Bolivia
Typography
  • Smaller Small Medium Big Bigger
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

Evo Morales y el MAS han ganado las elecciones con una mayoría aplastante y en casi todo el territorio nacional. Una victoria electoral rotunda que contrasta con las dificultades de los demás gobiernos progresistas de la región, y realza aún más la lucha revolucionaria del movimiento obrero, campesino-indígena y de la juventud de nuestro país. Esto es mucha responsabilidad, que no se asume solo festejando el resultado, sino analizándolo para ver en éste cómo avanzar.

Una victoria nacionalcomputo2014.oep.org.bo

Cuando faltan por computar todavía aproximadamente 600 mil papeletas (10%), Evo Morales gana con más de 1,6 millones de preferencias sobre su alejadísimo primer oponente, el empresario Samuel Doria Medina de UD. El resultado plebiscitario de 2009 queda a poco más de 300 mil votos. Además el MAS está ganando en por lo menos 47 de las 63 circunscripciones uninominales del país y peleando voto a voto otras dos. Con estas victorias y las diputaciones uninominales que se distribuyen proporcionalmente al voto obtenido en cada departamento por el candidato presidente, el MAS se estaría acercando al número de 87 diputados necesarios para garantizar la mayoría de dos tercios.

La conquista inédita de circunscripciones uninominales de todo el territorio nacional sigue a la victoria de Evo Morales en todos los departamentos menos el Beni, donde además se registró el nivel más alto de ausentismo del país, señal que la posibilidad de ganar existía incluso ahí. Este es uno de los hechos más relevantes de estos comicios: el MAS ha superado las connotaciones geográficas que lo encasillaban en los Andes y los barrios obreros, de inmigrantes y colonizadores del Oriente, para convertirse en partido estructurado y mayoritario en todo el territorio nacional. Con mucha razón Evo podía afirmar que “ya no hay Media Luna, sino Bolivia entera”.

Razones de la victoria y de la derrota

La victoria del MAS nunca estuvo realmente en discusión. A la popularidad de Evo Morales contribuyen no solo la bonanza económica y un escenario internacional de relativa crisis para el imperialismo mundial, con la consecuente apertura de espacios diplomáticos para un gobierno que proclama la soberanía nacional, sino también y sobre todo el cambio sustancial en la escena política boliviana impuesto por la irrupción violenta de las masas a partir del 2000. Lo primero, la bonanza económica, es lo que ha validado la política de nacionalizaciones y hace que ahora incluso sectores de clase media aplaudan a Evo cuando reivindica su victoria como “la victoria de las nacionalizaciones sobre las privatizaciones, la victoria de los antiimperialistas y anticolonialistas”. La lucha por extender y dar una administración obrera y democrática a las nacionalizaciones puede contar ahora con una experiencia positiva de las masas y se convierte en  lucha concreta por la defensa de esta experiencia positiva, frente a las crisis como a los fenómenos de nepotismo y corrupción.

Lo último, el cambio de correlación de fuerza en la sociedad determinado por la irrupción violenta de las masas en la escena política, es lo que explica la derrota de las oposiciones. Los analistas burgueses insisten en los errores en las estrategias de comunicación y la fragmentación de las oposiciones para no reconocer lo que es absolutamente evidente: la incapacidad de la burguesía boliviana como elite dirigente del país. No han podido deshacerse de sus viejos aparatos políticos con su impresentable pasado de privatizaciones y abusos, y tampoco de un núcleo electoral hecho de liderazgos regionales, corporativos y de odio clasista a la “indiada”. La división de la oposición no es más que el reflejo de las divisiones de la burguesía, que se ha movido tratando de arrancar base social al MAS reconociendo formalmente parte de sus méritos (UD), mientras se los negaba (PDC) o buscaba acuerdos con el gobierno.

Las “costillas” del MAS

El colapso del MSM en su mismo bastión de La Paz, ciudad y departamento, expresa la ausencia de un “centro político” en un contexto social que se mantiene socialmente polarizado. El desempeño del Partido Verde contiene en cambio una lección muy valiosa. El PVB se proponía como el frente que recuperaba las razones originarias del proceso de cambio ante su denunciada traición. Al neto de pobreza de medios y confusiones programáticas, solo en pocos lugares ha logrado capitalizar un descontento que, como veremos, se ha manifestado en estos comicios.

