Arte y cultura
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Esta película muestra la cara más cruda del sistema, es decir, las consecuencias directas del capitalismo: desahucios, precariedad y explotación laboral, soledad y aislamiento, individualismo y atomización de la lucha… Muestra perfectamente cómo el modo de producción y de organización de la sociedad capitalista crea nuestras condiciones materiales y nos condena a la miseria en todos los niveles: familiar, laboral, social, etc.

Este drama social consta de varias historias cruzadas de varios personajes: una madre con un niño que va a ser desahuciada, una trabajadora inmigrante, una señora mayor que vive sola y prácticamente sin dinero… Ante estas situaciones tan dramáticas, se nos muestra a Rafa como el personaje central: es un abogado que lucha por mejorar las condiciones de vida de estas personas vulnerables. Además, lo acompaña su hijastro, quien en un principio se muestra escéptico, pero a medida que acompaña a Rafa en sus tareas y asambleas vecinales, empieza a conectar con la realidad de estas personas y a implicarse en la lucha. Cuando le pregunta a Rafa que por qué siente la necesidad de ayudar a estas personas que prácticamente no conoce, este responde que es fácil mirar a otro lado, pero que una vez que lo ves, es imposible no ayudarlos. Con el cambio de conciencia del chaval aparentemente indiferente, se pretende mostrar la solidaridad inherente y más humana.

A pesar de sus buenas intenciones, la propia historia deja en evidencia los límites del sistema: ni el activismo, ni las asambleas vecinales ni los servicios sociales son suficientes para transformar radicalmente la situación y mejorar sustancialmente la vida de los personajes. Se retrata a Rafa como un héroe, pero en muchos aspectos derrotado. Esto deja una sensación final de pesimismo en el espectador, que comprende la dureza del sistema, pero concluye que esta es inevitable y no ve ninguna alternativa posible.

Lo que falta aquí, claro está, es un análisis y una comprensión más profunda del funcionamiento de la sociedad, es decir, más allá de los hechos cotidianos, de la superficie. A su vez, esto debe ir acompañado por una solución que vaya más allá de lo particular: no son suficientes las mejoras y reformas concretas, puntuales, temporales; sino que la solución real exige la superación del sistema actual. Esto no significa dejar de luchar por estas mejoras inmediatas, como la paralización de un desahucio, que son absolutamente necesarias para la supervivencia y bienestar actual de los trabajadores y que promueven la organización, la movilización y el desarrollo de nuestra conciencia. Sin embargo, debemos tener una perspectiva más amplia, con unos objetivos ambiciosos: debemos exigir mejoras y reformas parciales, siempre y cuando tengamos en cuenta sus limitaciones, es decir, sabemos que hasta derrocar el sistema, no obtendremos una solución real y universal para la clase trabajadora.

Se visualiza perfectamente con el problema de la vivienda. Es totalmente necesario parar desahucios, conseguir viviendas más asequibles, etc. pero dentro del sistema capitalista es imposible por definición conseguir una vivienda gratuita, accesible y universal para la clase obrera, puesto que esta necesidad se opone al derecho a la propiedad privada capitalista, del que obtienen tantos beneficios los grandes propietarios, fondos buitre y otros tantos. Es vital explicar estas limitaciones a la clase trabajadora, pero más importante es ofrecerles una alternativa real en la que se resolverían estos problemas: el socialismo. Debemos organizarnos en torno a un programa que identifique la raíz de estos problemas: el sistema capitalista. Si nos limitamos a las luchas diarias, es muy posible que obtengamos muchas derrotas, ya que la clase capitalista tiene todos los medios represivos, legales, etc. a su favor, y en ausencia de una visión revolucionaria y crítica, puede provocar la frustración y la sensación de derrota en las personas que tanto han luchado.

La conclusión de dramas sociales como los presentados en esta película no debería ser la sensación de que “por mucho que lo intentes, no vas a poder cambiar nada”. Está claro que individualmente no podemos hacer mucho más que agotarnos intentándolo, por eso mismo esto demuestra que la solución debe ser colectiva: debemos organizarnos bajo un programa revolucionario, que luche por mejoras y tenga como objetivo principal poner fin a los problemas creados por el sistema. ¡La única manera es derrocar el sistema capitalista y construir una alternativa socialista!

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