Análisis Político
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La política pro-imperialista del gobierno Sánchez provoca una crisis de las relaciones España-Argelia y complica un difícil panorama energético.

El pasado 18 de marzo de 2022, el rey Mohamed VI hacía pública una carta enviada por el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, en la que se hacía un cambio histórico de la posición mantenida hasta ahora respecto a la cuestión del Sáhara Occidental. El gobierno de PSOE-Unidas Podemos pasaba así a apoyar oficialmente los planes de “autonomía” de Marruecos para el territorio saharaui, reconociendo la ocupación iniciada en 1975 y dejando a un lado la defensa del ejercicio al derecho a la autodeterminación del pueblo de la excolonia española tal como propugna la política de descolonización de Naciones Unidas.

Este cambio de política se enmarca en el tradicional alineamiento de todos los gobiernos españoles, y particularmente los del PSOE, con el imperialismo occidental pro-estadounidense (no debe olvidarse las estrechas relaciones del Majzen marroquí con las potencias occidentales). Por otra parte, esta decisión suscitó las críticas de todo el espectro de partidos políticos, tanto a izquierda como a derecha por su unilateralidad y por poner en riesgo las relaciones con Argelia (uno de los principales defensores de la soberanía del pueblo saharaui frente a un vecino Marruecos con el que tiene unas históricas relaciones de rivalidad por el predominio en la región del Magreb) en un contexto de fuerte subida de los precios de los hidrocarburos impulsada por las políticas de sanciones y bloqueo comercial a Rusia tras la invasión de Ucrania en febrero de 2022. Entre las críticas, se incluyeron las moderadas discrepancias mostradas por parte de miembros de Podemos e Izquierda Unida, que tienen varios ministros en el gobierno Sánchez, y que suponen una nueva muestra de subordinación a las políticas del PSOE a cambio de una reducida gestión que han conducido a la frustración y desmoralización de la base social de la izquierda española. De hecho, este cambio de política respecto al Sáhara no ha generado ninguna gran crisis en el gobierno de coalición y ahonda en el desprestigio de las direcciones de organizaciones como Izquierda Unida que desde siempre habían hecho de la causa saharaui una de sus principales banderas en asuntos exteriores, dándose así la contradicción de que es un gobierno del que forman parte el que ha llevado las posturas de España justo en la posición contraria.

Motivaciones del giro respecto al Sáhara y deterioro de las relaciones con Argelia

El gobierno de Sánchez tomó esta decisión tras una etapa de relaciones más distantes con Marruecos debido a la hospitalización en un hospital español en la primavera de 2021 de Brahim Ghali, líder del Frente Polisario que reclama la independencia del Sáhara1. Este hecho motivó que Marruecos facilitase los incidentes de mayo de 2021 en la frontera con Ceuta2, con el asalto masivo a la valla, mostrando así el papel de chantaje que el régimen del país magrebí hace con la política migratoria respecto a una Unión Europea siempre favorable a la subcontratación de esta cuestión bajo un prisma represivo y lesivo contra los derechos más básicos de la persona a países como Marruecos o Turquía, tal como evidencia la reciente masacre de migrantes subsaharianos en los alrededores de la frontera de Melilla3. En este contexto, la política del gobierno de coalición de PSOE-UP siempre estuvo dirigida hacia la recuperación a cualquier precio de una relación más favorable con Marruecos y así, en un nuevo giro de tuerca, se terminó en esta negativa decisión de Sánchez y su equipo, lo que evidencia la hipocresía y la falta de principios sólidos del aparato del PSOE, siempre dispuesto a agradar a las grandes cancillerarías de Occidente al margen de los intereses o las preferencias de la clase obrera de su propio país.

Más allá de la propia cuestión de la relación con Marruecos y la traición a los derechos democráticos del pueblo saharaui que esta decisión supone, existe otra cuestión clave en lo que respecta a la política internacional de España y su Estado: las relaciones con Argelia y su papel de suministrador de gas natural. En primer lugar, Argelia fue el origen en 2021 del 42% de las importaciones de gas en España, lo que supone alrededor de la décima parte del consumo energético anual total del país europeo. Por tanto, el deterioro de la relación bilateral con Argelia ha añadido mayor incertidumbre en los suministros de este hidrocarburo teniendo en cuenta que los países de la Península Ibérica quedan al margen de los problemas derivados por las sanciones a Rusia para la mayoría de países europeos. Los países ibéricos son una excepción en este panorama debido a su escasa o nula dependencia energética de los hidrocarburos rusos. Además, a finales de octubre de 2021, el gobierno argelino se comprometió con España a garantizar su demanda gasística una vez que decidió cerrar el flujo por el gasoducto que atraviesa Marruecos, con el que rompieron relaciones el pasado año, antes de cruzar a la Península.

