes de la Revolución Rusa. Cuando los trabajadores derrocaron al Zar en febrero de 1917 y tomaron el poder en sus manos, sus líderes Mencheviques entraron en escena y apoyaron a un “gobierno provisional” capitalista que no era ni “progresista” ni democrático. Lenin y Trotsky denunciaron esta política, y convencieron a la mayoría de la clase obrera de la necesidad de tomar el poder. Si no hubieran hecho tal, era casi inevitable que el “gobierno provisional” hubiera sido reemplazado por una sangrienta dictadura militar.

En China durante los años ’20, en nombre de la teoría de las “dos etapas”, el PC Chino se disolvió en el Kuomintang burgués liderado por Chiang Kai Shek. Un enorme movimiento de trabajadores y campesinos luchando por conquistar el poder, pero privados de liderazgo, fue traicionado y derrotado por el “burgués progresista” de Chiang Kai Shek.

La idea de una clase capitalista “progresista” resultó igualmente inapropiada en Vietnam. Las restricciones discriminatorias impuestas por la administración francesa habían efectivamente excluido a los vietnamitas de ingresar a la industria, las finanzas y el comercio. El desarrollo capitalista “nacional” fue restringido al préstamo de dinero y a la clase terrateniente. Esta clase tendía a obtener la ciudadanía francesa y a enviar a sus hijos a escuelas francesas. Ellos eran leales defensores del dominio colonial.

Las políticas de la Internacional Comunista rindieron su primera prueba en serio en Vietnam con la llegada al poder del gobierno del “Frente Popular” en Francia en 1936. Este fue un gobierno de colaboración de clase en el cual los partidos Socialista y Comunista se unieron, o apoyaron, a una coalición con las llamadas “fuerzas burguesas progresistas” contra la amenaza del fascismo. El PC estaba, de hecho, siguiendo la política externa de Stalin la que, desde mediados de los años ’30, buscó alianzas con las potencias capitalistas anti-germánicas, y en particular con el imperialismo francés.

La ascensión al poder en Francia de un gobierno que incluía al PC alentó a las masas en Vietnam. Allí hubo un resurgimiento de la lucha y la organización de la clase obrera. Pero los colaboracionistas de clase del “Frente Popular” no tenían ninguna intención de liberar las colonias, o incluso de ninguna reforma mayor al sistema colonial. Los sindicatos siguieron estando proscritos, y los líderes obreros encarcelados – incluyendo al comunista Nguyen Van Tao. El ministro de colonias francés, un miembro del reformista Partido Socialista, telegrafió a Vietnam que “el mandato francés debe reinar en Indochina como en cualquier otra parte”.

¿Cuál fue la respuesta de los líderes del Partido Comunista en Vietnam? Los eslóganes “¡Fuera el imperialismo!” y “¡A confiscar la tierra de los grandes terratenientes!” fueron “temporalmente removidos”. La teoría de las “dos etapas” estaba basada en la falsa idea de que la burguesía “nacional” lucharía por la independencia contra el imperialismo. Pero las políticas de colaboración de clase, una vez comenzadas, no conocen de etapas. Con una obediencia servil a las políticas de colaboración de clase estalinistas en Europa, el PC Vietnamita estaba colaborando ahora con … ¡la burguesía imperialista y los terratenientes feudales!

Los consejeros del PC en el consejo municipal de la ciudad de Saigón votaron a favor de impuestos para la “defensa nacional” – impuestos para la supresión colonial. Después de todo, ¿No le había dicho Stalin al Primer Ministro francés Pierre Laval en 1935 que él “comprendía y aprobaba completamente la política de defensa nacional de Francia”?

En oposición al estalinismo y a la teoría de las dos etapas, se desarrollaron en Vietnam, en los años ’30, grupos políticos que apoyaban las ideas de Trotsky, los que cada vez más ganaban ascendiente en el movimiento sindical. Ellos también les arrebataron a los comunistas el control de grupos políticos organizados en torno al periódico La Lutte (La lucha).

En 1939, tuvieron lugar elecciones para el Consejo Colonial de Cochinchina (Vietnam del Sur). Este era un cuerpo con un relativo escaso poder, basado en una franquicia restringida que descalificaba a numerosos trabajadores. No obstante, los candidatos Trotskistas Ta Thu Thau, Tran Van Tach y Pan Van Hum fueron electos con el 80% de los votos, derrotando a los candidatos del Partido Comunista y partidos burgueses.

