Movimiento Obrero
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Recientemente hemos tenido una sesión de formación interna para jóvenes delegados sindicales de la UGT a la que asistieron 65 delegados. El programa marcaba dos temas principales: la historia del sindicato y la negociación colectiva.

Coincidiendo con esta jornada estaba en la prensa la noticia de la firma del Convenio Estatal del Metal el 12 de enero y las subsiguientes polémicas al respecto. Como la actualidad manda, se aprovechó el encuentro de los delegados para explicar este convenio.

Tras contarnos un resumen histórico y estructural del sindicato, con los procesos de transformación que se han dado y que siguen dándose, los compañeros que esa mañana habían estado informando a los medios de comunicación en una rueda de prensa, llegaron para explicar el tema de la Negociación Colectiva y el Convenio Estatal del Metal.

Nos explican que el objetivo de este convenio es paliar el tremendo golpe de la reforma laboral de Zapatero antes de que llegue la reforma laboral de Rajoy. El camino usado es delimitar qué competencias ha de tener cada convenio, forzando que en cada provincia se decida si los descuelgues salariales y la jornada flexible lo determina el convenio provincial o el de empresa, y reservando a la Comisión Paritaria Estatal la resolución de los convenios provinciales que no alcanzan su ratificación. Se persigue salvar la figura del convenio provincial, que había quedado muy debilitada en la ultima reforma laboral, y blindar el marco de negociación colectiva al tener una vigencia hasta el 2016. Por supuesto hay más cosas en el convenio, pero esto me parece lo más relevante.

Reconocimos al terminar la exposición que, con el poco tiempo que nos quedaba y con tantos datos recién entregados no podíamos articular un debate. Pero sí pudimos expresar un par de cosas:

Por un lado, que hemos mejorado en la respuesta ante los acontecimientos, con una explicación cuando el tema está recién sacado del “horno”. Aún así algún ataque directo a delegados ya se había recibido, y la unidad de acción en Alava se había roto sobre la base de la circulación del pre-acuerdo, que no hemos explicado. Además, si no podemos evitar el tijeretazo, es preferible no firmar nada, explicar hasta el aburrimiento la situación y responder cuando se pueda y como se pueda, sin que nadie pueda decir que fuimos cómplices en determinada medida.

Por otro lado, y en un plano menos concreto, expliqué que la UGT se fundó como un sindicato de inspiración marxista y los trabajadores la veían como una herramienta de transformación social, basada en nuestras propias ideas, alternativas y métodos, lo que nos daba autoridad e independencia del sistema. Hoy sería difícil encontrar quien nos vea así. Más bien, nos ven como gestores de la situación y por tanto asimilados por el sistema. No oyen de nosotros ideas y alternativas diferentes a las que puedan oír en los medios de comunicación. En ese sentido, la táctica del “mal menor” nos empuja a esa percepción y nos aleja de la consigna de la calle “otro mundo es posible”.

Salí contento también porque me llevé la sensación de interés y ganas de construir el sindicato por parte de los jóvenes delegados, construir un sindicato con ideas propias y reivindicativo es lo que vamos a necesitar en el futuro más inmediato.

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