Arte y cultura
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El pasado domingo 1 de marzo, “domingo de piñata” en Cádiz, se terminó el Carnaval de 2020. El de este año ha sido un Carnaval extraño, muy marcado por la desaparición de dos estandartes de la fiesta como han sido Juan Carlos Aragón y Manolo Santander. El recuerdo de ambos autores ha atravesado toda la celebración, en especial las coplas y las puestas en escena del Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas (COAC). Asimismo, las coplas del concurso y del Carnaval de la calle han vuelto a ofrecer un retrato certero de cómo está el nivel de ánimo y de conciencia de la clase trabajadora y de los temas que le preocupan, este año de forma muy especial la amenaza de la ultraderecha y de la reacción.

En este artículo vamos a hacer un recorrido muy somero de las coplas y los tipos del Carnaval 2020. Animamos a los lectores de Lucha de Clases a explorar las coplas del Carnaval gaditano a través de la web Código Carnaval y los canales de YouTube de Onda Cádiz y de Pinguman94, Carnaval Geographic y Elmangla de Cádiz.

Manolo Santander: la chirigota viñera y la ética proletaria

El cierre de la fábrica de componentes para automoción Delphi, en 2007, fue un duro golpe para la ya muy golpeada industria de la Bahía de Cádiz. La huida de una multinacional que se instaló en unos terrenos de Puerto Real prácticamente regalados por la administración, que se benefició de numerosas exenciones fiscales y que tenía mercado y beneficios, no pasó como si tal cosa para la clase obrera gaditana, que entre los últimos meses de 2006 y los primeros de 2007 se movilizó en masa para tratar de salvar aquellos puestos de trabajo, en una lucha épica que incluyó grandes manifestaciones en Cádiz y un encierro en la fábrica. En la plantilla de Delphi, como en la de otras industrias de la Bahía, había un buen número de hombres del Carnaval, y entre estos destacaban sobremanera el director de agrupaciones Ángel Subiela y el autor de chirigotas Manuel Santander Cahué, Manolo Santander para la historia del Carnaval.

La tradición de la chirigota es a la vez musical, literaria y de clase. Su música se basa en el compás del 3x4[1], la melodía sencilla, el mensaje por encima del lucimiento. La puesta a punto de una agrupación es, para esta raza de chirigoteros, una continuación del trabajo en la fábrica, e implica la misma disciplina y el mismo compañerismo. Las letras de los pasodobles de Manolo Santander reflejan el estado de ánimo de la clase trabajadora en cada momento (con todas sus contradicciones), así como su moral: la familia entendida como un espacio de afecto, solidaridad y transmisión de valores; el apoyo a los sectores obreros en lucha, el respeto a la compañera y la lucha contra el machismo, la pasión deportiva (para la historia su pasodoble al Cádiz Club de Fútbol) y la pasión del Carnaval y la defensa de esta fiesta del pueblo.

El universo de Manolo Santander es el de tantos trabajadores gaditanos de su generación, que sufrieron desde el principio el desmantelamiento industrial de la Bahía y sus efectos: el aumento dramático del paro, la emigración de los jóvenes, la turistificación de la ciudad… También, como carnavalero, presenció los inicios de la “globalización” del Carnaval, a partir de finales de los 80, y alertó, hasta su último aliento, sobre el peligro de que la fiesta y las coplas se desvirtuaran y perdieran su esencia tradicional por causa de esta mayor exposición hacia fuera. En cualquier caso, la tradición chirigotera y proletaria de La Viña sigue estando muy viva y presente, tanto en el concurso como en la calle, y convive con los renovadores de las últimas décadas, que ya son clásicos también.

