Análisis Político
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Se cumplen 9 días del paro indefinido de miles de pequeños y medianos transportistas de mercancías por carretera, y su magnitud e impacto crecen día a día. El inicio de desabastecimiento de alimentos, productos básicos y de componentes de la industria se hace notar. Gobierno y gran patronal del sector los acusan de “minoritarios”, pero la realidad es que soportan el grueso de la actividad del sector ¿Qué posición debemos tomar?

Ante la falta de transporte, armadores, agricultores, ganaderos e industria se enfrentan a la pérdida de género o a la inactividad. Productos como la leche empiezan a escasear y hay lógica preocupación en millones de familias obreras ante el miedo a un desabastecimiento generalizado. Los armadores han decretado el amarre de la flota por falta de transporte para el pescado. También hay preocupación a que esta situación sea utilizada por muchos empresarios para efectuar despidos de trabajadores o no renovar contratos de trabajo. El movimiento obrero, por tanto, no puede permanecer al margen del conflicto y debe intervenir en él.

El paro ha sido convocado por la Plataforma en Defensa del Transporte, que agrupa a miles de pequeños transportistas. La protesta tiene su origen en el aumento de costes, sobre todo del combustible, pero también en las condiciones que denuncian de sobreexplotación por parte de las grandes patronales, distribuidores y compañías cargadoras que contratan o subcontratan la actividad de pequeños y medianos transportistas, incluidos muchos autónomos.

Así, entre sus reivindicaciones destacan que no se les pague por debajo del coste del servicio, que no se les obligue a efectuar tareas de carga y descarga (su trabajo se limita a transportar las mercancías), la jubilación a los 60 años al ser un trabajo penoso y desgastante, reconocimiento de enfermedades profesionales y accidentes durante la jornada de trabajo, contra el límite máximo de 44 toneladas de carga que consideran excesivo, lugares habilitados de descanso, la denuncia de abundancia de empresas fantasma que aplican una “competencia desleal”, o que se les reconozca representatividad en el sector, monopolizada ahora por la Comisión Nacional del Transporte por Carretera (CNTC). Estas reivindicaciones, en general, son bastante razonables y deberían contar con la simpatía y el apoyo del movimiento obrero.

El gobierno sólo reconoce representatividad a la CNTC, que agrupa fundamentalmente a las grandes empresas del sector, y han llegado el acuerdo de financiar con 500 millones de euros el gasóleo, y cuya aplicación no será inmediata sino hasta el mes de abril, pero que no alcanza ni de lejos al grueso de las reivindicaciones de la Plataforma.

El gobierno, despreciando inicialmente esta protesta, acusó de estar detrás de ella a la extrema derecha y Vox. Ha habido fuertes enfrentamientos entre piquetes y policía (un transportista fue herido de bala en el abdomen), así como denuncias de violencia contra trabajadores camioneros de grandes empresas que no se adherían al paro, pinchazo de ruedas, etc. Las centrales sindicales CCOO y UGT se han desmarcado completamente del paro, y emitieron un comunicado donde afirmaban:

“Poner en riesgo el esfuerzo de toda la sociedad en mantener el empleo y salir de una crisis con perspectivas de crecimiento, en este impás por la deriva de la iniciativa bélica, es egoísta al generar una desestabilización del país que se encuentra en la búsqueda de una solución.

Por lo anterior, y sin restar legitimidad a las reivindicaciones de cualquier colectivo, pedimos que las movilizaciones se lleven a cabo siendo conscientes del delicado momento en el que nos encontramos, buscando salidas favorables a la mayoría de la ciudadanía y respetando en cualquiera de los casos los legítimos derechos a la integridad física de las personas trabajadoras.”

Es cierto que entre los pequeños propietarios de cualquier clase: sean transportistas, agricultores, comerciantes, taxistas, etc. predomina en tiempos “normales” una actitud en general conservadora desde el punto de vista político. Y seguramente entre muchos de estos trabajadores abundarán votantes de la derecha, como también habrá votantes y simpatizantes de Vox; pero también, independientemente de su proporción, hay votantes y simpatizantes de izquierda.

En realidad, la derecha y la extrema derecha son los explotadores políticos del pequeño propietario y de la pequeña burguesía en general, bajo la demagogia de la “defensa de la propiedad”, “reducir impuestos”, etc. que oponen desvergonzadamente a los obreros “privilegiados” que tienen contrato fijo, pagas extras, subsidios de desempleo, etc. A la hora de la verdad, PP, Vox y Ciudadanos están completamente comprometidos con el gran capital y los grandes negocios, que son sus verdaderos amos y los auténticos enemigos del pequeño propietario, a los que terminan traicionando. De hecho, el nuevo presidente del PP, Núñez Feijóo, acaba de reclamar al gobierno la intervención del ejército para romper el paro y hacer la labor de transportistas.

El pequeño propietario oscila permanentemente en sus afectos y odios entre el gran capital (que es su verdadero explotador) y la clase trabajadora. Por eso es una clase en disputa, ante la que el movimiento obrero no puede ni debe mostrar una actitud neutral, sino que debe hacer todos los esfuerzos por atraerla a su lado, mostrarle que su auténtico enemigo son las grandes empresas y monopolios que los acosan y arruinan, y que luchando juntos contra su mismo enemigo pueden conseguir avances sociales beneficiosos para ambas clases. Además, muchos de estos pequeños transportistas no son más que falsos autónomos con un solo pagador, asalariados a los que las empresas les obligan a comprar un pequeño camión para ahorrarse todo tipo de costes.

