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En 2008, Satoshi Nakamoto llevó a cabo la primera transacción digital de bitcoins estableciendo el llamado Genesis Block -bloque génesis-. Este iba a ser el comienzo de una nueva era para el dinero y el sistema de pago, pero la historia no se desarrolló de acuerdo con los objetivos originales del creador del Bitcoin. Las monedas digitales realmente tienen el potencial de cambiar el panorama económico. El problema es que, en condiciones capitalistas, no se utilizarán para ayudar a la gente corriente sino a los banqueros que desean lucrarse. Nota: este artículo fue escrito en diciembre de 2020.

Criptomonedas: un desorden infantil

Las monedas digitales han existido ya durante un tiempo, aunque solo el nacimiento de las tecnologías de cadenas de bloques -'blockchain'- facilitó su éxito. Como predijeron los marxistas, su potencial para cambiar el sistema de pagos no se ha materializado porque estas tecnologías no se introdujeron como parte de un plan general para desarrollar la economía en interés de toda la población, sino para facilitar las ganancias de unos pocos. Como resultado, se han convertido en una burbuja financiera más.

Después del gran alcance conseguido en enero de 2018, la capitalización de mercado de estos activos colapsó. Luego de un tiempo, experimentaron una recuperación, como sucede en cualquier burbuja financiera clásica. Recientemente, su valor creció rápidamente, al igual que el de otros activos financieros, gracias a la ayuda de los bancos centrales. Por ejemplo, el índice Dow Jones en los últimos seis meses creció alrededor del 20 %.

Los altibajos de las criptomonedas no cambian su papel económico, al contrario, lo cimentan. La razón por la que el bitcoin y similares no han tenido nunca la oportunidad de reemplazar las monedas ordinarias no es tecnológica, sino económica y social. El dinero no es, como en el mundo de fantasía de la economía convencional, un auxiliar técnico descubierto para aliviar las deficiencias del trueque, sino una relación social entre clases y, en particular, entre la fuerza de trabajo (trabajadores) y los propietarios de los medios de producción (capitalistas). Esta relación es el núcleo del sistema productivo, por lo que su defensa es el deber más sagrado de todas las instituciones burguesas, desde el banco central hasta el ejército.

El proyecto Bitcoin, creado por seguidores de ideas anarcocapitalistas, estaba destinado a salir a la luz e intervenir después de 2008. Sus creadores creían que la crisis financiera mundial y la posterior intervención estatal destruirían el valor de las monedas oficiales. Pensaron, de acuerdo con la sabiduría monetarista infantil, que a medida que los bancos centrales crearan una gran cantidad de dinero, automáticamente la inflación se dispararía en cuestión de meses. Esto llevaría a la gente a abandonar dólares, euros, oro y bitcoins.

Parecía como si el viejo sueño de Hayek de desnacionalizar (es decir, privatizar) el dinero se estuviera convirtiendo en realidad. Esto no sucedió y los bitcoins permanecieron al margen de la economía ordinaria. El hecho que el número de monedas digitales se multiplicara, de decenas a miles, confirmó paradójicamente que ninguna de ellas logró convertirse en una verdadera moneda.

El factor inmediato detrás del fracaso de las criptomonedas fue su inestabilidad. Por ejemplo, el bitcoin aumentó su precio 20 veces en 2017. El dinero debe ser estable, para permitir su uso como unidad de intercambio y contabilidad, de lo contrario es inútil como dinero (aunque pueda utilizarse como activo financiero, entre otros). No ayuda el hecho que el llamado Bitcoing Mining ("Minar Bitcoins" - el proceso de crear un nuevo bitcoin resolviendo un puzzle computacional,NdT) requiera días y días de funcionamiento continuo de cientos de miles de computadoras muy poderosas, gastando así una enorme cantidad de energía, superando la producción total de energía de Suiza en 2019. La especulación financiera que consume la energía de un país de casi 9 millones de habitantes es la definición misma de qué significa el desperdicio de recursos capitalista.

El destino de las criptomonedas también ha evidenciado un punto aún más profundo: el capitalismo es un sistema inestable en sí mismo. Incluso sin grandes crisis, como la crisis financiera mundial de 2008 o la pandemia del covid-19, necesita interminables intervenciones estatales para subsanar las características inestables del sistema y ayudar a los capitalistas a controlar la situación. Pero en el mundo de la ciencia ficción de las criptomonedas era suficiente eliminar la intervención humana y dejar que el software hiciera todo el trabajo para resolver el problema. La realidad ha disipado dolorosamente esta ilusión infantil.