La presencia de Manolo Santander en este concurso, tanto en las letras como en los tipos y las escenografías de muchas agrupaciones, pone a las claras la fuerza de su legado y el aprecio y respeto que le tenían la afición y muchos autores. La conciencia de este legado ha sido sin duda un acicate para los autores de chirigotas del COAC. Después de años de crisis en la modalidad, con pocas innovaciones y cierto cansancio de las grandes figuras, este año la chirigota ha brillado por encima de las demás modalidades del concurso, recuperando mucho del filo crítico en las letras de pasodobles y mucho también del ingenio y el humor más gamberro en los cuplés. Nutriéndose del Carnaval de la calle, como José Antonio Vera Luque, arriesgando con el humor negro como el Canijo de Carmona, explorando los límites de la puesta en escena como el Selu y la chirigota de Puerto Real o reivindicando la tradición viñera como el Sheriff o los Molina, la chirigota ha vuelto este año a ser la atracción del concurso, aunque en general el COAC siga por detrás de la calle en audacia y frescura.

En cualquier caso, la partida de Manolo Santander no trae consigo el final de su estilo ni el de su saga, que continúa en sus hijos: Palmira, componente de coros y comparsas, y en especial Manolín; en Manuel Santander Grosso han confluido todos los duelos de este año, ya que él formaba parte también de la comparsa de Juan Carlos Aragón. El joven músico, que además ha sido el dios Momo[2] este año, ha sobrellevado esta circunstancia con una entereza y una dignidad admirables. Los hermanos Santander representan la continuidad de esta forma de hacer Carnaval, enraizada en Cádiz, La Viña y la clase obrera.

Ausencia y legado de Juan Carlos Aragón

Cada día que pasa es más evidente la enorme pérdida que, para el Carnaval y para la cultura andaluza en general, ha supuesto la muerte de Juan Carlos Aragón. Se echan mucho en falta la enorme calidad literaria de este autor, su enfoque único sobre los problemas sociales, filosóficos y morales, su gusto por el riesgo y la provocación y el equilibrio entre todas estas dimensiones de su propuesta. En efecto, aunque sigue habiendo grandes autores de comparsas y este año se han escuchado grandes letras en el Falla, el hueco que deja Juan Carlos Aragón va a ser imposible llenarlo en, al menos, una generación.

La cuestión de cómo homenajear a Juan Carlos Aragón es todo un problema en el mundo del Carnaval de Cádiz; todo el mundo sabía lo poco amigo que era Aragón de los homenajes, menos aún de los póstumos, y su aversión por todo lo que sonara a “falserío e hipocresía”. Los autores han tenido que hilar muy fino para hacer un homenaje a Juan Carlos Aragón que estuviera en consonancia con sus ideas, pero aun así han sido inevitables las polémicas, especialmente entre el antiguo grupo de Aragón y el de Antonio Martínez Ares (de nuevo, las rencillas en la comparsa son amargas).

Polémicas aparte, la presencia de Juan Carlos Aragón en el concurso, como la de Manolo Santander, ha sido abrumadora. Las ideas de Juan Carlos Aragón han impregnado los tipos y los conceptos de La Chusma Selecta[3] de Antonio Martínez Ares y de Oh, Capitán, mi Capitán[4], de Tino Tovar. Kike Remolino incluyó en la presentación de Los Encaidenados el leitmotiv de la primera comparsa de Juan Carlos Aragón, Los Condenaos, agrupación de la que Kike Remolino formó parte como guitarrista. El cuarteto del Gago, la chirigota del Selu, la de Puerto Real y otras muchas agrupaciones añadieron fragmentos de obras de Juan Carlos Aragón a su repertorio. Hay mucho donde elegir, después de veinticinco años de trabajo ininterrumpido en el Carnaval de Cádiz con un buen número de obras maestras.

