Análisis Político
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El 2 de diciembre los andaluces estamos llamados a las urnas. Estas elecciones llegan con un PSOE desgastado por décadas de políticas de derechas y corrupción, con unas derechas (PP y Ciudadanos) envalentonadas y con una izquierda debilitada por la crisis de Unidos Podemos, que aquí se presenta con el nombre Adelante Andalucía. Debemos, sin embargo, mirar más allá de la superficie y ver las corrientes de fondo que hacen que estas no sean unas elecciones cualquiera.

La situación socio-económica andaluza

Después de treinta y seis años de autogobierno, la Junta de Andalucía no ha resuelto ninguno de los problemas fundamentales de la clase trabajadora y la juventud andaluzas. Uno de los objetivos prioritarios de la Junta de Andalucía era reducir el subdesarrollo histórico de nuestra tierra y acercarla al resto del Estado y a Europa. Sin embargo, la brecha con España y Europa, que apenas se redujo de 1982 a 2008, se ha profundizado en estos diez años de crisis. Entre 1986 y 2016, Andalucía recibió fondos de cohesión europeos por valor de unos 45.750 millones de euros destinados fundamentalmente a la construcción de infraestructuras. Sin embargo, en 2015 el PIB per cápita de Andalucía era el 66% de la media europea, cuando quince años antes era el 68%.

En el segundo trimestre de este año, la tasa de paro en Andalucía era del 23%, con un 47% de paro juvenil. En los peores años de la crisis, el paro juvenil escaló hasta el 57%, y aún se mueve en esas cifras en determinadas comarcas y barrios. Este descenso del paro se ha traducido, sin embargo, en un aumento de la temporalidad, que ronda el 36%, con una marcada estacionalidad fruto de la dependencia del turismo.

De los quince barrios más pobres de todo el Estado, diez son andaluces, y siete de ellos de la ciudad de Sevilla. En torno al 42% de la población andaluza está en riesgo de pobreza y exclusión social. Sólo en 2017 se ejecutaron en Andalucía 10.437 desahucios, el 17% de todos los desahucios del Estado español, y nos asomamos ahora a una nueva burbuja inmobiliaria. El fracaso escolar estaba en el 23% en 2016. Sólo en lo que llevamos de año, Andalucía concentra el 21% de las víctimas de violencia machista en todo el Estado, siete asesinadas. Son las cifras de una verdadera emergencia económica y social.

La cuestión de fondo es la debilidad estructural del capitalismo andaluz, producto de un largo proceso histórico: escasa industrialización, predominio del capital agrario, del boom inmobiliario ligado al turismo y de sectores improductivos propios de una burguesía rentista y parasitaria.

El 50% de las tierras productivas de Andalucía está en manos del 2% de los propietarios, entre los que hay grandes nombres de la rancia aristocracia española como los duques de Alba o del Infantado, ligados a su vez por vínculos financieros y familiares con la gran burguesía industrial. Mientras tanto, una masa de 400.000 jornaleros malvive en el subempleo crónico, apenas mitigado por el magro subsidio del PER (con el humillante requisito de las peonadas) y los empleos estacionales en la hostelería y la construcción. Sólo el SAT mantiene viva la lucha por la reforma agraria a la que renunciaron las fuerzas mayoritarias de la izquierda en el pacto de la Transición, y que es indispensable para solucionar el problema del campo.

El escaso peso de la industria y la hipertrofia del sector servicios y la dependencia del turismo completan el cuadro de una economía periférica dominada por una oligarquía parasitaria que es absolutamente incapaz de desarrollar todo el potencial productivo de una tierra tan rica como Andalucía, ni de asegurar un porvenir a su gente.

 

Balance de la legislatura

La legislatura que ahora acaba, en la que Susana Díaz ha gobernado con Ciudadanos, ha supuesto una profundización de las políticas de recortes y privatizaciones de la Junta, que han afectado a la sanidad y la educación. En los últimos años se han transferido masivamente a empresas privadas la gestión de comedores, limpieza, gestión de historiales clínicos, mantenimiento, etc. en hospitales y colegios de Andalucía. Por otra parte, los recortes en sanidad han provocado un aumento de las listas de espera, el cierre de camas en verano y el caos en urgencias por las medidas de “fusión hospitalaria”, revertidas en parte tras las grandes movilizaciones de 2016 y 2017.