Un compromiso incierto: las monedas estables y Libra

Las criptomonedas, como el bitcoin, nunca tuvieron la oportunidad de ser ampliamente aceptadas por empresas y hogares como medio de pago por el simple hecho que son demasiado inestables para permitir el intercambio de productos básicos. Además, los gobiernos y los bancos centrales no estaban dispuestos a renunciar a su control sobre la moneda, que es un aspecto vital de la regulación económica. Las monedas fuertes provienen de una economía fuerte, y viceversa.

Aún así, la moneda digital todavía parecía una gran idea para muchos. Surgió una nueva generación de monedas digitales: las llamadas monedas estables -stablecoins-. Su tecnología es similar a la de las criptomonedas ordinarias pero contienen un mecanismo estabilizador. Su valor está conectado a una moneda tradicional o a un tramo de monedas tradicionales (un método llamado colateralización) que hace una moneda estable similar a un fondo mutuo monetario típico, compuesto por activos a corto plazo en dólares, euros, etc. Las monedas estables prometen (aunque esto no es legalmente vinculante) convertibilidad con el dólar u otras monedas, y esto les permite ser mucho más estables que el bitcoin. Pero a pesar de su estabilidad, esta nueva generación de criptomonedas tampoco estaba teniendo mucho éxito como moneda alternativa, hasta que Facebook intervino.

Cuando, en junio de 2019, Facebook y otras grandes firmas presentaron la Asociación Libra quedó claro de inmediato que el mundo de las monedas digitales estaba cambiando para siempre. La Asociación publicó un documento técnico: "Una introducción a Libra", que era cómico por la cantidad de hipocresía corporativa que contenía. Los promotores explicaron al mundo que estaban introduciendo la primera moneda global estable por razones humanitarias. De hecho, señalaron: “grandes sectores de la población mundial todavía se quedan atrás: 1.700 millones de adultos en todo el mundo permanecen fuera del sistema financiero sin acceso a un banco tradicional”. Para ayudar a los pobres a acceder a servicios financieros baratos y confiables, Facebook y los demás estaban ofreciendo Libra al planeta. Para tener una moneda estable global, la nueva moneda se basó en un tramo de monedas. Al principio, la (vaga) idea era tener un valor basado en la mitad en dólares y la mitad en el yen, el euro, la libra esterlina y otras monedas menores.

Aunque Libra estaba respaldada, al principio, por nombres fuertes como Visa, Mastercard y Vodafone, rápidamente quedó claro que el proyecto no iba a ninguna parte. La razón inmediata fue que los gobiernos y los bancos centrales no estaban dispuestos a otorgar a un proyecto privado tal poder sobre el sistema monetario mundial. Además, dado que Facebook tenía un largo historial de total indiferencia por cuestiones de privacidad, por decir lo mínimo, también era obvio que los datos financieros de todos los que usarían Libra habrían estado en cualquier momento a la venta al mejor postor.

Los bancos tradicionales tampoco estaban muy contentos de ver a nuevos competidores consumiendo sus ingresos de los sistemas de pago que generan alrededor de $2,000 mil millones al año. Además de todos estos aspectos, era una oportunidad para vengarse de todos los escándalos en los que Facebook se había visto envuelto hasta el momento. Durante su audiencia en el otoño de 2019 en el Senado de los EE.UU., Mark Zuckerberg, el CEO de Facebook, fue atacado por una serie de miembros muy críticos del Congreso, quienes aprovecharon la oportunidad para recordarle duramente todas las malas conductas de su empresa en el pasado. También hubo observaciones críticas de los reguladores financieros sobre la falta de seguridad en el proyecto, en términos de lavado de dinero y regulación de la privacidad.

El aluvión de críticos obligó a Libra a retirarse. Después de un tiempo, la Asociación anunció una reducción drástica del alcance del proyecto, mientras que muchos miembros de alto perfil lo estaban abandonando. En abril de 2020, salió una nueva versión del documento técnico. La principal diferencia con el proyecto original es que Libra ahora se propone como una moneda estable de alcance únicamente nacional. En otras palabras, Libra ya no se concibió como una moneda global única, sino como una versión digital del dólar, el euro, etc., respaldada por un fondo con activos denominados en esa moneda. La Asociación también hizo muchos comentarios humildes sobre cómo estaba dispuesta a colaborar con los reguladores financieros. Por el momento, es muy poco probable que Libra vea pronto la luz del día.