 Mapa de entrada de gas en espana desde el magreb

Mapa de entrada de gas en espana desde el magreb

Pues bien, el gobierno de Argelia decidió la suspensión del Tratado de Amistad, Vecindad y Cooperación con España (data de 2002) el pasado 8 de junio de 2022 como consecuencia del giro de Sánchez respecto al Sáhara Occidental. Esta postura causó de inmediato la ruptura de relaciones económicas con el país magrebí provocando así la incertidumbre y la posibilidad de notables pérdidas económicas para diferentes sectores productivos españoles. Quedaba así de nuevo en entredicho la confianza y fiabilidad de los anuncios llevados a cabo por el ministro de Asuntos Exteriores y en evidencia los efectos perjudiciales de la política exterior de “doble juego” y poco definida del gobierno Sánchez, en el que esa falta de posturas sólidas termina siempre en la victoria de las posturas más pro-imperialistas posibles. En ese sentido, llaman la atención las declaraciones de la Ministra de Economía, Nadia Calviño, que afirmó que la decisión de Argelia sobre España se debía a la cada vez mayor vinculación del país norteafricano con Rusia en el contexto de las tensiones por Ucrania4.

Esta postura es una muestra más de la huída hacia delante del gobierno Sánchez que responsabiliza de forma bastante simple a la Rusia de Vladimir Putin de todas aquellas circunstancias negativas que van surgiendo en el plano económico y político, incluyendo las que son de su total responsabilidad, como es el caso de las consecuencias negativas de su política exterior de inclinación hacia los intereses del Majzen. En realidad, habría que aclarar que no es que Argelia esté cada vez más vinculado al Kremlin, sino que desde su independencia en 1962 bajo el liderazgo del Frente de Liberación Nacional (FLN) tras más de ocho años de cruenta guerra con Francia, el país magrebí siempre ha mantenido una importante relación primero con la Unión Soviética y desde 1991 con la Federación Rusa, por tanto esto no es un hecho nuevo en la geopolítica internacional y nada tiene que ver con la crisis de las relaciones España-Argelia. Por otro lado, tampoco es una novedad la postura pro-estadounidense de las autoridades del reino de Marruecos, que siempre contaron con el apoyo incondicional de Washington respecto al Sáhara.

Una “izquierda” que renuncia a todo por la limitada gestión institucional

Finalmente, otra de las cuestiones que este embrollo de política internacional del gobierno Sánchez ha sacado a relucir, tal como se ha mencionado en líneas anteriores en este artículo, es la continua actitud de renuncia de las direcciones de las organizaciones de la izquierda reformista institucional, Izquierda Unida (IU) y Podemos, que más allá de emitir una suave crítica a través de redes sociales a decisiones como la del Sáhara del gobierno del que forman parte, terminan legitimando dichas políticas por silencio una vez que la polémica ha pasado de sus días de más exposición mediática. Al final, en la práctica queda una defensa cerrada del gobierno Sánchez y todo el conjunto de sus políticas tal como se pudo comprobar las pasadas semanas en la campaña electoral de las elecciones autonómicas de Andalucía, en cuyos debates la candidata de Por Andalucía fue la mayor defensora del gobierno de coalición estatal, más que el propio candidato del PSOE Juan Espadas.

La cuestión que aquí se plantea es a qué camino conduce la participación en gobiernos que terminan tomando decisiones totalmente contrarias a las que históricamente han defendido estas organizaciones, como es el caso de la lucha del pueblo saharaui. Si llevas décadas defendiendo su derecho de autodeterminación frente a las políticas ambiguas o tendentes a la traición a dicha causa por parte de gobiernos de PSOE y PP, y finalmente llegas a formar parte de un gobierno que termina por aplicar la mayor traición histórica al Sáhara desde 1975, la credibilidad de programa y discurso queda bajo mínimos. Los resultados nefastos de UP en las pasadas elecciones andaluzas son un exponente más del hartazgo, la frustración y la desafección que causa entre su base social potencial esta dirección política.

Desde una izquierda coherentemente anti-imperialista, la defensa de un Sáhara libre es la única posición factible y honesta en su política exterior y la participación en gobiernos que van en la dirección contraria no hace más que reforzar la situación y sensación de derrota, siendo esto extensible a las limitaciones y traiciones del gobierno Sánchez en su política económica y social frente a los problemas de las familias obreras.

 

1 https://elpais.com/espana/2021-04-23/el-lider-del-frente-polisario-hospitalizado-en-espana.html

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