Análisis Político
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Después de asistir a la manifestación de ayer en Málaga, de justísima indignación ante la represión tan brutal y vergonzosa de los jóvenes valencianos, no pude dejar de vincular la actitud y comentarios de algunos compañeros con otros que se han sucedido en otras manifestaciones del último año, sobre los cuales paso a reflexionar.

El movimiento 15-M, en los hechos, dejó pasar la oportunidad de dotarse de unos organismos de dirección estructurados y centralizados a nivel estatal en el momento álgido de su apogeo, allá por mayo y junio. Así pues, la falta de coordinación y organización, la tendencia a la "espontaneidad" en sí misma se rezuma en cada acción de lo que queda de este movimiento, independientemente de la valía y mérito de muchos de sus participantes y de su buena voluntad.

Cierto es que, en su momento más álgido, el movimiento 15M, la gente normal que participamos en sus manifestaciones masivas de mayo, junio y octubre, no planteó todo esto explícitamente, pero sí aparecía en la actitud e ideas de una parte de los que hasta ahora han sido sus portavoces.

Asimismo, también falló el 15M en ligarse a las organizaciones de masas al condenar a "partidos" y "sindicatos" todos en bloque y por igual como "corruptos". Algunos compañeros plantearon una idea que me parece sumamente reaccionaria, a la hora de llamar a los trabajadores a desafiliarse de sus organizaciones sin proponerles una organización seria a cambio, sino participar en el reino de la improvisación, donde hay que debatir mucho para inventar de cero una táctica en vez de recoger las lecciones de la historia, ya suficientemente ricas.

Sobre la “acción directa” contra la policía

En Valencia, lo que hemos visto es cómo los antidisturbios han cargado indiscriminadamente contra estudiantes de un instituto que luchaban por una calefacción digna. Posteriormente, casi físicamente, se quiso aplastar a todo aquel que se solidarizase con aquellos. Las manifestaciones de ayer y la que va a haber hoy en Valencia dejaron y dejarán en claro la complicidad del Gobierno del PP con los sectores más reaccionarios del aparato del Estado que pretenden a partir de ahora incentivar esta labor represiva.

Ahora bien, pareciera que a raíz de todo esto algunos pocos compañeros teorizan sobre el enfrentamiento con las fuerzas de seguridad, cuando la gente normal cuando se moviliza es por sus derechos cotidianos: calefacción, vivienda, trabajo,…, no para enfrentarse con la policía.

En las actuales circunstancias, el enfrentamiento directo, la "acción directa", contra el Estado o contra el capital que proponen algunos compañeros cercanos al anarquismo (que, eso sí, guardan mucho cuidado de presentarse como tales), sin la participación de la clase obrera organizada, solo conducirá al cansancio y al fracaso. El limitarse a enfrentarse con la policía, aunque pueda ser que la indignación le pida a más de uno y de dos el que sea legítimo, es un elemento de desorganización en el movimiento antes que un acicate para la lucha colectiva de las más amplias masas que se movilizan por mejorar sus vidas, no para enfrentarse a la policía.

Antes de que dicho enfrentamiento directo se produzca a nivel de masas, no aisladamente, cosa que podría haberse producido en un momento dado en Grecia este año o en los próximos meses, el aparato estatal buscará incentivar este tipo de enfrentamientos provocadores y estériles, en un momento prematuro para el estado de organización del movimiento, con lo que tratarán de acabar con el movimiento de lucha en sí y dividirlo fatalmente de la clase obrera, separando a determinados activistas y jóvenes más luchadores del movimiento real de la gente de a pie.

De hecho, el tipo de organización del que se dotó el 15M, donde en la mayor parte de las ciudades no se podía hacer referencia a sindicatos ni partidos, donde aparentemente “nadie conoce a nadie”, facilita extraordinariamente una provocación policial que, con el PP al mando en el actual escenario, en este tipo de manifestaciones es cada vez más posible.

Después de imágenes tan brutales como las vistas en los últimos días, queda claramente palpable cual es el papel de la policía en general, y de los antidisturbios en particular, a la hora de asegurar el mantenimiento de la opresión capitalista.

Dicho todo esto, aunque ahora no aparezca tan visible, en un momento dado aparecerán grietas en el mismo aparato represor, cosa de la que ya han aparecido determinados indicios.

El ejemplo lo tenemos en las críticas del SUP ayer al ministro del Interior. La mayoría de los miembros de las fuerzas de seguridad son de extracción obrera y su capacidad de cumplir órdenes impopulares ha de llegar a su límite en algún momento.

Nosotros, el movimiento que está en la calle luchando, debemos explotar dicha contradicción y no tratar a las fuerzas de seguridad en bloque como un todo reaccionario, sino saber diferenciar entre el policía común, los “ultras” y los altos mandos.

Todas las revoluciones en la historia provocaron la división en el seno del aparato represivo en líneas de clase, con parte del mismo pasándose al lado del pueblo. Aunque en el Estado español eso es música de futuro, ya vimos en Grecia a un sindicato policial llamando a detener a los responsables financieros de la deuda griega.

Presionar a las direcciones obreras para convocar una lucha organizada

Por todo lo explicado, debemos ser capaces de forjar la unidad entre movimientos sociales, sindicatos y partidos de izquierda. IU puede y debe jugar ese papel, que cambie la indignación por un plan organizado, sabiendo cómo participar en los movimiento ad hoc que improvisa el propio movimiento: coordinadoras, comités, 15M.... La espontaneidad es positiva ante una respuesta inmediata como las manifestaciones de ayer, que también sirven para aguijonear a los aparatos bastante osificados de las organizaciones de la clase trabajadora cuyas cúpulas se acostumbraron a un escenario de “no movilización”. Pero, en mi opinión, si se exagera, el espontaneísmo, lejos de ser una virtud, puede en un momento dado ser un lastre.

Uno de los factores para que hoy en Valencia, por la tarde, vayamos a ver una manifestación de decenas de miles es porque hay decenas de organizaciones detrás y ha habido una labor de publicidad y concienciación que han organizado el ambiente de justa indignación que brotó entre la población.

La derecha está implementando su plan sin parecer excesivamente molesta por el movimiento y las protestas. Pero algo se está larvando en la base de la sociedad, una nueva explosión social, a la vez continuación y superación de la anterior del 15M.

Creo que es necesario siempre una táctica de acción basada en hacer llamamientos públicos constantes a las bases de dichas organizaciones obreras, nombrarnos a nosotros mismos siempre con siglas, nombres y apellidos, a que los nuevos compañeros que entran en la lucha se fundan con el movimiento para que entre todos barramos de oportunistas, arribistas, carreristas y burócratas nuestras organizaciones, únicas herramientas de que disponemos para transformar la sociedad.

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