Llegando a una edad madura: las monedas digitales del banco central

Si bien Libra se relanzó básicamente como otro PayPal, los gobiernos y los bancos centrales estaban comenzando a discutir el futuro de las monedas digitales públicas.

Aunque los bancos centrales han discutido proyectos para monedas digitales antes, como el “Dinero electrónico” del Banco Central de Ecuador en 2014, estos proyectos no tuvieron éxito. Libra cambió el panorama. Mientras la Asociación reorganizaba sus ideas, los reguladores financieros internacionales emitieron una serie de documentos sobre monedas estables y monedas digitales. Por ejemplo, en abril de 2020, el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB por sus siglas en inglés) instó a los gobiernos, los bancos centrales y los reguladores financieros a enfrentarse al desafío de las monedas digitales y, en particular, de las monedas estables globales. Incluso si ninguno de ellos se destaca en el documento, está claro que el documento del FSB fue una respuesta a la amenaza que representa Libra para la estabilidad financiera mundial.

Si bien es cierto que Libra podría usarse fácilmente para el fraude y el lavado de dinero, esta no es la razón por la que se ha detenido. La mayoría de los intercambios de criptomonedas existentes tienen controles débiles contra el lavado de dinero, así como escasos procedimientos de identificación. El problema de fondo era la escala del proyecto, que corría el riesgo de desestabilizar el sistema financiero global (que ya es muy frágil); y la amenaza que representaba a las ganancias de los bancos existentes.

De este debate surgió un tercer tipo de criptomoneda: las monedas digitales de bancos centrales. Los proyectos son de diferentes tipos, pero podemos centrarnos en el más simple: una cuenta corriente universal de los bancos centrales. Cada banco central podría crear una cuenta corriente para cada individuo y empresa del país, de modo que todas las relaciones financieras del sistema pudieran regularse fácilmente a través de los libros del banco central. Las ventajas de una moneda digital pública de este tipo son obvias. En primer lugar, destaca su eficiencia: todos los pagos pueden realizarse de forma instantánea y barata. No más efectivo, cheques, tarjetas de débito, etc. En segundo lugar, cada pago estatal a los ciudadanos podría lograr rápidamente su objetivo. Por ejemplo, durante la pandemia, en Italia y en otros lugares, ha habido muchas polémicas sobre el hecho que las prestaciones por desempleo y otras ayudas estatales se retrasaron mucho, lo que obligó a muchas familias a seguir endeudadas, mientras continuaban con los pagos ordinarios. Bajo un sistema de cuentas universal, los gobiernos podrían pagar instantáneamente y también pueden tomar dinero fácilmente de las cuentas de las personas, como los impuestos, por ejemplo.

Este banco estatal universal podría otorgar préstamos y recibir depósitos, como cualquier banco comercial. Las tasas de interés (positivas y negativas) de las cuentas podrían sustituir la forma actual de política monetaria. Por ejemplo, el banco central podría reducir las tasas de interés de los depósitos para impulsar el consumo o reducir las tasas de interés de los préstamos para impulsar la inversión.

Finalmente, dado que el efectivo casi desaparecería, la economía sumergida, que representa entre el 10 y el 30 % de las economías de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, se vería muy afectada. De manera más general, el Estado tendría una idea precisa de los flujos de efectivo de cada empresa del país. Por supuesto, la increíble capacidad de los capitalistas para eludir sus propias leyes no desaparecería, pero tendrían muchos más problemas a la hora de escapar de los controles públicos por motivos fiscales o penales.

Una moneda digital de un banco central sería una nueva tecnología de sistema de pago segura y eficaz. Parece una idea brillante en ciernes. De hecho, todos los bancos centrales importantes están participando en algún proyecto en torno a la moneda digital. Sin embargo, este es básicamente un movimiento defensivo contra Libra y no están dispuestos a crear realmente un sistema de cuentas universal.

