Movimiento Obrero
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Gilberto es uno de los muchos trabajadores emigrantes que dejaron su tierra y vinieron al Estado español a buscar un futuro mejor para ellos y sus familias. Nació hace 55 años en Ibagué, en el departamento de Tolima en Colombia, una zona agrícola y ganadera del centro del país.

 

¿Cuándo y por qué decidiste venir a trabajar al Estado Español?

En el año 2000, trabajaba como obrero de pico y pala en mi país, a pesar de mi cualificación como mecánico. La situación era tan difícil y precaria que cuando mi hermana, que ya había emigrado a España, nos mandó a mí y a mis hermanos una carta de presentación y un contrato para poder emigrar a la península, no me lo pensé.

El primer obstáculo era conseguir el dinero para pagar el viaje. Nos endeudamos y  mi mujer e hijos quedaron solos en Colombia para  probar si me iba bien y salíamos adelante.

 

¿Cuáles fueron tus primeras experiencias laborales?

Nada más llegar, en abril del 2001, me encontré que la Empresa “Jardinería Dicava”,  con la que tenía  el contrato, ya no existía.

Con mis documentos en regla y la carta de presentación me dirigí a una ETT (Build Team) y conseguí mi primer contrato descargando aviones con pescado sudafricano, en el aeropuerto de Foronda, durante dos semanas.

Al responsable de la ETT le gustó como trabajaba y me preguntó cuales eran mis planes. Le dije que quería trabajar duro para traer a mi familia y  ofrecerles el futuro que no tenían en mi país.

Me ofreció la posibilidad de trabajar en  Filozin, una empresa de trefilería ubicada en el polígono de Jundiz y me llegó a decir que si demostraba ser un buen trabajador podría llegar a jubilarme en esa empresa.

Siempre he tenido facilidad para el trabajo con maquinaria. En Colombia trabajé en la industria del plástico, en telares textiles, en la industria del acero, en una papelera ¡Nunca me  dio  miedo trabajar duro!

En Mayo del 2.001, conseguí el trabajo en Filozin.

 

¿Qué pasó después?

Una vez superado el periodo de prueba, me hicieron fijo. En plantilla éramos 20 en tres turnos de trabajo, dedicándonos a trefilar acero de 2 a 13 mm de diámetro para tornillería, mallas de alambradas, alambre  eléctrico….etc. Al cabo de 2 años en la fábrica, manejaba toda la maquinaria y junto a otro compañero, Abderrahim, nos responsabilizaron de la producción del turno de noche.

Nuestras condiciones de trabajo y salariales eran las establecidas en el convenio del metal. No había organización de los trabajadores. A mediados del 2006, cuando ya tenía un quinquenio, me eligieron delegado por UGT junto con otros dos delegados de ELA y CCOO. Ese año conseguimos  mejorar el convenio de empresa y que las horas extras de los sábados se pagaran a 22 €uros.

Cuando logré una estabilidad laboral, me traje a mi mujer y a mis hijos.

 

¿Cómo te ha afectado la crisis?

En el 2006 las cosas le iban bien a la empresa. De hecho, ese año invierten con otro socio capitalista de Valencia en la compra de maquinaria automatizada para trefilar aceros con carbono de mucha más dureza, y empezar a  producir  varillas para hormigón, y otros productos para la construcción.

La plantilla llega a 45 trabajadores y se  implanta el 5º turno, alcanzando una producción de 20.000 Kg de trefila por cada turno de 8 horas.

La mayor parte de la producción va a la planta de prefabricados para la construcción del socio valenciano. Poco a poco dejan de prestar atención a la calidad del producto y, ya a mediados del 2007, los trabajadores empezamos a preocuparnos porque veíamos cómo se acumulaba la producción en los almacenes.

En la navidad del 2008, nos mandan a casa porque no hay trabajo. Ese mes cobramos la nómina y la extra, pero la incertidumbre por nuestros puestos de trabajo iba en aumento. En enero del 2009, el patrón nos dice que la empresa tiene deudas por más de 12 millones de euros y que no pueden seguir. Ante esto decidimos que había que luchar por nuestros empleos. Nos manifestamos y acampamos durante varias semanas pidiendo ayuda al Gobierno vasco.

Finalmente, la empresa se declara en quiebra, interviniendo la administración concursal. ¡Los trabajadores estuvimos 5 meses sin cobrar! Nos despidieron a todos con una indemnización del FOGASA de 20 días por año.

En mi caso, con 55 años, mis ilusiones de jubilarme en Filozin se esfumaron. En vez de esto, me encontré, al igual que los otros 32 compañeros, algunos con más de 30 años en plantilla, con la cruda realidad del paro y con la incertidumbre de qué iba a pasar con nuestro futuro y el de nuestras familias.

Los compañeros nos hicimos una foto de despedida en la puerta de la fábrica, rondándonos la idea de que también nos despedíamos de un trabajo digno y estable.

 

¿Cuál es tu situación ahora?

Desde el primer momento empecé a buscar empleo y me apunté a cursos para cualificarme. Hice un curso de limpieza de 40 horas en la escuela Ignacio Ellacuría, y finalmente superé la prueba de admisión, siendo seleccionado junto a otros 14 compañeros, de entre 120 aspirantes, para realizar un curso de fontanería y calefacción de 900 horas, de enero a noviembre del 2010.

Me ofrecí para hacer prácticas voluntarias en una empresa de fontanería. La realidad fue que me utilizaron de cargador de herramientas y, como me dijo el patrón cuando le dije que quería practicar la fontanería, “Tú coge la escoba y ponte a barrer, aquí no tienes derecho ni a soldar ni a nada.”

Ahora, tan solo me queda paro hasta el mes de mayo y, salvo algunas chapuzas, no tengo posibilidad  de   trabajar.

Confiaba que podría contar con la ayuda de los 429€, al menos para hacer frente a la hipoteca de mi vivienda. Su supresión  ha sido un duro golpe para mí.

El paro es lo peor que  te puede pasar en la vida, y más a los 55 años. No se le puede hacer nada peor a un ser humano que negarle su derecho a ganarse el pan. Quienes nos explotan no nos dan, si quiera, la posibilidad de subsistir.

Han roto mis ilusiones como las de otros muchos. Tengo dos hijos, una en la universidad, y otro de 20 años. Y yo, que no tengo responsabilidad alguna de esta crisis, me siento  abandonado por la administración.

Las personas que han generado este caos no somos los obreros, pero mientras a nosotros nos  abandonan a nuestra suerte,  los responsables,  los banqueros y empresarios, sí que  cuentan con el apoyo de los gobiernos y de las instituciones.

Me dicen que podré  refinanciar mi hipoteca. Pagar durante más años y que la herencia que deje a mis hijos y nietos sean deudas.

Nos están cerrando todos los caminos y solo nos queda organizarnos y luchar.

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