En estos veinticinco años, y sobre todo en su última etapa de madurez, Juan Carlos Aragón dejó una gran cantidad de material inédito, que a lo largo de este año su viuda y su grupo se han encargado de recopilar y montar para presentarlo en vivo y en un triple CD, bajo el nombre de La Eterna Banda del Capitán Veneno. La final del Falla, el pasado 21 de febrero, se abrió con el estreno de esta antología de piezas inéditas, en el que la comparsa ofreció una pequeña muestra de este enorme material: una presentación descartada de La Gaditanissima, pasodobles descartados de La Gaditanissima y Los Mafiosos y cuplés descartados de Los Mafiosos y La Gaditanissima, cerrando la actuación con el popurrí de Los Condenaos y con el Credo de Los Peregrinos, cantado ritualmente por el Falla puesto en pie, confirmando la calidad de himno del Carnaval que ya tenía esta pieza inolvidable.

El esfuerzo y la emoción contenida de todo el grupo, y en especial de su director Javi Bohorquez, se notan y pesan en cada segundo de la actuación. Al terminar esta, la sensación general en el teatro y fuera del mismo era que cualquier otra letra que se cantara esa noche, por buena que fuera, no iba a estar a la altura de estas que Juan Carlos Aragón y su grupo habían guardado en un cajón. José Antonio Vera Luque, ganador este año en chirigotas y uno de los autores que más se acercan al espíritu crítico y callejero de Juan Carlos Aragón, interpretó horas después con sus #Cadizfornia una magnífica letra de pasodoble en la que homenajeaba a los componentes de La Eterna Banda del Capitán Veneno y de El Batallón Rebaná de Manolo Santander (y muy especialmente al nexo entre ambas, Manolín Santander) por su entrega, su entereza y su dignidad en la defensa de la fiesta y del legado de estos dos grandes autores. Los aficionados nos sumamos a este homenaje y deseamos, sobre todo, que el legado de Juan Carlos Aragón no se quede aquí sino que siga inspirando a nuevas generaciones de autores para que hagan el Carnaval valiente que hacía él.

Defensa del Carnaval y posición ofensiva contra la reacción

La ganadora del COAC 2020 en la modalidad de comparsas ha sido Oh, Capitán, mi Capitán, de Tino Tovar, que regresa al concurso después de un año de ausencia. Se trata de una comparsa magnífica, con el nivel musical y literario al que nos tiene acostumbrados este autor consagrado, aunque este año con un plus de combatividad. La propuesta de Tino Tovar este año se puede resumir en dos ideas: defensa del Carnaval y posición ofensiva contra la reacción en todas sus formas. Partiendo del homenaje a Juan Carlos Aragón y Manolo Santander, Tovar elabora en la presentación y el popurrí un verdadero manifiesto de defensa de la fiesta gaditana, de su tradición y de su combatividad frente a los poderes. En las letras de sus pasodobles, Tino Tovar apunta contra la extrema derecha y contra las pervivencias del franquismo, manteniendo la combatividad de sus letras hasta la final.

La defensa del Carnaval, en efecto, no es un asunto menor. Este año, de nuevo, varias agrupaciones han tenido que hacer frente a linchamientos públicos e intentos de censura por sus letras o su propuesta escénica. La chirigota de Juanlu Cascana, Aquí estamos de paso, que homenajea y parodia a la vez a un tipo tan andaluz como el homosexual cofrade[5], ha sido objeto de un ataque furibundo por parte del Consejo de Hermandades de la Semana Santa gaditana[6]. El propio Cascana ha sido expulsado de la cuadrilla de cargaores (costaleros) de la que formaba parte. Por su parte, el Canijo de Carmona, que este año ha presentado la magnífica chirigota Chernobyl, el musical[7], ha sido también acosado por los dos cuplés que presentó en semifinales, en los que atacaba con sarcasmo al Papa Francisco y al dirigente de Vox José Antonio Ortega Lara.

Sin duda, hemos avanzado desde los días en que la murga El frailazo y sus tragabuches fue fusilada por completo, o en los que la dictadura suprimió el Carnaval o lo desnaturalizó llamándolo Fiestas Típicas Gaditanas, pero la amenaza de la reacción está ahí y los autores son perfectamente conscientes de ello. Además, la mayor exposición mediática del Carnaval aumenta la presión sobre la fiesta. Las letras no pasan inadvertidas para muchos elementos de ultraderecha que aprovechan el anonimato de las redes sociales para atacar a las agrupaciones y al pueblo gaditano en general, generando un ambiente de sospecha y de linchamiento sobre el Carnaval que mañana puede ser utilizado para una ofensiva judicial y política contra la fiesta.