La militancia de los partidos trotskistas creció a cerca de 5000 miembros, y el PC se dividió, con una considerable sección de su membresía obrera afiliándose a los Trotskistas. El historiador J. Buttinger comentó sobre este período: “…el Partido Comunista fue durante muchos años eclipsado por un movimiento trotskista tan fuerte que llegó a ser, por un corto período, el principal grupo al mando de la totalidad del bando comunista y nacionalista”.

Pero con el estallido de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939, todos los partidos obreros fueron ilegalizados y se libró una intensa represión. Ta Thu Thau y Tran Van Thatch fueron encarcelados junto a muchos otros en el infame campo de concentración de la isla Poulo Condor, donde los prisioneros eran encerrados como animales en pequeñas celdas subterráneas.

En 1940, el ejército del imperialismo japonés ocupó Vietnam. Francia había caído frente a los Nazis – y durante la mayor parte de la guerra los japoneses permitieron al régimen colaboracionista de Vichy gobernar Vietnam. Cuando la guerra llegaba a su fin, sin embargo, decidieron que no se podía confiar en la administración francesa, y la reemplazaron con un gobierno títere encabezado por el antiguo emperador Bao Dai.

En mayo de 1941, el Vietminh (Liga por la Independencia de Vietnam) fue formado por iniciativa del Partido Comunista, y lanzó una guerrilla contra los japoneses desde bases cercanas a la frontera China, en el norte rural. Para 1945, las condiciones para la mayoría de la población eran desesperadas. La hambruna causaba estragos en el norte del país, matando a un estimado de 2 millones de personas- mientras los japoneses exportaban arroz para alimentar a sus tropas.

Cuando Japón se rindió a las potencias aliadas en agosto de 1945, la escena estaba preparada para una masiva explosión social. En todo el sur, pero particularmente en Saigón, los Comités Populares, equivalentes de los Soviets, emergieron y comenzaron a tomar el poder. Los campesinos tomaron las tierras de los terratenientes, y los trabajadores tomaron control de las fábricas. Los prospectos para la formación de un estado democrático socialista no podrían haber sido mejores. Para que esto hubiera sido establecido, era necesario que la maquinaria estatal fuera destruida, y que los “Comités Populares” se vincularan en un nuevo poder estatal democrático, basado en la clase obrera.

Pero el liderazgo del PC estaba imbuido en el espíritu de colaboración de clase implícito en la teoría de las “dos etapas”. Esto se reflejaba en la composición de clase del partido. Un informe interno del partido posteriormente desclasificó que sólo uno de cada trece de sus miembros en posiciones claves eran obreros, y menos del 20% eran campesinos. La vasta mayoría eran intelectuales y miembros de la clase media urbana. Por sobre todas las cosas, los líderes del partido temían al movimiento independiente de las masas, particularmente a la clase obrera influenciada por las ideas Trotskistas.

En el norte rural, el Vietminh dominado por el PC declaraba la independencia el 2 de septiembre en Hanoi, pero en línea con la teoría de las “dos etapas”, lo hacía sobre la base de una constitución firmemente burguesa, modelada de acuerdo a la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. El gobierno incluyó miembros del partido nacionalista de derechas Quoc Dan Dang. De hecho, Ho Chi Minh llegó a obtener los imperiales sello dorado de gobierno y la espada incrustada en rubí de manos del desacreditado líder títere Bo Dai, ¡y lo nombró “Consejero Político Supremo”!

En el sur, el 21 de agosto, tras masivas manifestaciones de trabajadores en Saigón, se estableció un Comité Central provisional para los Comités Populares. La mayoría de los partidos políticos se aliaron para formar un “Frente Unido Nacional”. Surgía una situación de poder dual, tal como había existido tras la revolución de febrero en Rusia. EL PC era relativamente débil en el sur, más desarrollado económicamente, con su clase obrera más militante. Desesperados por controlar la situación, se aliaron con el ala derecha del Frente Unido Nacional (FUN).

A las 5 AM del 23 de agosto, en un intento consciente por sobrepasar a los Comités Populares, el PC tomó el poder a través de un golpe. Usó el prestigio del Vietminh para cubrirse de credibilidad frente a las masas, y presionaron a líderes burgueses nacionalistas para entrar en un gobierno de coalición llamado “El Comité del Sur”.

