Movimiento Obrero
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Me llamo Raquel, tengo 22 años y os voy a contar mi experiencia laboral en el sector hostelero. He trabajado en bastantes sitios y todos están unidos por un mismo hilo, unas condiciones laborales muy precarias.

Comencé trabajando con 15 años, sin tener formación académica relacionada con este sector, en un bar, tan sólo un fin de semana. Por los tres días me pagaron 70€ en negro, cosa que yo creía que sería porque no tenía edad legal aún para trabajar. Pero después de cumplir la edad legal para trabajar, me siguieron pagando en negro.

Mi segundo trabajo fue de ayudante de cocina en un restaurante de Málaga, en el cual trabajaba los fines de semana, durante 10 u 11 horas seguidas, por 20 o 25€ al día. Parte de este sueldo me lo gastaba en el autobús para poder volver a mi pueblo, ya que tampoco me pagaban los gastos de transporte.

Después de trabajar como ayudante de cocina en varias empresas, continué ampliando mi currículum, pero esta vez, de camarera. Para esto, tan sólo es necesario tener buena presencia y ser ágil para realizar el trabajo con rapidez, ya que tampoco te piden que tengas formación académica. Vas aprendiendo sobre la marcha y pretenden que seas 100% eficiente y productivo en tu trabajo desde el primer día.

En algunas de las empresas donde he trabajado, tampoco tuve un horario fijo. Me lo cambiaban cada semana, obligándome a adaptar mi vida personal a este horario aleatorio. Había una alta probabilidad de que el mismo día, un rato antes de entrar a trabajar, me dijeran que no era necesario que finalmente estuviera ese día en mi puesto de trabajo, que entrara una hora antes, o incluso estando en el trabajo, me pedían que me quedase un par de horas más.

Otra práctica común de los empresarios era el hecho de que me tuvieran sin contrato unos meses, como “periodo de prueba”, cuando ya había trabajado la temporada anterior.

Por si fuera poco, en la última empresa que me contrató, me grababan en audio y vídeo mientras trabajaba, sin ningún tipo de excusa. Yo me enteré de esto gracias a una compañera que me advirtió de que tuviera cuidado con lo que decía porque la cámara también tenía grabación de audio, siendo esto ilegal y totalmente indigno, ya que es una forma más de violar tu intimidad.

A una edad muy joven, pude constatar en primera persona la dureza del sector. Mala remuneración por hora, jornadas extenuantes, impago de horas extras, horarios a gusto del empresario, contratos basura con baja cotización, etc. Por no hablar del derecho a vacaciones y algunos fines de semana y festivos libres. El uniforme y el calzado, que suele ser caro si quieres que sea cómodo tras tantas horas, casi siempre lo tenemos que pagar los trabajadores. Además, en muchos sitios hay jefes déspotas, que maltratan a sus subordinados a base de gritos y humillaciones. Y, cuando eres mujer, a menudo utilizan su posición de poder para mirarte, hablarte y tratarte de manera obscena.

Los jóvenes nos encontramos en una situación de total incertidumbre, ya que sólo podemos aspirar a tener este tipo de trabajos. En mi caso, muchas veces he sentido miedo de que, si me negaba a que me trataran como una marioneta, me pudieran despedir. Al fin y al cabo, siempre tienen a su disposición otros jóvenes desesperados, sin formación y dispuestos a cobrar una miseria.

En mi caso, como el de tantos jóvenes, aceptamos estas condiciones laborales porque buscamos la independencia económica con respecto a nuestras familias y poder formarnos en estudios superiores que nos faciliten el acceso a una vida más digna. Si los jóvenes en edad de estudiar tuviésemos becas que cubriesen nuestras necesidades, no nos veríamos condenados a sufrir esta situación.

Todo esto refleja que nos tratan como marionetas en sus manos, y estamos completamente subyugados a la producción y la perpetuación de la ganancia de los empresarios. No les importa que no demos un servicio de calidad, debido a la falta de formación en el sector, ni que los jóvenes que no sentimos vocación por la hostelería, no podamos dedicarnos a desarrollarnos a nivel personal y académico. ¡Sólo les importa su beneficio!

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