Movimiento Obrero
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El precio de la electricidad subió un 80% en un año según el INE, la gasolina es un 50% más cara, los aceites de consumo doméstico un 30% etc...la inflación cerró el mes de marzo con un incremento del 9,8% y la previsión del Banco de España es que la subida media de los precios se mantenga en el 7,5%. Esta alza dramática de los precios está castigando duramente a las familias trabajadoras.

Además la guerra en Ucrania mantiene y magnifica esta situación que ya existía antes de la guerra. Ya en Diciembre de 2021 la inflación se había elevado al 6,7% debido sobre todo a la falta de suministros, la especulación de los carburantes y el sistema de fijación de precios de las eléctricas. Y no había guerra.

Ahora, con la excusa de la guerra, nos hablan de un “pacto de rentas” auspiciado por el Gobierno y que ya están negociando la CEOE y UGT y CCOO. Es imprescindible dicen los empresarios, porque si los salarios recuperasen el poder adquisitivo perdido se entraría en una espiral de inflación que perjudicaría al empleo y los salarios. Es rotundamente falso decimos nosotros, aumentar los salarios con el índice de precios lo único que provocaría sería la reducción de los beneficios empresariales. Por eso nos oponemos a un pacto de rentas, cuyo fruto más seguro será el empobrecimiento de los trabajadores a costa del mantenimiento de los beneficios empresariales. Se habla de un pacto de rentas que contenga los salarios en el 3% y eso supondría una pérdida enorme del poder adquisitivo de nuestros salarios, pérdida que incrementaría la devaluación salarial que arrastramos desde la crisis del 2008. Según la Agencia Tributaria de 2007 a 2020 los salarios crecieron un 10,2% y sin embargo en el mismo período la inflación creció un 20,3%. Sin embargo, según la misma agencia al capital le fue muy bien, los más pudientes han visto como sus inversiones en Bolsa valen el doble que en la mitad de la pandemia. Por eso exigimos, en estas circunstancias que nos hacen tan difícil el día a día, en la que los precios achican el valor de nuestros salarios, la escala móvil precios salarios, solo así podremos mantener el poder adquisitivo.

Solo hace falta echar una ojeada a los últimos datos de la Contabilidad Trimestral del INE para ver la magnitud de la pérdida de poder adquisitivo de los salarios. El incremento medio pactado en los convenios colectivos a final del año 2021, que afectaba a 8,3 millones de trabajadores y que por el retraso en el registro de convenios pueden llegar hasta los 10 millones de trabajadores fue del 1,47% de incremento frente a una inflación del 6,7%. En lo que llevamos de año 2022 las subidas medias pactadas están siendo del 2%. Como todos sabemos la inflación del mes de marzo ha escalado al 9,8%.

Las pérdidas continuadas de salarios y derechos sociales se intensificaron en las crisis del 2008 y la provocada por la pandemia y han producido una situación social calamitosa.

Según un estudio de la Universidad de Alicante en colaboración con varias universidades la precariedad laboral afecta, en algún grado, al 48% de la población asalariada y al 75% de la juventud trabajadora.

Según datos del INE, un 27% de la población vivía en pobreza o en riesgo de pobreza en 2020. Y según datos de FOESSA la exclusión social grave pasó del 8,6% en 2018 al 12,7% en el 2020. Especialmente entre la juventud.

