Cuestión nacional
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Votar a Catalunya Sí que es Pot

Las elecciones catalanas del 27 de septiembre marcan una nueva etapa en la crisis política del Estado español, que es el producto de la aguda crisis económica y social de los últimos años. El fortalecimiento de las tendencias centrífugas en las nacionalidades históricas, particularmente en Catalunya, es sólo una expresión particular de esta crisis de régimen que vivimos, y del carácter antidemocrático de la Constitución de 1978 que impide el derecho de autodeterminación de las nacionalidades históricas. Pero la situación se ha agravado con las nefastas políticas antisociales y represivas del gobierno de Rajoy.

Foto: eldiario.esProvocaciones de la derecha

La derecha española se ha dedicado estos años a herir y provocar la sensibilidad nacional del pueblo catalán, como declarar inconstitucional el artículo del Estatuto de Autonomía que consagraba a Catalunya como Nación, o lesionar aspectos de la inmersión lingüística de la enseñanza en catalán en las escuelas a través de la ley Wert. Ahora, la convocatoria electoral catalana ha intensificado estas provocaciones.

Así, el PP ha designado al exalcalde de Badalona, Garcia Albiol, un racista reaccionario, como candidato Popular a la presidencia de la Generalitat. Además, quiere imponer una ampliación de las competencias del Tribunal Constitucional para destituir al gobierno catalán o suspender la autonomía catalana, si la Generalitat cometiera cualquier “ilegalidad”. El ministro de Defensa, Pedro Morenés, lanzó hace unos días una amenaza velada diciendo que las fuerzas armadas no intervendrían en Catalunya si todos respetan la “legalidad constitucional”. Sólo mencionar la mera hipótesis de utilizar al ejército contra la población civil retrata perfectamente la tradición represiva y el perfil franquista de la derecha española.

El interés del PP es empozoñar el problema catalán para desviar la atención de su política de corrupción y de ataques sociales, e intentar recomponer su apoyo social sobre la base del nacionalismo español reaccionario. Esta actitud opresiva del nacionalismo españolista no es potestad exclusivamente de la derecha, también lo es de un amplio sector de la socialdemocracia, como el sector representado por Felipe González, quien escribió un artículo en el diario El País donde hacía una comparación repulsiva entre el establecimiento de un estado catalán independiente y los regímenes fascistas italiano y alemán de los años 30. La paradoja, es que este tipo de actitudes no hace más que fortalecer al nacionalismo catalán y las tendencias independentistas entre la población catalana.

Los trabajadores españoles no ganamos nada con la retención forzosa del pueblo catalán dentro de nuestras fronteras. Constituye una fuente interminable de conflictos amargos, donde los patrones de ambos lados nos utilizan para que nuestros intereses de clase permanezcan silenciados y maniatados. Por eso defendemos incondicionalmente el derecho a la autodeterminación, que el pueblo catalán decida en un referéndum democrático si quiere o no establecer un Estado independiente, y nos comprometemos a respetar su decisión.

Es difícil saber si los dirigentes de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), del President Mas, y el sector de la burguesía catalana que los apoya, buscan intencionadamente la independencia de Catalunya. Lo que empezó como una huida hacia adelante para presionar al gobierno español por un acuerdo fiscal más favorable y desviar la atención de la política de recortes y ataques sociales de la Generalitat, así como para tapar sus propios casos de corrupción, ha generado una lógica propia. Se ha desarrollado un movimiento de masas democrático de millones de personas demandando el derecho a la autodeterminación, donde las posiciones independentistas han alcanzado un peso significativo.

Más aún, CDC ha visto que quienes defienden más consecuentemente el independentismo, como ERC y las CUP, crecen a costa suya. De manera, que el margen de maniobra que tiene Mas para moderar sus posiciones se ha estrechado al mínimo.

CDC y ERC, que se presentan con la candidatura común Junts pel Sí, han fijado un período de 18 meses para proclamar la independencia si el bloque soberanista –que incluye a las CUP, nacionalistas de izquierda– obtiene la mayoría absoluta en las elecciones. Esto, por ahora, son palabras. Pero si el PP repite gobierno tras las elecciones generales de diciembre con el apoyo de Ciudadanos y bloquea cualquier salida negociada, ¿qué harán Mas y la Generalitat? ¿Declararán la independencia, y cómo? ¿Qué hará el gobierno de Madrid? Estos interrogantes permanecen por ahora sin respuesta.

