Argentina
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Nos encontramos ya sobre el fin del año 2014, y a medida que nos acercamos al 2015 podemos observar como los sectores más rancios de la burguesía en santa alianza con la oligarquía terrateniente y financiera se encuentran desprovistos de las herramientas que utilizan habitualmente para fogonear el desorden social y atacar al gobierno.

Esta relativa debilidad de la burguesía se expresa en un impasse de la oposición que no encuentra el camino para derrotar al kirchnerismo.

La idea de estos sectores dominantes es favorecer un recambio por derecha que responda directamente a sus intereses de clase. Buscan retroceder la historia a la Argentina neoliberal de los años ‘90 y sumir al pueblo nuevamente en la miseria.

Sin embargo, las encuestan arrojan que la mayoría de los sectores populares sienten que el kirchnerismo es su herramienta política más efectiva para defender lo conquistado en la última década y mantener a la oposición de derecha fuera del poder político del Estado. Este es un apoyo que recorre desde la adhesión total hasta el apoyo crítico.

Sin duda este nuevo año que se avecina será testigo del aumento de feroces ataques, legales e ilegales, como ya se vienen dando.

El kirchnerismo que viene enfrentando no un final de ciclo, sino una crisis orgánica del sistema capitalista a escala planetaria, se verá, de manera cada vez más evidente, entrampado en una encrucijada ya que sólo dos caminos empiezan a delinearse con claridad: O se avanza contra las ganancias, derechos de propiedad y privilegios de los grandes monopolios de empresarios, banqueros y terratenientes o se ajusta a los trabajadores y el pueblo pobre reduciendo el salario real.

Los datos que arroja la economía son contundentes e inobjetables, desde el estallido de la crisis mundial en 2008 todos los indicadores se han visto en un espiral descendente. Aunque esto se visualice de manera desigual y combinada, la tendencia general de las estadísticas económicas es siempre a la baja.

Si bien muchos de los indicadores generales se mantienen aun relativamente altos, debido al crecimiento económico extraordinario luego de la crisis de 2001, la economía muestra signos de ir desangrándose lentamente y sin posibilidad de mejorías, ya que la crisis mundial sólo se encuentra en sus comienzos y la perspectiva de la economía global es de estancamiento, depresión y ajuste por más de dos décadas, según los economistas más optimistas de los principales medios y operadores financieros del establishment.

Ante este escenario, donde el capitalismo se encuentra atrapado en la crisis económica más grande y virulenta de su historia, la economía nacional no puede escapar al retroceso debido a su firme soldadura al mercado mundial. Sin lugar a duda los acontecimientos políticos que debemos esperar en el país estarán ligados como a un todo a la crisis internacional del sistema capitalista.

En tiempos de crecimiento económico récord, como existió en el país, resulta relativamente fácil conciliar los intereses antagónicos de empresarios y trabajadores, la disputa entre el capital y el trabajo puede ser suavizada debido a que los ingresos extraordinarios permiten que, a través de la lucha política, se pueda distribuir la riqueza. Produciendo una transferencia de ingresos de los sectores más ricos hacia los trabajadores, a la vez que se garantiza las ganancias astronómicas que exige el empresariado.

Pero esos tiempos han llegado a su fin y hoy la realidad marca que ante la disminución de los ingresos estatales el margen de maniobra va llegando a su límite, arrojando al tacho de la basura la refrita idea de la conciliación de clases, que a contramano de la experiencia histórica insiste con que es posible que empresarios y trabajadores convivan armoniosamente, como un necio que insiste en que el lobo duerma junto a los corderos.

Una nueva etapa política se abre en la Argentina, donde las elecciones de octubre serán un punto clave y fundamental pero no determinante de la nueva escena política. Ya que en definitiva, será en las calles, las escuelas, los barrios, las universidades, los sindicatos, los lugares de trabajo, etc. donde se dirimirá la disputa central entre quienes preparan un infierno inmediato para los trabajadores y quienes buscan profundizar el actual proceso político en búsqueda de hacerlo irreversible.

Es por eso que se hace de gran importancia balancear el 2014 y trazar perspectivas para el año que se viene. El camino no es lineal ni se da de manera mecánica, por lo cual debemos estar preparados para observar las necesidades y tareas del movimiento político surgido indirectamente del 19 y 20 de diciembre de 2001, del cual se cumplen 13 años y cuyas ondas largas llegan hasta nuestros días.

El tufillo golpista ausente, los trabajadores presentes

Una de las características distintivas que tiene este cierre de 2014 es que las tendencias que impulsan la hediondez del tufillo golpista han quedado relegadas o contenidas y han sido los trabajadores los que han ganado la escena central.

