Movimiento Obrero
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Publicamos a continuación el texto aparecido en el diario Gara, defendiendo la manera en la que la mayoría sindical vasca (conformada por ELA-STV y LAB) han convocado la semana próxima huelga general en Euskadi. A continuación publicamos la respuesta al texto mencionado del marxista vasco Arturo Val del Olmo, primer Secretario General de la UGT de Álava en la Transición. La UGT de Álava tuvo entonces mayoría sindical, incrementándola año tras año hasta 1983, cuando fue disuelta por oponerse a la política de reconversión industrial del gobierno de Felipe González.

 

 Atzo Gara egunkarian argitaratutakoa:
Tres décadas avalan a un sindicalismo vasco más reivindicativo y ágil.
Autores: Ramón SOLA- Pablo RUIZ DE ARETXABALETA (diario Gara)

 Autor: Arturo Val del Olmo – Vitoria-Gasteiz.
RESPUESTA AL ARTÍCULO DEL DIARIO GARA.

 

Si históricamente el movimiento obrero vasco ha tenido un carácter especialmente combativo, las huelgas generales de los últimos treinta años han mostrado rasgos diferenciados en cuanto a contenidos y capacidad de confrontación respecto al sindicalismo estatal.  

 

Euskal Herria siempre ha sido un puntal en cuanto a las luchas obreras. Según explica el historiador Iñaki Egaña en ``Diccionario histórico-político de Euskal Herria'', «ya en las matxinadas del siglo XVIII, Gipuzkoa conoció varias protestas de este tipo, aunque no sería hasta la industrialización de Bizkaia cuando tomaron un carácter masivo». Destacaron las huelgas de mineros en Bizkaia a partir de 1890 contra sus deplorables condiciones de trabajo. En Gipuzkoa, la primera protesta reseñable tuvo lugar en Eibar en 1897 y originó el despido de trabajadores de la zona que fueron sustituidos por mano de obra inmigrante. Al norte del Bidasoa, la huelga alcanzó carácter masivo en el sector de los sastres, en Baiona (1908). 

Eran huelgas sofocadas por el Ejército. Especialmente sangrienta resultó la de 1917 (el año de la revolución rusa y de una grave crisis política y social del Estado español), centrada en Bilbo y con casi un centenar de muertos, 14 de ellos en la capital vizcaína, y unos 2.000 detenidos. La siguiente fue la huelga revolucionaria de octubre de 1934, con especial repercusión en Arrasate y Eibar, además de Bizkaia, en la que también también intervino el Ejército.

Durante el franquismo destacaron las de 1947 y 1951, con éxito pese a la represión. En la década de los 60 y 70, los jalones fueron la protesta de Bandas de Etxabarri (Bilbo) en 1968, la de Michelín de Lasarte y la de Potasas en Iruñea. Un movimiento que se ahogó con la represión de Gasteiz del 3 de marzo de 1976, que deparó cinco muertos y otros tres en los actos posteriores de protesta.

A partir de los 80, en el Estado ha habido cinco huelgas generales contra reformas laborales o del sistema de pensiones. Las primeras fueron casi calcadas en Euskal Herria, pero con el paso de los años la «marca vasca» ha prevalecido y se ha formado una mayoría sindical con enfoque propio, más reivindicativa y que ha anticipado sus protestas en los escenarios más críticos.

Esta tendencia se agudiza ahora, tanto con la huelga general del pasado año como con la reciente protesta de funcionarios públicos y con la protesta próxima, que será justo tres meses antes en Euskal Herria que en el resto del Estado español.

Contra las reconversiones

Así, las reconversiones industriales del Gobierno del PSOE tuvieron la primera respuesta contundente en Euskal Herria, con las movilizaciones contra el cierre de los astilleros de Euskalduna a finales de 1984. En junio, el Gobierno había aprobado el llamado Decreto de Reconversión e Industrialización, avalado sólo por UGT en la parte sindical. En noviembre y diciembre la situación alcanzó una gran tensión, en coincidencia además con la muerte a tiros de Santi Brouard por la guerra sucia en su consulta (20 de noviembre de 1984). Se calcula que en una década en Euskal Herria se habían perdido el 30% de los empleos.

A nivel estatal, el primer gran paro no llegaría hasta el 20 de junio de 1985, contra la reforma de pensiones que, entre otras cosas aumentaba el periodo para el cálculo de la cuantía de la prestación desde los dos a los ocho años. CCOO se quedó sola en la convocatoria.

Unidad de acción ELA-LAB

La más recordada fue la del 14-D de 1988, que paralizó la actividad contra el plan de empleo juvenil que instauraba la figura del aprendiz. El Gobierno de Felipe González se quedó solo contra todo el sindicalismo. Con todo, la protesta fue mucho mayor en Euskal Herria, donde además se había reavivado el conflicto de Euskalduna tras una «prórroga» de tres años que derivó en el cierre final. Ya ese 14-D, las convocatorias fueron diferentes en el Estado y en Euskal Herria.