La conciencia de esta amenaza ha atravesado las coplas y buena parte de los tipos del concurso y de la calle. La exhumación de Franco, como puesta en escena de esta ultraderecha y de las pervivencias del franquismo, ha merecido sendos pasodobles, entre los que destacan el de Tino Tovar en cuartos y el de Vera Luque en semifinales, sin duda el más potente a nivel político.

Por supuesto, han sido muchos más los temas que han generado coplas y tipos en este Carnaval. Por supuesto, las cuestiones de la vida cotidiana de Cádiz vuelven a tratarse con humor y ternura. Los grandes fenómenos mediáticos también han sido objeto de muchas letras, en especial la aparición de un juguete sexual de larga fama y la crisis del coronavirus. La crisis medioambiental ha inspirado los tipos de la comparsa de Germán Rendón Los Resilientes y, en clave de humor, del romancero Las Greta de la Caleta. La turistificación de Cádiz y la explotación de los trabajadores de la hostelería han motivado varias letras y también inspiran el tipo del romancero A.V.T. Asociación de Víctimas del Turismo. La ansiedad y el ritmo frenético de la vida contemporánea son abordados en clave de humor por las chirigotas Estrés por cuatro, del clásico Selu, y No aguantamos más, vamos de impacientes, del grupo de Puerto Real, que han sido la gran sensación del concurso. El drama de la emigración es el motivo de Los Encaidenados, de Kike Remolino. Y la vida de la clase obrera es el motivo del tipo de, entre otras, las comparsas Quieto todo el mundo, de Iván Romero, y Los Pacientes, de Fran Quintana, esta última con un repertorio especialmente combativo.

Pero sin duda la agrupación que mejor ha sintetizado la ofensiva del Carnaval contra la reacción, ha sido la chirigota callejera Los Masoquistas, de Paquito Gómez. Este autor lleva años dirigiendo el grupo Chirigotas del Airon, uno de los más destacados del Carnaval callejero y con más contratos el resto del año. Su tipo de este año es una parodia del “obrero de derechas”, y le sirve al autor para lanzar un ataque en toda regla contra la política de la patronal y de la derecha, y con un nivel de calidad comparable al de las chirigotas punteras del concurso, con la ventaja de que se autolimita mucho menos en las letras que la mayoría de estas.

Y a todo esto, ¿qué ha hecho Martínez Ares? El autor más brillante y más polémico de las últimas décadas, junto con Juan Carlos Aragón, ha vuelto a demostrar, con su comparsa La Chusma Selecta, que es el mejor músico del Carnaval, el que tiene más recursos como músico profesional que es. Pero este año ha sido muy tacaño con las letras. Salvo un primer pasodoble político en preliminares, apenas ha tocado temas políticos de calado, y en algunas letras, como su polémico pasodoble de semifinales, ha hecho gala de un acendrado individualismo. Pero es tal su genialidad, que su mejor pasodoble, la letra con más contenido político y poético, no lo cantó en el teatro y lo reservó para la calle, y en una versión desnuda a tenor y segunda.