Saqueos inducidos, levantamientos de las fuerzas represivas fogoneados, acuartelamientos policiales dictados desde los medios, como en años anteriores no han tenido lugar. Aunque sí la mafia judicial se ha mostrado muy activa acosando a funcionarios del gobierno nacional e incluso a la propia presidenta.

Pero el rasgo distintivo de este diciembre, es que han sido las luchas de los trabajadores por recomponer el salario, golpeado por la inflación, las que han ganado el protagonismo central del escenario político.

Así vemos a docentes, bancarios, petroleros, gráficos, colectiveros, camioneros, trabajadores del SUBTE, etc. pelear por que el impuestos a las ganancias sea suprimido o trasladado a las patronales o por arrancar un bono de fin de año a las gerencias. Lo que anticipa unas paritarias calientes para 2015.

Asimismo, estas luchas son usadas, de manera demagógica, por todo el arco de derecha y centro derecha con el fin de golpear al gobierno de Cristina Fernández, con la colaboración de la mesa sindical opositora de Moyano, Barrionuevo y Micheli, cabalgando sobre un sentimiento de genuino malestar en amplias capas de trabajadores que sienten en carne propia el retroceso de la economía.

Este cambio de situación, donde el tufillo del golpismo es remplazado por luchas en las fábricas o lugares de trabajo, es un fiel reflejo de la dicotomía que expresábamos más arriba, en relación a que los indicadores económicos retroceden y son los trabajadores quienes lo sufren de manera cotidiana.

Esto nos muestra que si bien la principal base social y electoral del kirchnerismo, como son los trabajadores, apoya mayoritariamente al gobierno éstos no están dispuestos tampoco a tolerar mansamente un retroceso en sus condiciones de vida. Un fenómeno que ya se había visto en marzo de este año donde los docentes sostuvieron una huelga victoriosa de 17 días contra el gobierno provincial del pejotista y precandidato por el Frente Para la Victoria, Daniel Scioli.

La oposición de derecha

Los opositores de derecha por su parte, se encuentran fragmentados siendo por esto constantemente basureados por los medios hegemónicos que les reclaman la unidad en la búsqueda del “Capriles” argentino.

Si bien en sus distintas variantes (sea FAUNEN, PRO o Frente Renovador) acumularán en las urnas un caudal importante de votos, es altamente probable que no alcancen para desplazar al kirchnerismo del poder por la vía electoral.

Su impotencia se relaciona con que no pueden explicitar su programa de gobierno ya que este no es otro que un ajuste descarnado y la pulverización de los avances progresistas conquistados por los trabajadores bajo el kirchnerismo.

Vemos una oposición camuflada que debe esconder su programa de gobierno ante las masas, debido al espíritu de la época que mantiene la correlación de fuerzas aún favorable para la clase trabajadora. La fortaleza de estos sectores político-oligárquicos no es más que la que se deriva del poder mediático.

Ninguna de estas fuerzas tiene poder de movilización o una estructura militante que los sostenga, sino que son armados por arriba arrodillados ante el poder económico. Son los lacayos que rinden humillante pleitesía ante quienes buscan aplastar al pueblo.

Su demagogia y su poder mediático los posiciona ante sectores de la pequeña burguesía y los sectores más atrasados políticamente de la clase obrera. Y representan las aspiraciones políticas de la burguesía más rancia.

La oposición de izquierda

La necesidad de una izquierda fuerte que pueda explicar pacientemente la necesidad de luchar por el Socialismo es de vital importancia en la Argentina, pero a cambio de eso los dirigentes de los espacios de izquierda se encuentran anulados políticamente al no poseer una táctica que busque vincular las ideas del Socialismo con los procesos políticos reales que se derivan de la lucha de clases.

Los dirigentes de la oposición de “izquierda”, cuya opción más fuerte es el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) y en cuyo entorno se mueven gran cantidad de organizaciones más pequeñas, ha demostrado nuevamente su dificultad orgánica para conectar con el ambiente y mostrarse como una opción real para los trabajadores.

Su negativa a cerrar el paso a la derecha política, mediática y empresarial con un programa de izquierda, mantiene al FIT diluido en un frente antikirchnerista no declarado con los sectores de la oposición de derecha. Lo que lo llevará a desgastar el apoyo, que por motivos coyunturales, había obtenido en las elecciones legislativas de 2013.

Su perspectiva, en lo político, de que si el gobierno cae su base social se muda a la izquierda, a la vez que en lo económico realizan un paralelismo, sin asidero en la realidad, entre la situación actual y el “Rodrigazo”(donde el peso se devaluó un 160%), llevan a este frente electoral a sumarse entusiastamente a cualquier golpe que se dirija contra el kirchnerismo.

