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PortadaLdC25Las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo se saldaron con una extraordinaria victoria de la izquierda y una dura derrota de la derecha.

PortadaLdC25Madrid y Barcelona ganadas con la unidad popular

Lo principal a destacar es la conquista histórica de la capital del Estado, Madrid, por la candidatura de unidad popular Ahora Madrid, impulsada principalmente por PODEMOS, y también la victoria igualmente histórica de Barcelona en Comú en la segunda ciudad del país, Barcelona, bajo el liderazgo de la gran luchadora social Ada Colau, y donde PODEMOS también juega un papel relevante. También debemos destacar la conquista de ciudades tan importantes como Zaragoza, Cádiz, Coruña, Oviedo y Santiago, donde las candidaturas de unidad popular impulsadas por PODEMOS fueron las fuerzas de izquierda más votadas.

En Valencia, tercera ciudad del país, Compromís fue la fuerza de izquierda más votada. Igualmente, es destacable la conquista de Zamora por IU.

PODEMOS ganó en Las Palmas de Gran Canaria, en ciudades del cinturón rojo de Madrid como Parla y Rivas, fue segunda fuerza en Zaragoza, Palma de Mallorca, Tenerife, Oviedo, Huesca, Teruel, Fuenlabrada, Gijón o Avilés.

El hecho de que en 4 de las 5 ciudades más importantes del país –así como en otras ciudades medianas– el PSOE fuera superado por fuerzas situadas a su izquierda, marca un cambio cualitativo, que refleja su declive gradual como fuerza política entre amplios sectores de la clase trabajadora.

Estos resultados no pueden explicarse sin la extraordinaria movilización que arrastró a cientos de miles en la campaña electoral más intensa, apasionada y emotiva en años, con propuestas y discursos radicales y entusiastas, con un elevado contenido de clase.

Derrota humillante del PP

La izquierda ganó en 28 capitales de provincia, el PP en 17, y diversas fuerzas nacionalistas o regionales en las 7 restantes.

Llamativamente, el PP no consiguió mayoría absoluta en ninguna de las capitales de provincia donde venció a la izquierda, y dependerá del apoyo de CIUDADANOS para conseguir las alcaldías, lo cual no está garantizado en todas ellas, dado que CIUDADANOS se arriesga a perder toda credibilidad debido al desprestigio general del PP.

En lo que respecta a las elecciones autonómicas celebradas en 13 regiones del Estado, la izquierda ganó en 6 de ellas: Asturias, Extremadura, País Valenciano, Baleares, Castilla-La Mancha, y Aragón. Las 5 últimas, arrebatadas al PP. El PP ganó en otras 5 (Comunidad de Madrid, Murcia, Castilla y León, Cantabria y La Rioja) y fuerzas nacionalistas lo hicieron en Navarra y Canarias. Debemos destacar el dato doloroso de la Comunidad de Madrid, donde la izquierda quedó a un escaño de la mayoría, pese a haber obtenido más votos. Eso ocurrió porque Izquierda Unida (con el 4,14% de los votos) no obtuvo representación parlamentaria, lo que favoreció a la derecha.

El PP tampoco consiguió la mayoría absoluta en estas 5 comunidades, necesitando el apoyo de CIUDADANOS para formar gobierno, quien se enfrentará a la misma tesitura de tener que prestarle apoyo al PP, a sabiendas de que será visto como su sostén político.

Es llamativo que PP y PSOE hayan sacado su peor porcentaje de votos en unas elecciones municipales, 27% y 25%, respectivamente. CIUDADANOS apenas consiguió el 6,5% de los votos, frente al 16% obtenido por las candidaturas municipales impulsadas por PODEMOS y otros movimientos sociales en todo el Estado, pese a las limitaciones y dificultades organizativas, logísticas y de tiempo con que fueron lanzados en un tiempo récord en apenas dos meses. En las elecciones autonómicas, CIUDADANOS rozó el 12%, bastante lejos del 18%-20% que pronosticaban algunas encuestas. PODEMOS quedó holgadamente como tercera fuerza, y quedó apenas a unas décimas de superar al PSOE en Aragón.

PODEMOS fue responsable de haber frenado electoralmente a CIUDADANOS. Gran parte del mensaje electoral de Pablo Iglesias fue denunciarlo como una fuerza de derechas, financiada por los ricos, mensaje que caló en una parte importante de la población políticamente más ingenua que había prestado sus oídos a esos demagogos reaccionarios.

