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Las impactantes revelaciones del príncipe Harry y su esposa Meghan sobre el funcionamiento interno de la Familia Real han detonado dinamita en los cimientos de la Monarquía, un pilar clave de la clase gobernante británica. Ha llegado la hora de derrocar esta corrupta institución.

Durante el fin de semana, "The Firm", como se llama a sí misma la Familia Real Británica, vivió algunas de sus peores pesadillas originadas por Harry y Meghan, cuando la pareja real dió una entrevista televisiva en vivo a la presentadora estadounidense Oprah Winfrey.

La imagen que la pareja presentó de la familia era la de una camarilla mezquina, engañosa, racista y vengativa, a la cabeza de una reliquia feudal que no quiere ni puede reformarse a sí misma.

Al igual que la princesa Diana, la entrevista reveló que "The Firm" ha tratado a Meghan como una forastera y con el mayor despecho.

Una de las revelaciones más repugnantes incluye la afirmación de Meghan de que un miembro de la realeza (sin nombre) le había expresado a Harry "preocupaciones y conversaciones sobre cuán oscura podría ser la piel [de su hijo] al nacer".

Por el delito de tener un hijo mestizo, la Familia Real se vengó al negarle al niño, Archie, el título de príncipe y la protección policial necesaria. Meghan afirmó que el tratamiento general que recibió fue tal que la empujaron al punto de sentir inclinaciones suicidas. Y según el príncipe Harry, su padre, el príncipe Carlos, ahora se niega a atender las llamadas telefónicas de su propio hijo.

Escándalos y jeques

Mientras tanto, la Casa Real continúa protegiendo al príncipe Andrew, tío de Harry, de las fuerzas del orden de los EE. UU. por su conexión con el caso de abuso sexual infantil del magnate Jeffrey Epstein, ¡pero acusa sin sonrojarse a Meghan de acoso!

Para completar esta imagen de una familia rebosante de calidez y empatía, deberíamos decir algo sobre Su Majestad la Reina.

Su relación con la realeza emiratí, el jeque Mohammed Bin Rashid al-Maktoum, ha estado en el ojo del huracán recientemente. El jeque ha aparecido en los titulares al secuestrar y torturar a su propia hija.

Pero esto no ha impedido que la reina mantenga una estrecha amistad con el jeque por un amor compartido por la equitación, o que continúe aceptando caballos del hombre como regalos.

En resumen, el tipo de familia de la que Meghan y Harry aparentemente han huido es una en la que es normal mostrar racismo incluso hacia los propios parientes; empujar voluntariamente a una joven al borde del suicidio; castigar a un niño por los "delitos" de sus padres; mostrar una frialdad de corazón tan extrema para eliminar a su propio hijo de su vida; mostrar un mayor interés por la vida de los caballos que la de los seres humanos; y obstaculizar voluntariamente una investigación de abuso sexual infantil.

La preocupación de la realeza por el "pedigrí puro" ha quedado expuesta como un rasgo de la supremacía de la raza blanca. Su "fría indiferencia" se muestra como una crueldad vengativa. ¿Es de extrañar que haya habido una gran cantidad de simpatía por la familia de Sussex, Harry y Megham?

El pilar de la clase dirigente

Pero esta no es una familia vieja. Esta familia es una institución fundamental del gobierno británico. Su podredumbre es la podredumbre de todo el estado capitalista. Su crisis es parte de la crisis de todo el sistema, en cuyo centro se encuentra, pudriéndose. Y sus actitudes son las actitudes de una clase dominante que se ha enriquecido con la esclavitud, el saqueo colonial y las políticas de división racista.

La Monarquía está vinculada a toda la clase dominante por miles de conexiones, a través de una sórdida red de escuelas públicas, instituciones ricas, bancos, clubes privados y lazos familiares.

Reyes y príncipes; jueces y generales del ejército; financieros de la City y altos funcionarios públicos; Lores y Ladies: todos están unidos por el interés de una inmensa riqueza y el deseo de preservar este status quo a toda costa.