En el Estado, el lema fue «Juntos podemos» y tuvo un componente fuerte de rearme para UGT y CCOO, que habían perdido afiliación. En Euskal Herria, el lema se miraba menos el ombligo y apuntaba más al fondo: «Un trabajo digno para todos. Gazteen diskriminaziorik ez».

El 28 de mayo de 1992, UGT y CCOO hicieron media jornada de paro a nivel estatal por un decreto que recortaba las prestaciones de desempleo. En Euskal Herria fue unitaria y un día antes, el 27.

La cuarta huelga general de la era González se produjo el 27 de enero de 1994, cuando el Gobierno del PSOE ya languidecía. Para entonces ELA y LAB ya habían asentado una unidad de acción que era el germen de la actual mayoría sindical vasca. Lideraron la protesta en Euskal Herria, con un criterio propio, que añadía la reivindicación a las instituciones vascas de una política industrial de creación de empleo y la demanda de un marco de relaciones laborales vasco. Y tuvo continuidad con la manifestación del 19 de febrero de 1994 en Bilbo, que marcó un hito.

En esos años 90, los sindicatos vascos no sólo reivindicaron cuestiones laborales, sino que fueron punta de lanza en la demanda de un nuevo marco (tras el acto de Gernika en el que se escenificó el agotamiento del Estatuto en 1997). Hicieron protestas conjuntas como las de 1997 contra la condena impuesta a la Mesa Nacional de HB por el Tribunal Supremo español.

El 21 de mayo de 1999 hubo otra huelga general propia en Euskal Herria, convocada ya por ELA, LAB, ESK y STEE-EILAS en defensa del empleo y con la demanda de las 35 horas como banderín de enganche. Resultó masiva y arrastró a UGT y CCOO en la CAV, aunque no en Nafarroa, donde se desmarcaron.

De Aznar a Zapatero

Aznar sufrió una huelga general: el 20 de junio de 2002, contra su reforma laboral que afectaba a la protección por de- sempleo. Era la época de las vacas gordas y el PP no tuvo mayores problemas en el Estado, pero sí en Euskal Herria. Por ejemplo, ya el 15 de marzo de 1996 (unos días después de la victoria de Aznar), 5.000 delegados de ELA y LAB se concentraron en la Plaza Nueva de Bilbo y acusaron a UGT y CCOO de actuar con «inconfesables intereses e hipotecas» en temas como la formación continua.

La huelga de junio también tuvo perfil propio en Euskal Herria, y de hecho se realizó un día antes de la promovida por UGT y CCOO, práctica que ha sido recurrente ya en lo sucesivo. ELA y LAB la convocaron, eso sí, cada uno por su cuenta ya que las relaciones se habían enfriado.

Y así llegamos a la de mayo del año pasado, cuando la actual crisis económica ya estaba golpeando a la clase trabajadora, disparando las cifras de paro y mermando las condiciones de trabajo, para rechazar que las consecuencias de la crisis económicas la paguen los trabajadores. Esta huelga fue convocada sólo en Euskal Herria y no en el Estado español, lo que de alguna manera era inédito, y se anticipaba a las medidas más graves que se estaban preparando. En el resto del Estado español, el sindicalismo rechazaba que estuvieran en peligro derechos laborales y se mantenía el esquema del diálogo social.

En febrero, ELA y LAB, junto a ESK, STEE-EILAS, EHNE e Hiru presentaron de forma conjunta su propia propuesta para actuar ante la crisis con un decálogo de medidas.

Hacia la huelga del 29-J

Previamente a la próxima huelga general, los sindicatos vascos se movilizaron el pasado mes de marzo para reclamar un cambio en el modelo económico, contra los recortes de derechos y en defensa de las pensiones, ante los primeros amagos del Gobierno español para acometer medidas más duras, como la ampliación de la edad de jubilación. En el resto del Estado, y en Hego Euskal Herria, CCOO y UGT convocaron la movilización también unos días antes. Uno de los recortes que se ha llevado a cabo ha sido el salario de los empleados públicos, que también tuvo el mes pasado una diferente respuesta en Euskal Herria. El 25 de mayo se llevó a cabo una huelga en el sector público vasco, que fue completada con la movilización del el 12 de junio en defensa del Marco Vasco de Relaciones Laborales y de las prestaciones sociales, recordando el manifiesto de ELA y LAB de 16 años antes. De nuevo en el Estado español la convocatoria tuvo lugar en una fecha diferente y con sus convocantes aún sentados en la mesa de negociación.

En la próxima huelga también la respuesta será diferente. En Euskal Herria se convoca de forma inmediata al anuncio de la reforma laboral, mientras que en el Estado español se espera tres meses, al paso de las vacaciones.

Pero por encima de las fechas, la diferencia estriba en que una de las huelgas se lleva con una trayectoria de sindicalismo de confrontación y movilización que en el Estado español ha estado ausente durante muchos años. De hecho, la necesidad de que la respuesta sea contundente ha arrastrado a CCOO-Euskadi, USO y CGT a la jornada del próximo 29 de junio, aunque el primero la califique de convocatoria separada.