A sus peleas intestinas por las bancas obtenidas se sumó la actitud insólita de sus legisladores que votaron conjuntamente con la oposición de derecha, la UIA y la Sociedad Rural (como en la llamada "ley de abastecimiento" o las investigaciones por lavado de dinero del HSBC)

Su abandono de la politica de frente único como así su rechazo al método marxista lleva a estos dirigentes a dinamitar cualquier puente hacia la base kirchnerista por lo cual la idea de que esta misma base mudará al FIT, así sin más resulta inexplicable.

La ausencia de democracia interna dificulta aun más que la militancia de base, abnegada y verdadero sostén de estos espacios, pueda rectificar la línea política que baja de las mesas nacionales.

Es verdad, que estos grupos han jugado un papel importante en difundir y sacar a la luz las luchas por los despidos y suspensiones, como en LEAR, ya que ayudan a visibilizar los conflictos, debido a que si no estuvieran estas organizaciones pasarían totalmente desapercibidos producto de la combinación de las políticas de los medios masivos de comunicación y la actitud de la burocracia sindical (aliada u opositora) que juega al desgaste de las luchas que no controla directamente.

Pero por otro lado, este trabajo queda prácticamente desdibujado cuando le imprimen a su política sindical la misma impronta que a su política general, que en mayor medida terminan en derrotas y despidos, como venimos viendo desde hace años (Casino, FATE, Brukman, Kraft).

Si bien son los empresarios capitalistas y sus socios de la burocracia sindical los responsables directos de los despidos, muchas veces es la política sectaria de los dirigentes de izquierda la que acelera el proceso o lo facilita al llevar adelante su política de "a todo o nada".

La dirigencia que hoy comanda a esta “izquierda” será impotente para construir algo que conecte con el sentimiento general de los trabajadores y la juventud, debido a su sectarismo congénito que la lleva a ser la muleta izquierda de los sectores que buscan golpear al pueblo. Pero no tenemos dudas que los mejores compañeros, los elementos más avanzados, que están haciendo una experiencia con estas organizaciones y dirigentes, terminarán rompiendo con sus políticas y el microclima interno y nos encontraremos allí donde se dirima realmente la situación política y no al margen de la historia.

Perspectivas 2015

Las perspectivas para este año no pueden ser trazadas con precisión de laboratorio, ya que la magnitud de la crisis mundial puede cambiar el panorama de un momento para otro. Pero si podemos ver y analizar tendencias generales.

Lo que se visualiza en el plano electoral es que muy probablemente será Daniel Scioli, hombre de la derecha peronista, el que se impondrá en las elecciones primarias (PASO). A pesar de todos los condicionamientos políticos que le impondrá el sector más puro del Cristinismo, es claro que la tarea de Scioli es frenar el proceso desde adentro. La victoria del gobernador de Buenos Aires será una imposición de la derecha del movimiento que busca no avanzar más, en consonancia con lo que reclaman los poderosos a los cuales están ligados, poniendo entre la espada y la pared a miles y miles de trabajadores y jóvenes que ven con justa y evidente desconfianza a Scioli, pero que no quieren permitir que la derecha más abiertamente reaccionaria se alce con el poder político.

Es caro el precio que hay que pagar hoy por haber revivido políticamente a Daniel Scioli, ya que luego de la crisis de 2001, era un cadáver político por su ligazón a las políticas neoliberales que saquearon el país en los ‘90. Fue el propio kirchnerismo el que le brindó autoridad política al ligarlo al gobierno, caso similar se dió con Sergio Massa que hoy lidera el Frente Renovador y busca ser presidenciable.

La falta de voluntad política de los sectores dirigenciales de la izquierda kirchnerista de poner en pie un fuerte movimiento político de masas que apoye las políticas que representan un paso adelante pero que discuta y combata las que representan un paso atrás, en relación al nivel de vida de los trabajadores, fue lo que le permitió al sciolismo fortalecer el ala derecha dentro del kirchnerismo.

El verticalismo extremo, que estructura al movimiento kirchnerista, anula el pensamiento crítico y la delimitación convirtiéndose en un importante escollo para avanzar y desarma políticamente a la militancia que busca hacer irreversible este proceso.

Es claro que agrupamientos como la Corriente Nacional de la Militancia o incluso Unidos y Organizados no estuvieron a la altura de la circunstancias en todo este tiempo y se limitaron a acatar sólo lo que venga desde los altos dirigentes del Estado intentando cerrar la libre circulación de ideas por la base.