El Carnaval de la calle

Aunque ya hemos analizado algunas agrupaciones callejeras, no está de más echar un vistazo más amplio al Carnaval de la calle, el que empieza el domingo de Carnaval, tras la final del Falla y el pregón, y el que sólo podían presenciar los gaditanos y los visitantes hasta la llegada de la televisión primero y de YouTube después. En éste Carnaval, las estrictas reglas del COAC no valen; las agrupaciones exhiben mucha más libertad creativa, mucha variedad en número de componentes y en instrumentación y repertorio, cantando sobre todo cuplés, más cuplés, más cortos y más ácidos que los de las chirigotas del concurso.[8]

Otro aspecto interesante del Carnaval callejero es el gran peso que tienen las agrupaciones de mujeres o mixtas. En el concurso, en la fase de adultos, la presencia de la mujer está muy limitada. No hay autoras y las agrupaciones mixtas rara vez pasan de cuartos, salvo algún coro mixto cuyas letras, como las de la mayoría de los coros, tienden a posiciones conservadoras. En la calle, en cambio, son muchas las autoras que presentan regularmente una agrupación, con grupos estables como La Chirigota de las Niñas, de Ana López Segovia[9], o Cadiwoman, de Susana Ginesta. Sin duda hay que reflexionar acerca de esta diferencia entre un espacio y otro del Carnaval en lo que a la presencia de la mujer se refiere. Pero aun así, la cantera del Carnaval, las agrupaciones de infantiles y juveniles, cuentan con un gran número de niñas que el día de mañana se pueden convertir en componentes y autoras que participen en pie de igualdad con los hombres en el concurso y en la calle.

Sin duda, uno de los problemas que acarrea la masificación y la globalización del Carnaval, es la falta de espacio y tranquilidad para escuchar bien a las agrupaciones callejeras. Estos problemas, como el consumo excesivo de alcohol y el ruido de los que llegan al Carnaval sin respeto, ya motivó un monumental pasodoble de Juan Carlos Aragón en 2015. Este año, un grupo de borrachos le rompió el cartelón a un romancero, y en muchos vídeos de callejeras se aprecia ese molesto runrún que hace difícil el disfrute del repertorio. El Carnaval sufre los efectos de la decadencia industrial de Cádiz y de su cada vez mayor orientación al turismo, igual que lo sufre la ciudad en su conjunto con los precios de la vivienda cada vez más altos y con la explotación infame de los trabajadores de la hostelería.

El Carnaval, como ya hemos comentado otras veces, siempre se ha sobrepuesto a todos los problemas y las desgracias que le han caído encima a Cádiz y a él mismo. Seguirá sobreponiéndose, haciendo de los problemas coplas y de las coplas inspiración para seguir adelante y que el Carnaval sea por siempre la fiesta de la libertad. Esta libertad del Carnaval de la calle fue el tema de las últimas letras que Juan Carlos Aragón presentó en vida en el Falla, y esta libertad es por la que van a seguir luchando autores, componentes y aficionados.

 

[1] Es realmente un compás de 4/4 pero con tres acentos.

[2] Cada año, un personaje del Carnaval personifica al dios en la ceremonia de quema de su efigie el miércoles de ceniza, en el acto que cierra oficialmente el Carnaval (aunque éste continúa hasta el “domingo de piñata”). Pueden ver la quema de Momo de este año, con Manolín Santander, aquí.

[3] El nombre proviene del libro de Juan Carlos Aragón El Carnaval sin apellidos. Un arte mayor para una chusma selecta, de 2010.

[4] Hace referencia al apodo de Capitán Veneno, por el que era conocido Juan Carlos Aragón desde que sacó su comparsa La banda del Capitán Veneno en 2008.

[5] Es un personaje entrañable de la Semana Santa andaluza, al que ya Tino Tovar homenajeó en un magnífico pasodoble de su comparsa Juana la Loca, de 2011.

[6] Este conflicto dio lugar a un magnífico pasodoble de Antonio Martínez Ares en cuartos de final, lo que pone de manifiesto la inventiva y la capacidad de trabajo del autor y la agrupación.

[7] El cajonazo más claro de este año, al quedar fuera de la final y muy por detrás en puntuación de otras chirigotas que claramente tenían menos nivel.

[8] Este formato de cuplé callejero ha inspirado las tandas de cuplés que ha presentado Vera Luque este año.

[9] Este año no han salido por compromisos profesionales.

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