Análisis Político
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Las elecciones al Parlamento de Galiza han confirmado los pronósticos que adelantamos unas semanas antes. A pesar de que Feijóo mantiene la mayoría absoluta, el BNG ha logrado un resultado histórico gracias a la estrategia combativa que ha mantenido en estos años, así como por la bancarrota política de UP (Galicia en Común), que sólo logra un 3,93% de los votos.

El BNG ha mantenido un perfil en el que destaca su crítica por la izquierda al gobierno estatal, proclamando la necesidad urgente de derogar la reforma laboral y la ley mordaza. Por contra, la actitud posibilista de Unidas Podemos en Madrid, dejando de lado las tareas de la izquierda en pos de mantenerse en el gobierno central de la mano del PSOE, ha hecho que el electorado de izquierdas dé la espalda a sus marcas en los comicios.

Feijóo ha logrado mantener su mayoría absoluta de 41 diputados, aún perdiendo un 7,6% de sus apoyos (51.500 votos menos). Sin embargo, esta fuerte victoria del PP es extraña para el conjunto del Estado español, que se explica por la ausencia de división en la derecha, un logo del PP imposible de encontrar en los mítines, pocas o ninguna banderas de España y el personalismo del barón más poderoso del PP. A esto hay que sumar el crecimiento de las abstención en 5 puntos, pasando del 36,25% al 41,12%. En realidad, no es una victoria del PP sino de Feijóo, que triunfa con una estrategia muy distinta al españolismo de Casado, que se encuentra en este terreno en competición permanente con Vox. También en la gestión de la crisis del Covid también se distanció de la dirección del PP, tomando distancias con las posturas de Díaz Ayuso en Madrid (esto aunque no pudo soslayar los efectos de sus propias políticas contra todo lo público). Sin embargo, Feijóo tendrá que hacer frente a la legislatura más convulsa desde la Transición, dada la situación objetiva a la que se enfrenta social y económicamente el nuevo gobierno autonómico.

El BNG obtiene su mejor resultado con 19 diputados (23,80%), gana 13, arollando al PSOE (19,38%) que ha pasado de 14 a 15 diputados. Destaca que el Bloque se ha impuesto al PSOE en 27 de las 30 poblaciones más importantes. La estrategia de lucha paciente en la calle por medidas programáticas concretas ha catapultado al BNG al liderazgo de la izquierda combativa. Destacó su papel al frente de la lucha que llevan adelante los trabajadores de Alcoa, de las conserveras o la lucha vecinal contra los incendios y la especulación urbanística. Estos son los rasgos políticos que han logrado proyectar ante la clase trabajadora y la juventud un perfil combativo y decidido. Ahora toca profundizar esta táctica de cara al futuro. El BNG puede y debe consolidar esta posición para unificar a todos los movimientos contra Núñez Feijóo, a quien, bajo ningún concepto, debería dejársele acabar la legislatura.

Sin duda lo más destacado ha sido el resultado cosechado por las marcas de UP, el mayor fracaso de su historia: 0 escaños, perdiendo los 14 que ostentaba. El ciclo que comenzó justo en Galiza en 2012 con AGE ha acabado de una forma muy poco honrosa para UP. Este ciclo incluyó la conquista de alcaldías tan destacables como la de Ferrol, Santiago de Compostela y A Coruña, pero lamentablemente no se usó estas posiciones, conquistadas sobre la base de un gran entusiasmo popular, para avanzar. De hecho no se municipalizó ningún servicio público de los que se encuentran bajo concesiones privadas.

Este resultado de UP es responsabilidad íntegra de los dirigentes de esta formación, que abandonaron conscientemente las movilizaciones en pos de ganar a los “no convencidos” moderando su programa y acción política. En este punto se incluye el abandono de la consigna del derecho a decidir, que es clave en las naciones históricas. Sí, la división siempre juega un papel en la desmotivación de un sector importante, pero ésta no surge sino de la falta de compromiso de los dirigentes de En Marea con la posición que ocupaban. El 12J gallego ha mandado a UP al sitio que éste se ha ganado a pulso, la irrelevancia política. En vez de llorar y lamentarse bajo la manta de la “autocrítica”, UP debería espabilar y virar 180 grados, en Galiza y en el Estado español, si no quiere que estos resultados sean un adelanto de nuevos retrocesos, como el que se ha producido también en Euskadi (ver artículo).

El Gobierno estatal de coalición PSOE+UP perderá cada vez más apoyo entre su base de izquierda si no cambia radicalmente de rumbo. Esto seguirá abriendo el camino para el avance de las posiciones de izquierda más radicales, ahora mismo ostentadas por BNG, EH Bildu, CUP y sus sindicatos afines, así como un gran vacío a nivel estatal que tarde o temprano podría acabar llenándose con una alternativa a la izquierda a UP.

Las medias tintas salen caras cuando lo que está en juego es el pan de las familias trabajadoras. La ministra de Trabajo Yolanda Díaz no ha supuesto incentivo alguno para los miles de trabajadores industriales afectados por ERTEs o directamente por despidos masivos (Alcoa, Endesa, Factorías Vulcano…). Si Unidas Podemos en el gobierno central se hubiera puesto a la cabeza de la reivindicación de la nacionalización de Alcoa, aun teniendo que confrontar con el PSOE, el resultado hubiera sido muy distinto. Pero lo mismo hubiera tenido que hacerse con Nissan o con tantas factorías de Euskadi corroídas por la precariedad y la temporalidad que condenan especialmente a la juventud. En lugar de ello, la cara gallega más visible del Gobierno no ha titubeado al poner de ejemplo al magnate Amancio Ortega por “colaborar en mantener el empleo”, olvidando que la labor de este personaje disfrazado de filántropo se basa en la explotación más vil y despiadada. Tampoco le tembló la voz al agradecer a la gran banca, a la que tendríamos que nacionalizar, por “adelantar” dinero de los ERTES (lo cual se produjo por error y por supuesto fue reclamado inmediatamente a los beneficiarios). En estas circunstancias hay que decir que, en rigor, lo llamativo hubiera sido que la izquierda gallega hubiera mantenido el apoyo a las marcas de UP.

La clase trabajadora gallega y la juventud han mandado un mensaje directo que debe ser urgentemente tenido en cuenta. La tarea en el Gobierno central no debe ser llevar adelante lo que el marco del capitalismo permite, sino justamente señalar sus límites atroces, que sólo pueden ser superados mediante un enfrentamiento sin cuartel con la élite económica y política, en Galiza y en todo el Estado.

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