 

 

 

Bonita historia. Érase una vez un país llamado Euskal Herría en el que los trabajadores eran especialmente combativos. Con el tiempo: “la marca vasca ha prevalecido y se ha formado una mayoría sindical con enfoque propio, mas reivindicativa……”. Una adaptación de la Historia para justificar lo injustificable que consiste en separar la lucha de los trabajadores vascos de la lucha de los trabajadores del resto del estado.

La realidad es algo diferente. Los trabajadores han sido especialmente combativos aquí porque la burguesía vasca ha sido, históricamente, especialmente egoísta y reaccionaria. Las importantes reservas de mineral de hierro y madera, base de la industria metalúrgica y la construcción naval, puertos naturales protegidos en el Golfo de Vizcaya y una situación geográfica privilegiada, fueron la base de una riqueza que necesitaba abundante mano de obra para ser explotada.

Dolores Ibarruri denunciaba cómo en las minas de la Margen Izquierda los patronos tuvieron:

 “la criminal idea de dividir a los obreros en cuadrillas con arreglo a la provincia o región de donde procedían. Con la división de los trabajadores en grupos regionales lograban dos cosas; acrecentar la extracción del mineral con el mismo gasto e impedir la unidad de los mineros frente a sus explotadores”.

El PNV acabaría representando los intereses de la burguesía vasca y para combatir a los trabajadores organizados en el sindicalismo de clase (UGT, CNT) crearían Solidaridad de Trabajadores Vascos (STV), que exigía para afiliarse ser de religión católica, apostólica y romana, y ser vasco de origen.

Durante 40 años de dictadura, la Alianza Sindical, formada por UGT, CNT y STV en 1960, destacó por su inoperancia y las grandes luchas protagonizadas por la clase obrera, en su inmensa mayoría inmigrante, en Bandas, en Michelín, o en Vitoria en 1976, fueron posibles porque eran los trabajadores a través de asambleas los que controlaban directamente los procesos de lucha y porque el tipo de sindicalismo que hoy defiende ELA-STV era entonces irrelevante. Un modelo de sindicalismo que es de clase, tras la Transición, pero que allí donde puede arruina los órganos unitarios de representación obrera como ocurre en el Gobierno Vasco donde no funcionan las Juntas de Personal.

 Respecto del relato sesgado de artículo sobre las importantes luchas contra la reconversión salvaje anotemos que, por ejemplo, la de Euskalduna fue iniciada por CAT y LAB y sólo posteriormente se sumaron las secciones sindicales de CC.OO. y ELA-STV, que al final abandonarían la lucha.

El 14 de diciembre de 1988 más de diez millones de trabajadores en todo el Estado participaron en una huelga general masiva que obligó al gobierno a retirar el Plan de Empleo Juvenil. Pero entonces, a pesar de lo que dice el artículo, ni siquiera se planteaba la posibilidad de que ELA-STV convocara nada en fechas diferentes y hubiera sido ridícula una movilización sólo aquí para tumbar un decreto que afectaba a millones de trabajadores y jóvenes.

La dinámica unitaria que con carácter general presidió las movilizaciones obreras durante los años ochenta se fracturó radicalmente en 1995 al aprobar ELA-STV  “el marco propio de relaciones laborales” y apostar por unas relaciones unitarias fundamentalmente con LAB con quien convocó ese año al Aberri-Eguna. La actitud de los dirigentes de UGT y CCOO de ahogar las expresiones sindicales distintas de las suyas y su práctica de un sindicalismo de pactos permanentes con la patronal sobre la base de moderar los salarios y convertirse en un sindicalismo de servicios y de despachos, ayudo a profundizar la actual situación de división sindical.

Desde entonces la Patronal se ha fortalecido y sólo hay que ver la incapacidad para sacar adelante los convenios colectivos sectoriales o provinciales que ELA-STV abandonó a favor de los convenios de empresa que les permitían fortalecer el sindicato.

La mayoría sindical vasca acierta cuando promueve un debate ideológico y una movilización ante la pasividad y connivencia con el poder de los dirigentes de UGT y CCOO, como ocurrió en mayo del año pasado. Pero yerra cuando promueve luchas parciales y locales separando al movimiento obrero vasco en lugar de unir fuerzas con los demás trabajadores del Estado cuando los ataques proceden de ámbitos mucho más amplios.

La huelga general convocada de forma separada para el sector público de Euskal Herría es un ejemplo claro. Se convocó en cuanto se supo cuando sería la convocatoria estatal, justamente para realizarla en día diferente y se convocó sólo para los empleados públicos, a pesar de que afectaba a todos los trabajadores y era la antesala de nuevas medidas antiobreras. Pues bien, pocos días después, el Gobierno López aprobaba una aplicación más reaccionaria del ajuste estatal, afectando a trabajadores de empresas públicas, a centros de enseñanza concertada y a la destrucción de empleo público y reducción de sustituciones.