Como último dato para medir la situación mostrar el dato del salario que más personas cobran de este país, el salario más frecuente, es según los últimos datos del INE de 1320 euros brutos mensuales. Esta es la clase obrera a la que se quiere aplicar el pacto de rentas con contención de los salarios, esta es la clase obrera que ya no puede apretárselo y que está forzada a la lucha para mantener el poder adquisitivo y huir de la miseria. Al momento de escribir este articulo la patronal rechaza incluir en el acuerdo algún mecanismo de revisión salarial, que es la exigencia central de los sindicatos, y ese rechazo haría fracasar el pacto. Ante la falta de un acuerdo las patronales subirán los salarios con la inflación subyacente, y la cifra que calcula el Banco de España para este IPC sin energía ni alimentos frescos, terminará este año en una media del 2,8% y los dos próximos ejercicios en el 1,8% y el 1,7% respectivamente, ahora está en el 3,4%. Esta propuesta es totalmente inaceptable para los sindicatos , que a pesar de su posición favorable a la negociación no podrían justificar la enorme pérdida de poder adquisitivo que supondría esta actualización salarial. Sin acuerdo, patronal y sindicatos anticipan que aumentará el numero de huelgas, de hecho según datos del periódico económico Cinco días, que recuerda la huelga del metal de Cádiz, el número de horas perdidas por huelga se ha incrementado un 40 % desde 2019. Uno de los negociadores sindicales expresaba con claridad meridiana la urgencia del pacto: “Hay una importante pérdida de capacidad de compra para los trabajadores. Si se firma el acuerdo, se evitará mucha conflictividad laboral en los próximos meses. Por eso es importante firmarlo cuanto antes.” Ese es el pensamiento de este “departamento de extinción de incendios sociales”, que constituyen, de hecho, las direcciones sindicales de UGT y CCOO, que emplearon todos sus recursos en neutralizar la movilización másiva de los trabajadores del metal de Cádiz en lugar de potenciarla y llevar a los trabajadores en lucha a la firma de un convenio colectivo que mejorase sus condiciones salariales y sociales.

La clase obrera está abocada a la lucha, solo a través de la organización y la movilización unitaria se podrá combatir la plaga de precariedad y miseria que amenaza y se extiende a toda la clase trabajadora, especialmente a la juventud, machacada en sus expectativas vitales por dos crisis consecutivas y por la propia situación excepcional de la pandemia. La falta de futuro ha provocado el incremento de las enfermedades mentales, incluso el aumentos del número de suicidios en esta franja de población, que percibe que su vida, a pesar de contar muchas veces con curriculums brillantes es un sinsentido, y que de másiadas veces acaban sobreviviendo con trabajos precarios de camarero “ilustrado”.

El día 5 de Abril el sindicato ELA en Bilbao reunió a 3000 delegados sindicales en un mitin y posterior manifestación por las calles de Bilbao contra la precariedad. Allí tuvieron especial protagonismo una serie de empresas con luchas largas y duras contra la precariedad y por la dignificación de sus condiciones de trabajo y salarios: Novaltia, cuyos trabajadores cumplían ese día 989 días de huelga, IMQ, Residencias, sanitarias de Osakidetza, La subcontratas de URA, Eulen, Serkom, Enviser, para la limpieza de ríos de Bizkaia y Araba, actualmente en huelga indefinida etc... Según el sindicato 407.300 personas son precarias en la comunidad autónoma. Desde la mesa se lanzó un mensaje que encierra una gran verdad, “ No eres tu, no son los lunes, es el capitalismo, no necesitas un psicólogo, todos necesitamos un sindicato. ” Es cierto, los trabajadores sin organización, individualmente, somos carne de explotación.

Pero las direcciones burocráticas de los sindicatos, no están a la altura de las necesidades de la clase obrera, como han demostrado en Cádiz y con la negociación y aprobación de la reforma laboral, totalmente frustrante para los trabajadores, tienen una desconfianza orgánica de la clase trabajadora y un pavor desmedido a la gran burguesía. Estos aparatos están soldados a un sistema de financiación que descansa en parte en el estado burgués en lugar de sus afiliados. Excepto en Euskadi y Galicia, donde dominan los sindicatos nacionalistas ELA,LAB y CIG, UGT y CCOO copan la representación sindical con un 67,4% de los delegados sindicales. Por ello, es urgente poner en pie corrientes de oposición dentro de ambos sindicatos que levanten una bandera alternativa, aglutinando a su alrededor el descontento creciente que se respira en sus bases. Este es el momento, el malestar por la pérdida del poder adquisitivo está provocando un incremento de luchas. Es el mejor caldo de cultivo para que estas corrientes opositoras crezcan y se fortalezcan, ante el conservadurismo del aparato. CGT y otros sindicatos deben proponer públicamente planes conjuntos de lucha, y que sean, en todo caso, las direcciones de UGT y CCOO quienes den la cara ante sus bases para negarse a luchar, mientras proporcionan asesoramiento y colaboración a las corrientes opositoras que se vayan fraguando en el seno de las grandes centrales. En todo conflicto debería formarse comités de huelga elegidos en asamblea, esta sería la mejor manera de evitar el control burocrático de los aparatos sindicales. Así conseguiríamos darle la vuelta al actual panorama sindical, conciliador y poco participativo y desarrollar el sindicalismo de clase y combativo.

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