Este gobierno liderado por el PC inmediatamente se preparó para acabar con el movimiento de masas. El líder del PC Nguyen Van Tao declaró: “Aquellos que inciten a los campesinos a tomarse los predios serán severa e inmisericordemente castigados…Nuestro gobierno, repito, es un gobierno democrático y de clase media, aún cuando los comunistas estén ahora en el poder”.

La clase obrera había creado numerosas milicias obreras para defender la revolución. En Saigón, éstas se unificaron para formar la Guardia Obrera bajo liderazgo trotskista. Esto fue presenciado con horror por los líderes del PC. Vociferaron: “Aquellos que inciten al pueblo a tomar las armas serán considerados saboteadores y provocadores, enemigos de la independencia nacional”. Declararon, en cambio: “Nuestras libertades democráticas estarán garantizadas por nuestros aliados democráticos”. ¿Quiénes eran esos “aliados democráticos”?

Persiguiendo sus propios intereses imperialistas, las potencias “aliadas” había luchado contra la Alemania Nazi – del mismo lado que Rusia. Pero esto no significaba que los imperialistas se hubieran transformado en garantes de la democracia – como sostenía la burocracia rusa. No obstante, esta fue la posición acríticamente aceptada por los líderes del PC Vietnamita.

En las conferencias de Yalta y Potsdam en 1945, Stalin había llegado a un acuerdo con Roosevelt y Churchill para la división del mundo de postguerra en “esferas de influencia”. Stalin tenía escaso interés en la lucha en el Sudeste Asiático y convino un acuerdo que dividía Vietnam en dos en el paralelo 16. Para supervisar la rendición japonesa, el norte fue “asignado” a los reaccionarios señores de la guerra chinos quienes eran los principales interesados en saquear todo lo que pudieran; el sur fue para el ejército británico.

Fueron estas potencias imperialistas a las que la burocracia estalinista llamó “aliados democráticos” – y cuya ocupación de Vietnam fue servilmente defendida por los líderes del PC Vietnamita. Por lo tanto, en vez de llevar adelante la lucha por un nuevo estado obrero, los líderes del PC colaboraron apoyando una maquinaria estatal colonial – que ahora descansaba en los ejércitos aliados, en lugar de los japoneses.

Desde el 12 de septiembre, las tropas británicas, en su mayoría Gurkhas indios comandados por el General Gracey, comenzaron a llegar. Fueron saludados con manifestaciones organizadas por el Vietminh con el eslogan (en inglés) “¡Bienvenidos aliados!” El Vietminh incluso dispuso sus propios cuarteles generales para las fuerzas británicas.

Los Comités Populares denunciaron la colaboración del Vietminh con las fuerzas británicas. Como resultado, el 14 de septiembre el jefe de policía del Vietminh y esbirro del Partido Comunista Duong Bach Mai, envió un destacamento hacia el lugar donde los Comités Populares se estaban reuniendo en asamblea. Lo hicieron trizas, desgarrando las banderas rojas que engalanaban las salas de asambleas, destruyendo sus grabaciones, y arrestando y encarcelando a sus líderes.

Pero, a pesar de la ayuda del PC en aplastar al movimiento popular, el General Gracey no compartía sus ilusiones en la colaboración de clases. Como señalara más tarde: “Fui saludado a mi llegada por el Vietminh. Rápidamente los expulsé”. Clausuró la prensa, prohibió las manifestaciones y declaró ley marcial. El 22 de septiembre, las tropas británicas fueron enviadas a hacerse cargo de la cárcel de Saigón. Desarmaron a los guardias vietnamitas, liberaron a las tropas francesas que allí se encontraban encarceladas, y las rearmaron. Juntos, los británicos y franceses se apoderaron de instalaciones claves de la ciudad, desalojaron al gobierno vietnamita del ayuntamiento de Saigón y arrestaron a sus líderes.

De esa forma acabaron los cuatro años de independencia de Vietnam.

Para el amanecer del 23 de septiembre el golpe había sido completado. Las tropas francesas se empeñaron en una orgía de violencia contra cualquier vietnamita que encontraran. Hubo allí, como lo describiera el reportero británico Tom Driberg (posteriormente parlamentario laborista), “lamentables escenas de venganza”.

Las masas respondieron magníficamente a este intento de reimponer el orden colonial. Le siguió una insurrección y la mayor parte de Saigón fue tomada por los obreros. La ciudad fue convulsionada por masivas manifestaciones, el mercado fue incendiado y se erigieron barricadas. Las estaciones de energía y de radio fueron atacadas, y se lanzó una ofensiva contra las fuerzas imperialistas.