Dividir al movimiento obrero nos pasará factura a todos. El día 29 de junio hay convocada una huelga general para dar una primera respuesta a la actual situación, pero hay que ser conscientes de que las luchas parciales, por muy combativas que sean, son insuficientes para cambiar una realidad que transita por toda Europa y se concreta en cada Estado. El 29 de Septiembre habrá que volver a parar y los trabajadores vascos tendremos que estar ineludiblemente, codo a codo, con los millones de trabajadores del Estado y de Europa porque tenemos intereses comunes y afrontamos los mismos problemas.

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Tres décadas avalan a un sindicalismo vasco más reivindicativo y ágil.
Autores: Ramón SOLA- Pablo RUIZ DE ARETXABALETA (diario Gara)

 Autor: Arturo Val del Olmo – Vitoria-Gasteiz.
RESPUESTA AL ARTÍCULO DEL DIARIO GARA.

 

Si históricamente el movimiento obrero vasco ha tenido un carácter especialmente combativo, las huelgas generales de los últimos treinta años han mostrado rasgos diferenciados en cuanto a contenidos y capacidad de confrontación respecto al sindicalismo estatal. 

 

Euskal Herria siempre ha sido un puntal en cuanto a las luchas obreras. Según explica el historiador Iñaki Egaña en ``Diccionario histórico-político de Euskal Herria'', «ya en las matxinadas del siglo XVIII, Gipuzkoa conoció varias protestas de este tipo, aunque no sería hasta la industrialización de Bizkaia cuando tomaron un carácter masivo». Destacaron las huelgas de mineros en Bizkaia a partir de 1890 contra sus deplorables condiciones de trabajo. En Gipuzkoa, la primera protesta reseñable tuvo lugar en Eibar en 1897 y originó el despido de trabajadores de la zona que fueron sustituidos por mano de obra inmigrante. Al norte del Bidasoa, la huelga alcanzó carácter masivo en el sector de los sastres, en Baiona (1908).

Eran huelgas sofocadas por el Ejército. Especialmente sangrienta resultó la de 1917 (el año de la revolución rusa y de una grave crisis política y social del Estado español), centrada en Bilbo y con casi un centenar de muertos, 14 de ellos en la capital vizcaína, y unos 2.000 detenidos. La siguiente fue la huelga revolucionaria de octubre de 1934, con especial repercusión en Arrasate y Eibar, además de Bizkaia, en la que también también intervino el Ejército.

Durante el franquismo destacaron las de 1947 y 1951, con éxito pese a la represión. En la década de los 60 y 70, los jalones fueron la protesta de Bandas de Etxabarri (Bilbo) en 1968, la de Michelín de Lasarte y la de Potasas en Iruñea. Un movimiento que se ahogó con la represión de Gasteiz del 3 de marzo de 1976, que deparó cinco muertos y otros tres en los actos posteriores de protesta.

A partir de los 80, en el Estado ha habido cinco huelgas generales contra reformas laborales o del sistema de pensiones. Las primeras fueron casi calcadas en Euskal Herria, pero con el paso de los años la «marca vasca» ha prevalecido y se ha formado una mayoría sindical con enfoque propio, más reivindicativa y que ha anticipado sus protestas en los escenarios más críticos.

Esta tendencia se agudiza ahora, tanto con la huelga general del pasado año como con la reciente protesta de funcionarios públicos y con la protesta próxima, que será justo tres meses antes en Euskal Herria que en el resto del Estado español.

Contra las reconversiones

Así, las reconversiones industriales del Gobierno del PSOE tuvieron la primera respuesta contundente en Euskal Herria, con las movilizaciones contra el cierre de los astilleros de Euskalduna a finales de 1984. En junio, el Gobierno había aprobado el llamado Decreto de Reconversión e Industrialización, avalado sólo por UGT en la parte sindical. En noviembre y diciembre la situación alcanzó una gran tensión, en coincidencia además con la muerte a tiros de Santi Brouard por la guerra sucia en su consulta (20 de noviembre de 1984). Se calcula que en una década en Euskal Herria se habían perdido el 30% de los empleos.

A nivel estatal, el primer gran paro no llegaría hasta el 20 de junio de 1985, contra la reforma de pensiones que, entre otras cosas aumentaba el periodo para el cálculo de la cuantía de la prestación desde los dos a los ocho años. CCOO se quedó sola en la convocatoria.

Unidad de acción ELA-LAB

La más recordada fue la del 14-D de 1988, que paralizó la actividad contra el plan de empleo juvenil que instauraba la figura del aprendiz. El Gobierno de Felipe González se quedó solo contra todo el sindicalismo. Con todo, la protesta fue mucho mayor en Euskal Herria, donde además se había reavivado el conflicto de Euskalduna tras una «prórroga» de tres años que derivó en el cierre final. Ya ese 14-D, las convocatorias fueron diferentes en el Estado y en Euskal Herria.