¿Cómo nos hacemos irreversibles?

En esta parte final del año más de 100.000 jóvenes colmaron estadios de fútbol reclamando hacer irreversible y profundizar este proyecto, como así también más de 150.000 personas colmaron la Plaza de Mayo el 13 de diciembre; lo que nos muestra la profunda voluntad de ir por más que existe entre la juventud a pesar de que agoreros de cabotaje intenten todo el tiempo desmoralizar con el argumento de que “la situación no da” para ir por más.

Este pesimismo está íntimamente relacionado con el reformista, cuya teoría política domina el análisis de una parte importante y fundamental de quienes buscan conducir este proceso.

El caso es que, el reformismo renueva las viejas propuestas de transformación gradual del sistema. No toma en cuenta los límites estructurales que el capitalismo impone a la concreción de mejoras. Olvida que las mejoras son posibles, pero no emergen naturalmente del régimen social vigente, sino que son un claro proceso de lucha de las masas para que las mismas sean impuestas. Estos logros chocan con las tendencias intrínsecas de un modo de producción adverso al bienestar de los asalariados y los desempleados. Las conquistas populares dependen de circunstancias económicas y políticas que maduran en ciertas coyunturas.

Las reformas no son irreversibles. Si no se profundizan quedan neutralizadas por la presión competitiva que impone el mercado o la crisis orgánica del sistema. Tampoco se acumulan y su mantenimiento exige confrontar con la tendencia patronal a eliminarlas o recortarlas. La creencia que una reforma conduce a otra mayor ha sido desmentida por los grandes procesos revolucionarios del siglo XX. Ignorar esta lección es el principal defecto del reformismo, sea socialdemócrata, liberal o de cierto corte neodesarrollista, como es el caso de Argentina.

Por otra parte, es necesario reflexionar acerca de lo que vemos afuera y esto es, que el capitalismo justamente no puede ofrecer más reformas, sino todo lo contrario el sistema impone contrarreformas en todo el mundo, como producto de sus necesidades económicas en un marco de crisis sistémica.

Es por esto, que para hacer irreversible este proyecto debemos comenzar a explicitar en nuestro discurso que por las vías muertas del capitalismo no sólo no podremos hacer irreversible este proceso, sino que más bien retrocederemos.

La burguesía, junto a la oligarquía agraria y financiera no cesarán un sólo instante hasta hacernos retroceder. Sólo terminando con el poder político de un pequeño y privilegiado puñado de superricos podremos orientar la economía, no para el lucro desmedido, sino para satisfacer las necesidades de la mayoría aplastante de la población y único productor de esas riquezas: El pueblo trabajador.

Son un puñado de monopolios que utilizan la economía para su exclusivísimo beneficio personal en perjuicio del pueblo, y que sabotean constantemente cualquier avance.

Debemos poner en primer lugar de nuestra agenda, la prioridad de poner en pie un polo de izquierda que aglutine a todos aquellos compañeros que están buscando un camino para no retroceder y para ir por más. Sólo levantando una opción que una a lo mejor del kirchnerismo, junto a aquellos sectores honestos de la izquierda para construir una alternativa que rompa con el reformismo y se proponga construir un camino rumbo al Socialismo, dentro y en el entorno del kirchnerismo, podremos ir por más y tornar irreversible el camino.

Liquidar al capitalismo, expropiando las palancas fundamentales de la economía bajo el control democrático de sus trabajadores es el único camino que nos permitirá no sufrir el duro revés que nos preparan los reformistas que hablan de irreversibilidad pero que desbordan impotencia y pesimismo.

Desde la Corriente Socialista Militante luchamos porque las ideas del marxismo conquisten la dirección del campo popular con el objetivo de cambiar de base al país.

Apoyamos cada unas de las importantes conquistas que hemos logrado en la última década y nos ponemos en la primera línea de combate frente a la derecha que busca derrotar al gobierno de Cristina Fernández para reemplazarlo por una adicto a sus intereses, pero a la vez sostenemos una línea política clara que llama a los mejores luchadores de este combate a fortalecer la necesidad de enfrentar y terminar con el capitalismo.

El proceso y la correlación de fuerzas abierta en 2001 se acercan a su punto de definición, o los jóvenes y trabajadores logramos superar al reformismo e impulsar este proceso de cambio más allá de los límites del capitalismo o debemos prepararnos para resistir.

No tenemos dudas que cientos de miles de jóvenes y trabajadores que llenan estadios y plazas en todo el país darán el salto necesario y en el proceso de aprendizaje, que brinda la lucha política, encontrarán el camino y sacarán las conclusiones necesarias.

29 de diciembre, 2014

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