No es difícil entender por qué. Una moneda digital de un banco central podría barrer todo el sistema bancario, que se volvería inútil de la noche a la mañana. Los servicios rentables ofrecidos por los bancos comerciales serían ofrecidos en su lugar por el banco central. ¿Por qué diablos un cliente se quedaría con un banco comercial que ofrece los mismos servicios a un costo mayor? El sistema de cuenta universal podría utilizarse para promover la inclusión de las personas más pobres y vulnerables, que ahora están excluidas del sistema bancario, reduciendo su costo. También sería muy interesante para los minoristas y pequeños comerciantes, que ya no estarían presionados por los bancos.

En otras palabras, los clientes de los bancos comerciales se reducirían a casi cero muy rápidamente. Incluso si el sistema de cuentas universal solo ofreciera servicios financieros básicos, no muchas personas realmente necesitan servicios financieros sofisticados. Esto significaría que los bancos perderían la mayor parte de sus depósitos, es decir, su principal fuente de liquidez. Su modelo de negocio colapsaría. Cada secreto que los bancos guardan para sus clientes adinerados estaría a disposición de las autoridades públicas. Los grandes bancos, las organizaciones criminales y las personas adineradas recibirían un golpe devastador ante tal cambio, y como constituyen una parte importante de la clase dominante, el cambio no se producirá mientras estén en el poder.

Los estrategas burgueses saben que la moneda digital de un banco central minorista cambiaría las reglas del juego, por lo que le temen la idea. Por ejemplo, un documento reciente del Banco de Inglaterra señala:

“Un enfoque de CBDC [Central Bank Digital Currency, en español Moneda Digital del Banco Central], donde el Banco de Inglaterra hace todo, sin la participación del sector privado, es poco probable que cumpla con la mayoría de nuestros principios organizativos. Tal CBDC puede ser resistente, rápida y confiable. Pero no estaría abierta a la competencia, podría no apoyar la innovación y no estaría diseñada en torno a las respectivas fortalezas del Banco y del sector privado...

“Esta contracción del balance del sector bancario se conoce como 'desintermediación'... Si la desintermediación ocurriera a gran escala, eso implicaría una gran caída en los préstamos o requeriría que los bancos buscaran pedir prestado significativamente más al Banco de Inglaterra. Esto podría tener profundas implicaciones para la estructura del sistema bancario y el balance del Banco”.

En otras palabras, una moneda digital pública revelaría la inutilidad del sistema bancario privado, obligando a los bancos privados a suplicarle liquidez al banco central. Sobra decir que destruir capital financiero no cumple con los “principios organizativos” del banco central. Entonces, incluso si se ven obligados a introducir alguna forma de moneda digital pública, la limitarán tanto como puedan, probablemente solo a los flujos entre bancos.

El caso de China

La timidez de los países imperialistas hacia la adopción de una moneda digital del banco central no es completamente compartida por la República Popular China, donde ya existen servicios de pagos gigantes como WeChat y Alipay. Este tema se ha convertido en un importante campo de batalla entre el Estado y las grandes empresas privadas. De hecho, la ilegalización de la mayor parte de la actividad de las monedas digitales se produjo junto con la investigación de una moneda digital respaldada por el Estado, aunque las reglas contra las monedas digitales ya comenzaron en 2013.

En octubre de 2020, el banco central propuso una nueva versión de la “Ley del Banco Popular de China”, preparando el panorama para una moneda digital pública. Los objetivos de este proyecto son dobles. A nivel nacional, el objetivo es defender el dinero estatal contra las criptomonedas privadas y, de manera más general, ejercer más control sobre la burguesía privada. Se generalizará un papel económico más importante para el Estado después de la pandemia, pero en China esto implica una lucha feroz entre las empresas estatales y las corporaciones burguesas privadas.

Esta pelea también explica el sensacional fracaso de la salida al mercado de Ant Group, que iba a ser la mayor oferta de acciones en la historia, y se suspendió drásticamente solo dos días antes de que comenzaran las transacciones en Shanghai y Hong Kong. Podemos ignorar las razones formales: los reguladores chinos intervinieron para evitar que la empresa de pagos dominante en China se volviera aún más poderosa. Por otro lado, una moneda digital pública permitirá al banco central chino monitorear los flujos de dinero en una economía tan enorme, proporcionando al gobierno un conjunto de datos económicos sin precedentes.