En el Estado, el lema fue «Juntos podemos» y tuvo un componente fuerte de rearme para UGT y CCOO, que habían perdido afiliación. En Euskal Herria, el lema se miraba menos el ombligo y apuntaba más al fondo: «Un trabajo digno para todos. Gazteen diskriminaziorik ez».

El 28 de mayo de 1992, UGT y CCOO hicieron media jornada de paro a nivel estatal por un decreto que recortaba las prestaciones de desempleo. En Euskal Herria fue unitaria y un día antes, el 27.

La cuarta huelga general de la era González se produjo el 27 de enero de 1994, cuando el Gobierno del PSOE ya languidecía. Para entonces ELA y LAB ya habían asentado una unidad de acción que era el germen de la actual mayoría sindical vasca. Lideraron la protesta en Euskal Herria, con un criterio propio, que añadía la reivindicación a las instituciones vascas de una política industrial de creación de empleo y la demanda de un marco de relaciones laborales vasco. Y tuvo continuidad con la manifestación del 19 de febrero de 1994 en Bilbo, que marcó un hito.

En esos años 90, los sindicatos vascos no sólo reivindicaron cuestiones laborales, sino que fueron punta de lanza en la demanda de un nuevo marco (tras el acto de Gernika en el que se escenificó el agotamiento del Estatuto en 1997). Hicieron protestas conjuntas como las de 1997 contra la condena impuesta a la Mesa Nacional de HB por el Tribunal Supremo español.

El 21 de mayo de 1999 hubo otra huelga general propia en Euskal Herria, convocada ya por ELA, LAB, ESK y STEE-EILAS en defensa del empleo y con la demanda de las 35 horas como banderín de enganche. Resultó masiva y arrastró a UGT y CCOO en la CAV, aunque no en Nafarroa, donde se desmarcaron.

De Aznar a Zapatero

Aznar sufrió una huelga general: el 20 de junio de 2002, contra su reforma laboral que afectaba a la protección por de- sempleo. Era la época de las vacas gordas y el PP no tuvo mayores problemas en el Estado, pero sí en Euskal Herria. Por ejemplo, ya el 15 de marzo de 1996 (unos días después de la victoria de Aznar), 5.000 delegados de ELA y LAB se concentraron en la Plaza Nueva de Bilbo y acusaron a UGT y CCOO de actuar con «inconfesables intereses e hipotecas» en temas como la formación continua.

La huelga de junio también tuvo perfil propio en Euskal Herria, y de hecho se realizó un día antes de la promovida por UGT y CCOO, práctica que ha sido recurrente ya en lo sucesivo. ELA y LAB la convocaron, eso sí, cada uno por su cuenta ya que las relaciones se habían enfriado.

Y así llegamos a la de mayo del año pasado, cuando la actual crisis económica ya estaba golpeando a la clase trabajadora, disparando las cifras de paro y mermando las condiciones de trabajo, para rechazar que las consecuencias de la crisis económicas la paguen los trabajadores. Esta huelga fue convocada sólo en Euskal Herria y no en el Estado español, lo que de alguna manera era inédito, y se anticipaba a las medidas más graves que se estaban preparando. En el resto del Estado español, el sindicalismo rechazaba que estuvieran en peligro derechos laborales y se mantenía el esquema del diálogo social.

En febrero, ELA y LAB, junto a ESK, STEE-EILAS, EHNE e Hiru presentaron de forma conjunta su propia propuesta para actuar ante la crisis con un decálogo de medidas.

Hacia la huelga del 29-J

Previamente a la próxima huelga general, los sindicatos vascos se movilizaron el pasado mes de marzo para reclamar un cambio en el modelo económico, contra los recortes de derechos y en defensa de las pensiones, ante los primeros amagos del Gobierno español para acometer medidas más duras, como la ampliación de la edad de jubilación. En el resto del Estado, y en Hego Euskal Herria, CCOO y UGT convocaron la movilización también unos días antes. Uno de los recortes que se ha llevado a cabo ha sido el salario de los empleados públicos, que también tuvo el mes pasado una diferente respuesta en Euskal Herria. El 25 de mayo se llevó a cabo una huelga en el sector público vasco, que fue completada con la movilización del el 12 de junio en defensa del Marco Vasco de Relaciones Laborales y de las prestaciones sociales, recordando el manifiesto de ELA y LAB de 16 años antes. De nuevo en el Estado español la convocatoria tuvo lugar en una fecha diferente y con sus convocantes aún sentados en la mesa de negociación.

En la próxima huelga también la respuesta será diferente. En Euskal Herria se convoca de forma inmediata al anuncio de la reforma laboral, mientras que en el Estado español se espera tres meses, al paso de las vacaciones.

