Análisis Político
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El próximo 21 de mayo los afiliados del PSOE elegirán a su nuevo Secretario General. La consulta actual coincide con momentos de profunda crisis en el apoyo a la Socialdemocracia y con los peores resultados electorales desde 1977. El voto socialista se ha desplomado, pasando de los 11,3 millones de 2008 a 5,4 millones el 26J de 2016.

24 11 13 saluda Susana Díaz

Paralelamente, impulsado por la mayor crisis económica capitalista desde los años 30 y como reflejo político de la profunda movilización social que se da entre 2011-2014, irrumpió electoralmente el fenómeno de UNIDOS PODEMOS con 5 millones de votos, conformándose como principal referente de la izquierda en las grandes ciudades y entre los sectores más dinámicos de la población.

Este es el contexto que explica la profunda crisis y división del PSOE, que se personaliza en los 2 candidatos con opciones: Pedro Sánchez y Susana Díaz. De hecho, desde la Transición – incluso comparada con la crisis de 1979 cuando Felipe González impuso el abandono del marxismo– esta es la crisis más seria a la que se enfrenta la Socialdemocracia en España.

Irónicamente, la mayoría del aparato del PSOE, que el 26 de marzo escenificaba su apoyo sin fisuras a Susana Díaz, es el mismo que en julio de 2014 respaldó a un desconocido Pedro Sánchez para la secretaría General. Calculaban que su falta de apoyos y escasa experiencia le harían mucho más controlable.

Inicialmente el guión parecía funcionar, así a pesar de su pésimo resultado en las elecciones locales y autonómicas en la primavera de 2015 el PSOE mantuvo el tipo. Fue el resultado de las Generales del 20D, el que hizo sonar todas las alarmas en los círculos del poder. Desde el primer momento, el objetivo de los grandes monopolios fue evitar un posible gobierno de izquierdas con PODEMOS. Transigieron con la propuesta de Sánchez de probar una investidura con el respaldo de Ciudadanos. Sus planes no salieron y el 26J –a pesar del crecimiento del voto al PP– la situación en el Congreso no varió sustancialmente, por lo que para salir del impasse y posibilitar que el PP pudiera formar gobierno era imprescindible el apoyo del PSOE.

Desde ese mismo momento se inicia una campaña mediática sistemática, apelando al bien del país y a la responsabilidad institucional, preparando el terreno para justificar el cambio de postura del PSOE. El problema para ellos fue que Sánchez tenía su propia agenda y no estaba dispuesto a ofrecerles su cabeza en bandeja de plata y se mantuvo firme en su postura del No a Rajoy y sugirió la posibilidad de un gobierno con Podemos y otras fuerzas. Ese fue el punto de no retorno que impulsó su dimisión forzada, la posterior elección del gobierno PP con la abstención socialista y el escenario actual.

La apabullante atención y apoyo a Susana Díaz, por parte de todos los grandes medios de comunicación, expresa fielmente la importancia decisiva que tiene para la clase dominante, seguir manteniendo la dirección del PSOE en manos de elementos fiables para sus intereses. Los dirigentes de este sector –ligados por mil lazos a la burguesía– no dudarán en hacer lo que sea necesario para lograr la elección de su candidata y poder seguir defendiendo consecuentemente los intereses del sistema. Para ello cuentan con su control del aparato, el apoyo del sector decisivo de los cargos institucionales, y el respaldo de los media.

Por su parte, Sánchez nuclea a unas pocas figuras de renombre – Borrell-Odón Elorza o Margarita Robles– y, sobre todo, a un sector significativo de los cuadros medios orgánicos e institucionales y de la base del partido, que ven cómo en la situación actual si no se cambia de rumbo seguirá la sangría por la izquierda hacia Podemos, y el PSOE pasará a ser la 3ª fuerza.

Todavía es pronto para afirmar qué pasará. Es indudable que, como muestran los actos masivos protagonizados por Sánchez y señalan todas las encuestas, las simpatías mayoritarias de la base electoral socialista están con él. Pero quiénes pueden votar son sólo los afiliados, y el control del censo lo tiene la Gestora. Lo que sí se puede afirmar de antemano, es que sea cual sea el resultado será ajustado y la crisis socialdemócrata continuará, reflejando la imposibilidad hoy de lograr reformas sociales sin romper con el capital.

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