Paralelamente, la corrupción en el seno de la Junta y el PSOE de Andalucía se han evidenciado con las investigaciones sobre los ERE fraudulentos y el desvío de fondos de los cursos de formación a desempleados a cosas tan infames, entre otras, como servicios de prostitución. La cúpula del PSOE andaluz de los últimos treinta años ha desfilado por los juzgados, lo que ha supuesto un golpe tremendo para la autoridad del partido.

Un hecho reciente que muestra el desgaste del PSOE en el gobierno de la Junta ha sido el manifiesto que un grupo de trabajadores de Canal Sur publicó en septiembre, denunciando la manipulación informativa, la anómala interinidad de los órganos de dirección del ente y una programación dominada por productoras privadas y que insiste en los tópicos más denigrantes de la cultura andaluza.

Las masas que ganaron la autonomía el 4 de diciembre de 1977 y el 28 de febrero de 1980 lo hicieron para que ésta fuera la puerta a un futuro mejor, libre de opresión, emigración y analfabetismo y al pleno desarrollo de nuestra tierra y nuestra cultura. Todas esas esperanzas han sido malbaratadas por los 36 años de gobierno del PSOE de Andalucía, que ha gobernado por y para la oligarquía, y en esta última legislatura, con uno de sus representantes directos: Ciudadanos, Hay en la calle una sensación de hastío, y también de miedo e incertidumbre ante lo que pueda traer el desgaste del PSOE.

 

Ganar al PSOE y frenar a las derechas con un programa de izquierdas

La izquierda llega a estas elecciones en una situación compleja. IU ha recuperado cierta estabilidad e iniciativa tras la aguda crisis provocada por el cogobierno con el PSOE en 2012-2013, aunque sin llegar a recuperarse del todo; mientras que Podemos, tras su irrupción con quince parlamentarios en 2015, se ha estancado por su debilidad política y organizativa y sus espectaculares luchas internas. Esto, sumado a la presencia testimonial de supervivientes del Partido Andalucista, hace aparecer a Adelante Andalucía más como una unión de debilidades que como una unión de fuerzas. Sin embargo, el desgaste del PSOE y la división de la derecha ofrecen a Adelante Andalucía una oportunidad única.

El programa de Adelante Andalucía, debatido y mejorado en el proceso de primarias, plantea medidas como recuperar la gestión directa de los servicios públicos, revertir privatizaciones, banca pública, etc. No parece un programa ambicioso, pero su puesta en marcha, como reconoce la propia Teresa Rodríguez, supondría un enfrentamiento directo con la oligarquía. Hay que sacar todas las conclusiones de esto. Un gobierno de la izquierda en Andalucía podría ser la punta de lanza de la izquierda en todo el Estado si encara valientemente ese enfrentamiento con la oligarquía.

Un programa de izquierdas para gobernar Andalucía pasa, en efecto, por revertir todas las privatizaciones, y también por ensanchar los servicios públicos acabando con los conciertos sanitarios y educativos; así mismo, un “nuevo modelo productivo” para Andalucía pasa insoslayablemente por la reforma agraria y por defender la nacionalización de los sectores decisivos de la economía. Aún sin tener las competencias para llevar a cabo nacionalizaciones clave, un gobierno andaluz que defendiera y movilizara por un programa como éste sería un faro para la clase trabajadora y las capas medias del conjunto del Estado que quieren un cambio decisivo en sus condiciones de vida, y supondría un golpe mortal a la demagogia reaccionaria de las derechas de viejo y nuevo cuño.

El estancamiento de Unidos Podemos por su adaptación al régimen y el ruido mediático en torno al PP, Ciudadanos y, ahora, Vox, están generando cierto pesimismo entre sectores de la militancia y de los activistas de la izquierda. A primera vista, la ofensiva reaccionaria parece amenazante, pero debemos mirar más allá, a las grandes masas de desposeídos, a la juventud que ya ha roto con el régimen, para ver las grandes posibilidades que hay para transformar la sociedad hacia el socialismo. Lo que necesitamos es una dirección a la altura. Únete a la Corriente Lucha de Clases para construirla.

 

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