Enfrentado a la revolución, el General Gracey rearmó…¡a las tropas japonesas! De hecho, en las batallas que siguieron los japoneses sufrieron más bajas que las fuerzas aliadas en su conjunto. Con un liderazgo determinado a establecer una democracia obrera, los trabajadores y campesinos vietnamitas pudieron haber realizado un llamado a la fraternidad de clases a los soldados rasos de las tropas luchando contra ellos – y de esa forma dividir y paralizar a las fuerzas enemigas.

El colapso del fascismo en el final de la guerra tuvo enormes efectos en la radicalización de los trabajadores en todo el mundo, y este ánimo infectó a las exhaustas tropas de todas las naciones. Más aún, las tropas del General Gracey eran Gurkhas indios que no podían no haber sido afectados por la lucha por la independencia en India que estaba en ese entonces acercándose a una victoria. Ellos estaban particularmente encolerizados por el rearme de las tropas japonesas: algunos documentos militares registraron que esta política fue llevada a cabo “ante la indignación de todas las filas en ese momento”. Un claro llamamiento de clases a las tropas hubiera tenido un tremendo impacto sin lugar a dudas.

Una muestra del potencial que existía para aquel llamamiento basado en la fraternidad de clases fue ofrecida por el ejemplo de las fuerzas japonesas, quienes al final de la guerra comenzaron a desintegrarse en líneas de clase. Este proceso fue descrito por el historiador Vu Ngu Chien: “Algunos japoneses se inclinaron hacia el Vietminh, liberando prisioneros comunistas, proveyendo de armas al frente del Vietminh, e incluso ofreciendo sus servicios para las fuerzas locales del Vietminh. Otros, incluyendo a los jefes militares, querían usar sus fuerzas para apoyar al gobierno de Kim (el gobierno títere vietnamita) y aplastar al Etsumei [Vietminh].

En vez de eso, los líderes del Vietminh, aún intentando contener la lucha de masas, negociaron un cese al fuego a comienzos de octubre. Esto sólo permitió a los franceses traer más tropas. Cuando el cese al fuego se rompió, las fuerzas imperialistas lanzaron una ofensiva de un salvajismo incalificable, atacando combatientes y civiles sin distinción – un duro antecedente de lo que sería la estrategia estadounidense 20 años después.

El mando británico emitió la siguiente directiva: “Podría resultarnos difícil distinguir entre amigos y enemigos. Se debe usar siempre la máxima fuerza disponible para asegurar la aniquilación de cualquier hostilidad que se pueda encontrar. Si se usa demasiada, no habrá daño”.

Los trabajadores vietnamitas lucharon heroicamente con los exiguos recursos que disponían, atacando los puertos, aeropuertos y bases aliadas, usando lanzas y flechas envenenadas en algunos casos – llegando incluso a impresionar a las experimentadas tropas aliadas con su coraje y osadía. Fueron recibidos en cambio con morteros y armas de campaña en una masacre indiscriminada. Oficialmente, 2700 vietnamitas fueron asesinados, aunque las cifras reales fueron mucho más altas.

Mientras los trabajadores batallaban desesperadamente para defender la revolución, la principal preocupación de los líderes del PC era eliminar cualquier oposición a ellos. Su mayor blanco eran los trotskistas, quienes se habían opuesto consistentemente a sus políticas incorrectas.

Incluso durante la Guerra Mundial, el PC, etiquetando a los comunistas de “secuaces de los fascistas”, en palabras de Ho Chi Minh, no mostraron escrúpulos en colaborar con los franceses contra el movimiento Trotskista. En 1941 había entregado 15 activistas a las autoridades – derivando en su arresto.

Ahora, los líderes del PC disponían “escuadrones de honor” con la “honorable” tarea de exterminar a quien se les opusiera. Los líderes del Grupo de Lucha, que se reunían para coordinar acciones militares contra los franceses, fueron rodeados por uno de estos grupos, arrestados y luego ejecutados. Entre los asesinados estaba Tran Van Thach, liberado sólo unas semanas antes desde Poulo Condor.