En Potosí capital el PVB es la tercera fuerza política local con un porcentaje superior al 10% con una importante proyección sobre elecciones municipales que se anuncian muy disputadas. En la Villa Imperial el PVB era animado por los colectivos que han dirigido la lucha regional de 2010 y el eje de su propuesta no era ecologista sino federalista. Esto nos dice que incluso ante la percepción de un disenso que pueda justificar la formación de agrupaciones políticas, un partido no puede ser simplemente proclamado, debe madurar su existencia en luchas vivas con una base real de masas y cuadros dirigentes formados anteriormente y cimentados en las mismas. Esta es una lección básica del marxismo que lo distingue de cualquier aventurerismo.

Las sumas han restadoevo-morales

Pese a la contundencia de la victoria la realidad es que se podía mucho más y que los dos tercios  (cuya pérdida no devolvería centralidad a los movimientos sociales sino a la negociación parlamentaria con la derecha) podían lograrse sin esperar el último voto para compensar la disminución de senadores y plurinominales que se proyecta. Se podía más, pero, como denunciamos, las sumas han restado, desde una perspectiva nacional del voto e incluso donde parece el contrario, como en el departamento de Santa Cruz. Candidaturas uninominales impuestas en nombre de alianzas con partidos políticos, terratenientes y empresarios, han sido barridas por el voto. Esto ha ocurrido en la ciudad de Santa Cruz a Subirana (ADN) y Romy Paz (UCS) como en la ciudad de Potosí, donde la alianza con el ex alcalde del AS René Joaquino ha entregado con una mayoría plebiscitaria la C-33 a un ex MNR candidato con UD.

En estas circunscripciones uninominales es donde más y de manera directa se puede apreciar que la incorporación de elementos burgueses ajenos a las bases del partido no ha aportado nada. Ante  candidatos impuestos el porcentaje de votos en blanco y nulo es próximo al 30%, resultando decisivo a la victoria de UD en la C-54 (norte cruceño) donde el candidato consensuado por las bases por un programa de “expropiación del latifundio” había sido desplazado. En los departamentos del Occidente los votos son de hasta el 10% menos, reduciendo de 26 a 24 la bancada de senadores del MAS. Esta disminución está directamente relacionada al giro en las políticas económicas, en particular agraria, reflejado en la composición de las listas. Aunque con números tan ajustados y una oposición tan débil, los dos tercios podrían ser consolidados incentivando más transfuguismo político; la frustración entre las bases y la cantidad de pagarés en manos de “nuevos aliados” que ya circulan para ser cobradas en las venideras elecciones municipales, provocarán más tensiones internas.

El voto rural

Oriente y Occidente es otra manera de hablar de la cuestión agraria y nacional en Bolivia. La objetiva liquidación de la reforma agraria consensuada con los agroindustriales y plasmada en una serie de normas que los favorecen, no podía pasar sin reacción alguna en un país con tanta hambre de tierra. Como venimos diciendo hace tiempo la no solución de la cuestión agraria y nacional representa la demostración que éstas no pueden ser superadas bajo el capitalismo y son un frente continuo de la lucha de clases. Los que piensan que la fuerza del MAS sigue en el área rural, en los chicotazos sindicales, expresan simplemente un prejuicio.

En todas las circunscripciones rurales, particularmente, pero no solo, del Occidente, los porcentajes promedios de votos en blanco (sobre todo) y nulo (menos consistente) son superiores al 25%. En las áreas rurales de La Paz son en promedio del 30%, con picos del 38% en la zona indígena de Jesús de Machaca y en la provincia Omasuyo, de los ponchos rojos. Lo mismo ocurre con los ayllus del norte de Potosí (32% y hasta 38%) y en toda el área rural de Oruro (30%). No ha habido el voto cruzado del que pretendía favorecerse la derecha, sino esta expresión de clase e impotencia por un malcontento difuso hacia un partido “propio” que se le escapa de las manos. El Estado Plurinacional, todavía burgués, está provocando el mismo sentimiento minoritario de las pluralidades nacionales sobre las cuales pretendía basarse.