Pero por encima de las fechas, la diferencia estriba en que una de las huelgas se lleva con una trayectoria de sindicalismo de confrontación y movilización que en el Estado español ha estado ausente durante muchos años. De hecho, la necesidad de que la respuesta sea contundente ha arrastrado a CCOO-Euskadi, USO y CGT a la jornada del próximo 29 de junio, aunque el primero la califique de convocatoria separada.

 

 

 

Bonita historia. Érase una vez un país llamado Euskal Herría en el que los trabajadores eran especialmente combativos. Con el tiempo: “la marca vasca ha prevalecido y se ha formado una mayoría sindical con enfoque propio, mas reivindicativa……”. Una adaptación de la Historia para justificar lo injustificable que consiste en separar la lucha de los trabajadores vascos de la lucha de los trabajadores del resto del estado.

La realidad es algo diferente. Los trabajadores han sido especialmente combativos aquí porque la burguesía vasca ha sido, históricamente, especialmente egoísta y reaccionaria. Las importantes reservas de mineral de hierro y madera, base de la industria metalúrgica y la construcción naval, puertos naturales protegidos en el Golfo de Vizcaya y una situación geográfica privilegiada, fueron la base de una riqueza que necesitaba abundante mano de obra para ser explotada.

Dolores Ibarruri denunciaba cómo en las minas de la Margen Izquierda los patronos tuvieron:

 “la criminal idea de dividir a los obreros en cuadrillas con arreglo a la provincia o región de donde procedían. Con la división de los trabajadores en grupos regionales lograban dos cosas; acrecentar la extracción del mineral con el mismo gasto e impedir la unidad de los mineros frente a sus explotadores”.

El PNV acabaría representando los intereses de la burguesía vasca y para combatir a los trabajadores organizados en el sindicalismo de clase (UGT, CNT) crearían Solidaridad de Trabajadores Vascos (STV), que exigía para afiliarse ser de religión católica, apostólica y romana, y ser vasco de origen.

Durante 40 años de dictadura, la Alianza Sindical, formada por UGT, CNT y STV en 1960, destacó por su inoperancia y las grandes luchas protagonizadas por la clase obrera, en su inmensa mayoría inmigrante, en Bandas, en Michelín, o en Vitoria en 1976, fueron posibles porque eran los trabajadores a través de asambleas los que controlaban directamente los procesos de lucha y porque el tipo de sindicalismo que hoy defiende ELA-STV era entonces irrelevante. Un modelo de sindicalismo que es de clase, tras la Transición, pero que allí donde puede arruina los órganos unitarios de representación obrera como ocurre en el Gobierno Vasco donde no funcionan las Juntas de Personal.

 Respecto del relato sesgado de artículo sobre las importantes luchas contra la reconversión salvaje anotemos que, por ejemplo, la de Euskalduna fue iniciada por CAT y LAB y sólo posteriormente se sumaron las secciones sindicales de CC.OO. y ELA-STV, que al final abandonarían la lucha.

El 14 de diciembre de 1988 más de diez millones de trabajadores en todo el Estado participaron en una huelga general masiva que obligó al gobierno a retirar el Plan de Empleo Juvenil. Pero entonces, a pesar de lo que dice el artículo, ni siquiera se planteaba la posibilidad de que ELA-STV convocara nada en fechas diferentes y hubiera sido ridícula una movilización sólo aquí para tumbar un decreto que afectaba a millones de trabajadores y jóvenes.

La dinámica unitaria que con carácter general presidió las movilizaciones obreras durante los años ochenta se fracturó radicalmente en 1995 al aprobar ELA-STV  “el marco propio de relaciones laborales” y apostar por unas relaciones unitarias fundamentalmente con LAB con quien convocó ese año al Aberri-Eguna. La actitud de los dirigentes de UGT y CCOO de ahogar las expresiones sindicales distintas de las suyas y su práctica de un sindicalismo de pactos permanentes con la patronal sobre la base de moderar los salarios y convertirse en un sindicalismo de servicios y de despachos, ayudo a profundizar la actual situación de división sindical.

Desde entonces la Patronal se ha fortalecido y sólo hay que ver la incapacidad para sacar adelante los convenios colectivos sectoriales o provinciales que ELA-STV abandonó a favor de los convenios de empresa que les permitían fortalecer el sindicato.

La mayoría sindical vasca acierta cuando promueve un debate ideológico y una movilización ante la pasividad y connivencia con el poder de los dirigentes de UGT y CCOO, como ocurrió en mayo del año pasado. Pero yerra cuando promueve luchas parciales y locales separando al movimiento obrero vasco en lugar de unir fuerzas con los demás trabajadores del Estado cuando los ataques proceden de ámbitos mucho más amplios.

La huelga general convocada de forma separada para el sector público de Euskal Herría es un ejemplo claro. Se convocó en cuanto se supo cuando sería la convocatoria estatal, justamente para realizarla en día diferente y se convocó sólo para los empleados públicos, a pesar de que afectaba a todos los trabajadores y era la antesala de nuevas medidas antiobreras. Pues bien, pocos días después, el Gobierno López aprobaba una aplicación más reaccionaria del ajuste estatal, afectando a trabajadores de empresas públicas, a centros de enseñanza concertada y a la destrucción de empleo público y reducción de sustituciones.