Ta Thu Thau, el otro líder trotskista, había marchado al norte del país para ayudar a organizar tareas de alivio contra la hambruna. Ellen Hammer, una escritora estadounidense, describió lo que sucedió cuando éste regresó: “Bajo las órdenes de Hanoi, él fue arrestado en el trayecto. Fue juzgado tres veces por Comités Populares locales y en cada ocasión fue liberado de cargos. Pero se dice que Tran Van Giau [el líder del PC] despiadado en su búsqueda de poder, sintió que su posición en el sur estaba siendo amenazada por la popularidad de Ta Thau. Al parecer, extendió una suerte de ultimátum al Comité Central del Vietminh en Hanoi – era él o Thau – y Hanoi cedió. Ta Thu Thau fue asesinado en Quang Ngai, Annam, bajo las órdenes de Tran Van Giau”.

Thau había sido un líder de los trabajadores en China durante la abortada sublevación de la Comuna de Cantón en 1927, y había sobrevivido a su derrota por las tropas contrarrevolucionarias. Pasó años en prisión, incluyendo seis años en Paulo Condor, donde la tortura lo había dejado parcialmente paralítico. Había sido elegido para el Consejo Municipal de Saigón y el Consejo Colonial de Cochin-China en numerosas oportunidades.

Mientras los líderes del PC por un lado asesinaban a este líder obrero, por otro, intentaban desesperadamente apaciguar a las potencias imperialistas.

Unos meses después, Ho Chi Minh comentaba sobre la muerte de Thau: “Fue un gran patriota y lamentamos su muerte…Todos aquellos que no sigan la línea que yo he trazado serán abatidos”. ¿Cuál era esa “línea”?

En noviembre de 1945, ¡el PC se disolvió voluntariamente! La declaración que emitió llevó la teoría de las “dos etapas” a su conclusión lógica. “Con el fin de completar las tareas del Partido en este inmenso movimiento de emancipación del pueblo vietnamita, la unidad nacional concebida sin distinción de clases o partidos es un factor indispensable”.

Más aún, enfatizaba que estaba “…siempre dispuesto a poner los intereses del país por sobre aquellos de las clases…”. Pero incluso la defensa de la independencia nacional era imposible una vez que esta lucha estaba conscientemente divorciada de las luchas de la clase obrera y el campesinado pobre. Esto estaba pronto a ser desastrosamente demostrado en la práctica.

Para ese entonces, los franceses no tenían tropas en el norte, y el comandante francés Leclerc era bastante franco sobre esta debilidad: “Nunca nos propusimos lanzar una conquista armada del norte de Indochina…Para hacer eso hubiéramos necesitado fuerzas mucho más poderosas que las que ahora tenemos”.

Pero Leclerc jugó con la debilidad mostrada por los líderes del PC y su colaboración de clases. Le propuso un acuerdo al Vietminh, que ellos firmaron en marzo de 1946, mediante el cual se reconocía la “independencia vietnamita en la Unión Francesa” – ¡a cambio de permitir a las tropas francesas ocupar el norte!

Cuando el acuerdo fue anunciado, el pueblo vietnamita estaba desconcertado. Ho Chi Minh, hablando en un encuentro masivo en Hanoi, se vio obligado a rogarle a su audiencia, “Les juro que no los he vendido”.

“Independencia en la Unión Francesa” no significaba otra cosa que permanecer bajo dominio colonial. El “acuerdo” simplemente les permitió a los franceses consolidar sus fuerzas, y reimponer un dominio colonial efectivo en el norte y en el sur.

El Acuerdo de Marzo fue repetidamente violado por los franceses, y completamente quebrado en noviembre, cuando los franceses bombardearon el puerto de Haiphong, asesinando a 6000 personas de acuerdo a las estimaciones “oficiales” – aunque las cifras reales se acercaban a las 20000.

Los franceses comenzaron una cacería general del Vietminh, quienes – mientras Ho Chi Minh patéticamente les rogaba a las potencias aliadas, al Papa y a otros – eran forzados a un retiro a la clandestinidad y hacia el campo, para comenzar los que sería una guerrilla de 30 años para la recuperación de la independencia nacional.

Si bien la principal responsabilidad de la derrota de la revolución vietnamita de 1945 recae sobre los líderes del PC Vietnamita, los líderes de la clase obrera en Gran Bretaña y Francia también jugaron un rol vergonzoso.

Gran Bretaña tenía un gobierno laborista dirigido por Clement Attlee. Antes de la guerra, Attlee había escrito que “El Partido Laborista por supuesto que se opone al imperialismo, ya sea en su antigua o nueva versión”. Aún así, el gobierno laborista en 1945 acordó la ocupación británica de Vietnam del Sur limitándose a ordenar al General Gracey: “Única misión: desarmar a los japoneses. No se involucre en mantener el orden”.