El voto obrero y de la juventud

Los mineros comparten con los campesino-indígenas mucho más de lo que ellos mismos o sus billeteras les hagan pensar; el mismo territorio y la misma extracción social y nacional. El elevado nivel de deserción del voto superior al 30% se registra también en las circunscripciones de algunos de los principales centros mineros, como Huanuni, Colquiri, Porco. En este se refleja la incertidumbre por el futuro y el rechazo a una dirección de la COB que busca silenciar el debate interno con métodos burocráticos y, con una fraseología radical, ha prácticamente renunciado a la búsqueda estratégica de hegemonía sobre el movimiento campesino-indígena dando fuerza a las batallas propias de este.

A pocas horas de anunciarse el triunfo de Evo Morales una empresa minera multinacional (Inti Raymi) ha despedido a 185 trabajadores, por la baja del precio del oro y el agotamiento de las vetas. La única solución a la crisis que amenaza la minería es su completa nacionalización, para que las utilidades de las minas más rentables sean invertidas en la reactivación de todo el complejo productivo minero, en beneficio de la estabilidad laboral y del país. Esta no es la política del gobierno y el futuro de paliativos para las crisis más agudas no es evidentemente muy motivador para el proletariado minero.  

En estas elecciones el padrón electoral sumó a 730.526 nuevos electores, en su casi totalidad jóvenes a sus primeros comicios. Pese a la rotunda victoria, la votación al MAS indica que se ha  conquistado poco o nada de este voto juvenil, que en parte se ha dispersado hacia otros partidos y en parte ha engrosado las filas de aquel 16% entre ausentismo (11%), voto blanco y nulo a nivel nacional, casi el doble de 2009. Es imposible no relacionar esto con los métodos burocráticos e inescrupulosos que muchas estructuras juveniles del partido utilizan a nivel local, en las universidades y entre la juventud trabajadora en general.

Conclusiones

El partido que ha ganado estas elecciones es algo diferente al de 2009. La victoria en tantas circunscripciones uninominales entre elevados niveles de renuncia al voto, combinada con las polémicas en la compilación de las listas, demuestra que se han ido construyendo nuevas lealtades y cadenas de poder, cuyos eslabones principales son jefaturas locales y elementos burgueses ajenos a la base del partido, incentivados a sumarse por la política de colaboración de clases que es resistida por amplio sectores campesino-indígenas, de trabajadores y de la juventud. Pese a que lo que analizamos arriba demuestra que las sumas han restado y que el incremento de voto en el Oriente se debe al esfuerzo dedicado de la militancia de base y a la percepción de las políticas del gobierno, estas “aperturas” hacia “nuevos aliados” serán ulteriormente ratificadas en las próximas elecciones administrativas, como ya se anuncia.  

Esto se debe a que las condiciones externas de la bonanza económicas van revirtiéndose, como en la crisis del precio de los minerales, y el estímulo público al mercado interno no puede ser infinito: no se puede cubrir Bolivia de asfalto. Así la asociación con empresarios y agroindustriales nacionales, limitando sus excesos e incentivando sus ganancias con el determinante apoyo de la dirección de la COB, se refleja en los cambios en el partido. Todo esto hace aún más necesaria la batalla política por completar la revolución que el análisis pormenorizado del resultado electoral demuestra posible. Una batalla en la senda apenas trazada por las nacionalizaciones, a la cual es necesario sumar fuerzas, organizándolas. Esta es la perspectiva que planteamos antes del voto y que, con la misma urgencia basada en el análisis objetivo, renovamos ahora. La crisis del capitalismo, la inestabilidad de las relaciones mundiales y el proceso de cambio han colocado a nuestra generación ante una posibilidad y una responsabilidad sin iguales de transformación social: hay que asumirla hasta el final.

 

Puedes enviarnos tus comentarios y opiniones sobre este u otro artículo a: [email protected]

Para conocer más de “Lucha de Clases”, entra a este enlace

Si puedes hacer una donación para ayudarnos a mantener nuestra actividad pulsa aquí