Dividir al movimiento obrero nos pasará factura a todos. El día 29 de junio hay convocada una huelga general para dar una primera respuesta a la actual situación, pero hay que ser conscientes de que las luchas parciales, por muy combativas que sean, son insuficientes para cambiar una realidad que transita por toda Europa y se concreta en cada Estado. El 29 de Septiembre habrá que volver a parar y los trabajadores vascos tendremos que estar ineludiblemente, codo a codo, con los millones de trabajadores del Estado y de Europa porque tenemos intereses comunes y afrontamos los mismos problemas.

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Si históricamente el movimiento obrero vasco ha tenido un carácter especialmente combativo, las huelgas generales de los últimos treinta años han mostrado rasgos diferenciados en cuanto a contenidos y capacidad de confrontación respecto al sindicalismo estatal. 

Ramón SOLA- Pablo RUIZ DE ARETXABALETA

Euskal Herria siempre ha sido un puntal en cuanto a las luchas obreras. Según explica el historiador Iñaki Egaña en ``Diccionario histórico-político de Euskal Herria'', «ya en las matxinadas del siglo XVIII, Gipuzkoa conoció varias protestas de este tipo, aunque no sería hasta la industrialización de Bizkaia cuando tomaron un carácter masivo». Destacaron las huelgas de mineros en Bizkaia a partir de 1890 contra sus deplorables condiciones de trabajo. En Gipuzkoa, la primera protesta reseñable tuvo lugar en Eibar en 1897 y originó el despido de trabajadores de la zona que fueron sustituidos por mano de obra inmigrante. Al norte del Bidasoa, la huelga alcanzó carácter masivo en el sector de los sastres, en Baiona (1908).

Eran huelgas sofocadas por el Ejército. Especialmente sangrienta resultó la de 1917 (el año de la revolución rusa y de una grave crisis política y social del Estado español), centrada en Bilbo y con casi un centenar de muertos, 14 de ellos en la capital vizcaína, y unos 2.000 detenidos. La siguiente fue la huelga revolucionaria de octubre de 1934, con especial repercusión en Arrasate y Eibar, además de Bizkaia, en la que también también intervino el Ejército.

Durante el franquismo destacaron las de 1947 y 1951, con éxito pese a la represión. En la década de los 60 y 70, los jalones fueron la protesta de Bandas de Etxabarri (Bilbo) en 1968, la de Michelín de Lasarte y la de Potasas en Iruñea. Un movimiento que se ahogó con la represión de Gasteiz del 3 de marzo de 1976, que deparó cinco muertos y otros tres en los actos posteriores de protesta.

A partir de los 80, en el Estado ha habido cinco huelgas generales contra reformas laborales o del sistema de pensiones. Las primeras fueron casi calcadas en Euskal Herria, pero con el paso de los años la «marca vasca» ha prevalecido y se ha formado una mayoría sindical con enfoque propio, más reivindicativa y que ha anticipado sus protestas en los escenarios más críticos.

Esta tendencia se agudiza ahora, tanto con la huelga general del pasado año como con la reciente protesta de funcionarios públicos y con la protesta próxima, que será justo tres meses antes en Euskal Herria que en el resto del Estado español.

Contra las reconversiones

Así, las reconversiones industriales del Gobierno del PSOE tuvieron la primera respuesta contundente en Euskal Herria, con las movilizaciones contra el cierre de los astilleros de Euskalduna a finales de 1984. En junio, el Gobierno había aprobado el llamado Decreto de Reconversión e Industrialización, avalado sólo por UGT en la parte sindical. En noviembre y diciembre la situación alcanzó una gran tensión, en coincidencia además con la muerte a tiros de Santi Brouard por la guerra sucia en su consulta (20 de noviembre de 1984). Se calcula que en una década en Euskal Herria se habían perdido el 30% de los empleos.

A nivel estatal, el primer gran paro no llegaría hasta el 20 de junio de 1985, contra la reforma de pensiones que, entre otras cosas aumentaba el periodo para el cálculo de la cuantía de la prestación desde los dos a los ocho años. CCOO se quedó sola en la convocatoria.

Unidad de acción ELA-LAB

La más recordada fue la del 14-D de 1988, que paralizó la actividad contra el plan de empleo juvenil que instauraba la figura del aprendiz. El Gobierno de Felipe González se quedó solo contra todo el sindicalismo. Con todo, la protesta fue mucho mayor en Euskal Herria, donde además se había reavivado el conflicto de Euskalduna tras una «prórroga» de tres años que derivó en el cierre final. Ya ese 14-D, las convocatorias fueron diferentes en el Estado y en Euskal Herria.

En el Estado, el lema fue «Juntos podemos» y tuvo un componente fuerte de rearme para UGT y CCOO, que habían perdido afiliación. En Euskal Herria, el lema se miraba menos el ombligo y apuntaba más al fondo: «Un trabajo digno para todos. Gazteen diskriminaziorik ez».