Estas elecciones pavimentan el camino a la inevitable derrota del PP en las elecciones generales de noviembre. Pese a que la participación electoral fue baja, un 65%, mostró el profundo malestar y rabia acumulados de la clase trabajadora en todo el Estado. La burguesía recibe un duro golpe. Sus partidos (PP y CIUDADANOS) salen debilitados y expuestos a un desprestigio mayor. Los dirigentes del PSOE, que desplegaron un nivel de demagogia insuperable a lo largo de la campaña electoral para tratar de recuperar cierto apoyo social, también van a estar sometidos a un escrutinio popular incómodo, a la espera de ver cómo llevarán a la práctica sus promesas de campaña allí donde tienen la mayoría.

En lo que respecta a IU, su declive parece orgánico. Sólo una lucha frontal contra su anquilosado aparato burocrático por parte del sector de Alberto Garzón y Anguita, con la convocatoria de Asambleas extraordinarias a nivel federal y regional, podría crear las condiciones para revivificarla. De no hacerlo, este declive se profundizará en las elecciones de noviembre.

PODEMOS en las instituciones

PODEMOS, en los parlamentos regionales, y las candidaturas de unidad popular en los municipios, se enfrentan ahora a importantes desafíos.

A la espera de la constitución de los gobiernos municipales y regionales, debería demandarse al PSOE, IU y otras fuerzas progresistas, que voten a nuestros candidatos allí donde seamos la primera fuerza en la izquierda. Por otro lado, debemos comprometernos a cerrar a cualquier precio el paso a la derecha favoreciendo la investidura de gobiernos del PSOE allí donde éste nos haya superado en representación, con la condición de no participar en sus gobiernos que, con toda probabilidad, aplicarán políticas de ajuste “por imperativo legal”. Aspiramos a ganar en breve a su electorado, porque compartimos la misma base social de apoyo, y para ello debemos permanecer en la oposición para luchar en la calle contra la política de recortes que propugne.

En base a los resultados del 24 de mayo, deberemos gobernar a través de las candidaturas municipales de unidad popular, estando en minoría o bien entrando en coalición con fuerzas afines. Pero, en ningún caso debemos renunciar a aplicar nuestro programa. Es preferible apelar a la convocatoria de nuevas elecciones para demandar una mayoría suficiente para nuestras candidaturas, antes que comprometernos en una acción de gobierno mezquina que frustre o traicione las expectativas despertadas.

Como primera acción debe impulsarse una auditoría de las deudas municipales para denunciar las corruptelas de gobiernos anteriores, repudiando la parte que consideremos ilegal e ilegítima y las que, en cualquier caso, supongan un lastre para la aplicación de nuestro programa, apelando a que las asuma el Estado o las transfiera a sus auténticos responsables, los bancos y otros capitalistas usureros, y a los políticos corruptos. Para conseguir recursos, habría que elevar los impuestos a las sucursales bancarias y las grandes empresas. Debemos remunicipalizar los servicios públicos privatizados, y negarnos a aplicar ningún ajuste en los servicios públicos, revirtiendo el deterioro de la calidad de los mismos y ampliando los servicios sociales (becas-comedor, polideportivos gratuitos o a coste mínimo, centros municipales de ocio y cultura, etc.). Debemos prohibir los desahucios, ofreciendo una alternativa habitacional a familias sin techo o desahuciadas.

Para cortar el peligro de corrupción, deben eliminarse los altos cargos. Todo cargo público debe cobrar, como máximo, el salario promedio de un trabajador cualificado, en torno a los 2.000 euros.

Aparte de otras medidas recogidas en los diversos programas electorales, habría que dar pasos decisivos en la democratización de la participación popular, fomentando las asambleas de vecinos y dándoles plenas competencias de discusión y decisión sobre los asuntos que afecten al barrio.

Preparar nuestra victoria futura

Sin duda, nuestra acción de gobierno se enfrentará a la oposición feroz de los gobiernos nacional y regionales, que tratarán de ahogarnos financieramente y amenazarán con intervenirnos si pretendemos desobedecer sus restricciones al gasto público municipal.

Debemos prepararnos, entonces, para organizar y coordinar una lucha mancomunada de las ciudades con gobiernos de “unidad popular” por la defensa del sector público y contra los ajustes, y enfrentarnos a la represión del PP contra las instituciones díscolas. Una lucha organizada en este sentido, con movilizaciones de solidaridad en todo el país, jugaría un papel enorme en el avance de la conciencia política de millones de personas que aún no nos siguen, preparando en el futuro una victoria en el conjunto del Estado.

La situación política española no es ahora más estable que antes del 24 de mayo, pero la confianza, determinación y audacia de capas cada vez más amplias de trabajadores y demás sectores populares, si es más firme y sólida, lo que prepara un nuevo salto en la maduración y conciencia política de millones en los meses por venir.

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