La burguesía catalana es hermana de clase y cómplice de la burguesía española, y sigue fundamentalmente la misma política de hacer pagar a la clase trabajadora el peso de la crisis de su sistema. Ataca los gastos sociales, evade impuestos, apoya la política comercial y exterior de la Unión Europea de Merkel, y defiende la contrarreforma laboral del PP.

En realidad, CDC no tendría problemas en aparcar su demanda de independencia si pudiera forzar un acuerdo con la burguesía española que le permita mantener su hegemonía política en la sociedad catalana y acrecentar sus beneficios y prebendas. Todo eso es cierto. Pero la mayoría del pueblo catalán ve que, en palabras, Mas y CDC se presentan como los abanderados de sus derechos democráticos, y los partidos españoles de derechas y el PSOE forman un bloque contra el “derecho a decidir”. También ha calado profundamente la idea de que Catalunya resolvería fácilmente sus problemas con la independencia, y que bastarían sus propios recursos para revertir los recortes sociales aplicados por la propia Generalitat ¿Cómo debemos posicionarnos sobre esta cuestión?

La unidad de la clase obrera

Entendemos que la mayoría del pueblo catalán no quiera la España de Rajoy. Nosotros tampoco la queremos. Sufrimos su infame política antisocial y represiva. Despreciamos el chovinismo españolista de nuestra clase dominante y su historia de atropellos y opresión, no sólo contra las nacionalidades históricas sino también contra la clase obrera de todo el Estado.

Queremos preservar los vínculos y la unidad con el pueblo catalán para luchar juntos contra esta “España”. Pensamos que resultaría más ventajoso permanecer unidos voluntariamente en una federación socialista, donde los bancos, grandes empresas y monopolios estén nacionalizados bajo el control democrático de los trabajadores, para ser utilizados en beneficio de todos. Esto haría avanzar y progresar a todos los pueblos que forman el Estado español, con el mayor grado de autonomía y autogobierno para cada uno de ellos. Juntos somos más fuertes y podremos vencer, divididos nos pueden derrotar más fácilmente.

Por supuesto, entendemos y aceptamos que la condición para alcanzar esto debe ser eliminar cualquier elemento de desconfianza, y cualquier atisbo o percepción de opresión nacional que puedan sentir los obreros catalanes, y mostrar respeto e interés por la lengua, la cultura y la historia del pueblo catalán y demás nacionalidades históricas. Es la tarea de PODEMOS y de la izquierda española dirigir sus esfuerzos hacia este objetivo.

Para nosotros, el establecimiento de una federación socialista de nacionalidades ibéricas no es un fin en sí mismo. Lo entendemos como el primer paso –un paso muy importante, indudablemente– hacia una Europa socialista unida de los pueblos, como antesala a una federación socialista mundial.

La responsabilidad de PODEMOS y la izquierda

PODEMOS ha enarbolado valientemente la defensa del derecho de autodeterminación, bajo la denominación del “derecho a decidir”. Esta posición, y la apariencia radical de su discurso y propuestas, es lo que explica el gran apoyo que ha conseguido en la sociedad catalana, y entre los trabajadores en particular. Más aún, PODEMOS ha sabido conectar con aquellos movimientos y luchadores sociales catalanes más avanzados que no se han dejado engañar ni manipular por la demagogia nacionalista burguesa de CDC y ERC, como el movimiento representado por Ada Colau y otros, que conformaron la candidatura Barcelona en Comú y consiguieron la alcaldía de Barcelona.

Para estas elecciones, PODEM (PODEMOS en Catalunya) ha conformado una candidatura con Iniciativa per Catalunya-Verds y Esquerra Unida i Alternativa, llamada Catalunya Sí que es Pot. Defienden el “derecho a decidir” y sitúan como principales enemigos al PP y a Ciudadanos, mientras denuncian la demagogia y los recortes del gobierno catalán de CDC-ERC. Lucha de Clases llama, por tanto, a votar por Catalunya Sí que es Pot.

Sin duda, el auge actual del nacionalismo en muchos trabajadores catalanes, fundamentalmente en la juventud obrera, es una protesta elemental contra el sistema. El nacionalismo instintivo de estos trabajadores contiene elementos progresistas. Debemos basarnos en ellos para explicar que el problema de Catalunya no es su vínculo en abstracto con el Estado español. Si fuera así, el mundo capitalista sería un paraíso en la tierra con unos pocos países problemáticos, como el nuestro. El problema es el capitalismo, la propiedad privada de los grandes medios de producción, un sistema basado en el lucro privado y la explotación de la mayoría, que genera crisis, pobreza y miseria; como vemos en todas partes.