A nivel internacional, la moneda digital pública está destinada a fortalecer el papel del yuan, podría ser "el golpe tan esperado pero esquivo que finalmente desaloje al dólar estadounidense de su dominio de décadas en el comercio y las finanzas globales", como la directora del Departamento de Estudios del FMI, Gopinath, observó. Al convertirse en la primera moneda digital respaldada por el Estado, el yuan podría estar listo para cuando otros países decidan unirse. China podrá crear su propia arquitectura de pago internacional, basada en el yuan digital, a expensas de las arquitecturas occidentales que se ven ralentizadas por la oposición de los grandes bancos.

Entonces, mientras los bancos centrales y los gobiernos occidentales esperan, para evitar un choque frontal con el capital financiero, China puede proceder rápidamente a tal innovación. De hecho, el Banco Popular de China ya presentó un plan piloto de su moneda digital en Shenzhen, con planes para usarla en el área de Beijing durante los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022. En octubre de 2020, ya se han procesado más de tres millones de transacciones por valor de 1,100 millones de yuanes utilizando la moneda digital.

Un camino bolchevique hacia las criptomonedas

Entre los muchos defectos de la economía burguesa moderna, incluidas sus vertientes "alternativas", está el hecho que la naturaleza de clase del Estado y de sus instituciones, como el banco central y el dinero, se ignoran por completo. Tampoco se les da contenido de clase porque las clases, según estas teorías, ni siquiera existen. Esto permite que los economistas de derecha apoyen el statu quo y que los economistas de izquierda no propongan nada realmente peligroso para la clase dominante.

Su postura sobre el dinero se deriva de esta actitud. Por un lado, tenemos el sueño infantil de un estabilizador automático del capitalismo. Estas fantasías, ya sea en el ámbito de la "disciplina de mercado" en la regulación financiera o en el mundo digital a través de las criptomonedas, ahora se exponen como inútiles. Por otro lado, tenemos las frecuentes lamentaciones de los economistas keynesianos: ¿por qué los gobiernos no invierten más para reducir el desempleo? ¿Por qué no regulan el sector financiero de forma más estricta? En una frase: ¿por qué los gobiernos no ayudan a la población? La respuesta es obvia: a menos que se vean obligados a actuar de otra manera por un movimiento de masas desde abajo, los gobiernos solo regulan la economía para maximizar las ganancias corporativas.

De esto se trata la política monetaria y fiscal. Ya se trate de flexibilización cuantitativa o inversión pública, cualquiera que sea la forma que adopte la intervención estatal, el objetivo final es la acumulación de riqueza en manos de las grandes empresas, como vimos con el bitcoin. El desarrollo de las monedas digitales no escapa a este patrón. Se les permite desarrollarse en la medida en que sean una fuente de especulación y ganancias. Los marxistas señalaron hace tiempo que la economía capitalista vive en la contradicción entre la socialización progresiva del proceso productivo y la acumulación privada de sus resultados en términos de capital y dinero. Las monedas digitales son un gran paso adelante en este camino porque permitirían una socialización total de la producción de una manera muy eficiente. Sin embargo, es una ilusión pensar que esto puede suceder en este sistema actual.

Justo antes de liderar la revolución bolchevique, Lenin escribió un famoso folleto, 'La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla', donde propuso medidas centrales para permitir que la revolución sobreviviera y saliera victoriosa. Es interesante que la primera de estas propuestas se refiera a los bancos. Lenin propuso la "fusión de todos los bancos en un banco único y control por el Estado de sus operaciones, o nacionalización de los bancos". Explicó que, sin controlar el sector bancario, controlar la economía era inviable. A través de los bancos, se puede hacer un seguimiento de los millones de flujos monetarios que día a día componen la vida económica de un país. Controlar los bancos permite controlar “el eje principal y mecanismo básico de la circulación capitalista, permitiría organizar el control real y no ficticio sobre toda la vida económica”. Lenin también propuso fusionar todos los bancos en un solo banco estatal, capaz de hacerse cargo de los clientes y funciones de los antiguos bancos privados, y agregar muchos más servicios en términos de regulación económica.

Es interesante ver cómo las ventajas que Lenin preveía para tal medida siguen siendo completamente relevantes en la actualidad. Por ejemplo, Lenin observó que con un banco estatal para las masas "se habría dado un gran paso hacia la universalización del uso de los bancos": lo que ahora se llama 'inclusión financiera', un objetivo que las instituciones internacionales siempre propusieron hipócritamente, e incluso la Asociación Libra solía presentarlo en su proyecto.