Sin embargo, era típico de la ceguera reformista esperar que los oficiales educados en escuelas públicas y entrenados en Sandhurst traicionaran a su clase y al imperialismo. Gracey siguió adelante en “mantener el orden”, es decir, aplastar la revolución – y no fue obstaculizado por el gobierno laborista.

Attlee se redujo a asegurarle a sus críticos en el laborismo que “deben estar seguros que el gobierno esta ejecutando los principios que siempre ha defendido”. El Secretario de Asuntos Exteriores, de derechas, Ernest Bevin, no ocultó lo que él defendía. Elogió “la próxima y amistosa cooperación entre la comandancia británica y francesa”, y habló en defensa de la “actitud liberal de parte del gobierno francés”.

Si los líderes del Partido Laborista en Gran Bretaña apoyaron tácitamente al imperialismo, el rol de los líderes Partido Comunista Francés fue aún más reaccionario. Los acuerdos de postguerra entre Stalin y las potencias occidentales habían puesto a Francia dentro de la esfera de influencia de Occidente. A pesar de que el Partido Comunista de Francia podría haber tomado el poder después de la guerra y llevado a cabo la revolución socialista, su política, siguiendo la línea de Stalin, fue la de no desafiar al capitalismo. Se hizo parte de una coalición similar al “Frente Popular” de 1936 – y con un rol similar. Sin críticas desde el PC, ¡este gobierno de colaboración de clase apoyó efectivamente la recolonización de Vietnam!

Un informe preparado para los comunistas vietnamitas por el PC Francés les aconsejaba asegurarse de que su lucha “cumpliera con requisitos de la política soviética”. Les advertía que cualquier “aventura prematura” hacia la independencia vietnamita “podría no estar en línea con las perspectivas soviéticas”, y los urgía a una política de “paciencia”. ¡Esto ocurrió dos días después de que el golpe ideado por Gran Bretaña depusiera al gobierno del Vietminh, y que fuera seguido de una revancha salvaje por las fuerzas francesas!

Más tarde, el líder del PC Francés Maurice Thorez, un vice premier en el gobierno, le señaló a una delegación vietnamita que “el Partido Comunista bajo ninguna circunstancia deseaba ser considerado el eventual verdugo de la posición francesa en Indochina, y que él ardientemente deseaba ver ondear la bandera francesa en todas las esquinas de la Unión Francesa”.

Increíblemente, en 1945 y 1946 los parlamentarios del Partido Comunista en Francia una y otra vez votaron a favor el presupuesto militar que incluía fondos especialmente destinados para las tropas francesas en Vietnam; se opusieron a los intentos del Partido Socialista de reducir dicho presupuesto; ¡y apoyaron el envío de felicitaciones a los cuerpos de la Expedición Francesa, en diciembre de 1946, luego que éstos bombardearan Haiphong!

Ocho años de guerra transcurrieron antes de que los franceses fueran derrotados en 1954. Luego, después de que el Vietminh otorgara desastrosas concesiones en el acuerdo subsiguiente – que perpetuó la partición del país – siguieron otros 20 años de guerra contra el imperialismo de los EEUU y sus títeres en el sur, antes de que el capitalismo y los terratenientes fueran derrocados a lo largo y ancho de Vietnam.

Estas luchas siempre serán una inspiración para los socialistas de todas partes del mundo. No obstante, aún hoy, a pesar de los sustanciales logros sociales de la reforma agraria y la nacionalización de la industria, el pueblo vietnamita ha tenido que pagar la derrota de la revolución obrera de 1945 en la forma del domino de una burocracia estalinista privilegiada, implacablemente hostil a la democracia obrera, y desatando guerras contra burocracias similares en China y Kampuchea en la búsqueda se sus propios intereses nacionales.

El legado de los líderes del PC en la derrotada revolución de 1945 imbuirá a cada luchador socialista con la resolución de que las desastrosas políticas estalinistas del “etapismo” y “frentepopularismo” deben ser extirpadas del movimiento obrero internacional, con el fin de preparar la victoria de la democracia obrera y el socialismo en las nuevas y más grandes batallas que se avecinan.

Publicado por primera vez en la revista Marxista Sudafricana Inqaba Ya Basabenzi

 

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