La clase obrera catalana tiene una orgullosa tradición de defensa de sus derechos democrático-nacionales. Fueron los obreros catalanes, principalmente,quienes poblaban las manifestaciones masivas a mediados de los 70 en defensa de la autonomía y la lengua catalana, mientras que la alta burguesía catalana se codeaba con los jerifaltes del régimen franquista español.

Paro la clase obrera catalana también tenía una tradición comunista y socialista. Es una tragedia que esta tradición haya sido arruinada por la traición, la cobardía y la degeneración de los dirigentes del PSC-PSOE y del PSUC-PCE, durante décadas, en Catalunya y en el resto del Estado. Abandonaron la defensa del derecho de autodeterminación junto con el programa del socialismo. Esto fue lo que abonó el desarrollo de tendencias nacionalistas dentro de la clase obrera.

Por eso, Catalunya Sí que es Pot y PODEMOS en particular, deben avanzar en la defensa y agitación de un programa de transición al socialismo, que vincule la defensa del derecho de autodeterminación con la necesidad de expropiar a la oligarquía económica parásita, tanto española como catalana.

¿Una reforma constitucional?

Salvo la derecha española, todo el mundo defiende una reforma constitucional para resolver el “encaje” de Catalunya en el estado español. El PSOE dice defender un “Estado Federal”, pero no ha explicado todavía en que se diferenciaría concretamente del actual “Estado de las Autonomías”, independientemente que su propuesta de reforma incluya la mención de la “singularidad” de Catalunya. Nosotros, desde luego, apoyamos cualquier cambio constitucional que amplíe derechos democráticos, incluido el derecho de autodeterminación. Ahora bien, al necesitarse dos tercios de apoyo en el parlamento español para conseguirlo, cualquier intento de reforma resulta inviable ante la oposición contumaz de los partidos de derechas.

Por eso, un gobierno de Catalunya Sí que es Pot en la Generalitat o de PODEMOS en Madrid debería comprometerse a convocar tal referéndum de autodeterminación en Catalunya, sea cual sea la situación, y reconocer su validez. Si la Constitución de 1978 no permite esto, simplemente demuestra su carácter antidemocrático y su falta de legitimidad popular. Si el inmovilismo de los partidos del régimen lo impide, no queda más remedio que movilizar a la clase trabajadora de todo el Estado para forzar la celebración de ese referéndum y la aplicación de su resultado. Esto justifica más que nunca la necesidad, además, de impulsar un Proceso Constituyente basado en la movilización popular que incluya también la defensa de una república democrática y la nacionalización de las grandes empresas, bancos y monopolios bajo control obrero.

La reforma fiscal

Tampoco creemos que aporte una solución satisfactoria una reforma fiscal que altere las aportaciones de cada autonomía a la caja del Estado, sea cual sea el acuerdo al que pudiera llegarse.

Nadie quedará satisfecho, en un contexto de estancamiento económico y recortes sociales. Todos se quejarán amargamente de los demás, enconando las rivalidades nacionales y regionales que aprovecharían los demagogos burgueses reaccionarios para diluir las cuestiones de clase y acrecentar los enfrentamientos.

El problema es el capitalismo y su crisis. Hay dinero y recursos suficientes para atender las necesidades sociales. Está en los bancos y las grandes empresas, en sus cuentas corrientes y en sus paraísos fiscales, en el despilfarro de la deuda pública y en los rescates bancarios. Lo que se necesita es una planificación racional y armónica en una economía nacionalizada, que proveería de recursos suficientes para otorgar iguales conquistas sociales en todas partes. Sólo planteando el tema en términos de clase y socialistas podemos eludir la trampa de caer en el campo minado de los agravios y divisiones nacionales.

La conclusión es clara. Sólo un gobierno sustentado en las organizaciones de izquierdas que defiendan el derecho de autodeterminación de las nacionalidades históricas junto con la expropiación de los banqueros, monopolios, y latifundios, bajo el control democrático de los trabajadores, puede hacer realidad ese derecho y resolver los acuciantes problemas económicos y sociales que afectan a la mayoría.

 

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