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El pasado 2 de febrero una movilización de alrededor de 10 mil mujeres tomó las calles de la Ciudad de México para gritar ¡ni una más! y exigir cese a la violencia feminicida y los intentos de secuestro en el metro tipo “cálmate mi amor” como respuesta a las vastas denuncias en redes sociales de mujeres que sufrieron este tipo de agresión.

Las denuncias se utilizaron para crear un mapeo de las estaciones del metro donde ocurren estos hechos, hasta ahora se registran 85 casos desde el 2018.

La situación de la violencia hacia la mujer no dejará de ser alarmante aun con el nuevo gobierno pues no será algo que se erradique con simples cambios de administración, solo desaparecerá hasta que la misma sociedad se renueve.

La propuesta del gobierno de la ciudad, para combatir las agresiones, ha sido la de instalar cinco células de atención por parte de la Procuraduría de Justicia de la Ciudad de México en las estaciones del metro: Coyoacán, Mixcoac, Martín Carrera, Tacubaya y UAM Iztapalapa (según las denuncias son en estas estaciones del metro donde con mayor frecuencia ocurren las agresiones).

Las células estarán integradas por agentes de Ministerio Público, policías de investigación y abogadas de la Secretaria de Mujeres; orientación en atención con perspectiva de género en Ministerios Públicos capitalinos; iluminación de las áreas exteriores al metro; reforzamiento de los operativos de seguridad dentro y fuera del metro tanto con policías y a través de las cámaras de videovigilancia del C5.

Los cuerpos policiacos claramente no defienden ni atienden a los usuarios del transporte público. Se ha demostrado que, muchas veces, la policía también está involucrada en las redes criminales. En ese sentido, las medidas tomadas por el gobierno de la ciudad se quedan muy por debajo de las exigencias de seguridad que las mujeres hemos pedido una y otra vez al salir a las calles.

La visión del nuevo gobierno para atender y resolver las problemáticas de las mujeres en el país es nula, la violencia quieren combatirla con el aumento de los cuerpos policiacos y los circuitos de vigilancia, pero en realidad el problema sobre pasa estas alternativas.

Que aún esté en discusión si al feminicidio, el secuestro y la desaparición forzada serán tomados como delitos graves o no, refuerza que esta nueva administración no comprende el problema, 9 feminicidios diarios, una violación cada 16 minutos y más de 38 mil desaparecidos para ellos siguen siendo cifras.

No quiero decir que declarándolos como delitos graves, estos problemas se terminarán, pero sí sería una señal para abrir el debate de cómo combatirlos, algo a lo que le temen, y le temen porque también sería destapar una cloaca de trata de mujeres, de encubrimiento de funcionarios que en gobiernos pasados tampoco atendieron el problema y de la impunidad que ha imperado.

“Cálmate mi amor”

Que a los secuestradores y violadores les sea sencillo utilizar un escenario de relación personal o sentimental con las víctimas, significa que la normalización de la violencia ha llegado a niveles muy altos, cualquier hombre puede hacerse pasar como tu pareja sentimental para justificar violentarte.

La imagen que el capitalismo ha creado sobre las mujeres corresponde a las necesidades inmediatas de éste para seguir produciendo, es decir, se nos ha delegado la tarea de sostener las tareas domésticas y de crianza que los trabajadores no pueden hacer por mantener una jornada de explotación en las industrias. Se nos ha educado tanto a hombres como a mujeres para mantener estos roles, contexto que surge con la división de la sociedad en clases, esta es la base del patriarcado y misma que ha sido utilizada para el desarrollo del capitalismo como ahora lo conocemos.

La desvalorización de las mujeres en ámbitos no solo domésticos sino económicos, políticos, intelectuales y morales nos ha puesto contra la pared para resolver los conflictos inmediatos que nos aquejan. El Estado y los gobiernos han reducido la solución de la problemática de la mujer, a cosas “personales”, “privadas” donde claramente se deslindan de la responsabilidad social de mantener un ambiente seguro en las calles, condiciones laborales dignas, trabajo igual – salario igual o incluso tomar las responsabilidades domésticas como un trabajo colectivo y social.

Si ahora las mujeres jugamos roles distintos, podemos estudiar la universidad, ser solteras hasta después de los 30, no tener hijos, ejercer una profesión y ser independientes económicamente y por lo tanto sexualmente, ha sido producto de la lucha histórica que las mujeres hemos desarrollado, pero esto no es suficiente, ¿de qué vale ser profesionistas, independientes… si nos matan por ser mujeres y mujeres que luchan por ser libres?

Justo ahora la violencia machista y los feminicidios son un retroceso social, un rasgo de podredumbre, síntoma de una sociedad enferma a la que hay que cambiar.

Giselle y el combate contra los feminicidios

En México el mes de enero termino con 153 feminicidios registrados, somos el país número uno en América Latina, los feminicidios son un problema que va al alza, a finales del 2018 la tendencia de los feminicidios subió de 7 al día a 9, 9 feminicidios diarios que involucran no solo a mujeres mayores de edad, sino que se han registrado casos como el de Giselle.

Giselle de 11 años desapareció el 19 de enero en Chimalhuacán y a los 10 días fue encontrada en Ixtapaluca. Sus padres comenzaron a movilizar a los vecinos del municipio y a organizar brigadas de búsqueda para encontrarla, las autoridades no respondieron hasta que sucedió la primera marcha donde los padres exigían que las autoridades correspondientes comenzaran a buscar a su hija.

“El número de asesinatos contra mujeres de 0 a 17 años creció al menos 32.30 por ciento en 2018 con respecto a la cifra de 2017. Durante año pasado, el más sangriento en la historia moderna del país, se reportaron un total de 86 niñas y adolescentes asesinadas, 21 casos más que en 2017, cuando se registraron 65 casos, de acuerdo con las cifras procesadas por la organización civil Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), que también toma datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).” (Sin Embargo).

Las mujeres las adolescentes y las niñas nos seguimos enfrentando al monstruo de la barbarie, hemos cambiado nuestras rutinas de vida, pero el horror no tiene fin.

El Estado y el gobierno de AMLO deberán plantear y garantizar el combate a la violencia de género, los feminicidios y las diversas violencias hacia la mujer. La justicia tendrá que ser para las víctimas y sus familias, la impunidad no deberá ser nunca más el resultado de las denuncias de quienes nos atrevemos a enfrentar la problemática.

Por otro lado, hay que comenzar un proceso de debate y organización entre las mujeres universitarias, trabajadoras y amas de casa para combatir la violencia, que abogue por auto defensas barriales, juicios locales y casas de seguridad para las víctimas, será un paso adelante, pero nuestra lucha frontal será para destruir este sistema barbárico y construir un mundo nuevo donde seamos libres y no valientes.

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