El Regimiento de Protección Presidencial de Burkina Faso (RSP) llevó a cabo un golpe de Estado durante la noche del 16 de septiembre en la capital, Ouagadougou. Balai Citoyen, el grupo que llevó a la sublevación en octubre del año pasado contra el anterior presidente, ha llamado a la movilización de masas. Las próximas horas y días serán críticos. Ya hay informes de enfrentamientos en Plaza de la Revolución. La respuesta estratégica a la situación, es la movilización de los trabajadores y la juventud revolucionaria.

En un acto muy significativo, los delegados al 15º Congreso Nacional de la Unión Nacional de Mineros (NUM) votaron a favor de deponer el secretario general en funciones, Frans Baleni, siendo reemplazado por un candidato claramente perteneciente al ala de izquierda, David Sipunzi. El resultado, para sorpresa de muchos, ha sido un varapalo para la derecha colaboracionista de clases del COSATU, la principal federación sindical. Esta reorganización tendrá amplias repercusiones no sólo en el movimiento sindical, sino también en la Alianza Tripartita.

En las primeras horas de la mañana del sábado 8 de noviembre, el Comité Ejecutivo Central de la mayor federación sindical de Sudáfrica, COSATU, votó por un margen de 33 a 24 expulsar de la federación a su mayor sindicato afiliado, el NUMSA (Sindicato de Trabajadores Metalúrgicos de Sudáfrica). Esta decisión tendrá consecuencias de largo alcance, no sólo para el COSATU, sino también para el Movimiento de Liberación y la dirección de la lucha de clases.

La reaparición de la violencia brutal contra los inmigrantes africanos, principalmente en algunas partes de Sudáfrica en la última semana, ha vuelto a destacar como centro de atención el empeoramiento de la situación que está desarrollándose en el país. Estos ataques reaccionarios van contra toda la esencia de la historia del movimiento obrero sudafricano, que nació principalmente de la necesidad de combatir este tipo de violencia y discriminación racista y xenófoba, para unir a todas las capas oprimidas de la sociedad bajo el paraguas de la solidaridad obrera.

La situación en Burkina Faso se ha venido desarrollando a toda velocidad desde que la revolución estalló el jueves 30 de octubre. No sólo derrocaron las masas revolucionarias a Blaise Compaoré, sino también a su sucesor elegido a dedo, el general Honoré Traoré, sólo unas horas más tarde. Desde entonces el régimen se ha venido tambaleando. Mientras tanto, las élites militares, algunos elementos reaccionarios de la oposición y las principales potencias imperialistas han estado forcejeando para tratar de llegar a un acuerdo que apacigüe a las masas y restaure la normalidad burguesa.

Las aguas no están todavía calmadas después de la tormenta con la que ha comenzado el curso parlamentario este año. Los sucesos del 12 de febrero y los días que siguieron han sumergido a Sudáfrica en un ciclón político que refleja en última instancia la crisis que sufre el sistema capitalista.

El martes, 1 de julio, cientos de miles de trabajadores metalúrgicos fueron a la huelga en los sectores de la ingienería y el metal, con lo que la industria está completamente parada. La huelga abarca pequeñas, medianas y grandes empresas, con más de 220.000 trabajadores en unos 10.500 centros de trabajo. Algunas de las grandes empresas que se ven afectadas incluyen Bell Equipment, Dorbyl, Murray y Roberts, Scaw Metales y Reunert.