Por supuesto, la inclusión no es solo una cuestión de publicidad a la gente sobre lo que es un banco, el punto es el costo de los servicios bancarios. De hecho, Lenin continúa explicando que "serían precisamente los pequeños propietarios, los campesinos, quienes podrían obtener créditos en condiciones muchísimo más fáciles y accesibles.” Es cierto que las tasas de los préstamos han bajado en los últimos años debido a la intervención de los bancos centrales para afrontar la crisis, sin embargo, no es difícil encontrar préstamos al consumo con tasas del 10% o del 15%, y en sectores específicos aún más. Por ejemplo, la tasa de interés porcentual anual promedio para los créditos de nómina en los EE.UU. es de alrededor del 400%.

La intervención de un banco estatal sería decisiva para evitar el estrangulamiento económico de las capas pobres de la población y, con la pandemia, estas capas crecerían rápidamente. Además, el banco estatal universal pondría al gobierno en condiciones de controlar y regular la vida económica, y esta es la razón, como señaló Lenin, “…todos los capitalistas, todos los profesores burgueses, toda la burguesía… están dispuestos a luchar con uñas y dientes contra la nacionalización de los bancos.”

Esto es cierto hoy en día para una moneda digital estatal.

Tecnología y capitalismo

Obsesionadas con la búsqueda de mayores ganancias, las empresas introducen nuevas tecnologías que prometen cambios positivos para la población. Pero esta promesa no se puede cumplir mientras su objetivo sea aumentar las ganancias. El desarrollo de 'fintech', es decir, la digitalización de la banca y el dinero es un caso prototípico.

Hemos hablado de las monedas digitales y de cómo, en la situación actual, las grandes tecnologías las utilizarán para reforzar su control sobre la economía mundial y los consumidores. El gigantesco flujo de información que normalmente se denomina 'big data', que es explotado por algoritmos de inteligencia artificial, puede ser la base para una planificación económica detallada y eficaz a escala mundial. Por ahora, simplemente impulsa las ganancias de la gran tecnología por las nubes.

Otro ejemplo son los contratos inteligentes. La idea de un contrato digital ya existía, pero se volvió fácil de crear con tecnologías blockchain. La lógica de un contrato inteligente es similar a una criptomoneda: el software sustituye las acciones humanas. Este es un paso adelante eficiente, pero en la situación actual solo es beneficioso para el capital financiero.

Mencionemos un ejemplo. Un banco hace un acuerdo de préstamo con un cliente para la compra de un automóvil basado en un contrato inteligente de blockchain. La propiedad del automóvil se regula con un contrato inteligente basado en la tecnología blockchain que permite, si el deudor omite el pago de una cuota, el bloqueo del funcionamiento del vehículo. Después, por ejemplo, del retraso de tres cuotas, hay un cambio automático en la propiedad del automóvil al prestamista. Al evitar los costos y el tiempo asociados a los trámites administrativos ordinarios (cartas de solicitud, ejecución hipotecaria, inscripción de la nueva propiedad en el registro público, etc.), todo se haría al instante y sin costos.

¿Quiénes se beneficiarán de estos contratos? Los contratos inteligentes de este tipo, que impiden la evaluación del caso por parte de una tercera parte, como un juez, hacen que la parte contratante débil (que, entre un banco y un consumidor, es obviamente el consumidor) nunca podría hacer valer su propia explicación. Los bancos podrían apoderarse de automóviles, casas y todo lo demás en un instante, sin posibilidad de discutir el caso. Una vez más, en una economía capitalista, la "inteligencia" de tal solución, que es efectivamente eficiente, sólo beneficia a un lado: los capitalistas.

Un sistema de contabilidad universal basado en una moneda digital haría muy efectivo el sistema de pagos y la planificación económica, y la inteligencia artificial permitiría una regulación precisa del sistema productivo. Pero bajo el sistema actual solo servirán para el innoble propósito de hacer más ricos a Zuckerberg y similares.

Las monedas digitales confirman que el mundo ha sobrepasado al capitalismo. The Economist observó recientemente que el riesgo real de estas monedas para el sistema financiero es "que eventualmente puede que precipiten un nuevo tipo de ruta: la idea de si los bancos deberían existir", o el capitalismo en su conjunto, podríamos agregar.

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