La realidad es que el trabajo asalariado era mayoritario en el sector del transporte de mercancías por carretera hasta los años 80 del siglo pasado; cuando la mayoría de las grandes empresas de todo tipo comenzaron a desprenderse de sus flotas de camiones para obligar a estos trabajadores a trabajar para ellas haciéndose autónomos o formando cooperativas para poder sobrevivir.

Lo sobresaliente de la lucha actual es que todos estos transportistas pequeños y autónomos están luchando consciente y abiertamente contra las grandes empresas que los explotan, y a las que ven como sus enemigos; es decir, la situación es propicia para que el movimiento obrero abrace las reivindicaciones de este sector y se ponga al frente con sus propias demandas (ningún despido por el paro, aumento de salarios contra la carestía de la vida, nacionalización de las grandes empresas energéticas y del transporte, control sindical y vecinal de los precios, etc.).

En este sentido, la actitud de los dirigentes de CCOO y UGT es lamentable y vergonzosa, completamente imbuidos de la mentalidad burguesa de la “unidad nacional”, de que los trabajadores y demás sectores oprimidos deben dejar de lado sus reivindicaciones a causa de las dificultades causadas por la guerra en Ucrania ¡Como si los trabajadores tuviéramos una responsabilidad en su estallido! ¡Como si los empresarios estuvieran dejando de ganar dinero a espuertas! ¡Como si el gran capital no se estuviera enriqueciendo todavía más con el aumento de los precios, como están haciendo las petroleras, las eléctricas, los hipermercados, los bancos, etc.!

Lo que justamente puede alimentar a la ultraderecha es que el pequeño propietario, cuando lucha por demandas justas, no vea a la clase obrera ni a la izquierda a su lado. Esto es lo que aprovechan los demagogos de la derecha y de la ultraderecha para arrimar el ascua a su sardina en este conflicto.

Lamentablemente, la actitud del gobierno de Sánchez en este conflicto sigue la estela de sumisión a la burguesía española como vimos con el mantenimiento casi íntegro de la reforma laboral del PP, de su ley mordaza, su miedo reverencial a las grandes compañías eléctricas piratas (renunció incluso ayer mismo a poner el tope del precio del megavatio/hora a 180€, ya de por sí abusivo), su negativa a subir impuestos a los ricos, etc. O su servilismo hacia el imperialismo de EEUU con su implicación en la guerra de Ucrania, en el aumento del dinero destinado a armamento a costa del gasto social, o en su acercamiento a la dictadura teocrática marroquí sobre el conflicto del Sáhara. Sus insultos y ataques a los pequeños transportistas, así como los de ERC y de los tertulianos y periodistas “progres”, solo puede empujar a aquéllos a los brazos de la derecha, mientras ésta se frota las manos de regocijo.

Qué alternativa

La alternativa debe pasar por una alianza entre este sector de transportistas y el movimiento obrero, donde éste asuma las demandas progresistas de la Plataforma y presente también las suyas propias. CCOO y UGT deben abandonar inmediatamente su actual posición y emplazar a la Plataforma a convocar manifestaciones y acciones comunes. La fuerza combinada de ambos obligaría al gobierno a las grandes patronales a claudicar en 24 horas, poniendo fin al conflicto y al peligro real de desabastecimiento. Además, cortaría de cuajo la infiltración de la derecha y la extrema derecha en esta protesta.

Como marxistas, la alternativa real a la situación de decenas de miles de autónomos y pequeños transportistas sería la nacionalización de las grandes empresas del transporte y cargadoras para las que trabajan, sin indemnización salvo a pequeños accionistas de escasos recursos, bajo el control de los trabajadores. Los actuales transportistas pequeños y autónomos podrían integrarse gradualmente y de manera voluntaria como asalariados de estas empresas públicas, o bien mantener su vínculo actual pero en condiciones verdaderamente dignas que podrían garantizarse sin problemas al eliminar el factor del lucro y de la explotación del grande sobre el pequeño. Sólo la clase obrera, el movimiento obrero, puede ofrecer esta alternativa y esta guía a los trabajadores autónomos del transporte.

Por eso reclamamos:

  • Que se atiendan las reivindicaciones progresistas de la Plataforma
  • Acuerdo de garantía de suministros básicos a los barrios obreros mientras dure el conflicto
  • Ningún trabajador despedido por el conflicto, ni adelanto de vacaciones forzosas. Cobro íntegro del salario en caso de inactividad laboral forzada.
  • Contra el desabastecimiento y la subida de precios, creación de comités de vigilancia sindicales y vecinales en cada barrio para obligar a los comercios a vender al precio anterior al conflicto.
  • Nacionalización de las compañías de energía (petroleras y eléctricas), sin indemnización salvo a pequeños accionistas sin otros recursos y bajo el control de los trabajadores, para abaratar radicalmente la luz y los combustibles.
  • Nacionalización de las grandes empresas del transporte, sin indemnización salvo a pequeños accionistas sin otros recursos y bajo el control de los trabajadores.
  • Por la unidad de los pequeños transportistas y autónomos con el movimiento obrero en la lucha.

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