Cuestión nacional
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Los acontecimientos del miércoles 20 de septiembre transformaron la situación en Cataluña. La acumulación de rabia, de frustración, de agobio que ha ido aumentando de manera desigual pero continua desde el 2008 explotó en Barcelona, creando ondas expansivas por toda la comunidad autónoma y el Estado, asustando a los reaccionarios del PP. Tal respuesta contundente por parte de las masas a la represión estatal ha significado que el referéndum ya no es solo una cuestión independentista sino que más bien es una cuestión democrática, ensanchando así la lucha y las posibilidades de su desarrollo hacia demandas sociales.

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Ultraderechistas en el acto de Unidos Podemos en Zaragoza

La polarización de la sociedad española ha tomado un nuevo impulso que en los siguientes días, y sobre todo durante el 1-O y posterior, puede volver a verse estimulada. Muchos catalanes que en el pasado eran indiferentes o se oponían al referéndum han sido activados por la energía de la gente en lucha y han decidido que no solo van a ir a votar, sino que van a votar un Sí. Este cambio de actitud es un perfecto ejemplo de cómo las masas aprenden a partir de sus experiencias. Por otro lado, una minoría, en relación a los miles que están a favor de la autodeterminación y en contra del estado del 78, también han salido a la calle defendiendo la unidad de España y al régimen.

En todo el Estado ha habido varias manifestaciones de la derecha con características similares, la más notoria hasta el momento en Zaragoza en el acto convocado por UP durante el pasado fin de semana. Estas protestas han sido relativamente pequeñas, con no más de 500-600 personas, concentrado a seguidores de varias tendencias políticas: desde gente fiel al PP hasta grupos fascistas. Otra característica similar ha sido la agresividad de los eslóganes que se coreaban, incluyendo el despido de las fuerzas de la Guardia Civil con el canto “a por ellos”, “catalanes terroristas”, “todo separatismo es un crimen que no perdonaremos”, etc. También ha habido actos violentos, como la agresión a un viandante durante una de las manifestaciones en Barcelona y la botella arrojada a la cara de la presidenta de las Cortes de Aragón.

El movimiento de la derecha es aún débil. Las reservas sociales del fascismo, que se basan en la pequeña burguesía irritada y el lumpenproletariado, están lejos de ser influenciadas por el bastión de la contrarrevolución. Es más, el fascismo no puede evolucionar hoy a un movimiento de masas como en los años 30 por el cambio en la composición social: la pequeña burguesía es más débil que hace 80 años y la clase obrera más fuerte. Están condenados a ser pequeños grupos, reclutados del aparato del Estado y de los hijos de la clase alta, que actúan como auxiliares de las fuerzas represivas. Pero esto no significa que la izquierda debería estar confiada y pasiva ante esta amenaza, al contario, debería organizarse activamente para aplastar al monstruo antes de que pueda levantar cabeza. La historia reciente europea nos ha dado ejemplos repletos de sangre de la necesidad de luchar contra el fascismo de manera implacable y sobre todo, a tiempo. Trotsky caracterizó al fascismo de esta manera.

“El fascismo no es solamente un sistema de represión, violencia y terror policiaco. El fascismo es un sistema particular de Estado basado en la extirpación de todos los elementos de la democracia proletaria en sociedad burguesa. La tarea del fascismo no es solamente destruir a la vanguardia comunista, sino también mantener a toda la clase en una situación de atomización forzada. Para esto no basta con exterminar físicamente a la capa más revolucionaria de los obreros. Hay que aplastar todas las organizaciones libres e independientes, destruir todas las bases de apoyo del proletariado y aniquilar los resultados de tres cuartos de siglo de trabajo de la socialdemocracia y los sindicatos. Porque es sobre este trabajo sobre lo que, en última instancia, se apoya el partido comunista.”

“A través de los agentes del fascismo, el capital pone en movimiento a las masas de la pequeña burguesía irritada, a las bandas del lumpemproletariado desclasadas y desmoralizadas, a todos esos innumerables seres humanos a los que el mismo capital financiero ha empujado a la rabia y la desesperación. La burguesía exige del fascismo un trabajo completo: puesto que ha aceptado los métodos de la guerra civil, quiere lograr la calma para varios años. Y los agentes del fascismo, utilizando a la pequeña burguesía como ariete y destruyendo todos los obstáculos a su paso, desempeñarán bien su trabajo.”

Trotsky expone de manera clara y concluyente el rol social de un movimiento de masas fascista, sus bases sociales y quien los emplea. Este último punto es de vital importancia para comprender las tareas necesarias a la hora de enfrentar al fascismo. Es la burguesía, a través del estado burgués o directamente, que protege y financia a los fascistas como una herramienta de reserva que se utiliza tan solo en esos momentos en que la lucha de clases ha llegado a un callejón sin salida. Es por eso que criticamos a los dirigentes de Podemos e IU cuando dieron crédito a las explicaciones del PP sobre la falta de efectivos policiales durante el fin de semana en Zaragoza para hacer frente a la protesta. Tanto la policía, como la armada, la justicia, etc son instituciones creadas y controladas por la burguesía para mantenerse en el poder y seguir explotando a las masas- tan solo en crisis sociales muy agudas, de impase, son las bandas fascistas empleadas por la burguesía.

Como ya ha ido ocurriendo desde el miércoles pasado, y de manera más y más acelerada, se han ido creando comités de barrios en defensa del referéndum. Los comités son la única manera de poder defender realmente el derecho a decidir en contra del estado y de los fascistas. Siguiendo el ejemplo del barrio de Gràcia en Barcelona, los comités deberían organizar conjuntamente un comité de defensa del referéndum con un comité de defensa del barrio. Así pues, las masas podrán defender su derecho a decidir y su seguridad ante la violencia de la policía y de los fascistas mediante la movilización, tal y como ocurrió en el ministerio de economía Catalán el pasado miércoles, o en la sede de la CUP, en donde los efectivos policiales se vieron inhabilitados. A su vez, los dirigentes de partidos de izquierda deberían organizarse con sus dirigentes y coordinadores de las diferentes agrupaciones locales y provinciales, comprometiendo a centenares de activistas, para que estuvieran en disposición de organizarse y acudir en momentos que se produjeran provocaciones.

El 1-O va a marcar un antes y un después en la política española. Es difícil predecir si el movimiento va acabar siendo un pequeño o un gran terremoto, pero lo que es incuestionable es que la situación ha sido totalmente transformada. El domingo va a ser un dia convulso, con miles de policías y grupos fascistas organizados que se están congregando en Barcelona desde varios puntos del estado. La única manera de defender el voto y la seguridad de las masas es con una movilización masiva que envíe un mensaje claro al régimen del 78 y a sus agentes fascistas. ¡por una República socialista catalana, que actúe de chispa para la revolución ibérica!

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