El día de hoy se cumplen 150 años de la fundación de la primera internacional. Ese día 28 de septiembre de 1864, en Saint Martin's Hall de Long Acre, Londres [1], se realizó la asamblea inaugural en la que se aprobarían los estatutos y este manifiesto escrito por Marx.

El 28 de septiembre de 1864, delegados de distintos países se reunieron en St Martin’s Hall de Londres. Era el intento más serio hasta la fecha de unir las capas más avanzadas de la clase obrera a escala internacional. La reunión fue convocada como un acto de solidaridad internacional en respuesta al alzamiento polaco de 1863. [Lee también el Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de Trabajadores, de Carlos Marx]

El ataque de Austria a Serbia no condujo inmediatamente a la guerra con Rusia. En San Petersburgo, los generales estaban impacientes por entrar en acción. Sin embargo, el ministro de Relaciones Exteriores ruso Sazonov parecía no compartir la confianza ciega de sus generales. Temía los efectos de la guerra sobre la inestable situación política en Rusia y no estaba convencido de la capacidad del ejército ruso de vencer en un conflicto con la formidable. maquinaria militar alemana.

Este año, se cumplen no sólo 100 años desde el estallido de la Primera Guerra Mundial, sino también el centenario de otra debacle: el colapso de la II Internacional, el organismo internacional que reunía bajo su bandera a todos los partidos obreros de masas.

Los autodenominados filósofos del postmodernismo niegan la posibilidad de encontrar una explicación racional a la historia de la humanidad. Se alega que no hay leyes generales, ni factores objetivos que se escondan detrás de la conducta de los individuos y determinen su psicología y comportamiento. Desde este punto de vista – el punto de vista de la subjetividad extrema – toda la historia está determinada por individuos que actúan según su propia voluntad. Tratar de encontrar una lógica interna en este mar turbulento y sin ley sería un ejercicio tan inútil como tratar de predecir la fuerza y posición precisas de una partícula subatómica individual.

Las tensiones entre las grandes potencias europeas, que estaban enraizadas en última instancia en la lucha por los mercados, las colonias y las esferas de influencia, estaban aumentando de manera constante en las décadas anteriores a 1914. Éstas encontraron su expresión en una serie de "incidentes", cada uno de los cuales contenía el potencial para el estallido de la guerra. Si no alcanzaron esta conclusión lógica fue porque las condiciones objetivas no estaban todavía suficientemente maduras. Estos incidentes son similares a los pequeños deslizamientos de tierra que preceden a una avalancha importante.