Afganistán se precipita hacia una nueva guerra civil tras la retirada de las fuerzas estadounidenses y aliadas tras dos décadas de sangrienta ocupación. La retirada de las tropas imperialistas, anunciada por Joe Biden, está prevista para el 31 de agosto de este año, aunque la mayoría de las fuerzas estadounidenses ya se han marchado o están en proceso de abandonar apresuradamente el país mientras los talibanes avanzan en muchas zonas.

Hay una revolución en marcha en Myanmar. Las masas están mostrando un inmenso coraje frente a la brutal violencia de la junta militar. Los trabajadores y los jóvenes están dispuestos a defenderse y aliarse con las organizaciones de los grupos étnicos oprimidos. ¡Se debe organizar un levantamiento obrero armado y una huelga general indefinida para derrocar a la junta asesina!

El golpe de Estado en Myanmar ha desencadenado un movimiento de proporciones revolucionarias. La determinación de las masas de evitar que los militares tomen el poder se puede ver en el generalizado y creciente movimiento de huelgas y protestas que se ha desatado. La junta militar claramente subestimó el grado de oposición al que se enfrentaría.

Las masas de Myanmar continúan oponiendo resistencia a la Junta Militar a pesar de las detenciones masivas y de las decenas de muertos en las calles. Ha pasado más de un mes desde que los militares tomaran el poder y aún no han logrado restablecer ninguna apariencia de estabilidad. Por el contrario, las tensiones de clase se están intensificando, como muestra la alianza de varios sindicatos para organizar una segunda huelga general en respuesta a la continua represión de los militares.

Una poderosa muestra de ira y oposición al golpe militar iniciado a principios de febrero recorrió las calles de las ciudades de todo Myanmar el lunes 22 de febrero, cuando una huelga general paralizó el país, desde Myitkyina, en el norte, hasta Bhamo, cerca de la frontera con China, pasando por Pyinmana, en el centro.

Desde hace meses viene desarrollándose un potente movimiento de los agricultores de la India contra varias leyes “liberalizadoras” del gobierno indio que, entre otras medidas, privilegia la compra de cosechas por grandes corporaciones por fuera de mecanismos estatales que garantizaban un precio mínimo. Aquí, damos cuenta de los últimos desarrollos, un breve análisis sobre el aparato capitalista indio, el papel de la "oposición" y el camino revolucionario a seguir.