"Cuchillo cubierto de terciopelo"

No es de extrañar que la prensa amarilla y aduladores como Piers Morgan hayan intervenido, proporcionando un coro patriótico de apoyo a la monarquía, adelantándose a verter sospechas y dudas sobre las afirmaciones y motivos de Meghan y Harry.

Por supuesto, Harry y Meghan son parte de la misma clase parasitaria que el resto de la realeza. ¿Quién puede negarlo? Su entrevista con Oprah también resultará extremadamente lucrativa a nivel personal. Sin duda, continuarán haciendo lo que puedan para sacar provecho de su situación de parias reales. Ahí radica el peligro para la familia real.

Sin embargo, sus acusaciones concuerdan con todo lo que ya sabemos sobre la Monarquía. Y parece que le causarán a la institución cantidades incalculables de daño. Como señaló el corresponsal de la BBC Jonny Dymond:

"... junto con el dolor personal y la ira que se extendían a través del testimonio de la duquesa, vino la condena de Harry a la institución: lel indicio de que era incapaz de cambiar, incapaz de amar, incapaz de comprender".

Esto, según Dymond, fue "... un cuchillo cubierto de terciopelo en el corazón de la monarquía moderna".

Una reserva de la reacción

La monarquía está lejos de ser un mero juguete ornamental en el Estado británico. No en vano la clase capitalista británica está dispuesta a pagar una buena suma para mantener a estos parásitos reaccionarios. El monarca reinante disfruta de poderes ilimitados según la constitución británica.

Nunca debemos olvidar que se trata del Gobierno de Su Majestad, la Administración Pública de Su Majestad y las Fuerzas Armadas de Su Majestad. Cualquiera puede llegar a imaginar, en tiempos "normales", "pacíficos", que esto es una mera formalidad. Pero si la clase dirigente lo requiere, en tiempos de crisis la monarquía puede asumir legalmente poderes ilimitados. Es más que un anacronismo feudal; es un arma de reserva en manos de la clase dominante.

Precisamente por esta razón, la clase dominante está dispuesta a mantener a la Monarquía alejada de la mirada del público, apareciendo "distante" y por encima de la política. Pero está tan sumida en el escándalo y la inmundicia como el resto de la clase a la que pertenece. Estas últimas acusaciones están desacreditando cada vez más esta reliquia del pasado feudal de Gran Bretaña.

Entre los jóvenes, sobre todo, hay un creciente disgusto hacia la monarquía. Según una encuesta de Yougov, solo el 13% de los jóvenes de 18 a 24 años cree que Harry y Meghan han sido tratados de manera justa por la Familia Real. Un enorme 61% cree que han sido tratados injustamente. Solo entre los mayores de 65 años, más del 50% de los encuestados dijeron que sentían que la pareja había sido tratada de manera justa.

Por una república socialista

Después de haberse enfrentado al racismo en grandes cantidades en las protestas masivas de Black Lives Matter el año pasado, los jóvenes ven en el trato dado a los Sussex solo un ejemplo más del podrido racismo institucional en el corazón de la clase dirigente británica.

El verano pasado, los jóvenes derribaron con justa razón las estatuas de los dueños de esclavos e imperialistas de siglos pasados. Edward Colston, cuya estatua fue arrojada al agua en el puerto de Bristol el año pasado, fue justamente vilipendiado por su papel como gobernador de la Royal African Company que controlaba gran parte del comercio transatlántico de seres humanos.

Pero esa empresa fue establecida por un monarca británico. La riqueza que adquirió la empresa se convirtió en parte de la montaña de riqueza en la que la monarquía británica sigue asentada hoy.

En la Monarquía tenemos un monumento viviente de todos los crímenes de Gran Bretaña, y que se encuentra en el corazón mismo de la vida política y pública. Es una institución empapada de esa historia. Pero más que un monumento, en la Monarquía la clase dominante británica tiene un arma para la defensa de sus privilegios y poder.

Por lo tanto, desde hace mucho tiempo debimos derribar no solo las estatuas, sino toda la Monarquía y todos los demás monolitos del sistema capitalista.

Es hora de arrojar reliquias feudales como la Monarquía y la Cámara de los Lores a la basura de la historia. Debemos desechar todo el sistema capitalista, al que sirve y forma parte. Es hora de luchar por una república socialista.

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