Un juez de derecha de la Audiencia Nacional española injuria al Gobierno de Chávez acusándolo de cooperar con las FARC y ETA

 Eloy Velasco, juez de la Audiencia Nacional española, ha acusado al Gobierno de Venezuela nada menos que de cooperar con ETA y, de paso para no desaprovechar la oportunidad, también con las FARC. El juez hace estas gravísimas acusaciones sin ningún tipo de prueba a lo largo de un auto de procesamiento de varios supuestos miembros de ETA. Sin embargo, las 26 páginas del auto están plagadas de continuas referencias a Venezuela y a su Presidente, Hugo Chávez, acusando a su gobierno de cooperación con los dos grupos armados. ¿Pruebas? No existen, parece que el juez de este atípico tribunal (recordemos, heredero directo del antiguo Tribunal de Orden Público franquista), considera que una acusación contra un Estado y contra su jefe de Estado de tal magnitud puede hacerse a la ligera. Con su firma y palabra, bastan. Bastan, al menos, para que vergonzosamente la práctica totalidad de la "independiente" prensa española haya dado por cierto el auto del juez sin cuestionarlo lo más mínimo, sin réplica ni contraste alguno de la información, lo que anticipaba las portadas y ríos de tinta descalificadora que de la casi totalidad de los diarios escritos españoles.

El llamamiento del presidente Chávez a organizar una nueva internacional revolucionaria, la Quinta Internacional, ha provocado discusión apasionada en las filas del movimiento obrero en América Latina y en todo el mundo. Los marxistas no podemos mantenernos indiferentes ante esta cuestión. ¿Qué actitud debemos tomar?

Los seguidores de la Corriente Marxista Internacional en Marruecos acaban de publicar el primer número de su prensa, El Comunista. Aquí ofrecemos una breve explicación de su contenido, que también está disponible en internet para cualquier lector que desee descargarlo.

El sábado, después de dos semanas de negociaciones, la Cumbre Climática en Copenhague terminó con un completo fracaso. El resultado de las negociaciones, un documento conocido como el “Acuerdo de Copenhague”, es simplemente una colección de declaraciones huecas y vacuas, y no contiene ninguna referencia a un acuerdo jurídicamente obligatorio.