El 28 de mayo de 1992, UGT y CCOO hicieron media jornada de paro a nivel estatal por un decreto que recortaba las prestaciones de desempleo. En Euskal Herria fue unitaria y un día antes, el 27.

La cuarta huelga general de la era González se produjo el 27 de enero de 1994, cuando el Gobierno del PSOE ya languidecía. Para entonces ELA y LAB ya habían asentado una unidad de acción que era el germen de la actual mayoría sindical vasca. Lideraron la protesta en Euskal Herria, con un criterio propio, que añadía la reivindicación a las instituciones vascas de una política industrial de creación de empleo y la demanda de un marco de relaciones laborales vasco. Y tuvo continuidad con la manifestación del 19 de febrero de 1994 en Bilbo, que marcó un hito.

En esos años 90, los sindicatos vascos no sólo reivindicaron cuestiones laborales, sino que fueron punta de lanza en la demanda de un nuevo marco (tras el acto de Gernika en el que se escenificó el agotamiento del Estatuto en 1997). Hicieron protestas conjuntas como las de 1997 contra la condena impuesta a la Mesa Nacional de HB por el Tribunal Supremo español.

El 21 de mayo de 1999 hubo otra huelga general propia en Euskal Herria, convocada ya por ELA, LAB, ESK y STEE-EILAS en defensa del empleo y con la demanda de las 35 horas como banderín de enganche. Resultó masiva y arrastró a UGT y CCOO en la CAV, aunque no en Nafarroa, donde se desmarcaron.

De Aznar a Zapatero

Aznar sufrió una huelga general: el 20 de junio de 2002, contra su reforma laboral que afectaba a la protección por de- sempleo. Era la época de las vacas gordas y el PP no tuvo mayores problemas en el Estado, pero sí en Euskal Herria. Por ejemplo, ya el 15 de marzo de 1996 (unos días después de la victoria de Aznar), 5.000 delegados de ELA y LAB se concentraron en la Plaza Nueva de Bilbo y acusaron a UGT y CCOO de actuar con «inconfesables intereses e hipotecas» en temas como la formación continua.

La huelga de junio también tuvo perfil propio en Euskal Herria, y de hecho se realizó un día antes de la promovida por UGT y CCOO, práctica que ha sido recurrente ya en lo sucesivo. ELA y LAB la convocaron, eso sí, cada uno por su cuenta ya que las relaciones se habían enfriado.

Y así llegamos a la de mayo del año pasado, cuando la actual crisis económica ya estaba golpeando a la clase trabajadora, disparando las cifras de paro y mermando las condiciones de trabajo, para rechazar que las consecuencias de la crisis económicas la paguen los trabajadores. Esta huelga fue convocada sólo en Euskal Herria y no en el Estado español, lo que de alguna manera era inédito, y se anticipaba a las medidas más graves que se estaban preparando. En el resto del Estado español, el sindicalismo rechazaba que estuvieran en peligro derechos laborales y se mantenía el esquema del diálogo social.

En febrero, ELA y LAB, junto a ESK, STEE-EILAS, EHNE e Hiru presentaron de forma conjunta su propia propuesta para actuar ante la crisis con un decálogo de medidas.

Hacia la huelga del 29-J

Previamente a la próxima huelga general, los sindicatos vascos se movilizaron el pasado mes de marzo para reclamar un cambio en el modelo económico, contra los recortes de derechos y en defensa de las pensiones, ante los primeros amagos del Gobierno español para acometer medidas más duras, como la ampliación de la edad de jubilación. En el resto del Estado, y en Hego Euskal Herria, CCOO y UGT convocaron la movilización también unos días antes. Uno de los recortes que se ha llevado a cabo ha sido el salario de los empleados públicos, que también tuvo el mes pasado una diferente respuesta en Euskal Herria. El 25 de mayo se llevó a cabo una huelga en el sector público vasco, que fue completada con la movilización del el 12 de junio en defensa del Marco Vasco de Relaciones Laborales y de las prestaciones sociales, recordando el manifiesto de ELA y LAB de 16 años antes. De nuevo en el Estado español la convocatoria tuvo lugar en una fecha diferente y con sus convocantes aún sentados en la mesa de negociación.

En la próxima huelga también la respuesta será diferente. En Euskal Herria se convoca de forma inmediata al anuncio de la reforma laboral, mientras que en el Estado español se espera tres meses, al paso de las vacaciones.

Pero por encima de las fechas, la diferencia estriba en que una de las huelgas se lleva con una trayectoria de sindicalismo de confrontación y movilización que en el Estado español ha estado ausente durante muchos años. De hecho, la necesidad de que la respuesta sea contundente ha arrastrado a CCOO-Euskadi, USO y CGT a la jornada del próximo 29 de junio, aunque el primero la califique de convocatoria separada.

 

 

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